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Estaba desayunando cuando, sobre la mesa, su celular empezó a sonar, después de haber sacudido sus manos en su pantalón de pijama, tomó su teléfono y, fijándose que quien llamaba era Jaehyun, contestó extrañado.
—¿Hyung? ¿Pasó algo?—preguntó sin siquiera saludar.
—Hola Doyoung, no, no ha pasado nada, gracias por preocuparte.— el mayor, por alguna razón que desconocía, se oía nervioso.— Yo... Esto, sé que es sábado y que no nos deberíamos ver hasta el lunes pero, mmm... Íbamos a salir a pasear con Jeno al zoológico, a que saliera a experimentar y esas cosas, pero él, bueno, él te quería ver, la cosa es, ¿quieres ir con nosotros?
—Ah, está bien, hyung, pero sabe que nos vemos todos los días, ¿no?— preguntó con una sonrisa que, por obvias razones, el castaño no pudo ver.
—¿Eh? S-sí, supongo que en estos cuatro meses se encariñó mucho contigo.— soltó junto a una grave risa que logró erizarle los pelos de la nuca al bajito.
—Bueno, hyung, terminaré de comer y luego me vestiré, ¿le parece?— cuestionó.— le aviso cuando vaya saliendo.
—Oh, mejor te iré a buscar, ¿está bien? para solo salir directo al zoológico, paso en media hora.
—¡Está bien! Nos vemos— se despidió.
—Nos vemos, pequeño.
Cuando terminó de comer, fue directo a darse una ducha rápida y, sin secarse muy bien, empezó a vestirse, colocándose una sudadera rosa, unas tallas más grande de lo que debería, junto a un pantalón negro, el cual le quedaba ancho en las piernas, y así le gustaba, la verdad. En su mismo bolso cruzado de siempre, metió una botella de agua y unos emparedados que había hecho muy rápidamente. Estaba metiendo todo en el bolso cuando la puerta fue tocada y, con esa mala costumbre suya de limpiarse las manos en su pantalón, abrió la puerta, encontrándose con la alta figura de Jaehyun cargando a su hijo.
—¡Doyo!— el niño pidió estar en los brazos del más bajo, quién lo recibió gustoso.
—Hola, bebé.—dejó un sonoro beso en la regordeta mejilla del niño.—Hola, hyung, ¿cómo está?
—Hola, Doyoung.— siguió al menor, que se había adentrado al apartamento y se quitó los zapatos.— estoy bien, gracias, ¿Y tú?
—Bien, igual gracias.— el pelinegro le sonrió y él correspondió, sus pequeños ojos convirtiéndose en unas líneas rectas.
—Afuera hace frío, pequeño, te recomiendo lleves una bufanda o algo.— le dijo, preocupado de que el bajito pudiese pasar frío.
—Oh, está bien, gracias, hyung.— habló para luego dirigirse a su habitación, agarrando una bufanda gris. Salió de la habitación y se acercó lentamente— creo que ya, ¿vamos?
—Supongo que eso es todo, ¿No se te olvida nada?— el menor negó, y tomando su bolso y el de las cosas de Jeno, el padre del mismo cargándolo, salieron.
En el auto, el mayor al volante, Doyoung a su lado, en el puesto de copiloto, y el niño, sentado tranquilamente en los asientos de atrás, cabeceando de vez en cuando, Jaehyun habló.
—¿Cómo te ha ido en la juguetería?
—Ah, bien, aunque últimamente no hemos vendido mucho, en realidad. Aún así, vendemos lo suficiente como para que no nos despidan a noona y a mí.— rió, ocultando uno de sus cortos mechones tras de su oreja. Jaehyun sonrió.
—Puedo comprar toda la tienda por ti.— dijo el mayor, casi al instante, sus mejillas tomando color.— esto, p-para que no te despidan, digo.— corrigió, haciendo reír al chico.
—Bueno, yo podría venderte todo lo que hay en la tienda.— contestó, con una sonrisa de medio lado en sus labios, mirando el camino por el que iban.
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El viaje hacia el zoológico no era muy corto, eran algo de dos horas sin tráfico, por lo que cuando llegaron, tanto Doyoung como Jeno, se encontraban dormidos, el cabello del pelinegro ya no estaba tan peinado como cuando salió de casa, lo que lo hizo sonreír, enternecido. Aparcó el auto en uno de los espacio y apagó el mismo, quedándose un rato mirando fijo hacia la ventana, no sabiendo que hacer. Quitó su cinturón de seguridad y el del chico a su lado, con cuidado, y colocó su mano en el hombro del mismo.
—Doyoung, pequeño, despierta, ya llegamos.— el nombrado solo se removió un poco.— Oye, Doyoung, despierta.— sacudió con cuidado su hombro.— Hey, pequeño, venga.— Jaehyun se preguntó por un momento si el bajito estaba vivo, asustándose un poco hasta que vio el pecho contrario subir y bajar, suspiró. Salió del vehículo y, rodeándolo, abrió la puerta del asiento de copiloto, el chico en él abrazándose a sí mismo por el frío que le causó la puerta recién abierta.— Doyoung~.— alargó las vocales.— te voy a besar.— susurró y, ante sus propias palabras, un fuerte sonrojo atacó su rostro, se alejó un poco del auto, dejando la puerta abierta, y se agachó en el suelo, sosteniendo su cabeza con sus manos.— Dios, Jaehyun, eres un adolescente, y uno muy extraño, y hormonal.— se dijo.
Cuando se hubo calmado, segundos después, escuchó el llanto de su hijo y, volteando su cabeza tan rápido que se extrañó que no se hubiese roto el cuello, vio como un exaltado Doyoung salía con prisa del auto, abriendo la puerta trasera donde se encontraba el niño y cargaba al mismo, meciéndolo. Se acercó a los pequeños rápidamente.
—¿Por qué lloraba?— preguntó tan pronto estuvo al lado del pelinegro, este alzó su vista, viéndolo.
—Porque no veía a su papá.— Doyoung seguía moviéndose, de esta manera meciendo al pelinegro en sus brazos.
—Lo siento, estaba un poco... ¿Frustrado? ¿Sabías que eres difícil de despertar?
—Oh, sí bueno, mi madre solía decírmelo cuando me quería.— bromeó y, aún así, ante esas palabras, el castaño sintió el fuerte impulso de abrazar al menor. En esos cuatro meses que Doyoung había estado trabajando para él, en los momentos en los que Jaehyun llegaba del trabajo, también se habían acercado mucho, usualmente se quedaban un rato hablando. En uno de esos ratos, semanas antes de la situación actual, el pelinegro le contó todo, porque había dejado la universidad, porque buscaba trabajo como niñero, sus padres, su orientación sexual, todo.
—Doyoung, sabes que cuando dices cosas así me duele.— después de todo, Jaehyun siempre había sido esa clase de personas que sienten el dolor ajeno como propio. Lo abrazó, creando una especie de sándwich, su hijo en medio de ambos.
—Primero, estaba bromeando, hyung, tranquilo. Y segundo, estamos aplastando a Jeno.— enumeró, aún siendo abrazado por el mayor.
—Primero, no me pidas estar tranquilo cuando dices cosas que me dan cero tranquilidad. Segundo, soy capaz de saber que a mi hijo le gustan los abrazos y, está disfrutando este.— le copió y Doyoung rió.
Después de ese corto momento de... ¿Cariño? ¿Familia? Bueno, ese momento, agarraron los bolsos que se encontraban en el auto, se dirigieron a la entrada del zoológico y pagaron. En lo que entraron, el niño quedó sumamente asombrado por todos los animales que había.
—¡Papi, Doyo! ¡Miren, miren!— exclamó el niño, sin embargo, no señaló nada, él solo quería que vieran todo. Casi todo el lugar carecía de un techo, por lo que el aire y la luz natural que proporcionaba el sol llenaban el establecimiento. Habían más animales sueltos en el lugar de lo que esperaban, muchos conejos, algunos pavos reales, los cuales maravillaban a las personas ahí al extender su largas y hermosas plumas.
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Cuando pagaron las entradas, a cada uno les habían dado una bolsita que tenía palitos de zanahoria para que pudieran alimentar a los animales. Casi toda la tarde se la pasaron riendo, inevitablemente, estaban felices. ¿Y cómo no estarlo? Doyoung, después de mucho tiempo, con ayuda del mayor, se pudo dar el lujo de salir a pasear. Jaehyun, estaba con la persona que aparentemente le gustaba y su razón de existir, su hijo. Y Jeno, bueno, a él le encantaban los animales, dos años y medios de vida y por fin pudo ir a un zoológico.
Se hallaban tranquilamente sentados en el césped, en una parte del establecimiento que estaba lleno de conejos, comiendo los sándwiches que el pelinegro había llevado, mientras charlaban trivialidades.
—Mmm... Sí, he estado hablando con Taeyong estos días, dijo que lamenta no poder pasar tiempo conmigo, pero que la universidad lo tenía muy, muy ocupado.— hablaba Doyoung, siendo escuchado atentamente por Jaehyun y Jeno, todos comiendo lentamente los sándwiches.— le dije que no se preocupara, que lo entendía porque yo también estaba en la universidad. Ah, y Jungwoo, bueno, dijo que también quería dejar la universidad, que estaba cansado, ¡¿Cómo va a decir eso?!— exclamó y el castaño sonrió.— ¡Oh! También dijo que Donghyuck se puso muy triste porque no tenía quién se sentara a su lado, he estado pensando en llamarlos para reunirnos, yo también extraño verlos.— terminó con un puchero en sus labios.
—Ah, los quiero conocer, ya tú conoces a mis amigos, no es justo.— dijo abrazando a su hijo que se encontraba sentado en sus piernas.
Doyoung, después de terminar de comer, tomó una de las zanahorias que estaban en la bolsita de papel y, extendiéndola, llamó a un conejito blanco con manchas negras. Cuando el animalito se acercó y comió de su mano, sus ojitos brillaron y sonrió. Tomó al conejo en sus brazos y lo colocó en sus piernas, siguiendo con su trabajo de alimentarlo.
—¡Hyung! ¡Mire, me quiere!— le miró.
—Mmm... Yo diría que quiere las zanahorias que le estás dando.— habló sonriendo y el menor llevó un dedo a sus labios, "shh."
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