95.- "..."

Beep. Beep. Beep.

Aquel molesto sonido lo había hecho despertar nuevamente. Cómo si no hubiese sido suficiente que lo hubiesen intentado matar, había caído dormido por mucho tiempo.

Se sentó en aquella cama, observando aquel cuarto de su alrededor. Sus heridas no eran tan graves ya, se había recuperado con facilidad.

Cómo si su cuerpo se hubiese acostumbrado a aquella clase de tratos...

Desvío la mirada, ya que se sentía observado de alguna manera.

Se levantó rápidamente, y por alguna razón, su cuerpo no dolía. Cómo si nunca hubiese pasado nada. Cómo si Charlos nunca hubiese aparecido en su vida.

El hospital estaba desierto, no había nadie más que el ahí cerca. Miró hacia todas partes, y comenzó a emprender paso, recorriendo aquel hospital.

Las salas estaban cerradas, y no recordaba el camino de regreso a la suya.

Se detuvo en seco al escuchar risas, pero no de niños pequeños, sino que risas de jóvenes. Incluso podría apostar que reconocía una de las risas.

Corrió rápidamente hacia el lugar de donde provenían, y al llegar notó que no estaba en un hospital, sino en una plaza.

Ya no tenía aquella clase de bata de hospital. Tenía su ropa habitual.

Ahora había mucha gente.

Pero todo seguía silencioso.

Comenzó a correr entre la gente buscando aquellas risas, hasta que frenó en seco nuevamente, porque las personas que se estaban riendo después se besaron.

Si fuesen desconocidos para él, lo pasaría, pero no eran desconocidos...

...Era Rurik, y otro joven, de lentes y cabello negro. Se quedó perplejo y confundido, y se acercó a él en busca de una explicación.

Al llegar, ambos jóvenes lo miraron con disgusto. El pelinegro se ganó tras Rurik.

—¿Qué quieres, Goth?— Dijo Rurik en un tono frío e indiferente.
—¿Qué haces con él? — Apuntó a aquel desconocido pelinegro.

—¿Y a ti que te importa? Es MI vida. Debió dejarte de importar en el momento en el que me usaste, y después me tiraste a la basura.—

Goth se quedó aún más confuso. El sabía que "rechazaba" a Rurik, pero todos sabían que no lo hacia en serio. Todos sabían, que lo amaba. Y el que antes de eso se sentía "confuso" ahora sabía con total certeza que lo amaba.

—Cariño, mejor ya vamonos.—

Dijo aquel pelinegro, pero Rurik antes de irse, lo empujó, haciendo que caiga hacia atrás, y unas manos frías, negras, y de las cuales corría un líquido viscoso lo atraparon. En ese momento reaccionó.

—¡Rurik! ¡espera, no te vayas! ¡T-Te amo!— gritó el joven a todo pulmón, pero el nombrado nisiquiera volteó, sólo siguió hablando con su nueva pareja.

—Es 1nuti|„ €l y4 no t£ escuh4~— No podía voltear para ver a esa cosa. Estaba inmóvil. Sólo podía oirla y ver sus manos. —Tú y^ no er€s ne¢€s@rio par^ _l... Ni para nadie...—

Comenzó a sentir cómo aquellas manos lo alejaban de su amado lentamente, impidiéndole el habla y el movimiento. Sólo dejándole contemplar aquella escena dónde au amado se iba con otro.

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Había abierto los ojos de golpe, sólo viendo el techo de aquella sala.

Todo había sido un... ¿sueño?

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