Capítulo 10. Luana.

Mientras el sol se ocultaba para dar paso a un nuevo anochecer el palacio de Bright Moon era iluminado por las sonrisas de los presentes, y es que para todo el grupo de amigos era demasiado encantador observar como la pequeña tiraba del flequillo de Catra y bruscamente tomaba cada parte de su rostro mientras caía a carcajadas por los gestos de la felina que no podía hacer más que mantenerse quieta y sonreír con dolor; sin embargo, a la castaña le hacía feliz aquello, incluso si nunca lo había planeado de esa forma, si nunca se había visualizado en esa situación, el ver la sonrisa de la niña que se encontraba por fin a salvo era un sentimiento que la colmaba de paz.

Adora miraba la escena tan conmovida como todos, le sonreía cálidamente a su esposa cada que ésta intentaba pedir ayuda con la mirada, pero ¿cómo podría privar a la niña de aquella pequeña alegría que le daba juguetear con el rostro de su madre?, después de todo ya había pasado por mucho sufrimiento, era lo menos que podían hacer por ella.

La rubia se acercó hasta Glimmer, quien aún se hallaba en el suelo al igual que Catra y ella, Bow se había tirado junto a la menor para rodearla con sus brazos en silencio, pegándola a su pecho entre lágrimas de alivio por tenerla de vuelta, Glimmer sólo podía sonreír ante el tierno gesto del joven.

― ¿Cómo te sientes? ―preguntó Adora, hincándose junto a ambos.

― Estoy bien ―respondió Glimmer―, aunque debo aceptar que ya había olvidado lo que era ―rio―, desde Horde Prime para lo único que había utilizado mi magia era para mover cosas sin levantarme.

Adora correspondió con una sonrisa tímida y después rascó su nuca avergonzada.

― Tengo que darte las gracias ―soltó―, de no ser por ti, esto no habría sucedido...

La rubia dirigió su atención hasta su esposa e hija, esta vez Catra se había sentado con las piernas cruzadas en el suelo, colocando a la pequeña entre éstas; la niña la miraba con una sonrisa mientras estiraba sus brazos hasta ella para que volviera a cargarla, pero Catra ya estaba bastante cansada, así que sólo desviaba ligeramente la atención evitando el contacto visual con su hija, pero ésta había heredado la terquedad de sus madres, llamaba a Catra entre balbuceos, frunciendo los labios lista para soltar en llanto.

― ¡No, no, no, no! ―exclamó, agitando las manos frente a la pequeña, intentando impedir lo que se avecinaba, pero ésta sólo comenzaba a expulsar pequeñas lágrimas engañosas―. ¡Adora! ―llamó, angustiada.

El grupo entero soltó a carcajadas después de ver aquella escena, Catra siendo completamente manipulada por una versión suya en miniatura, Adora dudaba seriamente si acudir a su llamado o sólo esperar a que su esposa lo resolviera para que fuera más divertido. Catra estaba indignada ante la actitud de la joven, dirigió de nuevo su atención hacia la niña que sólo la miraba suplicante, la castaña inclinó ligeramente la cabeza y frunció el entrecejo. La bebé estiró de nuevo sus brazos hasta ella, abriendo y cerrando lentamente los puños, le estaba dando una última oportunidad antes de comenzar a llorar de lleno.

La chica soltó un suspiro de resignación y tomó a la niña en brazos, llevándola hasta sí, la sentó en su antebrazo izquierdo mientras la bebé sonreía victoriosa, Catra se sentía derrotada, todo había sucedido tan rápido que olvidó por completo que la habitación estaba llena de personas, cuando por fin lo captó el rubor se le subió hasta las mejillas, nerviosa jugueteó enredando uno de sus dedos entre los cabellos de su fleco, la pequeña aprovechó esto para secuestrar la mano de la felina en un movimiento rápido. La tomó entre sus pequeñas garras, observándola detenidamente, Catra no podía alejarla de la niña, sólo miraba intrigada cada uno de los movimientos de ésta al observar su nerviosa mano.

La niña enredó el dedo índice de Catra, estrujándolo con todas las fuerzas que podía tener entre sus dedos, mientras sonreía divertida; Catra la miró con una sonrisa inundada en ternura y besó su frente suavemente, la pequeña soltó su agarre para pegarse al pecho de su madre en un bostezo.

Los presentes expresaron despreocupadamente su ternura con un gesto logrando avergonzar a la castaña que sólo miró a su esposa suplicante mientras la niña dormitada contra su cuerpo.

Adora suspiró dirigiendo su atención a Glimmer y Bow.

― No tienes que agradecerme ―sonrió Glimmer mientras Bow apretaba su abrazo―, somos amigas, es lo que hacemos ―tomó su mano y miró a Catra con una sonrisa ligeramente burlona―. Ve con ella, te necesita.

La rubia asintió con una mirada agradecida, se levantó para dirigirse hacia su esposa agachándose hasta su altura, tomó cuidadosamente a la pequeña que yacía completamente agotada, la acunó en sus brazos mientras ésta entre sueños se acurrucaba contra su pecho y llevaba su pulgar entre sus labios.

― Sé que debemos colocar el escudo sobre Etheria ―señaló Adora, mientras se ponía de pie junto a Catra―, pero estamos agotadas... ¿podríamos-

― No te preocupes ―interrumpió Perfuma―, podemos hacer los preparativos mientras ustedes descansan ―miró a la reina―, Glimmer también necesita recuperar fuerzas.

― Serán sólo unas horas ―añadió Entrapta―, podrán recuperar su energía para entonces.

Catra y Adora asintieron con una sonrisa cansada, salieron del lugar para dirigirse a su habitación, los demás las siguieron dejando a Glimmer y Bow a solas.

― También deberíamos descansar un poc-

La joven apenas terminaba su frase cuando los estrujantes brazos de Bow se enredaron a su cuerpo, el chico pegó su rostro al hueco en el cuello de Glimmer, dejando salir lágrimas silenciosas.

― ¿Bow...? ―musitó confundida.

― Espera sólo un poco... ―susurró, apretando su abrazo―, quiero sentirte, saber que realmente estás aquí...

Glimmer se giró lentamente, tomando el rostro del joven entre sus manos y sonriéndole de oreja a oreja.

― Mírame, Bow ―llamó su atención―, estoy aquí... contigo.

Bow sonrió entre lágrimas de alivio, pegando su frente a la de la joven.

― Tenía tanto miedo de que no volvieran... de que no volvieras... ―sollozó―, por favor no vuelvas a irte...

La joven soltó una risa ligera y se abrazó al pecho de Bow, escondiendo su rostro en él.

― Tranquilo ―dijo―, no necesitas protegerme siempre, Bow, yo-

― ¡Quiero hacerlo! ―interrumpió, separándola para mirarla a los ojos―. Quiero protegerte toda mi vida, Glimmer.

La chica enrojeció completamente haciendo que Bow sonriera ante su tierno gesto.

― No me importa qué pase en Etheria ―musitó el joven, acariciando su mejilla―, no me importa cómo evolucione nuestra relación, no me importa si el fin del mundo vuelve a pisarnos los talones ―besó dulcemente los labios de su esposa―, yo siempre voy a protegerte, incluso si tú eres lo suficientemente fuerte para defenderte sola.

Glimmer sonrió con los ojos húmedos y se abrazó al joven, perdiéndose en la calidez de su cuerpo y el latir de su corazón. Agradecida por tenerlo a su lado.



Catra cerró la puerta detrás de sí, Adora se dirigió hasta la cama donde ambas dormían y colocó cuidadosamente a la bebé al centro de ésta, se alejó despacio mientras la niña volvía a reacomodarse en el mullido colchón.

La rubia se sentó cautelosamente a la orilla de la cama mirando con el entrecejo fruncido a la pequeña que estaba a menos de un metro de distancia.

― Ella está aquí ―susurró―, por fin está aquí ―se quedó en silencio unos segundos hasta que una idea aquejó sus pensamientos y dirigió su atención hasta Catra―. Ahora, ¿qué haremos...? ―suspiró―, ¿qué es lo que sigue?

La castaña se arrodilló frente a su esposa, tomando con firmeza sus manos, no podía darle una respuesta concisa, hasta ese momento sólo se habían preocupado por Lilith, estaba completamente segura de que ambas tenían fuertes sentimientos por aquella niña, pero ¿cómo decirle a Adora lo que debían hacer? Seguía siendo una enorme responsabilidad y... por Etheria, literalmente hacía sólo unos días habían tenido una pelea de comida en el comedor del palacio, ¿cómo iban a criar adecuadamente a una niña?, ellas aún eran unas niñas. 

Catra no tenía respuestas para Adora, sólo podía dejar que el tiempo se las diera, pero sabía que pasara lo que pasara, ella estaría siempre ahí, a su lado, sin importar nada. Besó delicadamente su mano en señal de completa lealtad y amor, un amor eterno y duradero, capaz de ir contra cualquier adversidad.

Adora se sonrojó ligeramente ante el gesto de la castaña, la miró con una sonrisa y tomó su rostro entre sus manos.

― Deberías descansar ―susurró.

Catra sonrió y restregó su rostro contra las manos de la chica, besándolas.

― No fui yo quien murió ―soltó, ligeramente burlona―, duerme un poco, yo te cuidaré ―desvió la mirada hasta la bebé―, las cuidaré ―corrigió―, a ambas.

Adora rodó los ojos con una sonrisa torcida, Catra se puso de pie, se quitó la chaqueta y la colgó en una silla cercana.

― No está muerta ―masculló Adora, mirando a su esposa―, sólo logramos detenerla un tiempo...

Adora no le había explicado a detalle lo suscitado con Lilith sólo el desenlace, mientras caminaban de vuelta a su habitación, Catra estaba conforme con eso, no era necesario obligar a su esposa a recordar detalles que la desanimaran de nuevo.

― Lo sé ―respondió Catra, volviendo hasta ella―, por eso dije que yo las cuidaré, puedes dormir tranquila, necesitas recuperar fuerzas ―sonrió altanera―, no tienes de qué preocuparte, nada vence a mis reflejos.

Catra se dirigió hasta el sofá junto a la puerta, recostándose sobre éste con Melog a sus pies, pensaba mantenerse despierta, no esperaban el regreso de Lilith, al menos no durante ese lapso tan corto de tiempo, además el escudo pronto estaría listo y no habría de qué preocuparse, pero igual quería hacer sentir a Adora a salvo, quería que ella descansara aunque fuera sólo un poco, y quería hacerle saber que la protegería de todo, sin importar qué.

La rubia se acomodó cuidadosamente junto a la pequeña que dormitaba plácidamente desde hacía varios minutos, la miró embobada por un largo rato, las lágrimas se le marcaban en el rostro que ya lucía cansado, apretaba con fuerza los puños que descansaban sobre su pecho y respiraba agitadamente, angustiada. Adora, cautelosa, acomodó sus cabellos ondulados para destapar su cara, deslizó su mano hasta las de la niña y las tomó, acariciándolas con suavidad para que ésta dejara de tensarlas; a la vez que la niña abrió los puños, su gesto había cambiado a uno más apacible. Adora sonrió ante el cambio y sostuvo su agarre, dirigió su atención a Catra que la miraba con una sonrisa.

― Lilith no vendrá hoy ―dijo―, ven a dormir.

Catra se retuvo unos minutos, pero Adora la miraba insistente, la castaña se levantó de su lugar y se dirigió hasta la cama, recostándose del otro lado de la niña, quedando frente a Adora. La bebé hizo un par de sonidos después de sentir el movimiento de la cama cuando Catra se recostó, la joven se quedó inmóvil unos segundos.

― Tranquila, no va a despertar ―añadió Adora―, está tan cansada como nosotras... o más ―miró a la pequeña, volviendo a acomodar sus cabellos―, tal vez sólo está soñando.

― ¿Qué crees que esté soñando? ―preguntó la castaña mirando a la niña―, ¿crees que esté... soñando con nosotras?

La niña frunció el ceño, apretando nuevamente sus puños enredando los dedos de Adora con fuerza, sus dos manos estaban aferradas al pulgar y el meñique de la rubia.

― No lo creo ―respondió con tristeza―, parece asustada ―utilizó sus tres dedos libres para masajear suavemente el pecho de la bebé―, tal vez esté soñando con Lilith.

La pequeña estaba comenzando a moverse inquieta, el ceño lo tenía cada vez más fruncido, Adora y Catra se miraron consternadas y antes de poder hacer algo soltó en un llanto desesperado, zafándose del agarre de Adora y sacudiéndose incesantemente.

― ¿Qué pudo haber soñado para ponerse así? ―preguntó Catra.

Adora la miró preocupada, levantándose de su lugar y quedando sentada sobre la cama, envolvió a la niña con la manta que había debajo de ella y la acunó contra su pecho.

― ¿Qué fue lo que te hicieron...? ―musitó con el nudo en la garganta mientras la observaba con los ojos acuosos.

Al escuchar aquel pequeño susurro y sentir el abrazo de la joven, la pequeña cesó levemente su llanto, abriendo los ojos en busca de su madre y encontrándose con una sonrisa llena de pena.

― Creo que... ―interrumpió Catra―, tu voz la tranquiliza ―miró a Adora con una sonrisa torcida―. Le gusta... tu voz.

Adora sintió un leve sonrojo en las mejillas, Catra se acercó hasta ambas para observar que la bebé se encontrara bien, había dejado de llorar y miraba fijamente a Adora para después dirigir miradas rápidas a Catra, provocando una sonrisa en ambas jóvenes, la rubia dejó salir un par de lágrimas fugitivas de sus ojos.

― ¿Estás bien? ―cuestionó la castaña.

La rubia asintió secándose el rostro y recibiendo un tierno beso en la nariz por parte de su esposa.

― Tratemos de dormir de nuevo, ¿de acuerdo? ―dijo.

Adora se recostó colocando a la niña cerca de su cuerpo, abrazándola delicadamente mientras Catra se recostaba detrás de ella, pasando su brazo por encima de ésta, entrelazando su mano con la de la joven y quedando sobre el pecho de la pequeña que las miraba más despierta que nunca.

― Por favor vuelve a dormir ―suplicó Adora. Catra soltó una carcajada, escondida en la espalda de la rubia―, ¿qué es tan gracioso?

― Nada ―rio―, sólo estaba pensando en lo realmente difícil que será todo a partir de ahora ―Adora frunció el ceño, indignada―. Tengo una idea ―siguió Catra, calmando su risa―, ¿por qué no le cantas? Dijiste que creías que tal vez eso la ayudaba a dormir, ¿o no?

― B-Bueno... sí, pero... ―tartamudeó Adora, nerviosa.

― Vamos, Adora ―la motivó, apretando su abrazo―, todas necesitamos dormir.

La joven soltó un suspiro, resignada y tomó aire con fuerza escondiendo su cabeza en la nuca de la niña. Su voz comenzó a resonar en la habitación, dejando escapar un tarareo dulce, una melodía suave que terminó arrullando a las tres hasta que se quedaron profundamente dormidas, perdidas en un sueño apacible y cálido.



― ¡Llevaaamos horaaas aquí! ―se quejó Mermista―, ¿cuándo se supone que terminarás?

La morena miraba con intriga a Entrapta quien movía un montón de botones, artefactos, tuercas y tornillos preparando algo similar a un enorme pedestal con diagramas y escrituras de los Primeros, y otros más de hechiceros actuales de Etheria.

― Sólo debo hacer unos últimos ajustes... ―apretó una última tuerca logrando que dichos diagramas y escrituras se iluminaran con una luz purpura―. ¡Listo!

El resplandor terminó por llamar la atención del grupo, éstos se acercaron intrigados hasta Entrapta y su nuevo logro científico. Aquella mesa que simulaba un pedestal mágico funcionaba como un amplificador de la magia de She-Ra para que fuera reflejada por toda Etheria de un solo golpe.

― Ahora que está listo debemos apresurarnos ―añadió Micah y dirigió su atención hasta Frosta―, ¿podrías traer a Adora y Catra?

La chica asintió con su típico gesto decidido y salió corriendo en busca de las jóvenes madres. Se adentró al palacio buscando la habitación de ambas, girando en cada corredor sin dudarlo, sabía perfectamente el camino. Una vez allí, abrió bruscamente la puerta de par en par, sobresaltando a las chicas y provocando que éstas despertaran de golpe, estremecidas; el susto había logrado que la aún adormilada Adora abrazara ferozmente a la bebé contra su pecho mientras Catra se lanzaba frente a ellas en un salto aturdido, intentando protegerlas, pero sin entender lo que sucedía.

― Ah... ―Frosta quedó en silencio unos segundos―, lo siento, debí llamar antes.

Adora y Catra soltaron un suspiro aliviado después de distinguir a la joven en el umbral de la puerta, se reincorporaron intentando recuperarse de aquel sobresalto, era normal que estuvieran tan asustadas, no había pasado ni un día, Lilith aún las mantenía con los nervios de punta y despertarlas de esa forma no había sido una gran idea.

― Todo está listo, necesitamos a She-Ra para colocar el escudo ―dijo la menor y cerró la puerta detrás de sí.

Las jóvenes salieron detrás de Frosta, Adora llevaba a la pequeña en brazos quien soltaba carcajadas inocentes cada que el cabello desordenado de la rubia le hacía cosquillas en la nariz. Ambas caminaban agotadas, los ojos les pesaban y la luz apenas era soportable, esa era la primera vez que habían dormido con tranquilidad varias horas seguidas y Frosta las había interrumpido descortésmente.

Llegaron hasta los jardines del palacio, todos se encontraban ahí: las princesas, Micah, Sea Hawk, incluso Swift Wind; Adora y Catra se instalaron cerca de todos mientras Bow y Glimmer llegaban detrás de ellas.

― Ahora que estamos todos aquí podemos comenzar ―indicó Micah.

Los lugares ya estaban designados para Adora y Glimmer pues eran quienes tendrían el papel principal dentro de la formación del escudo; la rubia se acercó a Catra entregándole a la bebé, acariciando con suavidad los cabellos de la pequeña esbozando una sonrisa. Glimmer y ella se colocaron frente al pedestal de Entrapta, Adora respiró profundo y se iluminó con una luz arcoirisada trayendo de vuelta a She-Ra, miró a Glimmer con una sonrisa decidida y ésta reflejó su magia sobre el pedestal, She-Ra apuntó con su espada hacia el diagrama que Glimmer había iluminado frente a ambas, cerró los ojos con fuerza y de ella se desprendió un halo luminoso de energía mágica que chocaba contra el pedestal, mientras de éste, como si se tratase de un espejo, un rayo de luz salía disparado hacia el cielo de Etheria, atravesando las nubes. Pronto una cúpula mágica se formó por Etheria y una vez cubierto todo el planeta fue haciéndose invisible a los ojos de sus habitantes; el escudo estaba hecho.

Los amigos celebraban con regocijo, por fin todos estaban a salvo y el escudo les daría tranquilidad por un tiempo, Adora regresó a ser ella misma y se acercó hasta Catra abrazándola con fuerza mientras los demás se lanzaban sobre ellas en un abrazo alegre; Micah miró la escena con una sonrisa que se borró en un momento y se acercó hasta Adora y Catra con paso sigiloso.

― Aún hay algo de lo que debemos hablar... ―añadió con voz ronca, llamando la atención de todos, especialmente de las jóvenes esposas; el hombre miró a la niña que se escondía en los brazos de Catra―, se trata de ella.

Adora frunció el entrecejo confundida y se plantó frente a la felina, mirando a Micah fijamente.

― ¿Qué sucede con ella? ―preguntó en seco.

Micah aclaró su garganta intentando esquivar la mirada penetrante de la rubia.

― Todos nosotros... ―comenzó―, estuvimos debatiendo sobre un tema delicado mientras ustedes descansaban ―carraspeó un poco, dudando sobre lo que diría―, creemos que lo mejor es que-

― Hagamos el hechizo ―siguió Frosta, notando el evidente nerviosismo de Micah.

Adora quedó inmóvil unos segundos, por un momento dudó seriamente si había escuchado bien, apenas pudo soltar unas cuantas palabras con el poco aliento que le quedaba.

― ¿Q-Que...? ―tartamudeó aturdida.

Micah se acercó hasta ella y la tomó por los hombros.

― Catra nos habló sobre lo que sucedió en Marakar... ―dijo.

Mientras Adora y Glimmer habían vuelto a rescatar a la pequeña improvisadamente, Catra tuvo el tiempo suficiente para narrarle al equipo todo lo suscitado horas antes en el encuentro de ambas esposas con la hechicera, los portales, el palacio, la magia, los guerreros... la muerte de Adora; no era algo sencillo para la castaña, pero sin duda debía mantener informados a todos en caso de ser necesario.

― Si Lilith pudo asesinarte... ―continuó Micah, mirando condescendiente a Adora―, entonces es más peligrosa de lo que imaginábamos. Si el escudo falla, si nosotros fallamos... si She-Ra falla y ella logra apoderarse de la magia de esa niña ―suspiró―, no sólo Etheria estaría en riesgo, sino el universo entero.

La rubia soltó una risa irónica, alejándose del agarre del hombre y mirando con una mezcla entre molestia y decepción a todos sus amigos.

― Entonces... ―soltó socarrona―, ¿todos ustedes decidieron el futuro de mi hija sin siquiera consultarlo con Catra o conmigo? ―miró a Glimmer y Bow―. ¿Ustedes sabían de esto?

Los jóvenes reyes negaron bruscamente, ambos tenían la misma expresión estupefacta que ellas, estaban seguros de que de haberlo sabido no hubieran estado de acuerdo en aquella rotunda decisión.

― Ni Glimmer ni Bow estaban aquí cuando lo hablamos... ―interrumpió Perfuma.

Adora volvió a reír con ironía, negando ligeramente con la cabeza, decepcionada, dolida y molesta.

― Entonces lo decidieron sólo ustedes, ¿cómo pudieron decidir algo así... sólo entre ustedes? ―exclamó, irritada.

La joven a duras penas podía mantener la compostura, la sangre le hervía. Señaló a la niña que escondía su rostro aterrado en el pecho de Catra, el sobresalto de Adora había terminado por asustarla de sobremanera, sus diminutas garras se aferraban al ropaje de la felina que abrazaba su nuca intentando tranquilizarla.

― ¡Ninguno estuvo ahí! ―siguió Adora, irritada―, ¡ninguno de ustedes la vio sufrir o la escuchó llorar o sintió su dolor! ―respiró profundamente, intentando calmar su rabia―, sólo Catra y yo... sólo nosotras...

Micah tragó saliva y se acercó nervioso hasta la joven.

― Adora... todo esto, es por el bien de todos ―dijo.

― No puedes decirme eso... no ―bramó la otra―, fuiste quien se opuso al hechizo en primer lugar, tú-

― ¡Lo sé! ―interrumpió Micah y tomó aire―, pero... eso fue antes de saber a qué nos enfrentábamos, antes de saber que esa niña ―la señaló con la mirada, Catra la resguardó más contra su cuerpo―, era tan peligrosa como decías.

Adora sintió una opresión en el pecho, al final siempre había tenido la razón... ahora por fin le estaban dando la razón, pero eso ya no le importaba a estas alturas, ahora era diferente, no sólo para ella sino también para su esposa, sentía como si fuera a escupir el estómago por la boca.

― N-No podemos hacer esto ―susurró.

El hombre tomó a la chica por los hombros y la miró con lastima, él había sido rey por un largo tiempo y si había aprendido algo durante su reinado era que aquellos que tenían el deber de proteger al pueblo eran los que debían realizar los mayores sacrificios; odiaba que Adora tuviera que realizar un sacrificio tan grande, odiaba ser el malo en esta historia, odiaba decirle a una niña que debía deshacerse de su hija, odiaba todo lo que estaba sucediendo, pero ya no podía encontrar más soluciones.

― Esto no se trata de mí, ni de nosotros, ni de ustedes ―dijo con el nudo en la garganta―, se trata de poner a toda Etheria y al universo a salvo ―suspiró, dirigiendo su atención a Catra quien lo miraba fulminante―, si Lilith logra poner sus manos en ella no tendremos ninguna oportunidad contra su magia, además... esa pobre pequeña volvería a sufrir tanto o más que antes, no podemos dejar que eso pase ―volvió su mirada hasta Adora―, este es el deber de She-Ra.

La rubia abrió los ojos de golpe en cuanto sintió la falta de aire, su deber se estaba sobreponiendo a sus sentimientos; ¿qué era lo más importante?, para otros tal vez el poner al planeta fuera de riesgo, pero para Adora... ¿cómo esperaban que tomara esa decisión?

Incluso si aquella bebé había llegado sin previo aviso, si les había traído problemas desde un inicio, si todo estaba sucediendo por ella, ¿cómo podría simplemente dejarla ir? 

Pero She-Ra tenía un deber con Etheria, con las princesas, consigo misma, un deber al que se había aferrado y comprometido desde el día en que encontró la espada dentro del bosque, un deber que debía cumplir por obligación.

Adora soltó un suspiro resignado y se giró hasta su esposa, intentó articular palabras, pero en cuanto abrió la boca nada salió de ésta; tomó delicadamente a la niña de los brazos de Catra, quien al principió forcejeó un poco con ella evitando entregársela, pero al observar la mirada triste de la joven dejó ir a la pequeña de entre sus brazos. 

La rubia acunó a la bebé contra sí y la miró angustiada.

― ¿Puedes decirme qué es lo correcto? ―le preguntó―, porque no sé qué hacer...

La niña sólo la miró confundida, la rubia sonrió entre lágrimas y la sentó sobre el artefacto que Entrapta había construido, quien hubiera pensado que aquel invento le quitaría la paz tan rápido como se la trajo.

― Lo siento... ―susurró, alejándose lentamente del agarre de la niña.

La pequeña inclinó su cabeza lanzándole una mirada llena de confusión, ¿por qué la había dejado ahí sola?, ¿por qué ninguna de sus madres la acogía entre sus brazos?, el grupo de amigos rodeaba el pedestal donde se encontraba sentada, ligeramente asustada estiró sus brazos hasta Adora para que ésta la cargara, la rubia con el rostro lleno de dolor dio un paso al frente, pero retuvo sus sentimientos, volviendo a retroceder con la mirada en el suelo. Catra se hallaba junto a su esposa, mirando como la pequeña también la llamaba a ella con los ojos acuosos, abriendo y cerrando los puños en su dirección.

― Adora... ―susurró, sin dejar de mirar a la niña―, ¿es esto realmente lo que quieres? ―dirigió su atención hasta ella, pero la rubia guardó silencio sin poder mirarla de vuelta―. ¡Adora!

La chica apretó los puños con fuerza, frunciendo el ceño y aguantando las lágrimas.

― ¡Es lo que debemos hacer! ―exclamó.

Catra quedó paralizada ante la respuesta de su amada, estaba tan llena de confusión como Adora. Las princesas miraban la escena llenas de culpa, haberlo decidido era una cosa, pero presenciarlo... era más difícil de lo que parecía. Glimmer, por su parte, estaba molesta, no con su padre o con sus amigas, simplemente molesta porque ellos debían tomar esa clase de decisiones, porque de haberse tratado de personas comunes eso no tendría que pasar, pero era el deber de She-Ra y las princesas proteger Etheria, todos sabían eso, pero nadie sabía por la clase de sacrificios que tenían que pasar para que todo estuviera en paz. Adora también estaba molesta, estaba triste y decepcionada de no poder encontrar otra solución, por primera vez en toda su vida odiaba ser She-Ra, odiaba su sentido del deber, se odiaba a sí misma.

Micah se acercó hasta la niña, mirándola con lastima, lamentaba muchísimo todo lo que estaba sucediendo; Glimmer se había negado a realizar el hechizo, pero el poder del antiguo rey era suficiente para llevarlo a cabo, el hombre levantó tembloroso las manos en dirección a la pequeña y formó un diagrama mágico debajo de ésta que comenzó a iluminar su alrededor.

Catra y Adora sintieron un fuerte impulso por detener lo que sucedía, la respiración de la rubia se aceleró al ver la escena, las lágrimas le escurrían bruscamente por las mejillas, quería que todo se detuviera de una u otra forma; la niña estaba completamente aterrada mirando a su alrededor, lloraba llamando a sus madres.

Catra no pudo seguir más, su instinto no se lo permitía, en un segundo se lanzó hacia la niña, tomándola de golpe y protegiéndola contra su pecho a la vez que caía al suelo, pero el hechizo era imposible de detener y tan rápida como Catra, Adora se lanzó sobre ellas sin pensarlo dos veces, formando el escudo de She-Ra frente a las tres, provocando que el hechizo se desvaneciera contra éste.

La respiración de Adora a penas se recuperaba tan pronto el escudo volvía a desaparecer, se puso de pie a duras penas y miró a su esposa que se encontraba sentada en el suelo con la niña llorando en brazos.

― ¿En qué estabas pensando, idiota? ―cuestionó molesta, mientras recuperaba el aliento―, pudiste haber...

― Lo sé ―respondió la otra, correspondiendo su mirada con molestia―, pero no iba a dejar que siguieran con esta estupidez.

― Catra... ―Adora apenas podía respirar.

― ¡Esto no es lo que quiero! ―siguió la castaña, desvió la mirada unos segundos―, hace unas horas me preguntaste qué era lo que seguía... ―suspiró y volvió su mirada hasta ella―, esto es lo que sigue, Adora.

La rubia sintió una extraña calidez en el pecho, Catra quien hasta ahora había intentado ocultar en su mayoría los sentimientos que tenía por la niña al fin estaba abriendo su corazón hacia ella, Adora había pedido una respuesta, Catra no había podido dársela hasta ese momento. La joven miró a la niña que había dejado de llorar, estaba escondida contra el pecho de su esposa, mirándola de reojo de vez en cuando. Le sonrió tiernamente, había tomado una decisión y esta vez nadie la haría cambiar de opinión, se giró hasta Micah y las princesas y los miró decidida.

― Sé que están asustados del poder de Lilith ―dijo―, yo también lo estoy... pero no es invencible ―sonrió con el ceño fruncido―, si trabajamos juntos encontraremos sus debilidades ―miró a Catra quien correspondía su sonrisa―, y podremos proteger aquellos a los que amamos.

Los presentes quedaron unos minutos en silencio ante las palabras de la joven, Micah frunció el entrecejo, aliviado de que lograran evitar que hiciera algo de lo que seguro se arrepentiría después. Perfuma corrió hasta Adora abrazándola con los ojos llorosos.

― ¡Lo siento! ―sollozó―. ¡Lo sentimos tanto! No queríamos que esto pasara, debimos planear mejor las cosas, ¡estamos tan avergonzados!

Adora sonrió a la joven que secaba su rostro en el ropaje de la rubia y la separó de sí cuidadosamente, mirándola comprensiva.

― Entiendo por qué lo hicieron ―dijo―, todas estaban preocupadas por sus reinos, por su gente ―miró a Micah con una sonrisa―, cualquiera lo hubiera hecho en su lugar, es una decisión difícil de tomar, pero ahora podremos encontrar otra solución, una mejor solución.

Adora dirigió su atención hasta Catra y extendió su mano hacia ella para ayudarla a levantarse, con ayuda del impulso la rubia la llevó hasta sí, colocando su frente contra la suya en una sonrisa tierna y apretando el agarre de su mano.

― Tomaste la decisión correcta ―sonrió Catra pegando cada vez más su rostro al de su esposa, dejando escapar sutiles ronroneos al par de los movimientos ondulantes de su cola felina.

Adora correspondió la sonrisa, enternecida por los sonidos provenientes de su compañera.

― ¿Tú crees? ―soltó.

La rubia dirigió su atención hasta la pequeña quien le dedicó una gran sonrisa, las jóvenes madres la miraron con ternura, ninguna de las dos podía explicar lo que estaban sintiendo en ese momento, la calidez que en ese entonces inundaba su cuerpo les alegraba el corazón y apaciguaba su alma.

― Entonces... ―carraspeó Glimmer, sin querer interrumpir bruscamente la tierna escena―, ¿tenemos un nuevo miembro en la familia?

La reina las miraba con una sonrisa inundada en emoción, Adora y Catra miraron todos los rostros detrás de Glimmer, cada uno de sus amigos llevaba en sí una sonrisa brillante e intrigada.

― Sí, eso creo ―respondió alegre Adora.

Swift Wind se acercó a ambas y se asomó por encima del hombro de la rubia para observar de cerca a la niña, la pequeña estiraba sus manos insistente para intentar llegar hasta el corcel mientras Catra la retenía contra sí.

― ¿Y cuál será su nombre? ―cuestionó Swift Wind.

― Oh... ―Adora se quedó en silencio unos segundos―, honestamente no habíamos pensado en-

― ¿Qué te parece... Luana? ―interrumpió Catra.

La castaña había soltado aquello sin dejar de mirar a la niña en sus brazos, Adora podía notar el leve sonrojo en las mejillas de su esposa, no entendía cómo Catra había pensado en un nombre tan rápido, pero le parecía un gesto tierno que no quería arruinar.

― Me encanta ―musitó con una sonrisa. Catra la miró ligeramente sorprendida, Adora dirigió su atención hasta la bebé y colocó sus dedos entre sus diminutas garras―. Bienvenida a nuestra pequeña familia, Luana.













Cada vez estamos más cerca del final, ahora sí como unos tres o cuatro capítulos más (ya sé que dije eso hace tres o cuatro capítulos, ustedes disculparán, soy muy mala calculando que tan largo es un fanfic).

Espero que hayan disfrutado mucho este capítulo, ahora lo hice un poquito más meloso de lo normal para compensar todo el sufrimiento que les he traído a lo largo de la historia.

Por favor no odien a Micah o a las princesas, si se ponen en sus zapatos créanme que los comprenderían, ellos no son los malos en la historia

Y no se preocupen, pronto sabrán el origen del nombre de la bebé (y con pronto me refiero a que el capítulo ya está escrito, sólo debo perfeccionar la redacción).

Estoy muy emocionada con este nombre porque sé que muchos esperaban que se llamara Mara o que estuviera de alguna forma relacionada con Finn, pero NO.
En primera porque Noelle creó a Finn cuando yo ya había empezado este fanfic y ya tenía el concepto de la bebé, entonces nada que ver con Finn, le amo pero esa es otra historia, y en segunda pues sí era mi plan nombrarla Mara, pero ya era muy cliché, así que Luana vino a mí y se quedó en mi mente.💖

Recuerden que les dejo datos curiosos, notitas y aclaraciones en los comentarios a lo largo de la historia, léanlos, llénense de sabiduría.

Igual si tienen alguna duda, pueden ponerla en comentarios, yo siempre estoy resolviéndolas ❤️

Muchísimas gracias por leer, de verdad aprecio todos los comentarios y leo cada uno de ellos aunque no los responda, yo los respondo en mi mente(?) Los amo mucho. 💖

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