Capítulo 7. Lilith.
La mañana había pasado rápidamente, Adora se encontraba jugueteando con los guisantes sobre el plato del almuerzo, no podía probar bocado desde la visita de aquella mujer, tanto así que los huesos comenzaban a marcarse en sus delgadas manos, su brillante cabello cada día se tornaba más opaco; la comida ya no era algo que la deleitara como antes, sólo acompañaba a los demás alrededor de la mesa, pero siempre dejaba más de la mitad de la comida en el plato; trataba de no desperdiciarlo dándoselo a Melog que gustoso lo aceptaba después de escuchar un "¿de nuevo no tenías hambre?" por parte de Catra, cada día era igual y la castaña lo sabía, después de todo, a pesar de que comer era uno de los pasatiempos favoritos de Adora, lo único que la hacía levantarse de la cama era el insomnio y el deseo de entrenar, volverse cada vez más fuerte, pero sin ningún tipo de nutriente en su cuerpo los entrenamientos se tornaban cada vez más difíciles.
Aquel día no fue distinto, de nuevo toda la noche ni ella ni Catra habían podido dormir, se levantaron a primera hora hacia el comedor, Adora tomó una manzana de la barra de la cocina y Catra sólo tomó un vaso de leche fría; la rubia salió hacia el jardín, dejando a su esposa atrás; evitando a toda costa ir a ese lugar, aquel donde habían conocido a la ahora causante de sus preocupaciones. Las pesadillas seguían acosando a Adora durante la noche, ésta sólo despertaba sudando, de vez en cuando entre lágrimas y otras veces sólo se acurrucaba contra el pecho de su esposa; el problema era que no sólo la acosaban durante las noches sino que las recordaba durante todo el día, sus pensamientos la torturaban, así que constantemente buscaba con qué distraerse y su forma preferida de hacerlo era entrenando, lo cual generalmente hacía con Swift Wind.
― ¿Estás bien? ―el corcel se acercaba a la rubia con un gesto preocupado―, ¿quieres que nos detengamos?
― N-No ―Adora apenas podía mantener el aliento―, aun puedo...
La rubia cayó de rodillas al suelo, apoyándose sólo en un bastón de metal purpura que llevaba siempre consigo como arma, su respiración era agitada, todo a su alrededor daba vueltas y el sudor escurría por su frente. Ambos estaban en los jardines más alejados del palacio, Adora y Swift Wind entrenaban siempre ahí por ser el lugar menos visitado por sus amigos, practicaban maniobras de ataque y evasión en tierra y cabalgando sobre el viento, por lo que todo a su alrededor era un desastre, las armas estaban tiradas por todo el campo, algunos árboles con flechas o hachas clavadas despreocupadamente, se lo tomaban bastante en serio.
― ¡Adora! ―su compañero utilizó su cuerpo para apoyarla a levantarse―, te dije que debíamos parar...
― ¡No! ―objetó la otra poniéndose de pie y volviendo lentamente al campo de entrenamiento―. Debo hacer más fuerte a mi cuerpo... no puedo depender de She-Ra todo el tiempo.
― ¿Cuál es el problema de que dependas de She-Ra? ―Swift Wind se plantó frente a ella―, ¿por qué su señal es tan... débil? ―la rubia esquivó su mirada―, ¡Adora!
La tensión entre ambos estaba creciendo prolongadamente, Adora no quería responder algo que pudiera comprometer la misión de rescate, pero sabía que con Swift Wind no tenía mucha elección.
― Porque ella ya no está ―se escuchó detrás de ambos.
Los dos dirigieron su atención hacia el origen de la voz, Catra se acercaba a paso lento acompañada por Melog, se dirigió hasta Adora y le arrebató el bastón de golpe.
― ¡Oye! ―protestó la rubia, intentando recuperarlo.
― ¿Cómo esperas entrenar si no has comido prácticamente nada en semanas? ―la regañó la castaña―, creía que sabías las reglas básicas de un buen entrenamiento.
― ¡No me digas lo que debo hacer! ―se defendió la otra.
― ¡Te lo digo porque estoy preocupada por ti, tonta! ―Catra la miraba molesta, pero con tintes tristes en sus pupilas―, ¿no lo entiendes? ―le lanzó el bastón a las manos―. Yo también estoy angustiada, pero todo esto... ―señaló el desastre a su alrededor―, ¡no va a traerla de vuelta!
Adora sintió un pinchazo en el pecho y se alejó indignada de su frustrada esposa, Catra la siguió utilizando a Melog para entorpecer su camino.
― ¡Adora! ―exclamó, tomándola por los hombros―, lo único que vas a provocar es tu propia muerte, ¿qué es lo que esperas?, ¿quieres traer a She-Ra de vuelta?
― ¿Cómo que "de vuelta"? ―interrumpió el corcel alado que hasta ese momento sólo había mirado la escena sin decir palabra alguna―. ¡¿Perdiste a She-Ra?!
― ¡No la perdí! ―Adora estaba completamente fastidiada―, la sigo sintiendo dentro de mí, pero está débil... ―miró a Catra, intentando explicarse―, creí que podía traerla de vuelta haciéndome más fuerte... pero no está funcionando.
La castaña estaba aturdida ante la situación, podía ver los nervios en la mirada de su compañera, el sudor seguía escurriéndole por las sienes hasta desaparecer en el suelo, sus manos temblorosas se aferraban con fuerza al bastón que sostenía.
― Entonces, ¿lo que pasó aquella noche...? ―cuestionó, refiriéndose al día en que conocieron a la misteriosa hechicera.
― Ella... no tomó a She-Ra, es imposible que lo haga ―explicó Adora―, She-Ra soy yo, e-es parte de mí... pero me arrebató parte de mi magia cuando vino... ―un ligero escalofrío recorrió su espalda―, me debilitó, por eso creí que...
― Adora... ―la castaña la miró con compasión, tomando su mano firmemente―, si quieres hacerte más fuerte debes alimentarte bien ―sonrió decidida a ayudarla―, vayamos a comer algo y después entrenaremos juntas.
Adora asintió con la mirada esquiva, sorprendida por el gesto de su esposa y avergonzada por confesar aquello, de alguna forma creía que si los demás sabían que se le dificultaba traer a She-Ra la misión de rescate se entorpecería aún más por lo que había estado guardando aquel pequeño secreto, pero Catra había sido astuta, logró confesárselo sin problema y a diferencia de lo que esperaba, había recibido el apoyo que necesitaba; apretó el agarre de la castaña dibujando una tenue sonrisa en su rostro y volvieron juntas al palacio.
Catra obligó a Adora a probar absolutamente todo lo que había en la cocina, desde pequeños gourmets de carnes, quesos y vegetales hasta deliciosos pasteles con betún de colores chirriantes; de un momento a otro todo se había tornado como un juego entre ambas para descubrir quien hacía comer más a la otra, entre risas y peleas de comida habían olvidado por un momento sus preocupaciones, por desgracia el buen rato no duró mucho, justo cuando Adora estaba a punto de lanzar una rebanada de tarta al rostro de Catra sintió un escalofrío que le erizó la piel, dejándola completamente petrificada y haciendo que el alimento sucumbiera en el suelo.
― ¿Adora? ―la castaña se acercó a su esposa―, ¿estás bien?
La rubia juntó firmemente sus manos temblorosas para evitar los movimientos espontáneos de éstas, mirando a la otra con el entrecejo fruncido.
― S-Sí... ―respondió―, sólo tuve un escalofrío y... creo que por un momento me sentí asustada...
― Tal vez... ella... ―carraspeó la morena, captando la atención de su esposa; Adora sabía perfectamente a lo que se refería, sus conexiones eran cada vez más fuertes, podía sentirla constantemente, era esa la razón de por qué sus pesadillas habían aumentado, todo se les estaba viniendo abajo; el silencio inundó la atmósfera durante varios minutos.
― Así que aquí estaban ―interrumpió Glimmer, entrando de golpe a la cocina y quedando impactada ante el desastre causado por las jóvenes―, ¿q-qué fue lo que pasó aquí...?
― Estaba intentando que Adora comiera algo... ―respondió Catra, ligeramente apenada ante el comportamiento infantil de ambas.
― ¿Lo lograste? ―cuestionó la otra. Catra asintió―, entonces está bien, haré que alguien limpie esto ―se dio la media vuelta―. Ah, por cierto, iremos a Calery, Entrapta necesita algunos materiales de ahí para seguir con la investigación de...
Catra negó inmediatamente con la cabeza, señalándole que debía dejar de hablar sobre aquel tema que aún era sensible para su compañera, Glimmer entendió el gesto y salió para buscar a Bow y los demás. La felina no era la única preocupada por el estado físico y mental de Adora, todos sus amigos habían estado constantemente visitando o quedándose en Bright Moon para tratar de motivarla, pero sus ánimos cada vez eran más débiles, Glimmer sabía que si Catra había logrado que Adora probara bocado era ya un avance, no iba a regañarlas por eso, al menos no esta vez.
― ¿Para qué quiere que vayamos también a Calery? ―cuestionó Adora, quien hasta ahora sólo había permanecido inmóvil, perdida en sus pensamientos.
Catra sólo le sonrió tiernamente, sabía que Glimmer lo hacía para que su esposa tuviera algo de distracción, pero no pensaba decírselo, conocía a Adora, se volvería loca negando que se sentía mal y su orgullo la obligaría a quedarse en el palacio.
― Vamos, salgamos de aquí antes de que Micah vea lo que hicimos ―tomó la mano de la rubia y salieron en busca de sus amigos.
Calery era un pueblo alejado de Bright Moon, se caracterizaba por la armonía entre sus habitantes y sus hermosas fuentes con figuras hechas de mármol que se alzaban al centro del poblado; junto a éste se hallaba una mina que hacía mucho tiempo estaba abandonada, pero en donde, según Entrapta, se encontraba el material necesario para terminar su portal. La joven científica había estado investigando la forma de poder encontrar a la pequeña con ayuda de un portal hecho por ella misma, su investigación se veía cada vez más entorpecida pues la magia de aquella mujer era distinta a la de Etheria, lo que hacía difícil su comprensión, pero por fin después de todo ese tiempo su proyecto estaba casi terminado, sólo necesitaba una pequeña gema que se hallaba en el centro de la mina.
Los cuatro amigos emprendieron la búsqueda inmediatamente, no podían seguir perdiendo más el tiempo y con ayuda de Glimmer llegaron hasta Calery en un abrir y cerrar de ojos. Catra jamás lo había visitado, estaba asombrada ante la belleza del lugar y la tranquilidad que se respiraba en el aire, Adora, por su parte, estaba perdida en el brillante gesto de su esposa, las mejillas se le coloraban cada que la observaba tan apacible.
― ¿Reina Glimmer? ―se escuchó a sus espaldas.
― ¿Tara? ―interrumpió Adora al observar como la mujer de larga cabellera platinada se acercaba al grupo.
― Oh... She-Ra ―la otra parecía consternada de ver de nuevo a la rubia y a su esposa después del pequeño accidente en el baile―, ¿qué hacen ustedes aquí?
― Vinimos en busca de algo realmente importante ―respondió Glimmer―, ¿podrías indicarnos donde se encuentra la mina de Calery?
La mayor aceptó con un gesto confundido y los dirigió hasta las afueras del pueblo, en busca de la mina. Glimmer y Bow iban delante de todos, mientras Catra y Adora seguían el paso de la mujer a la que le costaba trabajo caminar a la misma velocidad que ellos.
― Puedes sólo indicarnos como ir y volver a casa ―mencionó Adora, preocupada―, no tienes que seguir...
― No te preocupes, cariño ―rio―, soy más fuerte de lo que parezco.
Provocó una sonrisa tenue en ambas chicas que estaban atentas a cada uno de sus movimientos en caso de que llegara a necesitar ayuda para seguirles el paso.
― Y-Yo... escuché lo que pasó... ―carraspeó la mujer, llamando la atención de las chicas―, con su bebé...
Las jóvenes clavaron su atención en ella, tal parecía que el rumor de que She-Ra y su esposa habían tenido una bebé con grandes poderes mágicos que atacó a todos durante el baile se había esparcido, y con él aquel de que la pequeña había desaparecido en manos de una misteriosa hechicera que atravesaba el tiempo y el espacio con ayuda de portales mágicos.
― Estoy segura de que la recuperarán ―dijo con una sonrisa reconfortante.
― Nada de esto habría pasado si nosotras... ―interrumpió Catra con el semblante ensombrecido.
― ¿Hubieran hecho el hechizo? ―siguió Tara, parecía ser que Micah se había encargado de aclararle la situación durante la fiesta―, sé algo sobre ese hechizo, después de todo nací en Mystacor... pero, no lo entiendo ¿por qué querían dejarla?
― Yo... ―Adora miró a su esposa buscando una respuesta pero ésta tampoco la tenía―, nosotras...
― Entiendo ―rio ligeramente la mayor―, a veces puede ser aterrador ¿no? ―ambas la miraron confundidas―, quiero decir... que de la nada un ser tan diminuto y frágil dependa completamente de ti... ―un escalofrío recorrió el cuerpo de las chicas, la mujer sonrió―, pero a mi parecer ustedes eran perfectas para el trabajo.
― ¿"Perfectas"? ―Catra rio sarcástica―, ¿qué parte de nosotras la perdimos no entendió?
Tara se detuvo en seco, postrándose frente a ambas jóvenes que llevaban la mirada caída y el alma llena de culpa.
― No fue culpa suya ―objetó―, nadie sabía que eso pasaría.
― Pero pasó ―siguió la castaña―, debimos ser capaces de protegerla, pero...
― Deben dejar de culparse por eso y enfrentar la situación ―Tara las miraba decidida―, ambas son muy fuertes y estoy segura que no la dejarán, por algo están aquí ¿no es cierto? ―colocó cada una de sus manos en los rostros de las chicas―, yo sé lo que vi en ambas... estaban realmente unidas a esa pequeña, sé que la están buscando incansablemente, ¿cómo pueden decir que no son sus madres?
― Si lo hubiéramos sido... ―Adora apenas podía articular las palabras, su garganta estaba completamente seca―, ella... no estaría en manos de aquella mujer, no la estarían... lastimando.
― Incluso una madre puede tener errores ―sonrió cálidamente―, lo importante es que no se han rendido, quieren encontrarla y sé que cuando lo hagan... no volverán a alejarse de ella...
Ambas desviaron la mirada, sí era claro que querían ir a buscarla, pero lo que pasaría después aún era un tema que no habían discutido, ni siquiera lo habían pensado, sólo les preocupaba que ella estuviera a salvo, lo demás era algo sin mucha relevancia.
Tara soltó una pequeña carcajada, cortando los pensamientos de ambas y captando su atención.
― Todavía recuerdo que en el baile las tres parecían muy unidas ―sonrió mirando a Adora―, la forma en que pedía tus brazos o en que jugueteaba con tus orejas ―señaló la cabeza de la castaña, provocando un sonrojo en ésta―, honestamente después de verlas así no creí que nos pedirían quedárnosla...
― ¿Entonces nos observó antes de que nos presentaran oficialmente? ―preguntó la rubia.
― ¡Claro! ―respondió―, todos estaban observando a She-Ra, de eso se trataba el baile ¿o no? ―les sonrió―, además, estábamos interesados en la nueva integrante de su pequeña familia, no cabía duda de que ambas eran las madres de esa bebé, parecía que las únicas que no lo notaban eran ustedes.
Una tenue sonrisa se formó en los labios de ambas, pero así como llegó al rostro de Adora también se esfumó.
― Ya no importa... ―musitó con la voz quebrada―, ella no está aquí...
Tara la miró condescendiente, estuvo a punto de volver a hablar, pero Glimmer no le dio la oportunidad, la joven se acercaba a las tres para notificarles que habían encontrado la entrada de la mina, llevándolas consigo.
― Bueno... ―Tara miró el umbral oscuro que se abría frente a ellos―, me temo que yo los dejaré aquí, no hay forma de que se pierdan ahí dentro, es un solo camino, pero la estructura es débil, deben tener cuidado.
Los jóvenes agradecieron, adentrándose en la cueva mientras Tara se disponía a volver a casa. La oscuridad era abrumadora, Glimmer logró iluminar la zona con su magia, era una cueva de no más de dos metros de altura, se extendía por un ancho corredor de piedras rugosas, suelo húmedo y, cristales azules y purpuras que se alzaban por todo el camino.
― ¿Cómo sabremos cuál de todos es el que busca Entrapta? ―cuestionó Catra, asombrada por el fascinante sitio.
― ¡Oh, claro! ―Bow se puso frente a sus tres compañeras sacando un pequeño artefacto metálico del bolsillo―, Entrapta me dio esto para poder encontrarlo.
Pulsó uno de los botones y el artefacto comenzó a emitir un pitido agudo y cambiante. El camino parecía nunca acabar, los entorpecidos y agotados pies de Catra tropezaron con una roca haciéndola casi caer, pero los reflejos de Adora salvaron a ésta de quedar en el suelo.
― Hey, ¿estás bien? ―preguntó la rubia.
Adora había utilizado su cuerpo para detener el de su esposa, sus suaves manos la sostenían por la cintura, mientras el delgado cuerpo felino de su compañera dejaba caer todo su peso sobre el torso de la otra, Catra sacudió la cabeza levemente, al levantar la vista se topó con la mirada azulada de su compañera, el estar tan cerca de ella aun le producía escalofríos, tal vez llevaban tres años de matrimonio, pero seguía sintiéndose nerviosa cada que la miraba, sus mejillas enrojecieron completamente al perderse en su placida mirada.
― ¿Ah... Catra? ―Adora intentó sacarla de su trance.
― S-Sí, estoy bien ―exclamó la otra, levantándose inmediatamente y alejándose de la rubia, avergonzada―, g-gracias.
La escena formó una sonrisa en Glimmer y Bow que aún no podían creer que esas dos estuvieran casadas, parecían dos adolescentes enamoradas; el pitido se hizo más fuerte y constante.
― Creo que lo encontramos, chicas ―anunció Bow.
El arquero utilizó las manos para excavar la tierra húmeda a sus pies, sacando de ella una hermosa gema fucsia con forma de una estrella de siete picos y brillo propio.
Los amigos volvieron hacia Bright Moon, específicamente al laboratorio de Entrapta, la joven se hallaba junto al rey Micah y las demás princesas frente a una enorme estructura metálica que simulaba uno de los portales como los que la hechicera había abierto por todo el reino semanas antes.
― ¡La encontraron! ―exclamó al ver al grupo con la gema en las manos―, es la pieza final para mi portal.
Entrapta había pasado las últimas semanas investigando la forma de traspasar el espacio e incluso el tiempo con ayuda de los portales, ya tenía una vaga idea por lo suscitado anteriormente en Etheria, al fin había logrado realizar un prototipo que pudieran buscar a la pequeña niña de Adora y Catra.
― Esto... no hará explotar Etheria, ¿verdad? ―cuestionó Catra, su preocupación tenía sentido, ambas chicas recordaban el accidente llevado acabo años atrás, Catra quería que esta vez fuera distinto.
― No, tranquila ―respondió la chica de cabello violeta―, ya que sólo se alimentará de la magia del rey y de Glimmer no tendrá el suficiente poder para destruir Etheria ―Catra soltó un suspiro de alivio―, pero si algo sale mal podría matarnos a todos.
― ¡¿Qué?! ―se escuchó al unísono.
― Pero es muy poco probable ―repuso la otra y después habló para sí―, espero...
La joven echó a andar el enorme artefacto que encendió luz en su centro, causando la admiración de todos; y entre balbuceos hacia sí misma colocó al rey Micah y a Glimmer en las posiciones correctas para que todo funcionara, cada uno a un costado del portal.
― Tu turno, Adora ―la llamó.
― ¿M-Mi turno? ―cuestionó, sin entender la situación.
― ¡Sí! Tu parte es fundamental ―explicó Entrapta―, tus conexiones servirán como un puente entre la magia de ellos y el portal ―sonrió llena de emoción―, serás tú quien nos guíe hasta ella ―Entrapta colocó la gema en las manos de Adora―, la gema te ayudará a amplificar esa conexión.
La joven guio a la aturdida rubia hasta el centro, justo frente al portal y dio una señal a Glimmer y a su padre que utilizaron su magia para abrirlo; Adora no entendía muy bien su papel en el experimento, pero haría cualquier cosa por llegar hasta su pequeña, cerró los ojos con fuerza, recordando cada uno de los momentos en los que sintió una conexión, la buscó entre sus recuerdos, entre su mente y su alma, y deseó con todas su fuerzas transmitir esas emociones y recuerdos a Micah y Glimmer.
Catra la observaba de cerca, de ella se emanaba una tenue luz apenas perceptible pero lo suficientemente fuerte para que el puente entre ella y los hechiceros funcionara para abrir el portal, éste comenzaba a mostrar una imagen opaca que se abría desde el centro hasta los bordes. Los ojos de Catra se abrieron de golpe cuando notó que la imagen del portal era cada vez más nítida, logró distinguir la habitación donde la pequeña se encontraba, a través de los barrotes de madera que integraban la cuna divisó las diminutas manos de la niña que se movían incesantemente hacia el techo, sus puños cerrados con fuerza y el sonido lejano de su llanto añorando atención logró detener el corazón de la felina por unos instantes.
Con forme la magia de Adora aumentaba la conexión el llanto de la pequeña era cada vez más fuerte... más nítido, hasta llegar al punto de ser completamente perceptible para los presentes que inmediatamente clavaron la mirada en la imagen formada a través del portal. Adora abrió los ojos en busca del origen de aquel sonido, encontrando la misma imagen que a Catra le había erizado la piel, a su pequeña anhelando su cálido abrazo; la rubia se acercó rápidamente hasta el portal, dejando caer la gema a sus pies.
― ¡Adora, espera, no puedes entrar ahí! ―Entrapta se interpuso en su camino―, mis cálculos... algo salió mal, el portal es inestable, no sé qué podría pasarte si entras...
La joven había comprendido la angustia de su amiga, nada aseguraba que después de entrar al portal podría volver a Etheria, podría incluso no llegar al otro lado, habían cientos de posibilidades y ninguna estaba a su favor, pero... ya estaba tan cerca de ella, podía verla frente a sus ojos, escuchar su llamado; miró fijamente los suaves movimientos de la bebé que yacía recostada sobre la cuna, a espaldas de Entrapta, las lágrimas caían lentamente por sus mejillas, no podía dejarla irse de nuevo.
― Lo siento, Entrapta... ―sonrió tenuemente y apartó a la joven intentando llegar al portal, pero Catra fue más rápida, la felina la abrazó por la cintura, evitando que llegara más lejos, apenas podía mantenerla sujeta pues Adora estaba utilizando todas sus fuerzas para zafarse de ella―. ¡¿Qué estás haciendo?!
Antes de obtener respuesta por parte de su esposa el portal volvió a cerrarse frente a ambas.
― ¡No, no, no! ―Adora corrió angustiada hasta éste, pero ya era demasiado tarde―. ¡Vuelve a abrirlo! ―ordenó mirando a la joven de cabellera violeta.
― No puedo hacerlo... ―respondió la otra―, no hay forma de estabilizarlo, Adora, lo siento...
― ¡Claro que puedes hacerlo! ―la rubia corrió hasta la gema en el suelo y se colocó en el mismo sitio en el que estaba―, ¡vamos, podemos abrirlo de nuevo!
Micah y Glimmer negaron ligeramente, entendían los sentimientos de la joven, pero no querían arriesgar su vida de esa manera; Adora se dejó caer al suelo, devastada, las lágrimas escurrían como cascadas quemando sus mejillas, Catra se dirigió hasta ella y colocó su mano en el hombro de ésta para intentar consolarla.
― Adora... ―musitó.
La rubia golpeó el agarre de ésta con brusquedad, mirándola molesta.
― ¿Por qué lo hiciste? ―se colocó de pie frente a ella―, ¿por qué me detuviste?
― Adora ―Catra intentaba razonar, pero los ojos de la rubia se clavaban como cuchillos en su ser.
― ¡Hubiera podido salvarla! ―exclamó señalando el portal―, hubiera podido salvarla... si tan sólo tú...
― ¿Cómo lo sabes? ―la castaña estaba comenzando a exasperarse por la necedad de su esposa―, ¡era inestable, no había forma de saberlo!
― ¡Al menos lo habría intentado! ―la empujó bruscamente.
― ¿Y luego qué, Adora? ―sujetó su muñeca, molesta―, ¡si morías ¿quién la hubiera salvado?!
El ambiente se tornaba cada vez más tenso, pero nadie quería interrumpir la discusión entre ambas y crear una nueva guerra en Etheria por accidente.
― ¡¿Entonces debemos dejar que muera a manos de esa horrible mujer?! ―las lágrimas salían sin parar de los ojos de la chica―. ¡Estaba lastimándola, Catra!
― ¡Sólo no quiero perderte a ti también! ―exclamó por fin la otra, clavando su mirada decidida en los azules ojos de su compañera―, no quiero perderte, Adora ―su voz comenzaba a quebrarse―, no voy a dejar que le siga haciendo daño, te lo prometo ―se acercó y acarició su mejilla dulcemente―, pero hacer una misión suicida a través de ese portal no es una opción.
Adora clavó su débil mirada en la de su esposa, no tenía más opción que confiar en que todo mejoraría, Catra tomó a la joven llevándola hasta su pecho, ésta escondió su rostro en el hueco de su cuello, aferrándose a la espalda de la felina.
Todos entendían lo difícil que era para ambas, Adora estaba cargando constantemente el peso de proteger Etheria como She-Ra, pero cuando esa bebé llegó a sus vidas el mundo se les vino abajo ¿cómo podían seguir haciendo su trabajo si debían cuidarla? Era difícil para ambas el aceptar tener una debilidad, un talón de Aquiles y más si se trataba de un ser tan vulnerable y frágil como aquella criatura, que además, tenía la capacidad de destruir todo a su paso; Adora sabía que tarde o temprano esa debilidad la haría vulnerable frente a sus enemigos, sabía que encariñarse de esa niña podría lastimarlas más de lo que deseaban, tenía miedo incluso de llegar al extremo de tener que decidir si salvarla a ella o a Etheria, no podía tomar esa clase de decisiones, ni ella ni Catra podían, por eso habían retenido sus sentimientos todo ese tiempo, por eso querían evitar encariñarse de ella y sólo hacerla desaparecer, pero a estas alturas ya era tarde, sus sentimientos habían florecido completamente, no podían evitarlo, no sabían si se trataba de la magia o del tan mencionado instinto maternal, lo único que sabían era que querían recuperarla, costara lo que costara.
La noche aún no terminaba, pero las princesas y sus compañeros estaban agotados, había sido un día duro, sobretodo emocionalmente, Entrapta seguía intentando perfeccionar su artefacto, Glimmer había vuelto a su habitación con Bow, mientras las demás jugaban cartas con Sea Hawk en el salón del palacio, Adora se había alejado del grupo con la excusa de buscar un vaso con agua, pero había tardado más de lo normal, Catra se levantó para ir a buscarla, cuando llegó a la cocina y notó que no estaba siguió vagando por los corredores hasta que la melodiosa voz de Adora entonando una dulce canción llamó su atención; dentro de su habitación la joven reposaba contra la ventana abierta, el viento mecía sus dorados cabellos y su rostro sereno miraba hacia el bosque, la chica estaba cantando al viento una melodía suave y llena de ternura, tan dulce y lenta que el corazón de Catra se estremeció.
― ¿Dónde aprendiste a hacer eso? ―interrumpió la castaña, acercándose a ella y cubriendo sus hombros con una frazada.
Ninguna de las dos había cantado jamás, si Catra sabía sobre música era porque en esos últimos años Glimmer y Bow se encargaron de enseñarle sobre la vida común en Etheria, pero a pesar de eso jamás había escuchado a Adora cantar, y ésta, por su parte, jamás había sentido la necesidad de intentarlo, hasta ese momento.
― No lo sé ―respondió la rubia―, creo que la escuché alguna vez en las ruinas de los primeros, era tenue... apenas podía distinguirla, creí haberla olvidado ―la castaña se sentó frente a ella―. Pensé que tal vez ―cerró los puños sobre sus piernas―, ella podría escucharme y le ayudaría a dormir ―sonrió con ironía y guardó silencio unos segundos―. ¿Por qué hago esto ahora? ―preguntó, mirando al suelo―, debí haberlo hecho antes... antes de todo esto...
― Hey... ―Catra tomó su rostro obligándola a mirarla y le sonrió―, estoy segura de que puede escucharte.
Adora correspondió la sonrisa de su compañera y le plantó un cálido beso en los labios, logrando erizar ligeramente a la felina, la rubia rio al notar la ternura de aquel gesto, se separó de ella y la miró fijamente, sus encrespados cabellos castaños se movían con el viento cubriendo de vez en cuando su rostro sonrojado, Adora tomó uno de sus rebeldes mechones acomodándolo detrás de su oreja para poder apreciar completamente el rostro de la mujer que amaba, sus enormes ojos bicolor la miraban tenazmente con una dulce sonrisa.
Un estruendo sacudió Bright Moon, la noche definitivamente no había acabado, las chicas salieron corriendo en busca de los demás, topándose con ellos en la entrada del palacio, una fuerte ventisca los lanzó lejos, abriendo frente a ellos un nuevo portal; Adora y Catra tenían una mezcla de emociones, por un lado había esperanza de recuperar a su pequeña y por otro la preocupación de recibir malas noticias. El portal que se abría frente a ellas era distinto a los anteriores, más pequeño, en una posición mucho más elevada del suelo y nadie lo había atravesado, sólo divisaban una nítida imagen del otro lado.
La hechicera pelirroja yacía sentada en un enorme trono de cuero negro con gemas preciosas incrustadas como decoración, junto a ella una de las bestias de la pelea anterior descansaba plácidamente mientras la mujer masajeaba su cabeza como si se tratase de un cachorrito.
― Hola, She-Ra ―saludó con voz hostil. Adora estaba completamente muda, sus deseos de acabar con ella nublaban sus pensamientos―, por favor, disculpa mi descortesía, cariño, me parece que la última vez no nos presentamos ―siguió―, mi nombre es Lilith, soy emperatriz de Marakar y... pronto de Etheria ―sonrió con malicia.
― ¡Tú jamás reinarás sobre Etheria! ―Glimmer había dado un paso hacia delante.
― Oh, ¿en serio? ―retó la hechicera.
La mujer hizo una señal y otra enorme bestia se acercó hasta ella sosteniendo con el hocico a la bebé, ésta colgaba de la parte posterior de su ropaje que lucía completamente descuidado, la pobre lloraba aterrada entre las fauces del animal. Lilith la tomó en brazos y la acurrucó contra su pecho intentando calmarla melodiosamente, Adora notaba esto como un reto.
― He cuidado de ella durante todo este tiempo ―exclamó, jugueteando con sus dedos en los temblorosos labios de la pequeña―, como si fuera mi propia hija ―había tocado un nervio en Adora, ese era su objetivo―, creo que es justo que me paguen con gratitud ¿no lo creen?
Los presentes estaban entre la espada y la pared, cualquier movimiento o frase que hiciera enojar a Lilith terminaría con la vida de la niña, en el rostro de la hechicera comenzaba a formarse una sonrisa triunfante, pero la pequeña había atrapado de nuevo uno de sus dedos entre sus diminutos colmillos felinos, entendía perfectamente que ella era la villana en su historia.
― ¡Ah! ―gritó, alejando a la niña de sí y sosteniéndola debajo de los brazos con una mirada amenazante―. ¡Voy a arrancarte esos asquerosos colmillos tuyos, pequeña bestia!
El grito agudo de la mujer y el movimiento brusco en que alejó a la pequeña provocó que ésta comenzara a llorar de nuevo, moviéndose incesantemente entre las manos de su captora.
― ¡No te atrevas a tocarla! ―Catra había por fin tomado su papel dentro de la discusión, dirigía su atención fija hacia la hechicera con una mirada encendida.
Lilith chasqueó los labios despectivamente y tomó a la niña por la ropa con la punta de los dedos, la pequeña por fin había notado la presencia de sus madres frente a ella.
― Gatos... ―musitó enfadada y mirando de reojo a la bebé para después dirigir su atención a la felina―, así que de ti sacó los colmillos.
Catra la miró triunfante y con una sonrisa orgullosa. La bebé dirigió su atención a ambas jóvenes que se hallaban inmóviles, pero a punto de atacar de ser necesario, ambas miraban con los ojos encendidos a Lilith, pero ese no era el momento, no tenían ninguna ventaja sobre ella; la niña estiró sus diminutas garras hasta ambas y las llamó entre balbuceos y llantos tenues, las dos jóvenes sintieron como el corazón se les hacía cada vez más pequeño, los ojos de Adora comenzaban a cristalizarse, apretaba los puños con fuerza intentando retener el impulso de correr hasta ella, ¿era así cómo se sentía el amor incondicional que tanto mencionaba Tara?
Lilith había captado la emotiva escena, aquel enternecedor intercambio de miradas, no desaprovecharía una oportunidad como esa.
― No logro entender ―interrumpió―, ¿por qué los etherianos son tan... débiles ante estas insufribles criaturas? ―volvió a pegar a la niña contra sí―, quiero decir, no tienen nada de especial ¿o sí?
Adora y Catra cada vez estaban más molestas, podía sentirse su espíritu de pelea emergiendo al exterior y sus incesantes esfuerzos por retenerse a sí mismas. Lilith estaba acabando con su paciencia.
― ¿Qué es lo que quieres? ―habló Adora.
― No se trata de lo que yo quiero ―bramó la otra―, sino de lo que ustedes quieren y... lo que estarían dispuestas a hacer para obtenerlo ―sonrió al observar los rostros de las jóvenes frente a ella, ambas habían entendido su punto―. La quieren de vuelta ¿o no? ―acarició los cabellos de la pequeña―, sólo hay una cosa que quiero a cambio de ella ―miró a Adora―, quiero a She-Ra.
Las demandas de la hechicera eran claras, ella creía que no había tomado a She-Ra por completo la última vez que atacó a Adora, pero no sabía que She-Ra no era algo que simplemente podía tomar, todos lo sabían, las princesas, Catra y Adora sabían que era imposible entregar a She-Ra, incluso aunque quisieran hacerlo, pero soltar ese pequeño secreto sin duda acabaría con la vida de la niña que tenía por rehén. No podían decir la verdad, no podían entregar a She-Ra, pero tampoco podían dejar morir a su pequeña hija, para Adora eso estaba perfectamente claro.
― De acuerdo ―dijo―, tendrás a She-Ra, pero no le hagas daño ―suplicó, mirando a la pequeña.
Lilith esbozó una sonrisa triunfante.
― Hecho ―exclamó―, dentro de unas horas un portal se abrirá aquí mismo, una vez que lo atraviesen se sellará cualquier tipo de magia ―indicó―, sólo dos personas podrán atravesarlo... ―miró a Adora―, y sólo dos podrán volver.
Era evidente a lo que se refería, Adora sabía perfectamente que Lilith no planeaba dejarla volver, sólo dejaría que alguien se llevara a la niña de vuelta a Etheria; utilizar los poderes de Glimmer o Micah tampoco eran una elección pues el sello no dejaría que utilizaran magia, Lilith había planeado todo perfectamente para seguir teniendo la ventaja, sin magia las únicas candidatas serían Adora y Catra, y al dejar volver sólo a dos personas sabía perfectamente que Adora se sacrificaría por su esposa e hija, el juego estaba ahí, Lilith había realizado su tirada perfecta.
El cielo comenzó a oscurecerse, un relámpago cayó de golpe justo frente a las jóvenes, la pequeña aterrada comenzó a llorar llamándolas, pero el portal comenzaba a cerrarse de nuevo entre los estruendosos rayos que caían violentamente al suelo.
― Nos vemos luego ―rio.
Lilith había desaparecido entre la tormenta y el sonido lejano del llanto de la pequeña desesperada por volver a los brazos de sus madres.
Espero les guste este cap, ya sé que odian a Lilith, pero la verdad es que yo disfruto mucho escribiéndola.
Es una villana muy sensual y tan malvada que pone a todos en una situación difícil y me encanta.💖
Gracias por leer.❤️
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