Capítulo 4: Muestras de afecto
El resto de la tarde estuvieron jugando, también dedicaron tiempo a estudiar, aunque lo de los deberes había sido para nada más que para ver a Minseok, a Jongdae le había venido bien la ayuda de su amigo. Minseok tenía muy buenas notas, y, aunque las notas del moreno no eran malas, no le vendría nada mal algo de ayuda.
Minseok y Jongdae quedaban casi a diario para estudiar juntos, y los profesores habían notado la mejoría en las notas de Jongdae, pero a este le preocupaban otras cosas.
Durante las dos últimas semanas, había intentado demostrarle su cariño a Minseok, le daba abrazados acompañados de algún beso tímido en la mejilla y le decía halagos siempre que podía, tal y como este le había dicho. Pero habían tenido el efecto contrario, a pesar de que quedaban y hablaban, Minseok se había distanciado notablemente de su amigo. A veces le evitaba por los pasillos, era algo frío y más callado de lo normal, y eso a Jongdae le dolía, porque al fin estaba convencido de que su amigo pelirrojo era la persona más tierna, inocente y perfecta del mundo, y que estaba enamorado de él por lo que quería pasar su vida junto a él.
Pero a Minseok también le dolía todo aquello. Días después de la confesión de Jongdae, Minseok consideró que debía distanciarse de su amigo. Le dolía hasta mirarle a los ojos. Si no iba a poder conseguir enamorar al moreno —puesto que su corazón pertenecía a otra persona—, lo mejor era terminar con ello y alejarse de Jongdae hasta que sus sentimientos hacia él desapareciesen y ya sólo le viese como un amigo. Pero era imposible, y más cuando Jongdae le trataba de una forma tan cariñosa, ¿acaso su amigo se burlaba de él?
Y así pasaron los días, uno intentando alejarse del otro y el otro intentando acercarse a él.
Hasta que Jongdae tomó una decisión, si no quería perder a su Baozi tenía que confesarle sus sentimientos de una vez por todas. Por lo que no vaciló un segundo cuando siguió a su amigo hasta la cafetería, donde disimuladamente tomó su mano.
—Baozi —susurró de forma seductora en su oído, lo que hizo que Minseok se sintiera mal, ¿por qué si el corazón de Jongdae pertenecía a otra persona jugaba con él así?
—¿Pasa algo? —murmuró triste Minseok mientras se daba la vuelta, su rostro enrojeció al girarse, las narices de ambos casi se rozaban.
—¿Esta tarde tienes planes? —preguntó sonriente Jongdae.
—Estudiar... —murmuró para si mismo, pero Jongdae lo había oído.
—Venga Baozi, ¡es viernes! —Jongdae agitó el brazo del pelirrojo—. Podemos ir al cine, o a tomar un chocolate caliente, no sé.
—Yo no sé si puedo, Jongdae...
—¡Por favor! Será divertido —le suplicó el moreno realmente quería declararse esa tarde, pero Minseok no parecía muy convencido; sin embargo, tras un rato, acabó aceptando.
—Genial, esperame a la salida, dejaremos las cosas en mi casa.
Minseok asintió y Jongdae se acercó a darle un beso en la mejilla; no obstante se lo pensó dos veces antes de hacerlo y acabó por chocarle los cinco a su amigo.
Las clases fueron eternas para ambos, en algunas clases coincidían, pero estaban a cierta distancia por lo que no podían hablar.
Minseok estaba nervioso, hacia tiempo que no salían los dos solos, pero Jongdae también estaba nervioso, no encontraba las palabras adecuadas para confesarle sus sentimientos a su Baozi.
Cuando por fin sonó el timbre que indicaba el fin del día Jongdae corrió como loco hasta llegar a la entrada y esperó paciente hasta que su amigo apareció cargando con una mochila llena de libros.
—¿Nos vamos? —preguntó impaciente el moreno.
Minseok asintió y se colocó al lado de su amigo.
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