Capítulo 1: Una visita ordinaria
N/A: En mi defensa, esto es literal un spin-off de otro fanfic que utiliza muchos elementos en común, por lo que el trabajo en este es mínimo (la idea me surgió por motivos no del todo claros, así que dejemos eso de lado). No esperen actualizaciones regulares de esto.
Así que, ¿de qué va esto? Básicamente es una versión alternativa de mi fanfic "DxD: The Organization" en la que, en lugar de ir de aventuras, nos quedamos en un lugar. Se centra mucho más en conversaciones y los capítulos serán mucho más cortos, pero es eso.
NOTA DE EDICIÓN: editado el 05 de febrero, 2023.
Disclaimer: Highschool DxD no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor. Esta es una historia sin fines de lucro y solo soy dueño de los elementos originales en esta.
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Capítulo 1
Una visita ordinaria
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Base Central, Suiza
2006
Tomó el vaso con suavidad de quien maneja un recién nacido y lo envolvió con el paño que tenía en mano, rodándolo mientras sus dedos, cubiertos del material, secaban el recipiente de cualquier resto de agua que pudiera quedar luego de dejarlo ser por un rato después de lavarlo. Aquello era una escena típica de un bar, lugar que el atendía después de todo, y era importante que los potenciales clientes nuevos, de haberlos, tuvieran una buena y profesional primera impresión con el local. Aunque con un público tan limitado como el que atendía, el que se repitieran los mismos regulares de siempre era mucho más sencillo que atrapar nuevos comensales.
Y haberlo dicho de esa forma lo hacía sonar como un distribuidor de drogas. Suspiró internamente, encogiéndose de hombros ante la ironía de lo dicho. ¿No era el alcohol una droga legal de todas formas? Aunque pensándolo bien, quizás era más un veneno que una droga...
Su tren de pensamientos se vio interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Alzó una ceja: aún era relativamente temprano, al menos para los estándares de sus habituales, y si bien el lugar no era una pocilga (como si algo pudiera serlo en la base de Suiza), tampoco era el más popular a disposición. También le gustaba pensar que era de mayor nivel comparado al bar de mayor tamaño en el "Casino de Oficiales," apodo del comedor utilizado por los Rangos Superiores en el mismo piso. Lastimosamente, el que no estuviera en las escaleras principales que, pese a su merecida reputación como lugar de mayor nivel social, no estuviera precisamente en la cabeza de los empleados cuando se les ocurría visitar ir a tomar una copa por la tarde. Ah, sí tan solo entrara alguna sexy onee-san por esa puerta en este aburrido día... solo con eso todos sus problemas se esfumarían por lo que le quedaba del turno.
Pero aquello lo trajo de vuelta a la situación actual, a saber: ¿era el recién llegado un cliente nuevo, considerando la inusual hora de su llegada comparado a los clientes típicos del bar? Para nada, como reveló una corta inspección de la persona en cuestión. Cabello rubio largo, un pálido rostro algo bronceado, una estatura ligeramente más baja que la propia, brillantes ojos azules y una figura regular, pero que no evitaba que varios en la base suspiraran por ella. Emitió otro suspiro para sus adentros, más ligero que el anterior, en lo que se preparaba para lo que venía.
—Alice. Viniste temprano hoy.
La chica en cuestión soltó una corta risa, tomando asiento en la barra del vacío lugar.
—Culpable. Verás, resulta que tenemos que salir temprano mañana así que nos ordenaron acuartelarnos esta noche. Entonces, ¡decidí venir temprano para alcanzar a disfrutar algo antes de irme!
—Heeeh... interesante. —Lo monótono de su voz traicionó su verdadero interés en el asunto, pero más que nada porque sabía que a Alice no le preocupaba que fingiera interés. Era de las pocas que explícitamente le pedía que transparentara todo y, dada la unidad a la que pertenecía, un acuartelamiento era algo de rutina que podía resultar tanto en un ejercicio de un día como un despliegue al otro lado del globo. No importaba mucho ya que, siendo Alice, bueno, Alice, fuera cual fuera el motivo resultaría en ella volviendo al bar animadamente, no preocupándole mucho el mantener el secretismo sobre qué había hecho esa vez. Era algo de rutina—. ¿El teniente Kaltenbrunner no vino?
—Nah, Franz estará por ahí preocupándose de que esté todo en orden. O al menos eso dijo. —Alice se encogió de hombros—. Insistió bastante sobre el asunto, así que lo dejé ser.
—¿Lo dejaste trabajando mientras tú viniste a emborracharte? —Alzó una ceja, curioso, una sonrisa colándose en su rostro.
—¿Qué? ¡No! —La rubia cruzó ambos brazos frente a sí, sacudiendo enérgicamente la cabeza—. Lo mío ya estaba listo de antemano, por eso estoy aquí.
—Y por eso viniste a beber alcohol la noche antes de un despliegue. Heh. —Tuvo que aguantar la risa—. Típico de Alice Meyer.
Pese a que aguantó bien la risa, aun así, la sonrisa permaneció en su rostro. La chica devolvió el gesto cual niño atrapado cometiendo una travesura, rascándose la parte posterior de la cabeza.
—Aun así, no, no vine a emborracharme. Sí vine por algo ligero mientras paso el rato, porque estoy segura de que lo que se viene mañana me aburrirá eternamente... o al menos por los siguientes cinco días, siendo optimista.
—¿Ah sí? —Se movió tras la barra hasta alcanzar los grifos de cerveza. Alice siempre pedía la misma cerveza. Tomó un vaso y lo acercó al grifo, sirviendo con cuidado de usar los ángulos correctos en cada fase hasta que la espuma llegó al borde, dejándolo luego frente a su clienta.
—Sí que me conoces —reconoció la rubia en lo que se llevaba el recipiente a los labios, dando un largo trago al líquido dorado. Él se encogió de hombros.
—Vienes al menos dos veces a la semana, salvo que estés en el campo. Algo tenía que aprender.
—Sí, supongo... —Le pasó una servilleta, una que Alice usó para limpiarse el bigote de espuma que ahora adornaba sus labios en lo que paseaba su mirada por el lugar—. De todos modos, vaya que está vacío este lugar. Esperaba que hubiera más gente.
—Todavía es temprano. La mayoría aún no ha terminado su trabajo, y el bar del "Casino de Oficiales" suele acaparar los escasos clientes a esta hora.
—Bueno, ese está abierto casi todo el día después de todo. Digo, hasta yo me paso por ahí de vez en cuando...
—Espera, ¿en serio? —Se llevó las manos al pecho, cubriendo el lugar donde estaba su corazón—. Mi clienta más fiel, cambiándome tan fácilmente... así que esta es la traición que tanto hablaban en los pasillos estos días...
Ambos se miraron varios segundos, sin decir nada, hasta que...
—¡Pffft!
—¡Jajajajaja! ¡¿Viste tu cara?! ¡Deberías ser actor!
—Preferiría gastar mi dinero en chicas, y lo sabes.
—Ara, ¿me estás diciendo fea en mi cara?
—Soy solo un humilde chico que prefieres a las sexys mujeres mayores, y moriré por eso. Nada en contra tuya, sin embargo.
Entre risas y comentarios similares le deslizó otro vaso de cerveza, uno que la rubia empezó a beber sin demora. No hubo mucha actividad después de eso, ambos compartiendo la ocasional charla corta en lo que los segundos se transformaban en minutos. El único otro cliente que entró en ese rato fue un oficinista joven, al que ambos ignoraron una vez se instaló en una mesa.
—Bueno, creo que debería irme. —Asintió. Si bien Alice todavía podía hablar bien, sus movimientos dejaban claro que las cervezas, porque por supuesto que había bebido más de una, le habían pasado factura—. Anótalo todo a mi cuenta, ¿shí~?
Tuvo que recurrir a gran parte de su fuerza de voluntad para no distorsionar su cara ante la adorable forma en que la oficial paramilitar hablaba en lo que intentaba pararse sin perder el equilibrio. Paseó su mirada por el lugar buscando distraerse, pero solo estaba el oficinista en su mesa bebiendo flojamente de su vaso.
—Claro. Solo agradezco que tu cuenta se cobra automáticamente de tu salario cada mes, porque si no nunca pagarías. —Habló con soltura, pero su mirada no abandonaba al oficinista al costado que seguía con los ojos en su revista, aparentemente ignorándolos.
—Sabesh que no es verdad~. Creo que heh pagado un parr de vecesh... creo...
Palabra clave: aparentemente.
—Sí, sí, como digas, solo firma aquí antes de que te largues a dispararle a quien sabe quién al otro lado del mundo, ¿sí? No quiero que mi jefe vuelva a retarme por pagos atrasados.
Le extendió la factura y un lápiz, la rubia firmando rápidamente sin fijarse en el monto al final. Tenía la confianza suficiente de que no le cobraría de más.
—¡Oye, esta vez no me voy tan lejos! —Su atención recayó nuevamente en la oficial, que le miraba con un deje de superioridad. Superioridad, ¿por qué exactamente?— ¡Esta vez solo vamos a Egipto! ¡Hacer un poco de ruido, un poco de caos, ocupar el lugar y hacer mucho bum bum buuum~!
Alzó ambas cejas ante su actitud ruidosa, cambiando su mirada al oficinista a un lado del bar. Alice estaba gritando información de su misión, después de todo, y el Overwatch, aunque no era un secreto, si tenía muchas reservas de compartir información de sus actividades. El sujeto en cuestión dejó la revista sobre la mesa y parecía dispuesto a pararse, cuando...
¡BAM!
Su atención, y la de todos los presentes, se dirigió hacia la entrada del bar, donde la puerta acababa de ser abierta de par en par y un furioso hombre con el mismo uniforme y detalles que Alice se encontraba en mitad de esta. La rubia retrocedió unos pasos hasta quedar sentada nuevamente, lo que no evitó que el recién llegado pusiera sus ojos sobre ella.
—Aliceeeee...
—¡Hiiiii!
El oficial en cuestión cruzó la distancia en segundos, sus botas de combate resonando firmemente contra el suelo de madera en cada paso que daba. Le dio una última mirada al oficina, que había vuelto a su revista, antes de atender al recién llegado.
—Teniente Kaltenbrunner. Me alegra verlo bien.
—Igualmente. —Pese a sus palabras, el teniente en cuestión no le prestó mayor atención, en su lugar enfocándose en la rubia que intentaba encogerse en su asiento—. Alice, cuando dijiste que irías a darte una vuelta, pensé que estarías supervisando a los soldados o haciendo ajustes de último momento al plan. Incluso quizás revisando que todo estuviera en orden. ¿Pero dónde te encuentro? En un bar. En un. Puto. Bar.
Agrió el gesto ante la descripción dada, pero una mirada de disculpa del teniente en cuestión le dio a entender que no era más que para criticar a su compañera de rango. Sin nada más que hacer, se dedicó a limpiar el último vaso usado por Alice en lo que esta seguía siendo reprendida por su par.
—P-pero solo disfrutaba mi tiempo libre...
—Sí, y eso está bien, pero ¿emborracharse antes de una misión? ¿Cómo se te ocurre?
—Vamos, Fraaanz~. Si no afecta la misión entonces ¿qué importa?
—Sí serás... Ugh, no importa. ¡Vámonos!
Kaltenbrunner dejó, con algo de fuerza, unos pocos billetes sobre la barra y arrastró a Alice fuera del lugar, murmurando maldiciones y quejas en el camino que la ebria teniente contestaba ocasionalmente. Sin inmutarse ante la ocurrencia, guardó el dinero en su bolsillo (conocía lo suficiente al dúo como para saber que esa propina era la forma de Kaltenbrunner de disculparse por las ocurrencias de su compañera) y salió de la barra para ordenar el recinto. Alineó el taburete con la barra, acomodó algunos asiento corridos durante la conmoción y cerró correctamente la puerta, que quedó entreabierta. Regresó tras la barra, retomando su labor original de secar un vaso con un paño en lo que esperaba que llegara otro cliente.
Por el rabillo del ojo notó movimiento. Giró un poco su cabeza para mejorar su campo de visión, hallando al oficinista de antes de pie y acercándose a él. Dejó el vaso sobre el mostrador y la revista en una pila a un costado, sacando sin palabras una tarjeta con el logo de la [Organización] del bolsillo interior de su chaqueta.
Nada anormal hasta el momento, era una forma usual de pagar en las instalaciones propias de la [Organización]: acumulabas todo pagando con la tarjeta en cuestión, y a principios del mes siguiente, todo el dinero de las compras era recibido, sin un solo nombre especificado en el proceso. Funcionaba un poco como las tarjetas de crédito, con el beneficio adicional del anonimato para aquellos con un rango y autorización suficientemente altos, como los usuarios de las tarjetas negras. que no tenías que dar tu nombre para que te anotaran en una cuenta particular. Perfecto para los que no querían (o podían) dar su nombre regularmente, por una razón u otra.
Qué conveniente.
—Disculpe por la molestia, señor. No es algo usual. —Aquel cliente no era un regular, pero estaba seguro de haberlo visto un par de veces antes. Tomó la tarjeta y la insertó en la máquina a un costado, ingresando el pedido y su valor y esperando que el monto se cargara en el pedazo de plástico con un chip dentro.
—No te preocupe, lo sé. La gente no suele ir gritando cosas así en el día a día. —El sujeto en cuestión se inclinó de hombros, tomando asiento frente al barman—. Aunque... bueno, no soy de fisgonear en la vida de otros, pero esa chica iba gritando demasiado fuerte. No sería demasiado grave, sin embargo, si no fuera porque era una operación confidencial del Overwatch para esta noche que durará una semana...
Notó erizarse los vellos de su nuca. Si bien todo lo que dijo el burócrata se podía deducir de su intercambio con Alice, él no estuvo durante toda esa conversación. La única información que podría haber sacado era que-
—Sí, Egipto y eso. No es lo más secreto de la operación, es verdad, pero es todo lo que harán ellos. Que ya esté diciendo donde van y qué harán... aaahhh, es casi como si ella quisiera que otros investiguen para descubrir el resto.
Esto atrajo su atención.
—¿El resto?
—Irán a Alejandría a provocar un poco de desorden para distraer a las fuerzas eclesiásticas del Mediterráneo. Concentrarán una parte significativa de su vigilancia en saber qué demonios hacen fuerzas del Mando Central desplegándose cerca de Suez. Con la reputación que le hemos construido al Overwatch, ten por seguro que al menos la mitad de sus recursos de vigilancia se fijará en ellos por un par de horas, lo suficiente como para que se den cuenta de que solo son ejercicios contra fuerzas de la división local. Con esta pantalla, que algunos de nuestros hombres se infiltren en Milán sin ser detectados y rescaten a cierto VIP será pan comido.
Entrecerró los ojos. El oficinista no se había movido de su puesto, su mirada fija en el vaso con hielo casi derretido que usara hasta hace poco, pero él que mantuviera el mismo tono de voz aburrido en lo que hablaba de una operación a todas luces secreta lo enervaba de sobremanera.
—¿Por qué me cuentas esto?
—No hay nadie más aquí, y no hay micrófonos ni cámaras aquí que graben esta conversación. Es parte de la razón por la cual prefiero venir a este bar en lugar del otro.
Sabía de la falta de vigilancia aquí, y que el bar del "Casino de Oficiales" estaba lleno de micrófonos y cámaras a más no poder. Este no era un don nadie, si es que aquello no estaba ya claro. Retiró la tarjeta de la máquina, el registro de compra hecho, y se acercó con pasos calculados, extendiéndola. El individuo dejó el vaso sobre el mostrador, sin girarse a verlo.
—Aun así, ir diciendo estas cosas por ahí puede ser peligroso. Nunca se sabe quién podría estar escuchando...
—Cierto, cierto. Pero, honestamente... ¿quién diría algo aquí?
—Bueno, la última vez que revisé, los barman no somos exactamente personal de alto nivel.
—Heh, tienes razón. Pero no hay nada que temer. Después de todo...
El burócrata finalmente levantó la mirada, encarándolo. Sintió que se le helaba la sangre, la mirada del sujeto frente a él petrificándolo en su lugar ante su naturaleza inquisitoria. Era como un depredador frente a su presa, uno que ya sabía todos los movimientos que haría y se había preparado de antemano.
—... después de todo, tú ya sabes lo que ocurre cuando uno cuenta las cosas que no debe. ¿No es así, barman que dio la pista sobre este VIP en primer lugar?
Le arrebató la tarjeta de su mano paralizada, devolviéndola a su bolsillo sin apuro ni parsimonia. Él, mientras, quedó allí, su cerebro fallando en procesar la información en lo que el individuo enfrente suyo continuaba.
—¿O debería decir, Issei Hyoudou, ex miembro de los Números?
Sintió el color desaparecer de su rostro. Nada tenía sentido. ¿Quién era este oficinista y cómo sabía quién era él...?
La puerta del bar volvió a abrirse, dos habituales entrando al lugar. El oficinista lo tomó como su señal para irse, inclinándose de hombros y poniéndose de pie.
—Bueno, como decía, me agradó el Old Fashioned que hiciste, aunque una próxima vez me gustaría probar algún Scotch con menos de amargos de naranja. En fin, nos vemos.
Se dio la vuelta y desapareció por la puerta, dejándolo solo con los nuevos clientes. Sacudiendo la cabeza, Issei se obligó a enfocarse en el trabajo. Le señaló una mesa a los recién llegados y se dispuso a atenderles pronto, las palabras del extraño resonando en su cabeza.
"¿Ex miembro de los Números?"
Suprimió un gruñido de su garganta, molesto. Atendió a ambos comensales, tomando sus pedidos y poniéndose a trabajar en lo que los dejaba conversando. Había algo mal con él hoy.
No era raro que algunos oficinistas, o burócratas como les decían otros, supieran información confidencial, generalmente porque trabajaban en los departamentos donde se procesaba dicha información o la naturaleza de su trabajo requería mayor acceso a los datos. Pero, aun así, la mayoría no tenía el coraje para siquiera comentarlo fuera de la relativa seguridad de sus oficinas. No, había algo más en la ecuación que desconocía, y que no podía evitar ponerle los pelos de punta.
Entregó los tragos a los clientes e inició el camino de vuelta a la barra cuando se acordó. Eran de los rumores de los foros internos de la [Organización], algo que rara vez tomaba en serio y por lo general usaba para distraerse en su vida diaria. Pero había uno en específico que ahora recordaba.
"Por supuesto," pensó. Todo hacía sentido ahora. "¿Quién más tendría acceso a esos datos?"
Había un rumor en específico, uno de tantos que diariamente circulaban y se perdían en el olvido. Hablaba de que la razón por la cual nadie conocía a los ocupantes de ciertos puestos de alto nivel era porque estos sencillamente no existían, meros rumores para mantener a los empleados a raya. Tuvo muchos detractores, por supuesto, pero había una respuesta que le llamó la atención en su momento.
"¿Cómo sabemos que simplemente no se camuflan como uno de los nuestros?"
Claro que, ante tal sencilla respuesta, la mayoría eligió ignorarla por su falta de emoción. Pero resonaba perfectamente con algo que le comentara su anterior jefe, cuando aún formaba parte de los Números, sobre la naturaleza del departamento de Seguridad Externa. No era ningún dato en concreto, sino un simple comentario sobre cómo su jefe operaba:
"¿Qué mejor manera de saber cómo piensa la gente que mezclándose entre ellos?"
Se masajeó el puente de la nariz. Estaba pensando demasiado, y aún faltaba bastante para que terminara su turno. Volvió detrás de la barra, tomando un vaso y volviendo a la moción de secarlo con un paño.
"El pasado debe quedarse donde está," se dijo a sí mismo en lo que observaba el guante blanco que cubría su mano izquierda.
"Y ese lugar es el olvido."
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N/A: Me gasté la noche de un domingo en que debía hacer tareas escribiendo esto (e investigando las cosas necesarias, por supuesto), pero me gusta el resultado. Reitero nuevamente que esto no tiene relación con el otro fic de DxD más allá de ser un universo paralelo donde Issei trabaja en un bar. En otras notas, quizás pase esto al inglés, pero no hay nada seguro aún.
Y eso, los invito a comentar y nos leemos,
RedSS.
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