Damas y Caballeros


Amelia vio con diversión al energético erizo azul enfrente a ella. Ella conocía a muchos como él, busca tesoros y cazas recompensas que van segados por su ambición a los confines de la tierra; nunca satisfechos con nada y capaz de perderlo todo por un poco más; justo lo que ella necesitaba. A ella no le importaba el precio, sólo quería que su gente dejara de sufrir por su decisión de vivir.

–Percival– llamó la princesa para ver de reojo a la felina –Por favor, enseña a nuestros invitados en dónde empezaran a laboral, yo debo de encargarme de otro asunto.

–Su majestad– reverenció la felina y caminar hacia los erizos –Síganme– ordenó para caminar fuera del comedor. Ambos erizos no dijeron nada al respecto y salieron en silencio detrás de la felina marchándose del comedor.

–Su alteza– llamó la coneja para verla consternada –¿Está usted segura que...

–Lady Cream– interrumpió Amelia para verla con una sonrisa –Quiero que mientras ellos se encuentren aquí su visita sea de lo más placida posible– indicó –¿Puedes ocuparte del almuerzo de hoy? Algo que cumpla las más altas exigencias de un gran rey.

–Sí su majestad– asintió la coneja –Es sólo que...– silenció temerosa –Sólo quiero saber si todo...

–Lady Cream, creo haberte dado una orden– interrumpió Amelia con seriedad.

–¡Lo siento!– asintió con rapidez –¡Enseguida me encargo!– acató para correr en dirección a la cocina.

Amelia siguió con los ojos la partida de su doncella exhalando un pesado suspiro al verla salir de la habitación; ella no podía demostrar miedo o inseguridad, ella era la fuerza de su pueblo y de aquellos que convivían con ella, siempre debería de verse fuerte e inmutable... así muriera del miedo por dentro.

La princesa vio con aquellos ojos fríos e inexpresivos los jardines reales del otro lado de aquel ventanal, los cuales, yacían marchitos desde hace muchas estaciones atrás.

De nuevo se escuchó un crujir resonar por el gran salón, captando su atención para buscar con la mirada la causa del mismo. Amelia pudo observar en el cristal una pequeña grieta, tal cual había pasado antes. Su reflejo traslucido se miraba por la ventana y cerca de éste notó aquella rajadura que la había alertado antes; aquella pequeña línea empezó a expandirse según como aquel sonido chirriante se escuchaba en el comedor y como un rayo hacer una línea veloz sobre el cuello reflejado de Amelia. 

Observó con horror la escena para retroceder con lentitud mientras su mirada se mantenía fija en su reflejo distorsionado, hasta que el tambaleó de los candelabros sobre su cabeza de un lado a otro la hizo dirigir su mirada al techo para que un trago pesado recorriera su garganta. Sin pensarlo dos veces tomó aquel pesado vestido y corrió fuera del comedor con rapidez para alejarse de aquel ente que no quería saber de su respirar.

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Percival los dirigió a la parte trasera del jardín en donde podían ver hectáreas de tierra muerta y arbustos marchitos. Ambos erizos vieron con asombro el lugar, el castillo sin duda era más grande de lo que les pareció en un principio.

–Empezaran aquí– ordenó Percival.

–Debes de estar bromeando– hablo el erizo azul para ver con cansancio los centenares de metros de tierra muerta y marchita.

–No lo estoy– respondió fríamente –De aquí en más ustedes tienen acceso a todo el castillo a excepción por unas pocas habitaciones que tienen prohibidas, como las de su majestad, la bóveda y mi habitación al igual que la de Lady Cream– explicó –Podrán buscar en estos lugares únicamente con su respectiva vigilancia, por lo demás, siéntanse libres de andar.

–Es...– habló Silver recorriendo el jardín con sus ojos –...Bastante terreno que abarcar– completó.

–Los dejaré para que empiecen– se despidió para dar media vuelta en dirección del castillo.

–Hey– exclamó el erizo plateado provocando que Percival detuviera su marcha volteándolo a ver –Gracias– agradeció con una sincera sonrisa.

Percival calló por unos segundos, sin saber cómo reaccionar ante su agradecimiento. Ella asintió con la cabeza para así dar media vuelta y caminar de regreso al castillo desapareciendo de la vista de él. 

Sonic codeó con brusquedad a Silver para que él hiciera una exclamación de dolor, dirigiéndole una mirada molesta.

–¿Gracias?– repitió Sonic con un mohín de molestia.

–Sí, es muy difícil tener que lidiar contigo y ella ha sido muy cortés– explicó sin interés –A pesar de que sé que si ella pudiera te cortaría con esa espada que mantiene en su cintura.

–¿Y eso que tiene que ver con el agradecimiento?

–Su princesa es su prioridad y tú no haces su trabajo más fácil que digamos.

–¿Le agradeces el no rebanarme en pedazos?

–No– respondió Silver para empezar a inspeccionar el área –El ser tan amable a pesar de querer rebanarte en pedazos– puntualizó Silver divertido.

–Oh vamos Silver, soy un erizo muy carismático– dijo con una sonrisa para caminar tras de él.

–Sí, como una roca– respondió el erizo plateado inspeccionando los arbustos –Haz algo útil y busca en el frente del castillo, yo me quedaré aquí.

–¿Eh? ¿Por qué?– cuestionó inconforme.

–Abarcaremos más terreno, y para variar yo podré descansar de tu melodiosa voz.

Sonic frunció el ceño, molesto por su comentario –Oh bien, pero si algo intenta comerte no vengas rogando por mi ayuda.

–No lo haré, lo prometo– respondió mientras seguía inspeccionando sin prestarle mayor atención al erizo azul.

Sonic bufó molesto para así caminar por los costados a la parte del frente del castillo. 

Los arbustos, tan altos como árboles y con cientos de ramas quebradizas, le dificultaban su tarea. Pasó lo mejor que pudo entre la vegetación muerta, pero su capa estorbosa no paraba de atascarse entre las ramas puntiagudas de los arbustos sin hojas. Sonic resopló molesto para quitarse aquella capa y dejarla atrás, regresaría por ella después o bien le pediría una nueva a su majestad, después de todo, qué era una capa cualquiera comparada con las finas ropas que ella llevaba puestas. 

Siguió con su caminó hasta que tropezó contra algo para caer a la tierra. 

–¡Oh, por favor!– vociferó exasperado. 

Sonic volteó su cabeza para ver qué era lo que había causado su caída y logró ver algo parecido a una roca tallada. Se sentó en el suelo para mover con sutileza las ramas que tapaban aquel objeto extraño y una vez descubierto verlo con horror. Un grito alarmó a todo el castillo.

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Silver buscaba detrás de cada roca o extraña estatua que yacía en el jardín. Era un tipo de arte un poco triste, o eso le pareció. Mientras realizaba su búsqueda exhaustiva escuchó un grito resonar a unos pocos metros de ahí, un grito familiar 

–¡Sonic!– exclamó para correr hacia donde provenía el sonido. 

Corrió entre las ramas puntiagudas para ver la capa del erizo azul rasguñada sobre los arbustos, provocando que miles de pensamientos cruzaran en su cabeza, recordando el suceso del comedor ¿Aquel ente habría hecho algo con su amigo? –¡Sonic!– llamó para tomar aquella capa marrón y correr con la misma entre la malesa –¡Sonic!– gritó impetuoso, hasta que vio a su amigo que yacía sentado en el suelo con un mohín de terror, pero ileso. 

Silver caminó hacia él, extrañado de su comportamiento, cuando algo lo hizo tropezar y caer a su lado.

–Pero qué... ¿eh?– soltó al entender el grito de su amigo. –Eso es...

–¡¿Qué pasa aquí?!– escucharon a Percival decir al llegar del otro lado del jardín.

–¡¿Qué demonios es eso?!– inquirió Sonic para señalar la estatua que yacía enfrente de ellos.

–Oh– musitó con una expresión nostálgica en su rostro –Eso...– murmuró con tristeza. 

Percival caminó hasta la estatua de piedra frente al erizo azul para quitarle con delicadeza las plantas muertas que aún yacían enredadas en la misma, en donde se podía distinguir a un guerrero con dos armas en cada mano, él cual estaba en posición de batalla con una mirada intensa y fija.

–Eso es...– musitó Silver con temor de complementar la frase.

–Era uno de los caballeros de su majestad– completó Percival con tristeza mientras sacudía con su mano el polvo acumulado por los años –Su nombre era Gawain, uno de los pocos que se quedó hasta lo último.

–¡Entonces era cierto!– exclamó Sonic para reincorporarse velozmente –¡Sobre la gente petrificada y eso!

–Jamás hemos dicho lo contrario– respondió la felina para ver con tristeza a su antiguo compañero.

–Eso quiere decir...– habló Silver para ponerse en pie por igual –Que todas aquellas extrañas estatuas en el jardín son...

–No todos pudieron salir a tiempo– cortó con pesar –Gawain era uno de los más fieles a la reina, pero él no tuvo mi misma suerte.

–Lamento oír eso– habló con pésame el erizo plateado para caminar a la par de la felina, quien mantenía su mirada fija sobre la estatua de piedra –Es muy duro perder a un compañero.

Percival vio de reojo al erizo plateado y aquella mirada triste que alguna vez pudieron expresar sus ojos se borró con rapidez para de nuevo aquel semblante frío inundara sus pupilas. Bajó la celada de su yelmo (N/A: Yelmo: Casco de acero medieval. Celada: Pieza de la armadura que servía para cubrir y resguardar la cabeza. Es la parte móvil de algunos yelmos que se alzaba o bajaba sostenida por dos ejes a los lados de la misma, en la que había orificios para ver, y con la que el guerrero se protegía.) para darle la espalda y caminar lejos del guerrero petrificado.

–Es lo que es– respondió Percival fríamente –Y el riesgo de pertenecer a la corte de su majestad. Sigan con sus quehaceres, no hay tiempo que perder– terminó para caminar con prisa fuera del lugar.

Sonic mantuvo su mirada fija en la felina, quien caminaba con prisa fuera de aquel estrecho pasaje del jardín para perderse de su vista entre la maleza. Frunció el ceño algo molesto por su actitud ruda ante el sincero pésame de su amigo, no había sido culpa de ellos para que se desquitara tan pesadamente.

–Y yo pensaba que tú eres un gruñón– habló Sonic para mantener su vista en la naturaleza muerta –Esa cosa casi...– pero acalló al ver a Silver parado enfrente de aquel guerrero. Sonic caminó hacia él deteniéndose a su par y por un momento ver la expresión de furia del equidna petrificado, nunca había visto algo semejante. Sonic vio de reojo a su amigo quien tenía de nuevo aquella mirada sumergida en recuerdos de muerte y destrucción; una mirada que él conocía bien –Hey– habló el erizo azul cortando el silencio –¿No tienes un inmenso jardín registrar?– preguntó Sonic sacando a Silver de sus pensamientos –No dejarás que haga tu trabajo también, ¿verdad?– habló con una sonrisa.

–Por lo general soy yo que hace tu trabajo– respondió Silver con una sombra de sonrisa en sus labios.

–¡Te reto!– habló divertido el erizo azul –¡El que termine primero su parte entregara su postre al vencedor!

–Ja, vas a perder– aceptó el erizo plateado, entusiasmado.

–¡No cuentes con eso!

–Ya verás– dijo para empezar a caminar de regreso a su área –¡Hoy tendré tu ración!– gritó mientras corría de regreso.

–¡Te espero adentro tortuga!– vocifero Sonic para verlo irse.

Aquella sonrisa traviesa que alguna vez había pintado sus labios empezó a desvanecerse para fijar su vista nuevamente al guerrero de roca, llamado Gawain. Sonic suspiró con pesadez para dar media vuelta y tomar del suelo la capa que Silver le había hecho el favor de traer al escuchar su grito de sorpresa. La puso sobre su cuerpo para amarrarla con fuerza y ver una última vez al caballero de piedra para luego caminar a la parte frontal del castillo. 

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Entraron antes del anochecer para caer ambos rendidos sobre uno de los peldaños de las escaleras del vestíbulo. Sus manos yacían con pequeños cortes por la maleza y espinas de las plantas, sus cuerpos cubierto con parches de lodo y alguna que otra hoja muerta yacía sobre ellos. Ambos se vieron por un segundo en silencio para sonreír divertidos. No habían logrado encontrar nada en las afueras del castillo, pero habían terminado de recorrer el perímetro satisfactoriamente.

–Por favor– habló Cream quien llegaba al vestíbulo –Una vez que se aseen pueden ir al comedor, la cena está servida.

–¡Excelente!– dijo el erizo azul animado para ponerse en pie –Muero de hambre.

–Gracias, iremos en un minuto– respondió Silver cordial.

–Claro, pueden usar el baño de su habitación o el de invitados que está por este pasillo a mano derecha.

–El de invitados estará bien– respondió Sonic para ver con desconfianza el segundo nivel; aún recordaba su mala experiencia la noche anterior.

–Muy bien– respondió Cream para, con una reverencia, salir del vestíbulo en dirección al comedor.

–Bien, apresúrate– ordenó Silver poniéndose en pie y estirando sus músculos –No almorcé por tu tonta apuesta, la cual, según tus reglas, me debes un postre.

–¿Eh? ¿Por qué?– debatió inconforme.

–Termine antes.

–Por un segundo, no cuenta– reprochó Sonic molesto.

–Sólo apresúrate quieres– insistió con una mirada intensa–Y no seas un mal perdedor.

–Hmph, como quieras– dijo el erizo azul para caminar con una expresión molesta e ir al lugar indicado por Cream. –Pero mañana será doble o nada– retó mientras se alejaba.

Silver lo siguió con sus ojos hasta que lo perdió de vista al cruzar por el pasillo. Su amigo sin duda era alguien peculiar.

–Parece que se llevaban muy bien– escuchó una voz a sus espaldas para voltear a ver sobre su hombro. En la segunda planta yacía la felina con armadura viéndolo fijamente.

–Sí, se puede decir que sí– respondió sonriente.

–¿Es tu hermano o algo así?– preguntó Percival para descender escaleras abajo.

–No– respondió –Pero es lo único que tengo tan cercano como eso.

–Ya veo– dijo deteniéndose a su lado –Pareces tenerle mucho aprecio.

–Él me rescato de uno de los caballeros oscuros– rememoró pensativo –De no ser por él, ahora estaría muerto en alguno de los muchos campos de batalla.

–Oh, entiendo.

–¿Y qué hay de ti?– preguntó Silver curioso.

–¿De mí?

–Pareces tenerle mucho aprecio a su majestad– indicó con una amplía sonrisa.

–Es la única de sangre noble y la heredera legitima del trono, mi misión es protegerla al costo de mi vida de ser necesario.

–El honor de un caballero– rememoró el erizo plateado con cierta nostalgia.

–Así es.

–¿Y cuál es tu nombre?

–¿Eh?– exclamó la felina confundida –Soy Per...

–Ese nombre es el que te confirió tu rey o reina– le interrumpió –Hablo de tu verdadero nombre.

Percival lo vio con suspicacia por sus bastos conocimientos sobre el protocolo. 

–¿Cómo sabes acerca de...

Un golpe metálico acalló la conversación de ambos. Ambos fijaron su vista al pasillo adyacente para escuchar un andar pesado y metálico acercarse hacia ellos. Silver observó un caballero de armadura completa caminar con un pesado mazo de hierro por el oscuro pasillo.

–No sabía que había otro caballero aquí– habló Silver observándolo con admiración e intriga.

Percival corrió hacia él al notar como el caballero levantaba su mazo con púas para dirigirlo al erizo plateado. –¡Cuidado!– advirtió tomando su brazo y jalarlo hacia ella, haciendo que el sonido del mazo al caer resonara por todo el vestíbulo abriendo un hoyo en el suelo.

–¡¿Por qué me ataca?!– preguntó el erizo plateado desconcertado –¿Acaso no sabe que estamos con la princesa?

–¡Muévete!– ordenó Percival tomando su brazo al ver al caballero venir nuevamente hacia ellos y correr en dirección a la puerta –Claro que lo sabe, ese es el problema– respondió según corrían a su única escapatoria. Percival intentó abrir la puerta del vestíbulo, sin embargo, ésta yacía cerrada. –Por qué...– musitó para ver la puerta confundida.

–¡Ahí viene de nuevo!– advirtió el erizo plateado para sujetar a la felina y correr hacia otro lado del vestíbulo mientras el caballero lanzaba su torpe ataque contra la puerta de madera, la cual, permaneció intacta a pesar del golpe.

–Hazte para atrás– ordenó Percival desenvainando su espada.

–¿Vas a luchar?– preguntó alarmado el erizo plateado.

–Hay una buena razón por la cual estoy adentro del castillo– respondió con espada en mano.

–Pero...

Un grito de guerra por parte de la felina interrumpió su pregunta para saltar hacia el caballero y con un hábil movimiento de la espada cortar su cabeza, haciendo que el yelmo rodara por el suelo. El sonido metálico de la armadura hizo un ruido ensordecedor al golpear al piso, y por un momento un silencio sepulcral se aposentó en el lugar. 

Los ojos de Silver vieron el yelmo rodar por el suelo para luego ver aquel caballero y darse cuenta que era una simple armadura vacía. Por un momento ésta quedó inmóvil hasta que a los pocos instantes empezó a levantar aquel mazo, a lo cual la felina no prestó atención al seguir con su vista sobre el yelmo metálico. –¡Percival!– llamó Silver, pero fue muy tarde. Escuchó el golpe metálico al chocar el mazo sobre la armadura del pecho de la felina quien fue alzada por los aires para chocar contra una de las armaduras de exhibición del lugar desarmándola por completo mientras sus pesadas partes caían sobre ella. 

 Silver corrió hacia ella y con rapidez quitando las partes de metal de aquella armadura mientras ella intentaba levantarse del suelo con pesadez.

–¿Estás bien?– preguntó Silver al observar una notoria expresión de dolor en su rostro.

–Mi espada...– musitó con un notorio mohín de dolor. 

Percival buscó con la mirada para ver su espada detrás de la armadura poseída que corría hacia ellos con aquel mazo levantado en el aire listo para contraactar.

Percival fijo sus ojos ámbar sobre aquel mazo con púas que se agitaba en el aire cuando escuchó como el erizo plateado tomaba algo de la armadura que yacía hecha pedazos a su alrededor para así correr frente a ella y con un hábil movimiento cortar el brazo de su agresor, el cual cayó con todo y mazo a la par de la felina, quien observaba con asombro la escena un tanto confundida. 

Silver había recogido la espada que tenía aquella armadura decorativa para defenderlos a ambos. 

Percvial lo vio hacer cortes precisos sobre la armadura para desbaratarla y hacer que ésta cayera en pedazos al suelo.

–Increíble– musitó Percival al ver su pericia.

–¡Silver!– escucharon al erizo azul llegar corriendo hacia ellos –¡¿Estás bien?!

–¿Dónde te habías metido?– preguntó el erizo plateado molesto para ver a su amigo llegar hacia ellos –¿Acaso no escuchaste el escándalo?

–Claro que sí– se defendió Sonic molesto –Pero cuando quise salir del baño la puerta se atascó y no pude abrirla hasta ahora.

–¡¿Están todos bien?!– preguntó la coneja para llegar también al vestíbulo.

–No te preocupes Lady Cream– calmó Percival  –No fue nada grave– habló mientras intentaba ponerse en pie, pero fallar en el intento.

–Oye, ¿estás bien?– preguntó Silver soltando el arma que tenía en su mano y caminar hacia ella extendiendo su mano en un intento de ayudar a la felina que yacía de rodillas.

–Estoy bien– respondió para rechazar su oferta –Es sólo un...– pero calló al sentir un dolor punzante en su costado, sujetándolo con fuerza.

–¡Percival!– exclamó la coneja.

–¿Qué ha pasado?– se escuchó una voz en lo alto de las escaleras –¿Están todos bien?– preguntó Amelia para bajar por las mismas.

–Su majestad, Percival está herida– dijo Cream con preocupación.

–Oh no– exclamó la eriza acelerando su marcha –¿Te encuentras bien Percival?

–Estoy bien su majestad– mintió colocando una rodilla sobre el suelo y de nuevo intentar erguirse  –No es na...

–¡Cuidado!– exclamó Silver para tomarla por ambos brazos y evitar que cayera –Déjame ayudarte– pidió casi como orden.

–No entiendo ¿qué sucedió?– preguntó Amelia al ver el vestíbulo seriamente dañado.

–Una armadura nos atacó– explicó Silver –, pero Percival valientemente nos defendió– explicó tomando un brazo de la felina colocándolo alrededor de su cuello, ayudándola a mantenerse en pie –Por eso resultó herida.

–Entiendo– dijo Amelia viendo a la felina con preocupación. –Sir Silver, ¿podría pedirte que la llevaras a su habitación?

–Será un gusto su majestad– accedió sonriente.

–Lady Cream, enséñale el camino y ayúdala a sanar sus heridas.

–Por supuesto su majestad– asintió Cream –Síganme.

Sonic vio a su amigo subir junto con la felina y la coneja. Su vista se posó en la espada que yacía en el suelo cerca de aquella armadura esparcida sobre el mismo. Él sabía que la historia no estaba completa; Silver no empuñaría una espada a menos que fuera para proteger a alguien.

–Ya está anocheciendo– habló la princesa  de pronto mientras encendía los candelabros que yacían en el vestíbulo.

–Bueno– habló Sonic nuevamente –Supongo que sólo quedamos tú y yo para comer.

–¿Eh?– exclamó Amelia con sorpresa –Lo siento, yo no...

–Oh vamos su majestad, usted debe de comer también ¿no es cierto?

–Por supuesto que sí– repuso con enfado.

–Entonces me acompañara a la mesa en vista que no hay nadie más y no puedo comer solo.

–¿Por qué no?– preguntó intrigada.

–Por dos razones– dijo para empezar a caminar al comedor –Una, que no es seguro que usted esté sola si algo más vuelve a atacar.

–¿Y dos?– preguntó con seriedad la eriza rosa.

–Que su alteza no dejaría a un invitado comiendo solo ¿o me equivoco?– preguntó para verla divertido.

–No Sir Sonic– habló para caminar hacia él con una expresión seria –La sangre noble tiene los mejores modales en la mesa y somos los mejores anfitriones– dijo viéndolo desafiante –Así que acompáñeme, cenaremos.

Se sentaron a la mesa, la cual, como la princesa había pedido, estaba con los platillos más exquisitos para complacer al rey más exigente. Sonic vio con asombro cada plato para tomar con aquel tenedor de todo un poco para empezar a comer, ignorando a la princesa, quien lo miraba con cierto desagrado, pues no estaba acostumbrada a ese estado tan primitivo. 

Amelia dio las gracias por los alimentos y empezó a comer pequeños bocados, mientras su compañero parecía no masticar la comida, pues los trozos de comida eran tan grandes como su puño, los cual engullía sin problemas.

–Así que...– habló Amelia sin poder evitar quitar la vista de su peculiar invitado –¿A qué se dedica Sir Sonic?

–¿Uh?– exclamó con su boca llena de comida para así tragar pesado –Bueno,¿usted a qué cree?

–Es obvio que no a ser anfitrión en festividades– respondió con sarcasmo.

–¡¿Cuál es tu problema conmigo?!– preguntó molesto, ya que no era la primera vez que la princesa se refería hacia su persona con desdén.

–Ninguno en lo absoluto– respondió sin quitar la vista de su comida –Sólo considero su actitud vulgar y reprochable.

–Disculpe su majestad– dijo con sarcasmo –No todos tenemos el privilegio de poder vivir en un palacio lleno de lujos y comodidades– recalcó con enfado.

–¡¿Lujos?!– exclamó exaltada –¡¿Crees que vivir a la constante que mi vida me sea arrebatada es un lujo?!

–¡Mejor a vivir en la calle como una rata callejera!– exclamó para ponerse en pie y azotar la mesa con ambas manos.

–¡Tú no tienes idea de lo que es ser de sangre en noble en estos tiempos!– parándose por igual.

–¡Y tú la realidad que se vive fuera de estas paredes de oro!

Sonic escuchó el rechinar de la silla a la vez que la miraba andar molesta y salir del lugar para dar un suspiro pesado y desplomarse en la silla con una expresión de molestia en su rostro, era obvio que ellos dos no podrían llevarse bien.

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La recostó con gentileza en su cama para que ella pusiera una expresión de dolor con el cambio de posición. –¡Regresaré con medicinas enseguida!– habló Lady Cream para salir rápidamente de la habitación. Silver acomodó a Percival en aquella cama de blancas sabanas mientras ella parecía observarlo con detenimiento.

–¿Por qué mentiste?– preguntó la felina para cortar el intenso silencio.

–¿De qué hablas?

–Tú fuiste quien...

–De no ser por ti– interrumpió Silver al anticipar su enunciado –Yo estaría regado en partes por el vestíbulo, quien haya o no derrotado a la armadura ¿era acaso relevante?– preguntó él para sonreírle con dulzura.

–Supongo que tienes razón– apoyó para recostarse sobre su cama –¿Y por cuánto tiempo fuiste caballero?

–¿Qué?– preguntó sorprendido –Yo no...

–Lo eres– interrumpió ella para verlo fijamente –No eres como los bandoleros que andan en las calles del reino– empezó –Eres muy educado y no ves a la Princesa Amelia con indiferencia sólo por no ser tu princesa; eres un hábil espadachín y demasiado diestro en el arte de la defensa como para decir que lo aprendiste en las calles– indicó con su mirada intensa sobre él –Eres sin duda un caballero– puntualizó.

–Eres muy observadora– halagó el erizo plateado –La verdad jamás llegue a ser un caballero, el ejército de sombras atacó antes de que pudiera tener dicho título– explicó con aquella sonrisa cálida –, pero no significa que he olvidado todo lo que aprendí en ese entonces.

–¿Tú qué buscas, Sir Silver?– preguntó la felina para sentarse con cierto esfuerzo –A diferencia de tu amigo no pareces estar interesado en el oro.

–Sonic es el amigo más cercano que tengo, el único de hecho– explicó para sentarse en el borde de la cama –Pero no podríamos ser más opuestos– confesó con un suspiro –Yo quiero...– acalló un momento para cambiar aquella expresión tranquila por una más seria –Quiero llegar a ser un caballero verdadero algún día, y si triunfo en mi misión me gustaría que la Princesa Amelia me diera la oportunidad– confesó avergonzado.

El silencio reinó luego de esa confesión, sin decirse nada, cada uno absortó en sus pensamientos.

–Blaze– habló la felina al fin captando la atención del erizo plateado.

–¿Eh?

–Mi verdadero nombre, es Blaze, Blaze the Cat.

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