Último capítulo: Besos inexpertos

Me gustas, Minseok.

Aquellas palabras se habían quedado grabadas en su mente, de repetían una y otra vez en su cabeza. Jongdae las había susurrado en su cuello, y justo después de decirlas, Minseok dejó de patalear.

Me gustas, Minseok.

El moreno por fin lo había soltado, pero tenía ganas de llorar, de todas las formas en las que se lo quería haber dicho, esta era la última. No, ni siquiera estaba en la lista. Su cabeza estaba apoyada en la espalda de su amigo, poco a poco había vuelto a respirar con normalidad, los brazos de Jongdae aún rodeaban la pequeña cintura de su amigo, pero no la agarraban, eran peso muerto.

Me gustas, Minseok.

El pelirrojo no aguantó más, y empezó a llorar. En un principio las lágrimas caían silenciosamente sobre sus regordetas mejillas, pero pronto el llanto tomó fuerza y empezó a llorar como nunca lo había hecho. Lloró todas aquellas veces en las se había tragado sus lágrimas al oír hablar a Jongdae acerca de su antigua novia, de su confesión semanas antes y todo el dolor que había acumulado en todo este tiempo junto a Jongdae.

Su corazón no podía más, se estaba muriendo, y dolía, dolía mucho.

Cuando Jongdae se dio cuenta del llanto de su amigo se sintió horrible, no sabía porque lloraba, pero estaba seguro de que él era el causante. Así que giró a su amigo y cuando ambos rostros estuvieron uno delante del otro habló:

—Baozi por favor, no llores —le suplicó mientras le limpiaba las lágrimas con sus pulgares, pero no servía de nada, las lágrimas no cesaban—. Yo... Yo lo siento, lo siento mucho Minseok, he sido un idiota y un cobarde. Pero te quiero, y no bromeo, te amo,te amo. —No sabía por dónde empezar. Pero por lo menos ya había declarado; sin embargo ahora temía por que el pelirrojo no correspondiese a sus sentimientos.

—Pero Sooyoun... —susurró Minseok, no tenía fuerzas para hablar.

—Sooyoung no existe —le interrumpió Jongdae, el pelirrojo elevó la vista y abrió aún más los ojos, las lágrimas habían cesado, pero el dolor del pecho no, y la confusión no ayudaba nada—. Soy un maldito cobarde y no me atrevía a decirte lo que siento, por eso me la inventé, Dios, soy un imbécil, pero estoy enamorado de ti —terminó de hablar Jongdae, bajó la mirada y escondió su rostro con las manos, se sentía la persona más despreciable del planeta.

Minseok no daba crédito a lo que acababa de oír, ¿Sooyoung no existía? ¿Jongdae estaba... enamorado de él? Aún tenía el rostro húmedo, los ojos le escocían y todavía sentía el pecho oprimido. Pero se sentía bien, una llama se había encendido en su corazón roto.

Jongdae le había dicho que estaba enamorado de él.

—Soy yo quién debería de disculparse. —La voz de Minseok todavía temblaba, pero aquello no le iba a prohibir decir lo que sentía, lo que se había guardado tantos años—. Te quiero Jongdae, y te amo desde hace demasiado tiempo, pero nunca me había atrevido a decírtelo.

Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo, y nadie se lo prohibió. Las lágrimas volvían a recorrer el ahora rojo rostro de Minseok.

Pero Jongdae elevó la vista y al ver así a su amigo, tomó el rostro del pelirrojo entre sus manos y besó cada rincón de su rostro. Tumbó a Minseok con cuidado en la cama y tras tapar a los dos con la colcha, volvió a besar sus húmedas mejillas.

—Te amo. —Besó su mejilla y con besos fue recorriendo el rastro de las lágrimas de Minseok, cada beso seguido de un "te amo". Minseok no se podía creer lo que ocurría, había soñado con aquello durante años. Cuando llegó a sus labios, Jongdae tomó aire y los unió con delicadeza, mordió levemente el labio inferior de Minseok, lo que hizo que este dejase escapar un gemido. Era su primer beso, sí, su primer beso, lo había reservado para Jongdae, aunque nunca había imaginado que fuese a hacerse realidad. Jongdae se separó de Minseok pero este último atacó sus labios de nuevo, los necesitaba, necesitaba a Jongdae. Unió de nuevo sus labios y sintió como si cada segundo que sus labios estuviesen juntos se reparaba poco a poco todo el daño de aquellos años.

Ninguno de los dos quería que aquel momento se acabase.

Jongdae agarró la cintura de su ahora más que amigo y entrelazó sus piernas con las de este. Ahora Minseok, quién minutos antes lloraba por un malentendido ahora era la persona más feliz del mundo. Estaba tan concentrado en los expertos labios de Jongdae que no notó cuando el moreno fue desabrochando uno a uno los botones de su pijama.

Jongdae se separó de los labios de Minseok para dirigirse a su cuello, fue dando ligeros besos en la pálida piel de su Baozi. Besó sus hombros y bajó hasta su pecho, el cual bajaba y subía alterado. Fue dejando un rastro de marcas rojizas y moradas en su clavícula, hombros y pecho. Minseok agarró el pelo de Jongdae mientras dejaba escapar innumerables gemidos. No sabía como podía haber esperado años para aquello.

—Eres perfecto —susurró Jongdae al acariciar el abdomen de Minseok. Este se sonrojó ante las palabras del moreno—, acostumbrate, puesto que te lo voy a recordar todos los días en adelante.

Minseok no aguantó más y tiró del cabello de Jongdae volviendo a conectar sus labios.

Después de un largo rato cargado de besos Jongdae miró orgulloso la obra de arte del pecho de Minseok y tras sonreír volvió a abrochar los botones del pijama de Minseok.

—Solo yo voy a poder dejar marcas en ti. —Acto seguido le dio un casto beso en los labios y luego uno en la frente, el chico con cara de baozi apoyó la cabeza en el pecho de Jongdae y se durmió a los pocos minutos. El moreno abrazó fuerte a su Baozi, como aquella noche en la que accidentalmente habían dormido abrazados, pero esta vez lo abrazó más fuerte.

No pensaba dejarlo ir, nunca jamás.

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