Deudas de Vida
Salió del palacio en busca de la princesa y el erizo azul. Silver corría molesto en dirección al pueblo, pues Sonic se había pasado de la raya al sacar a la princesa sólo así; había una buena razón por la cual ella no salía del castillo. Se detuvo al llegar a la entrada congelada de aquella pequeña villa para buscar al erizo con la mirada cuando una voz aclamando su nombre cortó el silencio helado; Sir Percival lo había alcanzado al fin.
–Bien, primero vamos...– pero el erizo plateado calló al ver a la felina caminar hacia él.
No era sorpresa saber que todo lo que involucraba el Castillo Rose desde la princesa hasta los más humildes plebeyos eran repudiados y temidos en el pueblo, y por la misma razón necesitaban pasar desapercibidos. Percival no podía ir como un caballero en su armadura de metal en busca de la Princesa Amelia, debía de verse como una ciudadana cualquiera y para eso debería de dejar su identidad guardada en el muro de roca.
Percival notó la mirada fija y constante del erizo por su vestimenta provocando cierto nerviosismo en ella, pues no estaba acostumbrada a que nadie la viera de esa manera, por lo general ella era desapercibida, más si se encontraba con su alteza –No me mires así– reclamó molesta para sonrojarse por la mirada intensa del erizo plateado. Ella misma se sentía extraña al usar algo tan holgado; un vestido púrpura sobre una blusa blanca y una capa marrón sobre ella, que ocultaba su espada que se había rehusado a dejar, la vestían. Era la primera vez que Silver la mirada sin su yelmo puesto, por fin lograba ver su rostro por completo y su figura de chica y no de un tosco caballero relucía con esas prendas.
–Lo-lo siento– tartamudeó Silver apenado para desviar la mirada con rapidez –Es que jamás te había visto sin tu armadura, es decir, vistiendo como una pueblerina... o mejor dicho...
–Entiendo– le cortó para empezar a caminar hacia la aldea –Es momento de buscar a su alteza.
–Bien– asintió Silver concluyendo el incómodo tema –Una cosa más– habló antes de proseguir –No puedo llamarte Percival mientras estemos en el pueblo, o de lo contrario sospecharan tu procedencia y no podemos darnos ese lujo.
–Dime Blaze.
–¿Estás segura?
–Claro que sí, es mi nombre después de todo– dijo para empezar a caminar nuevamente –Lo que me interesa es llegar a su majestad.
–Bien– asintió Silver –Hay un bar muy popular en la localidad, es casi seguro que Sonic la llevó allá.
–¡¿Un bar?!– exclamó exaltada.
–No es peligroso... no mucho– habló pensativo para sentir una mirada intensa por parte de la felina –Pero Sonic cuidará de ella estoy seguro– aclaró nervioso.
–Enséñame.
Silver asintió para empezar a correr nuevamente por las calles cubiertas de nieve hasta detenerse frente a una taberna con el nombre "Bar Chaotix" en un rótulo colgante de madera; era seguro que Sonic había llegado ahí para divertirse. Silver escuchó lo que parecía ser una pelea dentro del lugar y vio a Blaze entrar a toda prisa –¡Espera!– pidió para seguirla; no sería conveniente que ella desenvainara su espada, no si la princesa no estaba en peligro. Al entrar vieron a varios hombres lanzándose uno sobre otro de un lado a otro, pero no había rastro de la princesa o Sonic en ningún lado.
–No está– señaló la felina buscando con la mirada a su princesa.
–¡Sabía que vendrías!– escucharon decir entre el caos –¡Silver!– dijo Vector mientras lanzaba a uno que otro comensal para hacerse espacio y llegar a él.
–Vector– llamó al reconocerlo –¿Has visto a...
–Buscas a Sonic ¿no es cierto?– interrumpió el cocodrilo.
–Sí, salió hace un par de horas y pensé...
–Estuvo aquí– le cortó nuevamente –Vino con una chica muy linda.
–¡La prin...
–¡Sí!– interrumpió Silver con rapidez a la felina –La pri... primera novia... formal... de Sonic– completó con un dejo de mentira en su voz.
–¡Sabía que no era su prima!– exclamó Vector con alegría.
–¿Prima?– repitió Percival por lo bajo.
–Eso dijo él, pero estaban demasiado juntos si me lo preguntas– recordó Vector con una sonrisa pícara –Ya era hora que ese erizo sentara cabeza, ¿Qué edad tiene veinte, veintiuno?
–Veintiuno– respondió indiferente el erizo plateado –¿Sabes dónde están?
–Se fue con la señorita Amy poco después de que empezara la pelea.
–¿Amy?– cuestionó Silver.
–Sí, su novia- respondió Vector –La eriza rosa.
–"También le cambio el nombre"– pensó –Entiendo.
–Por cierto Silver, ¿Ella quién es?– lo codeó amigablemente para fijar su vista en la felina – ¿Es tu "prima" también?
–¿Eh?– exclamó para sonrojarse ante su pregunta –No, ella es...
–Soy una amiga– interrumpió Percival –Blaze the Cat– se presentó –Es un gusto.
–Encantado señorita– dijo con para tomar su mano y besarla con galanura –Tienen que decirme dónde las consiguen, son realmente hermosas.
Blaze sonrió sonrojada ante el halago. Con su armadura nadie la miraba como una dama, sólo como un tosco caballero del cual debían de temer o respetar; se sentía bien sentir los halagos de los del sexo opuesto para variar, aunque fuera de un burdo cantinero.
–¡Silver the Hedgehog!– escucharon un grito en la multitud.
–¿Uh?– exclamó el erizo plateado para distinguir un rostro familiar –¿Jet?– cuestionó al reconocerlo –Oh no...
–Creo que ustedes deben irse también– aconsejó Vector –Pues verán, esto fue lo que causó esta pelea en primer lugar.
–Es hora irnos– dijo Silver para tomar la mano de la felina y arrastrarla fuera del bar.
–Pero...
–¡Me las vas a pagar erizo!– escucharon el grito iracundo del halcón.
–Te lo explicaré luego– dijo Silver –¡Andando!
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Vio el centro de comercios con tristeza según caminaba. Amelia sabía que la situación era dura, pero no sabía que era tanta. Las ventas se reducían a objetos de barro como vasijas o platos, plata u oro de procedencia dudosa y muy poca comida; podía ver diferentes animales pequeños colgados boca arriba, en especial ratas de las alcantarillas y lo que parecían cuervos. Su gente comía eso mientras ella en el palacio se las ingeniaba para hacer grandes banquetes.
–Bien ¿Y qué te parece?– dijo el erizo azul con su alegría desbordante.
–Esto es muy triste– respondió cabizbaja.
–¿Por qué?
–Nunca imagine que las cosas fueran tan malas afuera.
–¿Malas?– repitió Sonic arqueando una ceja –Hey, no digo que esto sea el paraíso, pero si me lo preguntas prefiero esto a yayamuno o como quiera que se llame esa niña tenebrosa.
Amelia rió por lo bajo y una sonrisa se posó en sus labios nuevamente –Yakumo– le recordó.
–¡Eso!– dijo Sonic sonriente.
–Supongo que tienes razón– habló más tranquila.
–¿Quieres algo de comer?– preguntó el erizo azul deteniéndose frente de una campaña del mercado –No hemos almorzado y a diferencia mía, tú nos tomado nada aún.
–¿Cómo qué?- preguntó curiosa la eriza.
–Déjamelo a mí– dijo el erizo azul para ver a la persona detrás del puesto de comida –Dos con todo– pidió. El chico de la campaña le dio dos panes un poco tiesos con una carne un tanto negra dentro de ésta –Toma– dijo para darle aquel emparedado a la princesa.
–¿Qué es esto?– preguntó con cierta desconfianza.
–Comida– respondió dando la primera mordida.
Amelia vio con cierto desagrado el emparedado par dar una pequeña mordida al pan y una vez en su boca tragó con cierta pesadez, pero no sabía tan mal como hubiera supuesto a primera vista.
–¿Qué tal?– le preguntó el erizo azul.
–Pues, no está tan mal.
–La rata guisada siempre sabe bien con pan.
–¡¿Qué?!– gritó para ver el pan con repugnancia.
–Tranquilízate, es sólo comida, así lo vemos todos aquí.
–Creo que... – calló viendo el pan con desagrado –Ya perdí el apetito– completó.
Una risa sonora se escuchó por parte del erizo azul, haciéndola sonrojar avergonzada hasta que la dulce y cálida mirada de él la hizo sentir a gusto. Amelia le sonrió de regreso, su felicidad era contagiosa.
–No importa realmente– habló divertido –Es un logro que lo probaras– completó. Sonic fijó su vista al cielo por un momento en silencio para que su amplía sonrisa empezara a reducirse –Andando, ya casi no tenemos tiempo.
–¿Tiempo?– repitió Amelia para ver el cielo también. Aún hacía falta un par de horas para tener que regresar –¿Por qué?
–Silver no tardará en encontrarme, y una vez que lo haga me hará llevarte de regreso.
–De acuerdo– asintió para caminar a su par y en el camino tirar en un basurero el pan de rata guisada –Dime algo– habló Amelia según como caminaba –¿Cómo se conocieron Sir Silver y tú?
Sonic la vio de reojo con rapidez permaneciendo en silencio por varios segundos y luego sonreírle sueltamente –Es una historia cómica– respondió hilarante –Los caballeros negros atacaron una de las aldeas que casualidad yo visitaba en ese momento y bueno, como bandolero buscaba, ya sabes, algo de valor para sobrevivir y ... – Sonic calló de repente desviando su mirada, volviéndose un poco más dura y distante
–¿Y?– insistió Amelia provocando que Sonic la viera y suavizara sus facciones nuevamente.
–Oh, bueno mientras lo hacía, recuerdo que tropecé con algo entre el barullo de la gente y eso, y al hacerlo fue mi sorpresa caer sobre un caballero negro que aún se mantenía en pie provocando su muerte al hacerlo caer sobre una espada desenvainada que yacía en la tierra– dijo con una sonrisa –Lo atravesó justo por la cabeza, y fue su fin.
–¿Y eso que tiene que ver con Silver?
–Pues, resulta que ese caballero tenía a Silver al filo de la espada y salve su vida gracias a mi torpeza– explicó –Somos amigos desde entonces.
–Ya veo– dijo la princesa, sintiéndose extrañada por la historia poco usual –Eso explica porque te tiene tanto aprecio.
–Algo como eso.
–¿Y cuál es tu historia antes de Sir Silver?– preguntó curiosa –¿Quién eras antes de conocerlo a él?
–Un don nadie– espetó con una repentina expresión fría –O eso creo.
–¿De qué hablas?
–No recuerdo mucho antes de esta guerra; perdí muchos de mis recuerdos cuando los caballeros negros atacaron mi villa.
–Oh...– exclamó con pesar –Lo siento.
–No lo hagas, al menos no perdí mi vida; así que si lo vemos así...
–Supongo que tienes razón– sonrió la princesa al ver su positivismo.
–¿Y cuál es tu historia?– preguntó Sonic.
–Pues ya la sabes...– respondió cortante –Una maldición, una aldea atacada, muerte, fantasmas... esas cosas.
–Es decir ¿cómo sobreviviste? ¿Por qué tú no pereciste?
–Son recuerdos muy vagos para mí también– respondió cabizbaja –Según Percival, mi aura repelió a los caballeros de mí ser y eso hizo que sobreviviera, pero no sabría decirte con exactitud. Sólo recuerdo que estaba oculta en el templo lejos del rey y la reina mientras Percival yacía a mi lado para protegerme.
–Hablando de Percival– dijo Sonic para detener su marcha y ver el camino de regreso al castillo –Será mejor regresar, no quiero tener más problemas de los que seguro tendré al momento que Silver me mire.
–¿Tan pronto?– murmuró desanimada la eriza sin poder evitar ver de reojo el pueblo a sus espaldas.
–Mira al cielo– indicó con su dedo a las nubes –Una tormenta pronto empezara y no quiero arriesgarme a que algo te pase– explicó –Será mejor regresar.
–De acuerdo– asintió resigna –, pero puedo preguntarte algo más– pidió sin moverse de su lugar.
–Claro– respondió con una sonrisa.
–¿Por qué sigues aquí?
–¿De qué hablas?
–Es decir, en el castillo– se explicó –Sabes que al regresar sólo te esperan desdichas y la ira de un ente que quiere verte muerto– habló sin ánimos para fijar su vista al castillo que yacía en la lejanía –¿Por qué regresar si puedes irte?– cuestionó para verlo con culpabilidad
Sonic calló pensativo, viendo al castillo con un rápido vistazo –Tal vez será...– murmuró –Porque encontré algo que no quiero perder, no aún– completó desviando su mirada.
–¿Qué será?
–Algo parecido a un hogar– confesó avergonzado.
–Sonic...– musitó Amelia con una expresión de asombro y dulzura provocando que las comisuras de sus labios se elevaran.
–Lo perderé cuando termine mi trabajo o cuando yamumu me mate– dijo regresando a su actitud relajada y divertida –Hasta entonces estaré a tus órdenes.
–Gracias por quedarte– apreció Amelia con una tierna sonrisa para tomar su mano con delicadeza –Regresemos entonces...
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Corrían de aquel lugar lo más rápido que podían, mientras el grito iracundo del halcón se escuchaba detrás de ellos. Gracias a Sonic, tenían una deuda con los Babylon Rogues y les cortarían las manos o la cabeza si lograban alcanzarlos.
Silver se metió en uno de los callejones para ocultarse de las dos aves enfurecidas y verlas pasar de largo ocasionado en él un suspiro de alivio.
–Parece que ya se han ido- dijo con alivio para voltear a ver a la felina, quien yacía con una mirada molesta en su rostro.
–¿Y todo eso qué fue?– reprochó.
–Es un problema que Sonic y yo traemos desde hace tiempo– respondió indiferente –Por el momento no tengo tiempo de arreglar este desorden, tenemos otras prioridades.
–Bien– dijo Percival para dar por concluido el tema –Parece que tus instintos fueron certeros ¿a dónde podrán haber ido ahora?
–Mmm... es complicado– dijo pensativo –Dudo mucho que hayan ido alguna otra taberna, pues tenemos una o dos deudas pendientes con ciertos individuos que frecuentan esos lugares– explicó –¿Qué haría la princesa?
–¿Su majestad?
–Sí- respondió –Sonic puede ser algo demandante cuando a sus gustos se refiere, pero siempre deja un espacio para el gusto de alguien más. ¿Qué haría la Princesa Amelia estando aquí en la villa?
–Conociéndola iría a ver los parques o los centros de comercio.
–Bien, empecemos por los parques y de ahí al mercado, deben de aparecer de por algún lado– dijo para asomar su cabeza a la calle –Después de todo esta aldea no es muy grande.
La felina asintió con la cabeza y tomaron el camino contrario a los Babylon para dirigirse a uno de los pocos parques que no habían sido invadidos por indigentes que abundaban en el lugar. Una vez ahí vieron el lugar completamente vacío, a excepción de una que otra ave que se posaba en las copas de los árboles en busca de carroña.
–No han venido por aquí– habló el erizo plateado para ver recorrer el lugar con la vista y dar media vuelta.
–¿Cómo lo sabes?
–La nieve– respondió para ver de reojo el paisaje muerto a sus espaldas –No hay pisadas, significa que no han estado aquí.
–Eres muy observador– indicó la felina para dar media vuelta por igual y caminar a su lado.
–Me ha tocado que buscar a Sonic muchas veces– respondió con una sonrisa divertida.
–Bien, entonces vayamos a...
–¡Silver the Hedegehog!– escucharon un grito –¡Eres erizo muerto!– dijo el halcón.
Ambos se vieron a los ojos por un segundo para luego ver al albatros correr hacia ellos junto con el halcón verde. La pelea era inminente. –¡Búscalos, yo te daré tiempo!– comandó el erizo plateado para saltar sobre el gran albatros quien lo lanzó con fuerza al suelo, cayendo sobre su espalda, y así encontrarse con un halcón molesto, quien se lanzó hacia él. Con ambas piernas lanzó el cuerpo de Jet sobre su cabeza poniéndose en pie nuevamente. Necesitaba encontrar una manera de perderlos para poder ayudar a Percival.
La felina vio de reojo la calle cubierta por nieve y de nuevo vio al erizo quien eludía al halcón verde que lo atacaba con determinación junto con el inmenso albatros. Percival frunció el ceño molesta ante la situación. Hizo su capa a un lado para dejar ver la espada que yacía en su cintura y desenvainarla con gracia. No lo dejaría solo.
Percival corrió hacia el lugar de la pelea, pero el faldón del vestido le hacía sumamente difícil moverse con libertad. Se detuvo un instante al sentir sus pies enredados en el largo vestido cuando escuchó un grito que llamó su atención –¡Aléjate gatita!– escuchó para sentir como el halcón verde la empujaba con fuerza con una mano provocando que perdiera el equilibrio y cayera sentada sobre la nieve. –Esto no te incumbe– amenazó el halcón quien no se inmutó al ver su espada.
Percival apretó sus puños con fuerza en señal de molestia para ponerse en pie nuevamente; nadie la hacia de menos, y menos un burdo plebeyo. Con el filo de aquella arma hizo un corte preciso a un lado de la falda de aquel vestido haciendo que se rasgara desde su muslo hasta sus pies; se quitó aquella molesta capa marrón ignorando el frío y fijó su vista en el halcón, quien seguía batallando para poder golpear a Silver. Empuñó con fuerza su espada y saltó hacia el halcón derribándolo al suelo al caer sobre su espalda.
–Nadie me dice gatita burdo plebeyo– amenazó desafiante para apuntar la punta de su espada en la nuca del halcón quien yacía inmovilizado.
–¡Jefe!– se escuchó el grito de Storm al ver al halcón bajo los pies de la felina y detener sus incesantes ataques.
–¡Escúchame bien!– gritó Percival para ver al albatros –Dejarás a mi amigo en paz y te marcharas con tu jefe fuera de este pueblo si no quieres que lo decapite ¡Entendiste!
–S-sí– aceptó el albatros con rapidez.
Percival retrocedió para liberar al halcón apuntando su arma a él en todo momento, pues sabía que podía atacarla ahora que yacía libre. El halcón verde se puso en pie y sacudió de si la nieve sobre su cuerpo. Vio a la felina con una mirada intensa y le sonrió con prepotencia a la vez que el albatros llegaba detrás suyo.
–Te ha salvado tu novia– dijo Jet con una sonrisa burlesca para ver al erizo plateado –Dile a tu amigo que la próxima vez que lo vea no seré tan benevolente.
–Largo– ordenó Percival molesta.
–Aún tienes una deuda conmigo Silver the Hedgehog– habló Jet para dar media vuelta –Y me encargaré que la pagues– amenazó para irse por la calle empedrada junto con Storm.
Percival mantuvo su postura de pelea hasta verlo desaparecer de su vista; suspiró aliviada, pues no quería derramar sangre en vano, y menos por una tonta pelea callejera. Guardó su espada nuevamente y buscó en la nieve su capa para poder abrigarse del frío; gracias al corte que le había hecho a su vestido ahora el frío era mucho más intenso.
–... ¿Por qué?– preguntó Silver para caminar hacia ella confundido –¿Por qué te quedaste?
–Te matarían si me iba– respondió para amarrase la capa al cuello.
–Tu princesa es lo primero– le recordó – ¿Mi vida qué valor tiene para ti?
Aquella pregunta pareció caerle encima como agua helada, y de nuevo aquel sonroje bañó sus mejillas de carmín sin poder responderle. Percival desvió la mirada para clavarla al suelo y sentir un extraño calor invadir su cuerpo a la vez que el latir de su corazón se aceleraba, un sentimiento extraño y desconocido.
–Es...– habló ella casi en susurro –Es sólo que...
–Gracias- escuchó decirle para tomar su mano y besarla gentilmente –Mi lady– dijo con galanura.
Su rostro enrojeció de la vergüenza sin poder sostenerle la mirada ante tal acción. A ella no se le trataba como una dama, pues esa identidad se había perdido al momento de su nombre cambiar de Blaze a Percival.
–Empezó a nevar– dijo el erizo para captar su atención y ver como una danza de copos de nieve empezaba a descender del cielo –Es hora de regresar.
–Pero la princesa...
–Sonic seguramente la lleva de regreso.
–¿Cómo lo sabes?
–Lo conozco bien– respondió con un tono de cansancio –De igual manera nuestra ropa no es adecuada para busca con la tormenta que se aproxima, y menos tu... emm... vestido– dijo un poco sonrojado para ver de reojo el escote del mismo.
Percival se cubrió instintivamente sonrojándose, avergonzada por mostrar tanto –La ropa de dama no está hecha para la batalla– se excuso con aquel sonroje intenso en sus mejillas.
–Andando, o nos atrapara el frío aquí.
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Sonic y Amelia entraron por la salida ingeniosa que ella le había dicho, mientras los copos de nieve empezaba a descender del cielo; se aseguraron de cerrar bien la puerta detrás de sí ya que no necesitaban que alguien más entrara junto con ellos. Ambos fijaron su vista en el castillo de piedra para suspirar con pesadez al mismo tiempo; los dos voltearon su vista hacia el otro ocasionando una cálida sonrisa en ambos por tal acción.
–Bien, entremos– dijo Sonic para caminar de regreso al castillo –Debo de esperar a que Silver venga y...
–¡Tú!– se escuchó un gritó iracundo a la vez que algo lo derribaba al suelo –¡Pagarás lo que has hecho!
Sonic cayó pesadamente sobre su espalda para ver el brillo de la espada de Lancelot sobre su cuello; se estaba volviendo una mala costumbre encontrarse de esa manera. Retrocedió un poco para alejarse de aquella espada brillante, pero el pie de acero del erizo negro lo hizo detenerse.
–Te haré pedazos... Faker
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