Capítulo 12. Adora.
¿Cuántas veces había pasado ya por lo mismo? La niña cerró la puerta detrás de sí, su azulada mirada se fijaba en los anchos corredores de Fright Zone, cadetes de edades mayores se cruzaban con ella, cada uno perdido en sus propios asuntos. Adora trataba de esconder sus ojos llorosos de todos los que se le acercaban e incluso de los que la pasaban de largo. Corrió hacia la habitación donde dormía junto a sus compañeros y se escondió debajo de la cama, su visita a Shadow Weaver no había resultado tan bien como esperaba.
Los integrantes de la Horda, incluyendo a su mejor amiga Catra, creían que ella era la favorita de la hechicera, la única a la que trataba de una forma afectuosa y aunque no estaban tan equivocados también ignoraban una cosa realmente importante: Shadow Weaver veía siempre sólo por sus intereses propios.
Si bien Adora era la mejor entre su escuadrón y otros escuadrones ajenos a ella, nadie tenía idea de todo lo que había pasado desde que era niña para llegar hasta donde estaba. Shadow Weaver la presionaba de sobremanera impidiendo que ésta pudiera disfrutar plenamente de su niñez. Adora entendía que debía ser fuerte; entrenar para convertirse en Capitán de la Fuerza era lo que más le importaba, pero de vez en cuando necesitaba de alguien que le demostrara el cariño de una madre que nunca conoció.
Por breves momentos creía que tal vez Shadow Weaver era la persona indicada para ello, las fugaces muestras de cariño que recibía por parte de la mujer le daban esperanzas de que en algún momento pudiera verla completamente como una figura materna, pero no fue así, al menos no como ella lo esperaba.
Sabía que no debía despreciar el poco cariño que la mujer le otorgaba, después de todo era la única con quien lo hacía, Catra era un claro ejemplo. No entendía aún por qué Shadow Weaver despreciaba tanto a la felina, pero podía recordar aquella escena de la mujer a la que Catra en algún momento llamó «mamá», le causaba escalofríos. Adora jamás había usado esa palabra con nadie, no podía.
Aquella mañana había sido llamada por la hechicera, la niña corrió hasta donde ésta se encontraba esperando algún tipo de elogio, pero no fue así; Shadow Weaver sólo le hizo saber lo decepcionada que estaba de ella por haber fallado frente a Catra en el último entrenamiento. Adora estaba devastada, había hecho su mayor esfuerzo y le alegraba que quien la venciera fuera su mejor amiga, pero claramente la mujer no comprendía esto; la niña, avergonzada, accedió a entrenar más y salió corriendo hasta su habitación.
Incontables veces sucedía lo mismo, nadie lo notaba, nadie miraba el otro lado de la moneda, sólo Adora. Sólo ella sabía todo lo que había detrás de aquellas supuestas muestras maternales de cariño: una mujer egoísta y cruel.
Pasó mucho tiempo para que por fin comenzara a encontrar aquello que tanto anhelaba, una persona que le abriera los brazos de manera cálida con una sonrisa dulce, pero así como llegó a su vida también se fue, dejándole un vacío y un sentimiento de culpa que nadie podía calmar.
― ¡Angella! ―gritaba la rubia al mirar como la mujer se alejaba entre aleteos decididos hasta el portal sobre ellas―. ¡Detente! ¡Por favor!
Una brillante luz la cegó de momento, la espada volvía hasta ella, pero Angella se había ido. Para siempre.
Adora despertó estremecida, intentó calmar su agitada respiración mientras masajeaba sus sienes, hacía bastante tiempo que no padecía de pesadillas sobre Angella y mucho menos de su pasado... cuando era niña. Observó la ventana a su costado, aún era de noche y no parecía amanecer pronto, Catra dormitaba tranquilamente a su lado, la felina se sostenía ferozmente del brazo de la chica, parecía que toda la noche había estado así. Esbozó una sonrisa tenue. Dirigió su atención hasta la pequeña cama redonda que se encontraba frente a la de ellas, donde la bebé dormía plácidamente recostada sobre el cálido cuerpo de Melog, la criatura se había encariñado obstinadamente con la pequeña desde que había llegado al mundo, pero su conexión con los sentimientos de Catra y el revoltijo de emociones que sentía la chica sólo dejaban confundido al pobre animal; para su fortuna, desde que habían vuelto de Marakar tanto la mente de Catra como la de Adora estaban un poco más claras respecto a sus emociones hacia aquella niña. Melog había envuelto a la bebé con su cola, resultando como una enorme almohada suave y cálida para Luana.
La rubia volvió a recostarse llevando a Catra hasta su pecho y besando su frente. Intentó volver a conciliar el sueño, pero la pequeña había despertado llorando desgarradoramente, tomándola por sorpresa y haciendo que tanto ella como su esposa se levantaran impulsadas por el deseo de protección hacia su hija.
Adora salió de la cama de un salto dirigiéndose hasta Luana quien se revolcaba incesante contra Melog, la joven la alzó para acunarla contra su pecho mirando a todas partes en busca de lo que sea que pudo haberla hecho despertar de esa forma, pero no había nada ni nadie más en la habitación; Catra miró con desaprobación a Melog creyendo que tal vez el animal la había lastimado por accidente, haciendo que el pobre se encogiera con las orejas hacia atrás, pero no había sido así; ambas cruzaron una mirada cansada mientras la niña lloraba contra el pecho de Adora.
― ¿Está herida? ―preguntó Catra, inspeccionando de cerca a la pequeña. Adora negó con la cabeza, la castaña soltó un suspiro―. ¿Otra pesadilla?
La rubia la miró con lastima y se dirigió hasta la cama para tomar asiento mientras mecía con suavidad a su hija para intentar calmarla. Sólo habían pasado unos pocos días desde que colocaron el escudo sobre Etheria, durante esas noches Luana dormía junto a sus madres, pero Bow les había aconsejado que lo mejor era que comenzara a dormir sola o se acostumbraría demasiado a estar junto a ellas; Adora y Catra habían accedido pues confiaban en los instintos de Bow que, por supuesto, había heredado de sus padres, además él y las princesas estaban más familiarizados con aquel asunto, a diferencia de las dos chicas que habían estado apartadas de ello durante toda su vida. El problema es que cuando la pequeña dormía sola terminaba despertando a mitad de la noche llorando desesperada.
Adora reacomodó a la niña recostándola verticalmente contra su cuerpo mientras masajeaba dulcemente su espalda para tranquilizarla. Luana poco a poco fue cesando su llanto, pero su angustia seguía presente, se aferraba ferozmente a la pijama de la rubia y fruncía el entrecejo. Adora estaba agotada, podía notarse en su mirada perdida y su respiración forzada, desde que la niña había aparecido en sus vidas no había podido dormir adecuadamente, ya sea por una o diferentes razones, aunque honestamente prefería no dormir por tenerla entre sus brazos a no dormir porque estuviera lejos.
Luana no había tenido más suerte que sus madres para lograr conciliar el sueño, cada noche que dormía separada de ellas sólo recordaba a Lilith y las terribles semanas que pasó a su lado; en sus sueños aún la acosaba su arrogante figura, sus gélidos ojos color miel, su atemorizante sonrisa y su estremecedora voz. Lilith había logrado quebrar su diminuto espíritu, podía verla caminando hacia ella en la obscuridad, su cabellera pelirroja y ondulada mecida por las frías corrientes de aire que se formaban en la habitación; Lilith era su mayor pesadilla, estando sola temía constantemente que al despertar se encontrara de nuevo cautiva por ella, era normal que interrumpiera el sueño de sus madres de una manera tan desgarradora; pero cuando dormía junto a Catra y Adora aquel miedo desaparecía por completo, poder sentirse tan cálida y protegida por ellas le ayudaba a dormir, sentir su respiración cada que se acurrucaba contra el pecho de cada una, la tranquilizaba; incluso si llegaba a tener pesadillas, despertar en los brazos de sus madres le hacía olvidar todo, así era como funcionaba, pero Bow y los demás no lograban comprenderlo, tal vez las únicas que podían hacerlo eran Adora y Catra, y aun así, nadie iba a terminar entendiéndolo por completo, no como Luana.
Catra tomó la manta de la cama de la pequeña y la llevó hasta Adora colocándola sobre la espalda de la bebé, Adora le sonrió cansina. La castaña se sentó junto a ella, observando a la niña que respiraba agitadamente contra el pecho de su madre, comenzó a acariciar su nariz con la punta del dedo, tan suave que simulaba un masaje tenue. Adora la miró embobada. La pequeña abrió lentamente los ojos topándose con la sonrisa de Catra, su gesto y su agarre se suavizaron de inmediato.
― ¿Qué acaba de pasar? ―preguntó Adora, asombrada.
― Seguramente aún estaba atrapada en sus pesadillas ―respondió―, así que la desperté para que notara que estamos aquí.
La rubia le lanzó una sonrisa llena de ternura, Catra acercó su rostro hasta el de Luana, siendo captada por las manos de ésta y plantó un beso en su frente. Adora se quedó perpleja unos segundos, Catra nunca fue buena demostrando sus sentimientos, pero parecía ser que con Luana no planeaba contenerse más; después de todo, estuvo a punto de perderlas a ambas, no volvería a arriesgarse de esa manera. Adora sentía lo mismo, por primera vez en toda su vida había liberado sus emociones y aunque no era buena interpretándolas sí sabía algo: quería proteger a su familia a toda costa.
― Supongo que ya no usaremos más esa cosa ―mencionó Catra mirando la cama donde habían intentado dormir a la pequeña.
― A Melog parece gustarle ―siguió Adora―, pero creo que ella deberá dormir con nosotras hasta que todo esto pase.
― ¿Entonces la dejamos ahí para Melog? ―la castaña enmarcó una ceja―, ¿no ocupa demasiado espa-
El enorme felino se lanzó sobre la castaña antes de que ésta pudiera seguir objetando, dejándola inmóvil sobre la cama. Adora soltó a carcajadas al ver a su esposa sometida de tal forma por el animal que lamía su rostro incesante. Luana estiró sus brazos hasta la escena con una sonrisa alegre, la rubia la colocó junto al rostro de su madre y la pequeña aprovechó la inmovilidad de la castaña para juguetear con ella, tirando de su cabello y orejas.
― No. ¡Basta! ―balbuceaba la otra intentando librarse del peso de Melog―. ¡Adora!
Adora reía cubriendo su sonrisa con la mano, Catra logró apartar a su compañero mágico de encima y se reincorporó tomando a Luana, cargándola a su costado con un solo brazo.
― No es gracioso ―berreó.
Adora se encogió de hombros con una sonrisa y miró a Luana.
― No sé si debas cargarla de esa forma ―añadió después de observar como la pequeña resbalaba lentamente del agarre de Catra.
La castaña esbozó una sonrisa traviesa y simuló como si la niña fuera a caer de su brazo, logrando que Adora se tensara. Catra rio a carcajadas, su venganza estaba hecha.
― No te preocupes, Adora ―insistió Catra―, no dejaré que se lastime.
La rubia le lanzó una mirada molesta y tomó a Luana en brazos, la pequeña reía bastante divertida por las acciones previas de su madre. Adora se aproximó hasta la cama junto a ellas y colocó a la bebé en el centro para después recostarse a su lado.
― Volvamos a dormir ―exclamó, mirando a su esposa―, es tarde.
Catra accedió con una sonrisa despreocupada y se recostó frente a Adora, dejando a la pequeña entre ambas, Melog siguió la petición y volvió a la cómoda cama que ahora le pertenecía sólo a él.
Luana soltó un bostezo largo en cuanto tocó la almohada, acurrucándose contra el pecho de Adora a la vez que sostenía uno de los dedos de Catra. Ambas la observaron con una sonrisa boba e imborrable, podían sentir la calidez de las tres haciendo el ambiente más apacible. No habían experimentado nada similar antes, ni en la Horda, ni en la Rebelión, ni siquiera después del final de la guerra, era algo completamente nuevo, una calidez abrumadora que les llenaba el alma.
― Espero que pronto pueda dormir sin tener pesadillas ―murmuró Adora, guardó silencio unos segundos y tragó saliva con fuerza―. ¿Crees... que algún día lo haga...? Que algún día olvide todo...
Catra frunció el ceño.
― Lo hará ―respondió―, no te preocupes más por eso.
Adora no estaba completamente convencida de aquello, algo aún la aquejaba, incluso después de todo lo que había hecho por rescatar a la niña seguía sin sentirse bien consigo misma.
― Si aquella noche la hubiera sostenido en mis brazos... ―siguió, la voz comenzaba a entrecortársele―, yo... debía protegerla y en lugar de eso dejé que se la llevara lejos de nosotras.
― Adora, eso no fue culpa tuya, no sabías lo que pasaría ―refutó Catra―, no sabíamos que Lilith la buscaba a ella.
La rubia le dirigió una mirada herida, si no podía mantener a salvo a la pequeña en sus brazos, ¿cómo podía autodenominarse su madre? ¿Cómo podía tener tal descaro? Si no podía hacerla feliz, si no podía cuidarla de todo y de todos, ¿qué clase de madre era? Incluso para entonces aún le costaba aceptarse como tal, deseaba ser su madre, pero... ¿lo merecía?
― Lo sé, pero mi inmadurez me cegó y ahora lo entiendo ―dijo―, porque si no podemos protegerla... ¿quiénes somos?
Catra guardó silencio con una sonrisa condescendiente. Para ella, Adora era quien merecía mucho más el título de madre, había dado su propia vida por proteger a su hija, pero la rubia simplemente lo ignoraba o no creía que fuera suficiente, si tan sólo ésta notara que nadie jamás habría hecho lo que ella hizo por su familia se daría cuenta de lo importante que era en la vida de Luana y de Catra.
― Vamos a protegerla ―aseguró la castaña―. No dejaremos que vuelvan a hacerle daño. Nunca.
La rubia acarició el rostro de su esposa y lo acercó hasta ella, besando sus labios. Momentáneamente su mente reflejó el pasado entre ambas, aquellas batallas que las hirieron, todo lo que habían hecho para llegar hasta ahí, ¿quién lo diría? Habían logrado librar todas y cada una de ellas, varias cicatrices quedaron para recordárselas y ahora se hallaban ahí, recostadas, una frente a la otra con un ser diminuto y maravilloso que representaba el amor que se profesaban mutuamente. Y lo protegerían a toda costa.
Aquella mañana las jóvenes almorzaron junto a Glimmer y Bow en el gran comedor del palacio, Adora mantenía a Luana sentada sobre su regazo, la niña se divertía sobre la mesa con un montón de juguetes que la reina le había regalado días antes. La rubia intentaba comer de su plato sin tirar nada sobre la cabeza de su hija, lo cual resultaba divertido para los presentes que intentaban no reírse demasiado de la agobiada joven. De vez en cuando, Catra tomaba una cucharada pequeña de la comida que habían preparado especialmente para Luana y la llevaba hasta la boca de la niña, algunas veces tenía suerte de que ésta estuviera distraída y la comiera; pero en otras ocasiones la cuchara salía volando al rostro de cualquiera de las dos madres que sólo suspiraban resignadas para volver a empezar.
Bow y Glimmer se encontraban sentados al otro lado de la mesa, justo frente a ellas; las miraban intentando contener la risa, pero era inútil, la comida de Luana estaba totalmente esparcida por el lugar y los rostros afligidos de ambas chicas. Catra no iba a rendirse tan fácilmente, tomó otra cucharada del tazón y la acercó decidida hasta el rostro de la pequeña, ésta frunció el ceño y cerró los labios con firmeza para evitar que su madre pudiera alimentarla; la castaña volvió a insistir, pero Luana se agitó desesperadamente contra Adora, lanzando lejos, con sus movimientos, la cuchara y la poca paciencia que le quedaba a Catra.
Glimmer se inclinó sobre la mesa, ofreciéndole una cuchara limpia a la felina con una sonrisa burlona.
― ¿Siguiente intento? ―preguntó.
Catra la miró fulminante y arrancó la cuchara de su mano, causando una risa en ambos monarcas.
― ¿Por qué no lo intentan ustedes? ―sugirió la morena con una sonrisa forzada.
― No, gracias ―respondió Glimmer de inmediato―, es bastante divertido mirar desde lejos.
Catra fingió una risa y volvió su atención hasta Luana, Glimmer y Bow cruzaron una mirada cómplice y ocultaron su sonrisa socarrona a duras penas. Catra tomó otra cucharada, pero apenas la acercó al rostro de su hija, ésta soltó un berrido de irritación, ocultando su rostro en la ropa de Adora, la castaña exhaló pesadamente. ¿Cómo lograrían hacerla comer? No tenían la menor idea, no conocían nada acerca de bebés y ya estaban demasiado agotadas por la falta de sueño como para pensar en alguna forma de lograr su objetivo.
Adora intentaba mecer a Luana con dificultad para tranquilizarla, pero la niña se había ensañado, no pensaba dejar de llorar hasta que su madre se levantara de la mesa, por supuesto que no comería esa asquerosa cosa que habían preparado para ella.
― De acuerdo, de acuerdo ―interrumpió Glimmer con una sonrisa―, tal vez tenga la solución a sus problemas.
La joven se levantó de su asiento y dio la vuelta al comedor para quedar junto a sus desgastadas compañeras, se agachó a la altura de Luana, intentando abrirse paso hacia su rostro entre movimientos tenues, buscando su atención. Rebuscó entre su vestido y sacó una pequeña muñeca tejida con la apariencia de She-Ra. Luana observó el interesante objeto con los ojos brillando de curiosidad, lo tomó de entre las manos de Glimmer y quedó embobada mirándolo fijamente. Adora miró asombrada a su amiga que sólo le correspondía con una sonrisa.
― ¿Es en serio? ―preguntó Catra, simulando irritación―. ¿Por qué She-Ra?
Glimmer enmarcó una ceja.
― Como si no te gustara a ti también ―se burló.
Catra esquivó la sonrisa burlona de Glimmer con las mejillas ligeramente sonrojadas. Adora ignoró la pequeña escena entre su esposa y la reina para fijar su atención en la niña en sus brazos; Luana miraba maravillada la figura en miniatura de su madre, una y otra vez dirigía su atención hasta la rubia y después la devolvía a la muñeca, cómo si intentara comparar ambos rostros, ambas sonrisas. Adora la miraba enternecida, era evidente que la pequeña recordaría que su madre se transformaba en She-Ra, ya lo había visto antes, lo había comprendido de inmediato y, aunque Adora no se sentía muy orgullosa de haberla abandonado siendo She-Ra, Luana parecía bastante encariñada a aquella muñeca, sin importar las acciones pasadas de su madre.
La castaña aprovechó la distracción prolongada de la niña para alimentarla sin ningún tipo de inconveniente, Glimmer había tenido razón, la joven de cabellera rosa le dirigió una sonrisa triunfante y salió del comedor junto a su esposo, dejando solas a ambas chicas. Cuando Luana por fin había terminado toda su comida tanto Catra como Adora soltaron un suspiro de alivio; Adora limpió suavemente el rostro de la bebé y se dispusieron a seguir a sus compañeros fuera del comedor.
Los cuatro amigos se dirigieron hasta los jardines del palacio, donde se hallaban entrenando los guardias reales mientras Swift Wind los miraba con euforia. En cuanto el corcel notó la presencia de sus compañeros se apresuró hasta ellos, más específicamente hasta Adora quien llevaba en brazos a Luana, a quien le encantaba saludar cada mañana después de recibir un gesto tierno por parte de la pequeña.
Catra se plantó frente a Adora, interponiéndose entre su hija y Swift Wind, le dirigió una sonrisa desafiante al animal.
― Vamos ―se quejó el corcel―, sólo quiero saludarla.
― Sí, bueno ―respondió Catra―, ella no quiere.
Adora rodó los ojos con una sonrisa burlona y apartó a la joven, acercando a Luana hasta su compañero, la niña colocó sus manos en el hocico de éste, con una sonrisa y balbuceos alegres se abrazó a él con ternura. Adora miró a Catra triunfante, la morena se encogió de hombros con una sonrisa derrotada.
Las espadas de los guardias que entrenaban junto a ellos resonaron para cortar la escena, ambas madres dirigieron su atención hasta el grupo de hombres y mujeres que peleaban de manera amistosa.
― ¿Siempre están entrenando? ―preguntó Adora.
La nostalgia invadió su pecho, cruzó una mirada fugaz con Catra, ambas se sentían de la misma forma, de alguna manera disfrutaban entrenar juntas, ejercitarse las ayudaba a relajar su cuerpo y hacía mucho tiempo que no lo ponían en práctica. Glimmer las miró con el ceño fruncido.
― ¿Por qué no lo intentan? ―preguntó―. Estoy segura de que se sentirán mejor físicamente si hacen un poco de ejercicio.
Adora la miró con una sonrisa, pero no era tan fácil, ahora su vida era distinta, no podían sólo ir y tratar de actuar como si todo fuera igual que cuando eran niñas. Glimmer inmediatamente captó el gesto de su amiga y se apresuró a tomar a Luana de los brazos de Adora. La pequeña, confundida, intentó llorar para volver con la rubia, pero la reina logró distraerla con una bella lluvia de brillos.
― No te preocupes por ella ―dijo―, estará bien con Bow y conmigo.
― P-Pero...
Adora intentó alcanzar a su pequeña, pero Glimmer se giró esquivándola. Bow se acercó hasta su esposa, tomándola por los hombros.
― Vayan ―insistió el joven―. Será sólo un momento y merecen descansar un poco.
Adora y Catra accedieron con ligera dificultad y se alejaron para ejercitarse juntas. Ambas tomaron dos bastones alargados de metal púrpura y se pusieron en guardia, una frente a la otra.
― ¿Estás lista? ―preguntó Adora.
― Siempre estoy lista para vencerte ―sonrió Catra.
Adora correspondió la sonrisa burlona de la morena y se lanzó sobre ella, siendo esquivada por ésta; Catra contraatacó por la espalda, pero Adora logro entorpecer su ataque y dio un salto hacia atrás, mirando desafiante a su ahora esposa; los recuerdos cruzaron su cabeza, estaba entrenando junto a Catra, tal y como lo hacían de niñas, ambas siempre siendo igual de competitivas, se supone que no debía existir una ganadora en ese tipo de entrenamientos, pero a ellas su instinto las movía, por un momento el mundo había desaparecido para dejarlas a ellas solas.
El final del entrenamiento estaba cerca, quién quedara inmovilizada por su contrincante sería la perdedora. La rubia intentó lanzarse nuevamente sobre su esposa, pero la agilidad de Catra superó la de la chica, la castaña logró derribar a la joven, clavando el bastón sobre el césped junto a su cabeza y colocándose sobre ella con una sonrisa victoriosa, a sólo unos centímetros de su rostro agitado.
― Hey, Adora... ―murmuró sin apartar la vista de sus profundos ojos azules.
Adora sonrió ligeramente avergonzada por su derrota.
― Eres una idiota ―soltó.
Catra se separó de ella y le ofreció su mano para que pudiera levantarse, en cuanto la rubia estuvo de pie la castaña la llevó hasta sí, tomándola por la cintura y robándole un beso fugaz.
Glimmer se acercó hasta ellas, aclarando su garganta para interrumpir el momento discretamente.
― Supongo que ambas vendrán con nosotros, ¿verdad? ―cuestionó, a la vez que volvía a colocar a Luana en los brazos de Adora.
― ¿A dónde? ―preguntó la rubia, confundida.
― Calery ―respondió Glimmer―. Olvidé avisarles esta mañana, pero Entrapta quiere averiguar si hay más cristales en aquella mina que puedan ayudarla a aprender más sobre magia, sobretodo sobre la magia de Luana... y de Lilith.
Adora sintió un nudo en la garganta y se aferró más a la pequeña, pegándola a su pecho. Bow intentó cortar la tensión que se había formado en el ambiente.
― Además, hoy habrá una gran fiesta ―soltó con entusiasmo―, será divertido.
Adora y Catra accedieron, si dentro de esa mina se encontraba la forma de entender la magia de Lilith entonces irían sin dudarlo, esa hechicera era un tema que simplemente no podían dejar pasar.
Calery era aquel pequeño poblado en el que se encontraron de nuevo con Tara varios días atrás, donde habían encontrado el cristal que les ayudaría a abrir el portal que nunca pudieron atravesar, tantos recuerdos de los días en los que estuvieron separadas de su hija; les afligía llevar a Luana con ellas, pero dejarla sola al cuidado de otras personas era una idea todavía peor.
Al llegar fueron recibidos con aplausos y festejos por parte de los lugareños quienes celebraban la fundación de su hogar e invitaban al grupo a regocijarse junto a ellos, por supuesto que éstos lo aceptaron, se merecían un pequeño descanso después de todo lo suscitado.
― Me alegra mucho verlas de nuevo por aquí.
Tara se acercaba con una sonrisa hasta Catra y Adora, ambas la saludaron correspondiendo el gesto. La mujer se detuvo unos minutos para observar a Luana en los brazos de Adora, la pequeña la había reconocido, en cuanto la mayor se acercó hasta ella, la niña se escondió en el pecho de su madre, clavando sus filosas garras en las ropas de ésta.
Tara soltó una carcajada delicada.
― Tranquila, preciosa ―dijo dulcemente―, no voy a alejarte de nuevo de ellas, ya aprendí esa lección.
Las jóvenes madres se encogieron de hombros, avergonzadas; habían olvidado el incidente suscitado en el baile a She-Ra. Tara y su familia realmente se asustaron del poder de Luana en aquel entonces.
― ¿Por qué no dejas que juegue un poco con los otros niños? ―sugirió Tara, mirando a Adora.
Cerca de las tres se encontraba un bello jardín lleno de flores coloridas en el que varios pequeños de distintas edades jugaban entre ellos.
― Oh... ¿estás segura? ―tartamudeó la rubia.
Tara asintió con una sonrisa.
― No te preocupes ―dijo―, estará bien. Podrás vigilarla desde aquí.
― No es ella quién nos preocupa ―interrumpió Catra.
Las jóvenes madres aún no lograban comprender del todo la magia de su hija, sabían que desde su regreso de Marakar no habían tenido ningún otro accidente, pero temían que sucediera en cualquier momento, mantenerla en el castillo de Bright Moon era una cosa, pero arriesgar a otros niños sobrepasaba su límite.
― Tranquilas ―interrumpió Entrapta, quién había estado escuchando todo junto a Glimmer y Bow―, he estado estudiándola en estos días y-
― ¡¿Tú qué?! ―intervino Catra.
― No de esa forma ―protestó la joven de cabellera violeta―, sólo he estado observándola, tal parece que su magia se contuvo desde lo que le sucedió a Adora en Marakar ―comenzó a caminar de un lado a otro, analizando la situación―. Lo más seguro es que ahora que se siente a salvo con ustedes no es necesario para ella liberarla.
Entrapta terminó mirándolas con una sonrisa inocente, como si hubiese dicho algo que no fuera realmente relevante, pero para Adora y Catra eso significaba mucho, no sólo por el hecho de que ya no correrían peligro quienes rodearan a Luana, sino que ella misma se mantendría a salvo. La pequeña había logrado contener su magia en cuanto se sintió unida a Adora de nuevo al momento de traerla de vuelta a la vida. La rubia sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, su muerte aún era difícil de digerir para ella.
― Hey ―Catra llamó su atención―, ¿estás bien?
Adora asintió observando como Entrapta se alejaba siguiendo sus propios instintos y curiosidad hacia la mina, seguida por Glimmer y Bow.
― Sólo recordé ―dijo―, es todo.
La rubia se aproximó hasta el jardín que Tara les había señalado antes y sentó a Luana en el esponjoso césped, la pequeña estiró sus brazos hasta Adora al notar que se alejaba, ésta le sonrió y acarició su cabello, quedando de rodillas junto a ella. Al poco rato la niña comenzó a distraerse con las flores e insectos que la rodeaban, persiguiendo cada uno con la mirada, sus movimientos aún eran torpes, por lo que se mantenía sólo sentada jugando con lo que tuviera a su alcance.
Catra se agachó junto a su esposa y rodeó sus hombros con un abrazo reconfortante.
― Lo sé ―dijo―, lo entiendo, todavía tengo pesadillas sobre eso... ―apretó su agarre, su cuerpo temblaba―, pensar que pude haberte perdido... no habría podido vivir con eso.
Adora pegó su rostro al de su esposa, frotándolo contra éste cariñosamente, Catra soltó ligeros ronroneos que hicieron que la rubia esbozara una sonrisa. Tara se acercó sigilosamente hasta ellas, ambas se pusieron de pie nuevamente.
― Me alegra que ambas estén a salvo ―dijo y dirigió su atención hasta Luana―, me alegra que ella esté sana y salva ―Adora asintió con una sonrisa nerviosa―. Les dije que todo estaría bien.
Catra rascó su nuca y sonrió con ironía.
― Ahora lo peor es lo que nos espera, supongo ―bufó.
Tara soltó a reír.
― No es tan malo ―mencionó―. Difícil sí, pero no malo.
― No, por supuesto que no es malo ―siguió Adora―, es sólo que nosotras no-
― No queremos ser su Shadow Weaver ―interrumpió Catra―. Yo no quiero serlo ―corrigió―, no quiero cometer errores tan estúpidos como los de hace años, no con ella.
Tara ladeó la cabeza con una sonrisa torcida, Adora sostuvo la mano de su esposa, llamando la atención de ésta, pero sin dejar de mirar a la mujer frente a ambas.
― Sólo queremos que sea feliz toda su vida ―musitó la rubia―, haremos todo lo posible por lograrlo, ya fuimos lo suficientemente idiotas.
Luana continuaba jugando despreocupada, la atención de la pequeña fue captada por una florecilla a su costado, ésta intentó estirarse hasta ella, pero su cuerpo aún no estaba acostumbrado a moverse de esa forma y terminó cayendo boca abajo sobre el césped, sin poder moverse llamó desesperada a sus madres, llorando para tener su atención. Catra, sin pensarlo dos veces, corrió hasta la niña para acogerla en sus brazos, sacudió el ropaje de la pequeña intentando quitar toda la tierra y césped de éste y trató de tranquilizarla meciéndola suavemente frente a ella, la niña estiró sus brazos hasta el rostro de Catra y ésta la pegó a su cuerpo, logrando que la pequeña se aferrara al cuello de su blusa mientras fruncía los labios aun ligeramente asustada. Adora se acercó hasta ambas y besó la nariz de Luana con ternura. Tara les lanzó una mirada victoriosa, ambas la esquivaron con una sonrisa tímida.
La fiesta en Calery apenas estaba en su mayor auge, Bow, Glimmer y Entrapta habían terminado de hurgar en la mina y disfrutaban con regocijo los festines que los lugareños habían preparado para ellos, el cielo que ya comenzaba a tintarse de rojo por el proveniente atardecer muy pronto se iluminó por los fuegos artificiales que habían sido lanzados para estallar en las alturas a modo de celebración y euforia.
El ruido ocasionado por éstos sobresaltó a Luana quien inmediatamente se escondió en el pecho de Catra, llorando aterrada.
― ¿A-Adora? ―la castaña le lanzó una mirada preocupada a su esposa, Luana nunca había pedido refugio en ella antes, aún la ponía nerviosa que lo hiciera y Catra no supiera como calmarla.
Adora se acercó hasta ella y tomó delicadamente a la pequeña en brazos, acunándola contra sí, la meció intentando tranquilizarla a la vez que sostenía su cabeza cubriendo sus orejas felinas. Tara se aproximó hasta ellas con un gesto angustiado, los fuegos artificiales seguían resonando como relámpagos en el cielo y las pobres jóvenes nada podían hacer para calmar el llanto de su bebé.
― Vengan conmigo ―ordenó la mujer y se alejó seguida por las jóvenes.
Llegaron hasta una cabaña ligeramente alejada de la celebración, era el hogar de la familia de Tara; la mayor las invitó a pasar, Catra y Adora accedieron avergonzadas, Tara las guio hasta la habitación donde dormía junto a su esposo, la rubia tomó asiento sobre la cama mientras Catra se arrodillaba a su lado.
― Lo lamento tanto ―exclamó Tara, angustiada―, no tenía idea de que los ruidos fuertes la asustaran de esa manera...
― Nosotras tampoco ―masculló Catra.
― De haberlo sabido... ―continuó Tara―, ¿hay algo que pueda hacer?
Adora negó con una sonrisa y el ceño fruncido.
― Gracias ―musitó.
Tara se encogió de hombros y salió de la habitación, apenada. La rubia mecía a Luana una y otra vez intentando calmar su llanto, pero era inútil, dentro de la cabaña el ruido de los fuegos artificiales apenas era perceptible, sin embargo, la pequeña todavía lucía aterrada; era obvio que después de todo lo sucedido se sintiera indefensa en incontables ocasiones, incluso al estar de vuelta en Etheria. Adora comenzaba a sentirse desesperada, verla llorar de esa forma y no poder hacer nada por calmarla la hacía sentirse inservible y responsable por su desgarrador sufrimiento. Miró a su esposa, afligida.
― ¿Q-Qué hacemos?
Catra la correspondió con el mismo gesto que portaba Adora, no tenía la menor idea de cómo solucionarlo, pero se sentía tan pésima madre como su compañera. Una idea atravesó sus pensamientos, rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta y dio con la muñeca que Glimmer le había regalado por la mañana.
― Hey, Luana ―la llamó dulcemente―, mira quién es.
Catra movía la muñeca frente al rostro de la niña, ésta la miraba atentamente aún con el llanto en las mejillas y las garras aferradas a Adora. Sus diminutos labios temblaban queriendo volver a llorar, pero la castaña no lo permitiría; le lanzó una sonrisa melosa y siguió con su intento por calmarla.
― No tienes por qué estar asustada ―dijo―, sé que She-Ra puede ser una rubia idiota, irritante y testaruda ―miró a Adora aún con la sonrisa imborrable en su rostro―, pero ella siempre va a protegerte ―le entregó la muñeca, la niña la abrazó de inmediato contra sí, restregando su rostro con el objeto y escondiéndose posteriormente en el pecho de su madre―, al igual que yo, sin importar el costo ―besó su nuca―, lo prometo, gatita.
Luana pronto había quedado en silencio, abrazada a la muñeca y al cuerpo de la rubia; Adora sonrió de oreja a oreja, el rubor inundaba sus mejillas.
― ¿Qué? ―preguntó Catra, defensivamente.
― Nada ―rio la otra―, es sólo que... cambiaste.
La castaña rodó los ojos con irritación y se limitó a inclinarse hacia el rostro de su esposa.
― Al igual que tú ―sonrió.
Y así, pasó un buen rato en que las tres permanecieron juntas tranquilamente, Luana había logrado conciliar el sueño, Adora y Catra la admiraban incansablemente, su tierno y apacible gesto, sus orejas felinas que movía cada vez que escuchaba a cualquiera de las dos hablar y su ondulada cola que enredaba en el brazo de la castaña.
La pequeña tal vez había llegado hasta ellas de la forma más extraña que pudieran imaginar y definitivamente las había hecho pasar por incontables problemas antes de que ambas pudieran entender lo que sentían, pero ahora la tenían justo ahí, con ellas; el calor llenó sus cuerpos, ese feroz instinto de querer protegerla de cualquier cosa se encontraba ahí, palpitante. Adora esbozó una sonrisa y reacomodó los cabellos de la niña.
― Por favor duerme así de tranquila siempre ―susurró―, no tienes una idea de todo lo que seriamos capaces de hacer para nunca más verte llorar, pequeña...
Catra sonrió conmovida por las palabras de su esposa, pero, para su desgracia, el tranquilo momento no duró lo suficiente, fuertes estruendos provenientes del exterior levantaron a ambas jóvenes de la cama, por un momento creyeron que se trataba de la celebración, pero no era así, gritos aterrados se escuchaban al unísono de los estrépitos sonidos.
Adora miró a Luana, no quería salir con ella, no podía interrumpir su tranquilo sueño de esa forma, además, estaría más segura adentro que presenciando lo que sea que estuviera pasando en el exterior. Cubrió a la pequeña con una manta, evitando que notara su ausencia y salieron hasta el umbral de la puerta de la cabaña.
El cielo se estremecía entre halos brillantes de luz y sonidos ensordecedores, las jóvenes dirigieron su atención hasta éste, parecía caerse a pedazos, como si estuviera agrietándose y creando huecos en él. El escudo estaba desapareciendo.
― No... ―musitó Adora, estupefacta―, no puede ser...
― ¡Adora! ―Glimmer la llamó desde lo lejos, el viento soplaba con fuerza, el grupo apenas podía mantenerse firme sobre el suelo.
La joven, Bow y Entrapta corrieron hasta la rubia y su esposa, sea lo que sea que estuviera pasando lo resolverían juntos. Adora dirigió toda su atención a su alrededor, los lugareños se escondían dentro de sus hogares, gritaban aterrados, el mundo parecía desmoronarse. Si eso estaba sucediendo significaba que algo terrible se aproximaba, justo cuando creía que por fin podría estar tranquila.
― ¿Qué está pasando? ―exclamó Catra.
― El escudo ―respondió Glimmer―, el escudo está rompiéndose.
― ¿No se supone que debería haber estado ahí por varios miles de años? ―siguió la felina, enfatizando su irritación.
― No entiendo que pudo haber salido mal ―recalcó la menor―, el hechizo había funcionado.
Adora guardó silencio unos segundos, pronto su rostro ensombreció.
― Lilith... ―musitó. Sobresaltada se giró hasta la entrada del hogar de Tara, el hogar donde se encontraba su pequeña hija―. ¡Luana!
La rubia corrió de inmediato hasta el interior de la cabaña, tal vez ella nunca había tenido una madre real que la ayudara a protegerse del mundo, tal vez tuvo que salir por su cuenta con ayuda de Catra y sus amigos, tal vez por ello no tenía la menor idea de cómo ser una buena madre, pero definitivamente no dejaría que Luana sintiera lo mismo, no dejaría que nadie volviera a hacerle daño. Para aquella pequeña, Adora sería la madre que ella nunca tuvo.
Muchas gracias por leer! 💖 Este capíutulo fue súper leve porque según ustedes los hago sufrir mucho HAHAHA🤭
¿Por qué no me siguen si les está gustando mi historia? ¿Les da miedo que los haga llorar con otras historias? 😏
Les recuerdo que ésta ya está por terminar, pero mi amor por el Catradora no, entonces seguiré escribiendo y actualizando en cuanto A Beautiful Life termine.
Ahorita tengo varias historias Catradora en mi perfil con las que prometo ponerme al corriente, también tengo una historia con un poco de Glitra, pero que terminará siendo Catradora. Se llama "Éxtasis" y tiene lemon, por si gustan.😏💖
En unos minutos subiré las sorpresas que les tenía preparadas💖
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