Capítulo 1: Una fría noche de invierno
La oscuridad se apoderaba poco a poco del parque y el frío se intensificaba cada vez más. Minseok sentía sus mejillas helarse poco, a pesar de que Jongdae le había prestado su cálido abrigo, aún tenía frío. Todavía no se explicaba como este no se estaba congelando en estos momentos, apenas se tapaba con un jersey de lana y unos desgastados vaqueros. Él, en cambio, llevaba dos abrigos, bufanda, guantes y un gorro gris de lana. Sin embargo, a pesar del frío, Minseok se sentía cómodo y feliz, estaba con su mejor amigo de toda la vida. Avanzaban en silencio, lo que al más mayor todavía le sorprendía, Jongdae solía ser una persona muy juguetona y ruidosa, mas ahora únicamente caminaba en silencio con una bonita sonrisa mirando al frente. A Minseok siempre le había parecido bonita su sonrisa. Aunque no fue hasta cumplir los 15 años cuando se dio cuenta de lo que sentía cuando miraba a su amigo era algo más que admiración. Se había enamorado de él. No obstante, guardó sus sentimientos hacia su amigo y a día de hoy todavía no se los había demostrado. Se sentía un cobarde por aquello, y más cuando oía hablar al enamorado de su amigo de su fantástica novia. Le dolía que aquellas bonitas palabras que le dedicaba a su entonces novia no estuviesen dedicadas a él. Pero sin duda, lo que más le destrozó el corazón fue cuando consoló a Jongdae después de su ruptura, él quería demostrarle que había alguien que le amaba con fuerza, que le deseaba con locura y que estaría encantado de dormir abrazado a su lado por las noches. Pero solo se limitó a decirle que algún día llegaría un amor verdadero por el que valdría la pena luchar, aunque se muriese de ganas por ser aquel amor verdadero.
—¿En qué piensas? —le preguntó de repente su amigo, despertándole de sus pensamientos.
—En nada en especial —mintió Minseok. Claro que estaba pensando en algo, estaba pensando en él, pero era obvio que no iba a admitirlo.
Jongdae sólo dejó escapar un resoplido seguido de una leve risa.
—Deberíamos de volver ya, se hace tarde —añadió un rato después. Su amigo asintió con la cabeza levemente e hinchó sus mofletes, parecía un hámster. No, mejor dicho, un baozi. A Jongdae le encantaba cuando hacia eso, se veía adorable y pequeño, y sentía la necesidad de protegerlo, por lo que decidió que le acompañaría a casa.
El camino de vuelta fue rápido, intercambiaron algunas risas, como era costumbre.
—Bueno, hast... —empezó a hablar Jongdae, sin embargo, fue interrumpido por su amigo.
—¡Espera! —gritó Minseok, fue lo único que salió de su boca y lo único que quería. Que esperase. Que esperase hasta que se le ocurriese alguna tonta excusa para volver a quedar—. ¿Q-quieres pasar la noche aquí? —Vale, aquellas palabras no las había planeado, habían salido sin pensarlo. Minseok no sabía porque estaba tan nervioso, Jongdae y había dormido en su casa en innumerables ocasiones anteriormente, ya sus padres lo trataban como un hijo más.
Jongdae lo meditó varios segundos, la propuesta de su amigo le había pillado desprevenido, pero él quería quedarse y no estaba dispuesto a rechazar tentadora propuesta —además, la madre de Minseok cocinaba de maravilla—, así que decidió aceptar. Ambos entraron a la casa pero había algo que no cuadraba, no había ninguna luz encendida, ni luces. Mineok caminó algo inquieto seguido de un Jongdae curioso hacia la cocina. Para su sorpresa, había muchos platos de comida que se veía deliciosa, acompañada de una nota que decía así:
"Minseok cielo, tu padre y yo hemos tenido que asistir a una cena del trabajo, come todo lo que quieras y no nos esperes despierto, besos, mamá y papá"
Aunque por fuera los dos se mostrasen indiferentes, por dentro en cierto modo se alegraban. Iban a poder estar los dos solos, gritar, cantar, bailar, jugar y hacer lo que quisiesen.
—Bueno, que se la va hacer, comamos, ¿sí? —fue lo único que dijo Minseok después de leer la nota.
Llevaron la comida al salón y mientras cenaban vieron una película juntos, Minseok casi no se enteró de la película; él estaba atento a la comida y, como no, a Jongdae. Cuando terminó la película, Jongdae fue el primero en hablar:
—Ha estado guay.
—¿Eh? —Xiumin no había prestado atención—. Ah la película, sí —respondió algo avergonzado, el moreno río ante la improvisada respuesta de su amigo.
—No te has enterado de nada, ¿verdad? —preguntó acercándose a él, elevó su dedo índice y le dio ligeros golpecitos en la nariz del pelirrojo.
Minseok se sonrojó; sin embargo, se empeñó en mentir.
—¡Qué si me he enterado! —Infló los mofletes mientras se cruzaba de brazos. Su amigo volvió a reír una vez más y propuso subir arriba a jugar a la consola, Minseok aceptó encantado.
Estuvieron jugando y riendo juntos ante la torpeza de Minseok a la hora de jugar a videojuegos hasta bastante tarde. Pero al final el sueño se apoderó del cuerpo del pelirrojo, quién cayó rendido encima de Jongdae. Este último no se dio cuenta de que su amigo se había dormido encima de él hasta que el cabello de su amigo le hizo cosquillas en el cuello. Cuando se giró y se encontró con los ojos cerrados de este no pudo evitar soltar un suspiro. Se veía tan tierno, aunque a los ojos de Jongdae, Minseok siempre se veía tierno.
Ya era bastante tarde y Jongdae pensó que ya era hora de dormir, pero no quería despertar a su amigo lo cargó con cuidado en sus brazos y lo tumbó en la cama. Sin embargo, Jongdae no tenía donde dormir así que se tumbo junto a su amigo con cara de hámster y se durmió junto a él.
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