The Message


Bajó por las escaleras después de haberse aseado en el baño y vio subir a la princesa muy molesta sin dirigirle la palabra. Silver detuvo su andar siguiendo con la mirada a la Princesa Amelia hasta que desapareció de su vista. Su actitud sólo significaba una cosa –Sonic– masculló. Corrió escalera abajo para llegar al comedor y ver al erizo azul con una expresión molesta por igual, mientras jugaba desinteresadamente con su comida.

–Sonic– llamó el erizo plateado con un suspiro.

–Como pactamos– habló para deslizar un plato con una pastel encima por la mesa de madera –Mi parte– concluyó sin verlo.

–Dime... ¿Qué hiciste ahora?– preguntó Silver, ignorando el postre.

–¡Fue ella!– reaccionó furioso para verlo al fin –¡Esa princesa mimada que cree que todos deberíamos de besar el suelo por donde pisa!

–Y es quien te pagará el doble de tu peso en oro– señaló para tomar aquel plato con comida y sentarse a su lado.

–Eso... eso...– balbuceó con su ira contenida.

–No te conviene hacerla enojar– finalizó Silver para con un tenedor dar un bocado al pastel con una actitud indiferente.

–¡Ella empezó!

–No seas infantil– regañó molesto para verlo –Discúlpate con ella y termina con este asunto de una buena vez.

–¡Claro que no!– exclamó Sonic para ponerse en pie –¡Ella piensa que soy un maleducado salvaje!

–¿Y no lo eres?– cuestionó arqueando una ceja.

–Bueno... ¡Ese no es el punto!

–Sonic, basta– detuvo el erizo plateado –Sé que tú no estás acostumbrado a seres como ella, pero eso no quiere decir que actúes irres...

–¡No la defiendas!– interrumpió molesto –¡Ella no es mi princesa o mi reina ni nada!– vociferó –¡El respeto se gana no se hereda!

–Bien, supongo que no puedo debatir eso– habló Silver para fijar su vista nuevamente al plato enfrente de él y dar tomar otro bocado al pastel.

–Ves– habló el erizo azul para tranquilizarse y tomar asiento –Yo no tengo porque...

–Y dime– lo interrumpió Silver para verlo de reojo –¿Tú te has ganado su respeto?

–¿Eh?

–Bueno, tienes razón y según lo que me has dicho ella debe ganarse tu respeto ¿cierto?

–Bueno... sí.

–Por consiguiente, tú el de ella, o de lo contrario no puedes esperar a que ella tenga una actitud diferente contigo.

Sonic bufó molesto para cruzar sus brazos y llevarlos al pecho con un puchero infantil en su rostro. 

–¿Entonces qué propones?

–Discúlpate.

–¡¿Por qué yo...

–Porque te conozco– le cortó –Y porque sé que seguramente terminó siendo tu culpa.

–¡Ella fue quien...

–Fue tu idea venir aquí en primer lugar– le interrumpió Silver nuevamente  para verlo con enfado –Y me rogaste que nos quedáramos, así que por esa sencilla razón es tu responsabilidad arreglar las cosas.

–Pero...

–Arregla las cosas– completó para de nuevo empezar a comer.

Sonic lo vio inconforme, pero sabía que sus palabras estaban llenas de razón; Silver siempre había sido la voz de la razón en él. Suspiró resignado y acomodó su silla clavando su vista en el plato que tenía a medio comer.

–Bien... lo haré– masculló de mala gana.

–Sé que sí– dijo Silver victorioso, relajando su expresión antes molesta.

–Eres un verdadero dolor de cabeza ¿lo sabías?

–De ti lo aprendí– respondió divertido.

Sonic frunció de nuevo el ceño molesto mientras miraba la sonrisa divertida de Silver. Desvió la mirada a su plato a medio comer para tomar un tenedor y colocar otro bocado en su boca  y de nuevo el silencio reinó en el lugar, haciéndolo sentir intranquilo. 

El erizo azul fijó su vista al ventanal frente a ellos sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo al recordar lo que había acontecido aquella mañana. Sonic aún sentía aquella energía negativa que rondaba el lugar, una energía que podía sentir en los interiores del castillo. Observó a su amigo de reojo, quien parecía ajeno a todo aquello, sintiéndose paranoico.

–Y dime...– habló de nuevo Sonic para romper con el incómodo silencio –¿Qué tal la pelea?

–¿Cómo dices?– inquirió Silver sorprendido por la pregunta.

–Tú fuiste quien desbarató esa armadura, ¿no es cierto?

–Mmm... Yo sólo evite que Percival terminara herida– murmuró con un dejo de timidez.

–¡Lo sabía!– gritó Sonic con emoción –¡Sabía que habías sido tú cuando te vi con esa espada!

–No le pongas importancia Sonic– pidió desinteresadamente –Es de esas cosas de una vez en la vida.

–Oh vamos, eres un guerrero, ese tipo de cosas corren por tu sangre– indicó esbozando una sonrisa –No me digas que no fue emocionante empuñar esa espada y dar un corte diestro por aquí y otro por allá– imaginó mientras con su tenedor cortaba el aire al moverlo cual espada en mano –¡Eso de cortar y...

–No soy un asesino– espetó molesto.

–Obvio que no– apoyó el erizo azul para dejar el tenedor a un lado –Eso no estaba vivo.

–Sabes de que hablo.

–Hey, tómalo con calma– habló Sonic con una expresión relajada en un intento de calmar a su amigo –, pero sabes que digo la verdad cuando te digo que fue una sensación excitante.

–Un caballero no empuña su espada a menos que su rey se lo pida o para defender al mismo.

–¿Y desde cuando Percival es tu reina?

–No lo es, pero sí necesitaba mi ayuda y...

–El punto es– interrumpió el erizo azul –Que te gustó, sea cual sea la razón.

–Eres insufrible– dijo Silver resignado, sabiendo que hablaba con una pared.

–Sólo digo lo que es.

–Es mejor ir a descansar– habló el erizo plateado para ponerse en pie, dando por concluido el tema –Hay mucho que hacer mañana.

Sonic vio con cierta desconfianza el corredor que los dirigía a las escaleras que los llevaría a su recámara en el segundo nivel; realmente no sentía ánimos de ir a la cama. Sintió la mirada intensa de Silver sobre él, a la espera de que él lo acompañará, era obvio que él no entendía todo lo que atravesaba su mente, y era mejor que no lo hiciese. 

Sonic se limitó a asentir con la cabeza y ponerse en pie para caminar de regreso a la habitación. Necesitaba dejar el pasado atrás si no quería verse como un erizo cobarde y asustadizo.

Entraron a la habitación, y al igual que la noche anterior, encendieron las lámparas sobre su cabeza. Sonic procuró que la flama no se apagara encendiéndola con sumo cuidado para que ninguna corriente de aire se llevará la luz. Fijó sus vista sobre la flama danzante, absorto por ésta cuando  la voz de Silver captó su atención –Sonic, mira– lo llamó. Dirigió su mirada a la ventana donde se encontraba el erizo plateado y vio cómo pequeños copos de nieve empezaban a caer del cielo. Sonic caminó hacia la misma observando como el invierno por fin había llegado.

–Por primera vez no me preocupa– dijo Silver esbozando una amplia sonrisa.

–Eso es porque gracias a mí tenemos donde pasar las noches heladas este año– dijo con orgullo el erizo azul.

–Así es– murmuró pensativo –Y por lo mismo es tu responsabilidad arreglar las cosas con la Princesa Amelia– le recordó.

–Lo haré, lo haré– habló sin interés para regresar a su cama –Pero mañana, ahora, sólo quiero descansar.

–Bien... ¿uh? ¿No vas a apagar la luz?– preguntó Silver intrigado al ver aún la lámpara encendida.

–Hace frío– respondió secamente dándole la espalda –Es mejor que se quede así.

Silver lo vio con intriga, pero no quiso darle más vueltas al asunto. Imitó a su amigo y se metió dentro las cobijas para ver una vez más la ventana con los copos de nieve blancos caer suavemente; está vez no enfermaría gravemente o tendría que robar a alguien para conseguir dinero para un hotel de quinta, esta vez estaba en un palacio.

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Algo lo molestaba nuevamente, una voz irritable. –Sonic...– escuchó a la distancia con perseverancia. Sonic abrió los ojos con pesadez para escuchar una risilla en las afueras de su alcoba y de nuevo su nombre ser pronunciado. Se levantó con rapidez mientras escuchaba un andar sobre la alfombra. Sintió un sudor frío recorrer sus sienes y volteó a ver a su amigo, quien como siempre, tenía el sueño tan pesado como una roca. 

Sonic se levantó de su cama y colocó sobre su cuerpo aquella capa deshilachada para protegerse del frío. Dudo por un momento sobre si levantar a Silver o no, pues no sabía en qué ayudaría el despertarlo, aparte que hubiera un testigo de su muerte de ser el caso.

Caminó con cuidado al frente de la puerta y pegó su oreja a la madera húmeda.

Sonic...– escuchó de nuevo alejándose con rapidez de la puerta.

Sonic tragó pesado y con cierta duda colocó su mano sobre la perilla de la puerta, sin saber si abrirla o no, pero él realmente  quería ponerle un fin a sus noches de insomnio. Abrió la puerta lentamente provocando que el rechinido de las bisagras oxidadas inundara el pasillo. Escuchó de nuevo aquella risilla inundar el pasillo provocando que un escalofrío recorriera su espina dorsal. Salió con precaución de su habitación para caminar sobre el oscuro pasillo, en donde pudo distinguir a lo lejos a una niña con ropas blancas, las cuales parecían brillar en la oscuridad; su pelo tan largo como su cuerpo tapaban su cara casi por completo, dejando ver únicamente una media sonrisa un tanto perturbadora.

–¿Qué quieres de mí?– preguntó el erizo con una máscara de indiferencia. Rió nuevamente y de un momento a otro salió corriendo por el pasillo adyacente –¡Espera!– gritó para correr tras ella.

No entendía por qué aquella niña insistía en visitarlo por la noche, pero estaba decidido a averiguarlo. 

La vio correr entre los pasillos e intentaba seguirle el pasó, pues se escabullía cada vez podía.

Sintió la temperatura descender, el sonido de sus pasos era lo único que se podía escuchar en aquel solitario castillo de roca. Siguió su carrera hasta que la vio entrar a una habitación sin salida, sonriendo triunfante –"Te tengo"– pensó con orgullo. Sonic entró a la habitación, azotando la puerta al abrirla y al hacerlo notar que estaba vacía. Su respiración agitada por la carrera se escuchaba con fuerza gracias al eco, y un perceptible olor a humedad inundó su nariz. 

Sonic buscó aquella pequeña niña recorriendo sus ojos por toda la habitación hasta que distinguió algo en una esquina distante de la habitación. Era la niña pequeña que le daba la espalda.

Juguemos Sonic– habló la pequeña en un tono perturbante.

–¿Jugar?– repitió sin entender.

Juguemos... juguemos a ver quién pierde la cabeza primero– dijo el espectro para darse la vuelta y levantar un hacha sobre su cabeza –¡Yo empiezo!– vociferó con una sonrisa retorcida para correr hacia él con arma en mano.

Un grito ahogado se escuchó de parte él a la vez que salía a toda prisa del lugar. Sonic escuchó la madera de la puerta ser cortada con aquella hacha y como una risa endemoniada resonaba por todo el castillo. Corrió tan aprisa como pudo, para darse cuenta que yacía perdido; aquel ente maligno lo había hecho perderse entre los corredores del castillo. Sonic miraba a los diferentes pasillos según seguía con su carrera sin saber cuál de ellos podía llevarlo a un callejón sin salida o podía toparse con aquella niña maquiavélica –¡SONIC!– escuchó el grito desgarrador de aquel ente a sus espaldas. Sin importarle la dirección corrió al pasillo más cercano mientras sentía el frío ser más intenso que antes, ella lo alcanzaba y él lo sabía.

–¡Cuidado!– escuchó para luego un sonido metálico resonar con fuerza y caer al suelo al tropezarse con alguien. Sonic vio una tenue luz alumbrar el lúgubre pasillo para darle mayor visibilidad. Rápidamente se dio media vuelta sobre el suelo con sus ojos fijos en el fondo de aquel pasillo oscuro en espera de la niña maligna que había estado gritando su nombre 

–¡¿Qué sucede contigo?!– escuchó nuevamente. Sonic vio a la princesa Amelia de rodillas en el suelo incorporándose lentamente gracias al choque previo.

–¿Eh?– exclamó confundido –Es... ella...– tartamudeó aún aterrorizado en busca de la niña maquiavelica.

La vio pararse molesta y tomar del suelo el candelabro que había caído antes, siendo el responsable de aquel sonido metálico que había oído. Amelia lo vio con cierta molestia, para luego darse cuenta de la expresión de terror en su rostro. La princesa alumbró con el fuego a los alrededores para ver si había algo más con ellos, pero el lugar yacía vacío.

–No hay nada– señaló la eriza para verlo nuevamente –¿Todo bien Sir Sonic?

Sonic ladeó su cabeza a un lado para ver detrás de la eriza, pero como ella había dicho, no había nada. Suspiró aliviado y por primera vez se sentía feliz de verla. Se puso en pie para fijar su vista en ella y notar que no llevaba aquel pesado vestido que siempre había lucido, una bata de algodón blanco la cubría por completo, seguramente tenía puesto un vestido más liviano para descansar. 

Sonic asintió con la cabeza sin pronunciar palabra, sin poder evitar mantener su vista en el pasillo detrás de ella.

–Bien, entonces, buenas noches– se despidió la eriza fríamente par dar media vuelta y retomar su camino.

–¡Espera!

–¿Sucede algo?– espetó impasible.

–Amm... Estoy perdido– respondió avergonzado –No sé cómo regresar.

–Oh...– exclamó con un dejo de sorpresa –Bien, entonces sígame. No quiero que esté dando problemas– ordenó iniciando su caminata.

Sonic caminó detrás de ella, aún intentando recuperar el aliento por lo que había acontecido previamente; había sido sin lugar a duda la idea más estúpida que había tenido. Ir tras un espíritu en un castillo maldito a la mitad de la noche era algo que ni al más valiente se le hubiese ocurrido, especialmente sin compañía. 

Suspiró pesadamente ante sus pensamientos para redirigir la mirada a la eriza, quien no había dicho nada desde entonces.

–Este...– empezó a hablar el erizo carraspeando su garganta –Yo quería... disculparme– dijo casi en susurro.

–¿Eh?– exclamó ella deteniendo su marcha y verlo con incredulidad.

–Por lo de la cena– le recordó –Yo... lo lamento.

–Bueno, eso sin duda es un inicio– dijo sin más para seguir con su camino.

–¿Qué?

–Va por buen camino, Sir Sonic.

–Espera, ¿no crees que me debes una disculpa también?

–En ningún momento lo ofendí con mis palabras, a diferencia suya.

–¡Sabes que...– calló  atragántandose con sus palabras al recordar la mirada desaprobatoria de Silver –Olvídalo.

Amelia sonrió satisfecha mientras seguía con su camino para regresar al erizo azul a su habitación, permaneciendo ambos en silencio. La mirada de Sonic se mantenía fija sobre ella, con aquel ceño fruncido y actitud de desagrado y molestia.

–Siento que no se encuentra a gusto en mi presencia, Sir Sonic– habló Amelia al sentir la intensa mirada sobre su nuca.

–No es su presencia la que me incomoda, es su actitud– aclaro despectivamente.

–¿A qué se debe eso?– preguntó sin verlo en ningún momento.

–Escucha– dijo el erizo colocando una mano sobre su hombro obligándola a detenerse –Sé que yo no te agrado, y bueno, es obvio que tú no eres exactamente mi princesa favorita– habló para verla a los ojos –, pero no quiero quedarme aquí mientras tu actitud petulante y prepotente me haga de menos, eso es...

La erizar rosa rió divertida acallándolo para verla extrañado. Amelia se quitó de encima la mano que aún yacía sobre su hombro con cierto desdén y observándolo divertido, provocando una expresión de confusión en el rostro del erizo azul.

–¿Es en serio?– dijo la princesa entre risas.

–¿De qué hablas?

–Piensas irte si yo no cambio mi actitud, pero no te iras después de todo lo que has visto aquí en estos dos días.

–No le veo lo divertido– espetó Sonic molesto.

–¿Por qué te soy tan importante?

–¡No lo eres!– se defendió molesto.

–Claro que sí– señaló Amelia con esa sonrisa en su rostro –Me pones en un lugar muy alto, y mi percepción de ti te importa demasiado, tanto, que sacrificaras el oro que tengo para ofrecerte sólo por no verte con agrado ¿por qué?– preguntó con una sonrisa burlona.

Sonic bufó molesto lanzándole una mirada intensa y así decirle: –Toda mi vida se me ha tratado de menos sólo por ser lo que tú y tu prole llaman bandolero– respondió ofendido – Y tal vez sea un bandolero sin modales refinados en la mesa o condescendencia como Silver, pero sin lugar a duda tengo más dignidad que cualquier duque o príncipe de cuarta; y si mi dignidad debe verse manchada por un poco de oro, prefiero irme a las calles heladas, eso no lo dude, su majestad– completó con cierto sarcasmo. La sonrisa de Amelia se borró lentamente al concluir sus palabras y unos ojos culpables parecieron invadir su mirada –Déjeme aquí– espetó Sonic para adelantársele –Conozco está área, regresaré rápido. Buenas noches.

–¡Espera!– exclamó Amelia para correr a su lado y parar frente a él, evitándole de proseguir.

–¿Qué?– espetó molesto.

–Te pido me disculpes– habló ella con una reverencia.

–¿Eh?– exclamó con asombro, eso no era propio de alguien de la realeza.

–No eres el erizo que pensé que eras, lo lamento– explicó para reincorporarse –Me has demostrado tu gran valía, Sonic the Hedgehog, y eso, hasta el más alto rey respetará sin dudar– habló con gran elocuencia. Sonic le sonrió satisfecho y ella le devolvió la sonrisa –Te acompañaré hasta tu dormitorio– indicó Amelia para ver el final del lúgubre pasillo –No sería propio de mi parte dejarte solo, menos de noche– habló para ver a los lados con desconfianza.

–Gracias, pero... ¿no debería ser al revés?

–¿Cómo al revés?

–Pues, yo soy el hombre y por eso...

–Oh Sir Sonic, he estado mucho tiempo sola y no me ha hecho falta un escolta masculino– interrumpió con cierto enfado por lo intentaba sugerir –Acompáñeme, seguiremos hasta llegar a su habitación.

–Bien, como digas– asintió el erizo azul para empezar a caminar nuevamente a su lado –Sólo, tengo una duda.

–Dime.

–¿Por qué está despierta tan tarde? ¿Y sola?

–Oh, bueno– silenció pensativa, y aquella expresión fría e inmutable se quebró ante una mirada temerosa –No logró dormir a esta hora...

–¿Ellos te visitan también?

Amelia lo vio de reojo con cierta sorpresa para luego asentir con pesar. Con un vistazo rápido inspeccionó los diferentes lados del pasillo oscuro, como en busca de algo –Su presencia es muy fuerte– habló de nuevo para inconscientemente pegarse más a su compañero un tanto temerosa.

–¿Tú la sientes también?– preguntó Sonic observando sus alrededores de reojo.

–¿Eh?– exclamó Amelia estupefacta.

–Desde ayer en la noche este lugar me hace estremecer– confesó un tanto avergonzado –, pero no le digas a Silver que te dije eso o jamás dejará de fastidiarme– pidió el erizo azul con un dejo divertido. Amelia río gentilmente asintiendo con la cabeza.

–No se preocupe por eso– respondió con una sonrisa.

Siguieron su camino hasta verse en el pasillo en donde se encontraba la recámara de Sonic, y tal como él había dejado, su puerta yacía parcialmente abierta con la luz alumbrando la alfombra Ambos se vieron a los ojos por un momento, sabiendo que ese era el final del camino.

–Aquí me despido yo– dijo el erizo azul –Gracias por... bueno, por todo en general.

–Eres muy amable– halagó con una pequeña sonrisa –Gracias por la amena conversación, creo que sirvió de mucho ¿no le parece?

–Toda conversación puede ser útil si se enfoca correctamente y no se le da un significado banal o abstracto– habló el erizo azul con elocuencia, provocando en la princesa una expresión de asombro imposible de ocultar –No pensará que era un bruto salvaje que no sabía sobre palabras refinadas ¿o sí?– dijo Sonic al notar tal expresión.

–A bueno, yo...

–Sé sobre muchas cosas, pero afuera en las calles este tipo de cosas sólo hacen que te pateen el trasero– explicó divertido –Y muy duro.

–Es más de lo que aparenta– respondió Amelia esbozando una mueca de felicidad.

–Soy muchas cosas, por eso no se me debe de juzgar sin conocerme.

–En eso tiene razón.

–Bien, será mejor que regrese– dijo Sonic para ver nuevamente su habitación –Es hora de descansar, para los dos.

–Buenas noches, Sir Sonic– se despidió con una sonrisa.

Ambos caminaron en sentidos contrarios hasta que se escuchó un crujir provocando que ambos se detuvieran. Amelia iluminó con el candelabro a todas direcciones buscando qué había ocasionado tal sonido, pero sin resultados. Sonic la volteó a ver y al igual que ella buscó con la mirada qué era lo que podía ahora estar sucediendo, pues temía que aquella niña demoniaca hubiera regresado a esperarlo en el pasillo. Sonic vio un espejo colgado en la pared cerca de la princesa que parecía empezar a desquebrajarse al igual que los vidrios en el comedor.–¡Amelia!– llamó para correr hacia la eriza provocando que ella se volteara para ver su reflejo distorsionado sobre el cristal desquebrajado. La princesa retrocedió lentamente con su vista en el espejo frente a ella hasta toparse con el erizo azul, haciendo que parara su marcha.

–No lo entiendo ¡¿Qué demonios quiere esa cosa?!– preguntó Sonic viendo al espejo por igual.

Un tono carmín empezó a pintarse sobre el cristal haciéndolo erizar al ver como letras empezaban a distinguirse, parecían ser dibujadas por un dedo pequeño, como el de un niño

–¿Qué es...– musitó el erizo azul para intentar descifrar el mensaje –Ma...– leyó la primera sílaba –Mata... la- completó – ¿Mátala?– repitió el enunciado. Sonic vio la expresión Amelia y por primera vez vio una genuina expresión de horror en sus ojos. A eso se refería aquel ente ¿quería que eliminara a la princesa?

Escuchó otro crujir para ver como aquella rajadura empezaba agrietarse en diferentes direcciones para hacer que el espejo explotara en pedazos –¡Cuidado!– advirtió Sonic para abrazar con fuerza a la princesa y con su cuerpo protegerla de los pedazos de vidrio roto que saltaban a todas direcciones.

De nuevo el silencio reinó, escuchando únicamente el tintinear de los cristales que aún se desprendían del espejo para caer al suelo. Sonic se reincorporó lentamente para ver sobre su hombro y notar que toda actividad de aquel ente había terminado. Suspiró aliviado y fijó su vista de nuevo en la princesa quien parecía aferrarse a aún a él con fuerza. Carraspeó su garganta para hacerle entender que ya no era necesario que lo sujetara, provocando que ella se alejara con lentitud, incapaz de verlo a los ojos.

–Sabes algo– habló del nuevo el erizo azul –Me parece que es un buen momento para una taza de chocolate.

–¿Eh?– exclamó ella subiendo su mirada que denotaban unos ojos apagados.

–Sí– asintió –Después de un fantasma asesino, una pelea con su majestad y de espejos que hablan y explotan me caería bien algo caliente ¿qué opinas?

–Eso creo...– respondió Amelia sin ánimos.

–¿Sabes hacer café o chocolate?– le preguntó para ella mover su cabeza a los lados en forma negativa –No te preocupes, yo te enseño. Vamos.

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