El Último Caballero
Despertó con pesadez y al hacerlo vio aquella ventana congelada por el frío del invierno. Seguramente había nevado toda la noche. Se levantó con pereza y se acercó a la ventana helada para con su guante limpiar la delgada capa de hielo que empañaba el cristal y ver fuera de ésta. El jardín estaba congelado, pero se miraba muy hermoso, como la más exquisita obra de arte jamás esculpida.
–Bien, es hora de ir a desayunar, Son... – pero calló al voltear y ver la cama de su amigo vacía –¿No está?– se dijo Silver para buscarlo con la mirada. La puerta de su habitación yacía abierta, eso significaba que seguramente ya había salido.
Silver salió de la habitación para bajar las escaleras con prisa; si Sonic estaba solo no habría duda que los problemas no estaban lejos; mientras descendía escuchó algo parecido a una explosión cerca del área del comedor haciendo que los candelabros colgantes se tambalearan. Silver corrió a toda prisa al lugar guiándose por un humo negro y no tardó mucho para encontrar su procedencia; paró al ver una puerta de madera cerrada frente a él, de la cual podía ver un humo negro salir por las hendiduras de la misma –¡Sonic!– llamó angustiado para entrar al lugar y ver lo que era la cocina. Escuchó un par de risas entre el humo y con sus manos aéreo el lugar para despejar el área.
–¡Casi lo tienes!– escuchó decir a una voz familiar –A la próxima sería conveniente que no pusieras tanto fuego.
–Esto de la cocina es muy complicado– habló la princesa con un suspiro.
–¿Su majestad?– cuestionó con asombro el erizo plateado, para ver del otro lado a Sonic con una amplia sonrisa.
–Jamás entenderé esto– se quejó Amelia.
–Es fácil, sólo debes...
–¿Sonic?– cuestionó Silver confundido por la escena
–Oh vaya– dijo el erizo azul al verlo al percatarse de su presencia –¿No deberías estar durmiendo o algo así?
–¡Su majestad!– escucharon los tres un grito para ver a la conejita entrar con prisa.
–¿Lady Cream?
–¡¿Pero qué le ha pasado?!– cuestionó Cream angustiada.
Amelia se vio a sí misma, y lo que era su antes preciada bata de lino blanco tenía manchas de café y chocolate por todos lados, al igual que su cabello. Fijó su vista en la ventana y notó que ya había amanecido, había perdido la noción del tiempo en su vano intento por preparar una sencilla bebida.
–¡Oh, no!– dijo la princesa exaltada al percatarse de la hora –¿Ya es de día?
–¡Estaba muy preocupada su alteza, yo pensé...
–Tranquila Lady Cream, sólo vine a hacer un poco de café, pero creo que sin duda esta no es mi área de especialidad.
–Oh, pero su majestad, yo con gusto hubiera...
–Está bien Lady Cream– interrumpió nuevamente –No quise molestarte.
–Sí majestad.
–Caballeros, debo retirarme para asearme– anunció la princesa con propiedad –Sir Silver– dijo para asentir con la cabeza –Sir Sonic... gracias– musitó por último para caminar fuera de la cocina seguida por Lady Cream.
–¿Y ahora qué demonios hiciste?– preguntó Silver con el ceño fruncido.
–Lo que me dijiste que hiciera– respondió sin interés.
Silver vio a los alrededores y las cientos de manchas cafés por todos lados, pero parecía que había seguido su consejo y se había disculpado de una manera un tanto peculiar. Soltó un suspiro de alivio ante el suceso.
–Dime algo– habló el erizo plateado para caminar entre el desastre que había armado –¿Desde qué horas estás aquí?
–Creo que desde pasada la medianoche, no lo sé.
–¿Pasó algo?
–Claro que no, ella es una princesa y yo...
–¡No me refiero a eso!– cortó Silver molesto –Me refiero sobre las cosas extrañas que pasan por aquí.
Sonic suspiró pensativo. Había llevado ahí a la princesa para poder distraerla después del espantoso suceso del espejo e intentar enseñarle a cocinar un poco, pero lo que había pensado no tardaría más de una hora o dos se había convertido en toda la madrugada de lecciones fallidas.
–Algo así– respondió al fin –La traje para despejarla un poco y creo que perdimos la noción del tiempo.
–¿Qué hacías con ella a esas horas de la noche en primer lugar?
–Pues, es una historia algo larga– respondió sin interés para caminar a la puerta –La cual te contaré una vez que tome un baño y duerma un poco.
–Pero...
–Hablaremos más tarde– cortó Sonic para despedirse con un ademán de manos.
–¿Y qué hay de la búsqueda?
–Sí, sí, sí, luego– dijo por último mientras lo miraba perderse en los pasillos.
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Se despertó temprano aquella mañana y colocó sobre ella aquella armadura metálica para cubrir los vendajes que Lady Cream le había colocado el día anterior. Percival aún tenía problemas para movilizarse, pero no había tiempo de descansar, la Princesa Amelia la necesitaba como su escolta por si aquel ente volvía a atacar. Salió de su recámara para ir a la habitación de la princesa, y una vez que logró llegar vio a Cream salir con la bata preferida de la princesa con manchas cafés por todas partes.
–Lady Cream ¿Qué ha pasado? ¿está acaso la princesa...
–Shhhh– silenció con un dedo –Está descansando ahora– susurró.
–¿Ha pasado algo?– preguntó por lo bajo.
–No– dijo negando con la cabeza –Me parece que tuvo una noche en vela, eso es todo.
–¿De nuevo?
–Pero está vez fue diferente– explicó para empezar a caminar siendo seguida por ella –El Señor Sonic estuvo con ella toda la noche hasta hoy en la mañana– continuó –No recuerdo la última vez que la vi tan tranquila, realmente es maravilloso.
–¿Sir Sonic hizo eso?
–Así es– asintió –Ella tal vez no lo diga, pero creo que la presencia de nuestros invitados la tranquiliza.
–Ha estado sola por muchos años ya– habló Percival para sí –Por lo general, a su edad, las princesas de sangre noble ya deberían ser reinas, y tener un rey a su lado– dijo pensativa.
–Oh Sir Percival, eso es tan lamentable, sin realmente alguien más de sangre real eso no es posible, y su alteza sólo podrá ser princesa.
–Pero creo que al final eso no importa, si la maldición no es erradicada no sé por cuanto tiempo más tendremos a su alteza.
Cream vio con tristeza a Percival, sabiendo que sus palabras eran ciertas.
–Iré a ocuparme del desayuno– dijo cabizbaja para empezar a descender las gradas. Percival la vio con tristeza, a veces olvidaba que ella seguía siendo tan solo una niña.
–Buenos días Lady Cream– escuchó a Silver saludar con una amplia sonrisa al pie de las escaleras, a la cual la coneja pareció corresponder inmediatamente. Percival estaba asombrada de cómo dos erizos cualquiera habían iluminado la triste vida que se llevaba en el palacio.
–Buenos días, Sir Silver– le saludó Lady Cream –Veo que se ha levantado temprano. Lamento la tardanza, el desayuno...
–Por favor, no te preocupes– interrumpió con pena –Saldré al jardín a esperar a que mi perezoso amigo termine de asearse para seguir en la siguiente área que Sir Percival nos indique.
–Oh, bueno, de ser así, acompáñeme, tengo algo que seguro le servirá.
Percival los vio salir del vestíbulo para adentrarse al interior del castillo y esbozando una sonrisa disimulada.
–Sin duda han venido a ser un rayo de alegría– musitó para sí.
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Se levantó con energías renovadas. Llevaba mucho tiempo sin poder dormir tranquila en aquel castillo. La princesa se alistó y se vistió según la estación. Los inviernos era los más duros jamás vividos, y muchos morían en esa época por las enfermedades que éstos terminaban representando. Amelia salió de habitación para buscar a su escolta una vez se hubiera abrigado por completo, quien no parecía encontrarse en ningún lado. Buscó en los lugares que ella solía frecuentar, pues por lo general no se mantenía muy lejos de su presencia si en dado caso ella la llegase a necesitarle.
Buscó por todos los alrededores y Percival parecía no estar en ningún lugar cercano a ella. Amelia caminaba inquieta por los pasillos en busca de su escolta o si fue cuando escuchó una voz distante en los jardines; se acercó a una de las ventanas congeladas en donde pudo distinguir una silueta un poco distorsionada, era posible que fuese ella.
Amelia se dirigió al jardín para lograr divisar a Percival a lo lejos, recostada sobre la pared debajo de una de las pérgolas que yacían en el exterior. La eriza rosa se acercó a ella en silencio y así logró vislumbrar en la distancia a Sir Silver alimentando a unos pequeños gorriones en la nieve blanca, era posible que fuera su voz la que había escuchado antes.
Su mirada se quedó por un momento fija en el erizo plateado, pues sus ropas eran diferentes, vestía una capa aterciopelada de color carmín para protegerse el frío intenso del invierno y lo que era un suéter blanco como la nieve, seguramente Lady Cream se lo había entregado. Le restó atención al atuendo del erizo plateado y se enfocó nuevamente en su escolta, quien no se había percatado de su presencia.
–¿Percival?– llamó para que ella la viera con sorpresa y se reincorporara rápidamente.
–Su majestad– dijo con una reverencia –Pensé que aún yacía descansando.
–Desperté hace poco– respondió –¿Qué hacías?
–Oh, yo... la verdad nada, sólo...– calló para ver de reojo al erizo plateado.
Amelia siguió la mirada de la felina para ver a Sir Silver nuevamente, esbozando una sonrisa –Realmente es un erizo muy agradable– habló ella sin poder borrar aquella expresión de felicidad.
–¡No es lo que piensa!– respondió con rapidez sonrojada –Es sólo...
–Blaze– musitó su nombre para interrumpirle –Sigues siendo una chica, y las chicas tenemos sentimientos y derecho a sentir por igual– habló provocando que el sonroje de la felina se intensificara –Y el hecho que hayas decidido volverte parte de los caballeros de mi padre no te hace menos mujer.
–No hay tiempo para sentimientos– respondió secamente para ver de nuevo al erizo plateado –Además– habló con seriedad –Sólo creo que Sir Silver es un erizo muy peculiar, es un ser fascinante– explicó –Parece ser alguien muy amable y sincero, lo cual en estos tiempos no es común– puntualizó –Es como si...
–El tiempo se hubiera detenido a su alrededor– completó la eriza.
–Sí, exactamente... ¿Cómo lo sabe?– preguntó para verla nuevamente.
–Porque al verlo, te preguntas ¿cómo es que parece que toda la guerra y la destrucción no afectó su alma pura y noble? A veces pienso eso; tanto él como Sir Sonic poseen esa peculiaridad.
–Así es– asintió para observarlo nuevamente.
–¡Hey Silver!– escucharon al erizo azul decir para llegar con él y saltarle encima derribándolo al suelo.
–¡¿Qué pasa contigo?!– gritó molesto el erizo plateado.
Amelia sonrió dulcemente al verlo. Sir Sonic se había quedado con ella a pesar de lo que había pasado; él no podía llevarla a su habitación y esperar a que ella conciliara el sueño como Percival tendía a hacerlo, no era correcto, sin embargo, había hecho esto hasta lo último para hacerle olvidar lo sucedido la noche anterior y tranquilizarla. Ese recuerdo provocó que su sonrisa empezara a desvanecerse, las manifestaciones eran más frecuentes cada vez y más peligrosas también.
–¿Es hora de ir?– escuchó a Percival hablar captando su atención.
–Sí, es hora.
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–¡Muévete!– gritó el erizo plateado molesto para empujar a su compañero.
–Eres todo un gruñón– dijo Sonic enseñándole la lengua, cual niño pequeño.
–¡Y tú un perezoso!– respondió Silver para lanzarle una bola de nieve –Y con pésimas habilidades en la lucha si puedo decir– alardeó prepotente.
–¿Ah si? ¡Yo te enseñare!– gritó con una sonrisa para tomar una bola de nieve.
–¡Para eso deberás encontrarme primero!– retó Silver divertido. –¡Inténtalo si puedes!– gritó para lanzarle otra bola de nieve en la cara.
Sonic sacudió su cabeza a los lados para quitarse la nieve del rostro y restregó sus ojos para intentar eliminar la sensación fría sobre su piel; al abrirlos nuevamente Silver había desaparecido de su vista. Se levantó del suelo y sacudió un poco aquella capa de color carmín que la conejita le había dado para que cayera la nieve de ésta. Sonic sonrió divertido, llevaban mucho desde la última vez que había podido darse el lujo de jugar en la nieve, ya que por lo general la evitaban a toda costa.
Corrió por los jardines para indagar con la mirada cada estrecho y arboleda que pudiera ver, y a lo lejos logró distinguir algo en el granero, una sombra que pareció moverse. "¡Ahí estás!" pensó con rapidez. Tomó del suelo un poco de nieve para hacerla una bola y correr hacía el granero y entrar con cierta precaución. Una vez adentro vio lo que parecía ser un tipo de establo abandonado. Las vigas de madera yacían desgastadas por el tiempo, y la oscuridad abarcaba todo. Vio paja regada por doquiera y una que otra cubeta de metal oxidada por la humedad. Era un escondite perfecto.
–No podrás esconderte– dijo mientras entraba con cautela –¡Eres erizo muerto!– amenazó divertido.
Escuchó un par de pasos detrás de sí y sonrió disimuladamente –¡Te tengo!– gritó para voltearse con rapidez y lanzar aquella bola de hielo que había estado en su mano.
Sonic observó como la bola de nieve se partía en dos en el aire con el filo de una gigantesca espada, y luego sentir un golpe que lo derribó al suelo cubierto de paja. Cayó con pesadez de espaldas y un pie sobre su abdomen lo hizo hacer una exclamación de dolor. Sonic abrió los ojos desconcertado para ver la punta de una espada sobre su rostro y el brillo de una armadura a contraluz.
–Estás acabado– escuchó pronunciar desafiante.
–¡Por favor detente!– un grito de suplica resonó por el granero abandonado para luego una charola de planta caer al suelo. Sonic distinguió a Cream correr hacia él y suplicar por su vida. –¡Él trabaja en el palacio para la princesa!– explicó velozmente.
–Hmph– exclamó el extraño para envainar su espada y retroceder –¿Y qué se supone que hace?
Sonic se levantó con un poco de dolor en su mentón y sobre su abdomen, mientras Lady Cream parecía apaciguar la furia inminente de su contrincante. Fijó su vista molesta al perpetrador de tal hecho para ver a un erizo negro con franjas rojas y una armadura metálica como la de Percival sobre su cuerpo.
–Esta ayudando a su alteza a encontrar la Esmeralda Caos– respondió Cream.
–¿Eso está ayudando a la Princesa Amelia?– preguntó despectivamente.
–¡¿A quién le dices "eso"?!– gritó Sonic exaltado para ponerse en pie.
–¡A callar plebeyo!– ordenó para señalarlo con su dedo índice.
–¡Yo te enseñaré quien...
–¡Wow! ¡Sonic, detente!– escucharon un grito por parte del erizo plateado para interponerse entre el erizo negro y él –¿Qué sucede? ¿Por qué peleas?
–¡Él empezó!– se defendió con enfado para ver iracundo al erizo negro –¡¿Y a quién le llamas plebeyo?!– reclamó con su mirada en el erizo de franjas rojas.
–Oh, perdone mucho Señor Sonic– dijo Cream apenada –Él es...
–¡Lancelot!– un sonoro grito se escuchó por todo el área acallando la riña –¿Qué está pasando aquí?
–¿Percival?– dijo el erizo negro para levantar la celada de su yelmo y dejar ver dos ojos color carmín resplandecientes.
–¿Qué crees que haces?
Lancelot bufó molesto, frunciendo el ceño –Este intento de erizo entró a amenazarme, yo sólo respondí a su amenaza– explicó.
–¡Yo no viene a amenazarte!– se excusó Sonic molesto.
–¿Te he dicho que puedes dirigirme la palabra?– preguntó Lancelot con prepotencia.
–¡Es suficiente!– gritó Sonic iracundo –¡Voy a hacerte pedazos!
–No, no, no– detuvo Silver a su amigo para sujetarlo por los brazos y jalarlo hacia atrás –No harás pedazos a nadie, menos a un erizo armado.
–Lancelot– llamó Percival nuevamente –Sir Sonic y Sir Silver están sirviendo a su majestad y es imperativo nuestra total cooperación para que puedan terminar con su trabajo ¿he sido clara?
–¿Qué?– exclamó extrañado –¿Desde cuándo dos plebeyos inferiores tienen...
–Dije ¿He sido clara?– sentencio Percival con una mirada intensa.
Una mirada fulminante y un resoplar molesto le hicieron entender a Percival que Lancelot no estaba contento con su tono de voz ni con la instrucción.
–...Como el agua– respondió el erizo negro entre dientes.
–Perfecto– habló Percival con una actitud petulante –Sir Sonic, Sir Silver, acompáñenme, les mostraré la siguiente locación.
Silver asintió y suspiro aliviado que todo eso hubiera acabado, pero la mirada rencorosa de su amigo pareció indicarle lo contrario. Lo sujetó del brazo para llevarlo a la fuerza fuera de aquel granero y evitar más confrontaciones.
–Esto aún no ha terminado– amenazó el erizo azul según como era obligado a salir.
Lancelot sonrió burlesco –Cuando quieras, Faker– insultó con una sonrisa.
–¡¿A quién...
–Camina Sonic– comandó Silver para halarlo con más fuerza y salir del granero.
Sonic forcejeó con su amigo mientras lo obligaba a salir de aquel establo sin quitar su mirada del erizo negro, quien aún poseía esa sonrisa burlesca en su rostro.
–Camina de una buena vez– regañó Silver por lo bajo.
–¿Por qué no me dejaste darle su merecido a ese erizo de pacotilla?
–¿Quieres que te maten o qué sucede contigo?– preguntó para soltarlo con cierta brusquedad –¿Acaso no viste su gigantesca espada?– le recordó con enfado –¿Te parece una buena idea empezar una pelea sin siquiera tener un arma?
–Bueno...– respondió un poco más calmado –Si lo pones así...
–¡Sonic!– regañó el erizo plateado.
–De acuerdo, de acuerdo– habló relajado con una sonrisa traviesa –Pero debes de aceptar esta vez que yo no hice nada malo, fue él quien empezó todo.
–No entiendo ¿qué pudiste haber hecho para irritarlo tanto?
–Sir Silver no sea tan duro con su amigo– habló Percival quien se había mantenido guiando la marcha –Lancelot es una erizo fácilmente irritable.
–Perdona Percival– se disculpó el erizo plateado –Es sólo que, por lo general, cuando hay conflictos, Sonic tiende a tener la culpa.
–¡Oye!
Percival rió por lo bajo para voltear a ver al erizo plateado con una sonrisa amistosa y unos ojos serenos, obligándolo a sonreírle de regreso.
–Lancelot es uno de los caballeros de su majestad– explicó –Somos los únicos que habemos en el castillo.
–¿Entonces ese erizo gruñón también es un caballero?– preguntó Sonic.
–Así es.
–Hmph, por su actitud pareciera más como un rey.
–No sea tan duró Sir Sonic– habló la gata para abrir la puerta y dejarlos entrar a los interiores del palacio –Muchos han venido al palacio no necesariamente a ayudarnos con el problema, sino a robar los tesoros de su majestad.
–Entonces, cuando mencionaste antes que tu razón de estar adentro del palacio fue...
–Es porque yo soy escolta de su majestad– interrumpió la felina –Mientras que Lancelot vigila el castillo y sus alrededores.
–¿Y por qué no lo habíamos visto antes?- cuestionó el erizo plateado.
–Lancelot no es un caballero que encuentre particularmente cómoda la compañía de los demás. Es muy raro que se le vea merodeando en los interiores del castillo, incluso él mismo pidió que se le sirviera el desayuno afuera, razón por la cual Lady Cream se encontraba cerca y fue en tu ayuda o no hubiera contando con tu supervivencia.
–Hmph– exclamó molesto el erizo azul –Estaba distraído, eso es todo.
–Mi consejo para ambos es: – dijo ella para detenerse –En primera, no busquen problemas o definitivamente los encontraran, y en segunda, manténganse alejados de Lancelot, no siempre estaré cerca para evitar que algo malo suceda, eso va para usted, Sir Sonic.
–Bien, entendí– respondió molesto.
–Perfecto– respondió complacida –El siguiente lugar será la parte norte del castillo, la primera planta, todas las habitaciones están debidamente abiertas y tienen acceso total. Buena suerte.
Ambos erizos asintieron para adentrarse a las entrañas del castillo de piedra y perderse de la vista de ella.
Percival dio media vuelta y tomó el mismo camino para regresar a aquel granero viejo. Vio a Lady Cream recoger la charola de plata que había tirado para dar varias reverencias en formar de disculpa y correr de regreso a la cocina por algo más de desayuno. Percival rodó los ojos exasperada, a veces Lady Cream era demasiado condescendiente con todos, en especial con Lancelot.
Entró de nuevo al granero y vio al erizo negro sentado sobre y un banco puliendo su inmensa espada.
–¿Qué diablos pasó contigo?– cuestionó Lancelot al sentir su presencia.
–¿De qué hablas?– preguntó la felina para recostarse sobre el marco de la puerta.
–Ayudar a esos plebeyos... ¿es en serio?
–Su majestad así lo ha requerido.
Lancelot bufó molesto para ponerse en pie –Jamás me detuviste antes para asustar un poco a los cazadores de tesoros, si no mal recuerdo me alentabas para hacerlo.
–No me pareció que los ibas a asustar.
–Sabes perfectamente que los vi entrar hace dos días, y recorrer los jardines todo el día de ayer– puntualizó –Yo sabía perfectamente quienes eran y no los mataría a menos que la Princesa Amelia así me lo pidiera.
–Eso no es relevante Lancelot, sólo venía por...
–¿Por qué los defendiste?– preguntó el erizo negro para caminar hacia ella imponente –Jamás habías defendido a ni uno solo de los busca fortunas que había pisado el castillo.
–Eso es por...
–¡Jamás te habías atrevido a darme ordenes frente de ningún plebeyo!– explotó iracundo.
–Lancelot– habló Percival con un suspiro acercándose a él y verlo con serenidad –La princesa, por primera vez se siente segura.
–¿A qué te refieres?
–Ese erizo, Sonic the Hedgehog– le explicó –Ha logrado darle cierta sensación de seguridad a la Princesa Amelia, nunca nadie lo había logrado antes, ni siquiera nosotros.
–¿El Faker hizo eso?
–Mi prioridad es velar por el bienestar de nuestra princesa...
–El mío también– interrumpió.
–Tanto, física como psicológicamente– completó –No necesito alguna razón para que ellos se quieran irse, y no voy a empezar a dárselas contigo.
–¿Ellos?– inquirió el erizo negro para arquear una ceja.
–Claro, ambos– respondió –Son amigos muy unidos, si uno se va, él otro no se quedará.
Lancelot suspiró resignado; caminó a la par de la felina y salió a la entrada del granero para posar su vista en la habitación de la princesa que yacía en una de las torres lejanas. Se mantenía atento cada noche para velar que la vela nunca se apagara de noche.
–Bien, como quieras– espetó por último –Si es por la princesa, me mantendré a raya con ambos, o lo intentaré.
–Gracias– agradeció Percival para caminar hacia él y fijar su vista al castillo por igual.
–¿Dónde está ella en este momento?– preguntó Lancelot para mantener su vista en la fortaleza de piedra.
–Ya lo sabes, en donde se mantiene casi todo el tiempo.
–¿Crees que aguante por mucho más?– preguntó con un dejo de preocupación en su voz.
–Hace lo mejor que puede, pero su espíritu empieza a quebrarse– respondió ella cabizbaja. –Espero que estos erizos cambien eso y le den fuerza.
–Espero tengas razón, o nuestra completa existencia se pondrá en juego.
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