Verdad a medias y una invitación

Jimin


Desperté temprano por la mañana. Le gané por diez minutos a la alarma y, en vez de volver a dormirme para aprovecharlos, terminé levantándome. Pasar la noche solo no era igual a hacerlo entre mis dos esposos.

La cama se sentía grande y yo demasiado pequeño entre tanta cobija. Tampoco importaba cuánto me abrigara entre ellas, seguía sintiéndome frío. Sólo dos cuerpos robustos eran capaces de mantenerme a gusto. Nuestra habitación no era la misma sin ellos; me sentía incómodo sin despertar envuelto en sus brazos y apresado por sus piernas.

Lo primero que hice, fue entrar a la ducha en busca de ese calor que me faltaba. Me quité la ropa y nivelé la presión del agua de la regadora a un nivel agradable. Cerré la puerta, dejando que el vapor invadiera a mi alrededor.

Un minuto más tarde, entré en el habitáculo.

Las gotas de agua se fueron estrellando contra mi pecho, que tiritó en respuesta. No era esta la calidez que esperaba, pero tenía que conformarme. Era la única que podía tener, ya que estaba enojado con Taehyung y Jungkook.

Estaba acostumbrado a no pelear con ellos. Siempre que había un altercado o incluso un malentendido, el diálogo era la forma que elegíamos para solucionar. Nos permitíamos abrirnos entre nosotros, hablábamos sobre lo que pasaba e intentábamos ponernos en los zapatos ajenos. Así nos entendíamos mejor.

Sin embargo, ahora ellos parecían rehuirme. Se sentía extraño tener un sinsabor en la boca del estómago a raíz de algo que no me estaban contando. Porque sí, había algo más allá de la secretaria de la que Taehyung no me dijo nada. Su seriedad me lo confirmaba.

Pero ¿qué podía hacer si no querían hacerme partícipe?

Por un lado, me aliviaba que TaeTae haya confiado en Kook. Al fin y al cabo, yo fui quién le insistió a Jungkook para que se acercara a Tae.

¡Ay, estaba tan confuso todo!

¡Al diablo con esos dos! Si quieren andar secreteando entre sí, que lo hagan. Como si yo no tuviera cosas más importantes en las que pensar.

Refunfuñé y alargué la mano para tomar el jabón. Mi cuerpo ya estaba lo suficientemente empapado, con las ligeras gotas que resbalaban por doquier. Incluso había mojado mi cabello sin querer.

Mi palma no llagó a tomar el pan de jabón a tiempo. Se me fue arrebatado por una mano mucho más grande y tatuada, mientras sentía el calor de un pecho robusto acoplándose a mi espalda.

–¿Qué haces aquí? –atiné a quejarme, intentando girarme para enfrentar a quién interrumpía mi intimidad.

Otra mano me lo impidió, sujetándome con fuerza por un lateral de mis caderas.

–Tae...

–Sé que estás enojado, bebé. Lo entiendo –susurró grave contra mi oreja, pegándose más a mí. Sus pies golpearon mis tobillos, ordenándome abrirme de piernas y obedecí.

Si empezaba a hablarme con ese tono y estábamos desnudos en la ducha, se me iba a dificultar muchísimo mantenerme firme en mi decisión. Mi ser completo reaccionaba a él doblegándose ante un simple gruñido, derritiéndose como mantequilla al sol. Él lo sabía perfectamente y por eso venía a presionarme.

–¿De verdad lo entiendes? Porque no lo parecía cuando pensaste que era buena idea esconderme a tu secretaria contratada.

Un gruñido suyo vibró sobre mi espalda y envió una ráfaga de aire caliente contra mi cuello. Por todos los santos, no podía existir algo más sensual que eso.

Oh, sí lo había.

Su diestra en poder del jabón comenzó a pasearse con descaro sobre mi vientre. Fue haciendo dibujos alrededor de mi pecho con pausa y sin ninguna prisa, regocijándose en la forma en que me relajé bajo su tacto.

–Supongo que me lo merezco –suspiró, manteniendo esa voz grave que tanto me atraía de él. Un segundo después, sus labios fueron dejando besos suaves sobre mi cuello, acompañando el condenado camino del jabón, esta vez más al norte de mi anatomía. –Merezco tu indiferencia –su mano llegó hasta una de mis tetillas. –Merezco también tu enojo –la masa jabonosa pasó sobre mi pezón erecto, obligándome a soltar un jadeo placentero al sentir una descarga eléctrica sobre mis terminaciones nerviosas, yendo a parar a la conjunción de mis piernas.

–Taehyung –me quejé, sujetando su antebrazo para que se detuviera. No le dejaría manejarme a su antojo.

Él chasqueó la lengua y me tomó la muñeca, guiándola a mi espalda baja. Tenía planes distintos a los míos.

–No seas malo, Minnie –me desaprobó, siguiendo con la tortura de los besos entre mi cuello y mis hombros. –Tu cuerpo me pide que lo mime y es lo que voy a hacer para redimirme.

–Es injusto que intentes seducirme para conseguir lo que quieres.

–Perdóname, mi amor. No quise esconderte lo de Seulgi con mala intención. Lo juro.

Le creí. Yo todo tonto, enamorado y caliente era capaz de creerle cualquier cosa. Malditas hormonas que me hacían comportarme como un adolescente excitado. ¡No es así como se supone que deben solucionarse las cosas, Jimin!

–¿Y Jungkook? –intenté desviar el tema, buscando darme un poco más de tiempo para rehuirlo. –¿Dónde está?

–Lo llamaron para una cirugía de emergencia y salió hace una hora –cazó mi otra mano libre con habilidad y la posicionó detrás de mi espalda, también. –Volviendo a nosotros, ¿me vas a perdonar o tengo que pedirlo de rodillas?

–No sería mala idea que lo intentes –ronroneé, escondiendo una sonrisa.

Sentí su erección rozar mis manos tras la espalda. La atrapé entre mis dedos y la acaricié desde la base hasta la punta, donde sentí la humedad de su pre semen. Pasé la yema de mi índice sobre el glande recogiendo sus fluidos y lo oí sisear.

Jadeó con los ojos entrecerrados cuando ladeé mi cabeza en su dirección y me llevé el dedo a la boca, saboreándolo.

–Mmmm... sabe a arrepentimiento –le sonreí burlesco a los dilatados ojos grises que no se perdían un detalle de mi arrebato.

–Ah, así que te gusta ser el villano y hacerme sufrir –mordisqueó el lóbulo de mi oreja y su mano soltó el jabón para deslizarse hasta mi entrepierna, donde estimuló mi miembro con mucho amor.

Mi cabeza cayó hacia atrás, apoyándose en su hombro. Era incapaz de procesar tanto goce.

Este hombre me hacía y deshacía a su gusto.

Me volvía incapaz de distinguir nada que no sea la sensación de tenerlo a mi alrededor, con su palma alrededor de mi eje y su miembro buscando fricción sobre mi culo.

Que Dios y todos los santos hicieran la vista para otro lado porque yo tenía en mente empezar a pecar como un maldito desgraciado. Ya no aguantaba más. Me tenía duro como roca desde que empezó a acariciarme.

–Eres un desgraciado.

–Un desgraciado que te ama con locura –pronunció con confianza.

Abandoné mi posición sumisa y me di la vuelta, encarándolo cara a cara. El agua me empapó, lavando los restos de jabón sobre mi cuerpo antes de que cerrara el grifo detrás de mí. Había que cuidar el agua en el planeta. Prioridades son prioridades.

Capté a mi esposo observándome de pies a cabeza con ese destello libidinoso escrito en la cara.

–¿Es ahora donde tengo que arrodillarme, Minnie? –asentí, relamiéndome por dentro y con la polla palpitante. Ya quería sentir la calidez de su boca engulléndome, llenándome de satisfacción y placer.

–Tendrá que ser rápido, bebé –hincó las rodillas sobre la pálida cerámica de la ducha. Aprovechó a manosear mis nalgas y a acercarme más a su boca. –Haremos la visita al laboratorio en una hora.

–¿Laboratorio?

–Tienes tu extracción de sangre mensual, Minnie –me explicó. A continuación, engulló mi polla por completo con esa sonrisa socarrona, disfrutando con mi gemido ahogado.

Le haría trabajar por ese perdón.

***

Odiaba las agujas con todo mi ser.

Era una condenada porquería sentarme para sentir cómo me escarbaban la vena del brazo por un poco de sangre que pudiera confirmar que mi cuerpo estaba sano y que había o no alguna bolita de células criándose dentro de mí. No exagero con lo de escarbar porque tenía las venas del brazo tan pero tan delgadas, que los bioquímicos se mareaban buscándolas y se les complicaba pinchar en el lugar correcto.

Taehyung me aguantaba con todo y berrinches adoloridos, sentado a mi lado. Me dejaba estrujarle el brazo con la mano libre hasta que terminaban con la labor de drenarme. Pobre de mi esposo.

Por si fuera poco, pidió que le sacaran sangre a él también con tal de hacerme apoyo psicológico. Me dijo que no era justo que sólo yo sufriera por nuestro bebé, así que también pasó por la aguja, dedicándome una sonrisa envidiable entretanto le hincaban.

–¿Ves que no duele? Es como la picadura de un mosquito –me decía en cuanto terminamos y nos dirigíamos al estacionamiento del hospital. Se sacó la cinta con el algodón que le habían puesto para parar el sangrado, tirándola a un cesto que encontramos de paso.

¿Estaba loco? HACER ESO DOLÍA COMO EL INFIERNO.

–Sí, ¡es como un puto mosquito con un cuchillo en la mano apuñalándote el brazo!

–Anda, no seas llorón –me tomó de la cintura, atrayéndome contra su cuerpo.

¡Claro que soy llorón! ¡Soy todo lo llorón que quiera porque no se trataba de su bracito sino del mío!

–Igual tampoco vale tu análisis porque ya desayunaste –le saqué la lengua.

–¡Cierto! ¡Tu corrida!

Le lancé un golpe en el estómago con el codo, que hizo que se doblara para sujetarse.

Menudo idiota. Mira que decir eso mientras nos paseábamos por una sala de espera llena de gente... Sólo lo hacía Tae.

–Un poco más de sutileza, Kim –gruñí, caminando más aprisa para escapar de ese lugar de una vez. Prefería haber venido solo, la verdad.

–Disculpa, cariño. Se me salió.

–Siempre estás avergonzándome –puse los ojos en blanco, contento porque el frescor al salir fuera ayudó a enfriar mis mejillas acaloradas. Cada vez que decía cosas así, no podía evitar ponerme como un tomate. –Tendrás que trabajar en otra disculpa.

–Por supuesto. En todas las que quieras, bebé –llegó hasta mí, dándome un abrazo por detrás.

Caminamos de esa manera, a la par, con nuestros dedos entrelazados en torno a mi vientre y su cabeza apoyada en mi hombro. Él era lo bastante alto y ancho como para cubrirme de la ventisca, así que lo dejé estar.

–¿Cómo te enteraste que hoy me tocaba la extracción de sangre? –inquirí, rumbo a la sección 7 del estacionamiento.

–Pues... estaba anotado en el calendario. Me levanté a por un vaso de agua en la madrugada y me quedé viendo fijo hacia el refrigerador por un rato, como un idiota. Recién ahí se me iluminaron las neuronas y distinguí que estaba resaltado "análisis de sangre" en mayúsculas chillonas para el día de hoy.

>>Me fui a dormir, Kook me despertó más tarde diciéndome que tenía que atender una operación de emergencia y se vino corriendo para aquí. Yo me quedé mirando un poco de televisión y subí a buscarte, pero ya estabas en la ducha. Y bueno... ya sabes cómo se dieron las cosas de ahí en más –se le escapó una risilla.

–Ya veo –me acomodé mejor la bufanda. ¡Maldito frío y maldito estacionamiento gigante! ¡No llegábamos más! Mi yo friolento se estaba congelando el trasero. –Me alegra que lo hayas visto. Sino tendría que haber sacado otro turno.

–De nada, bebé –me besó la mejilla, sonriéndome a través de esa boca sensual. –Para eso estoy, para acompañarte y cuidarte –me estrechó con más fuerza, casi haciéndonos caer cuando tropecé sin querer.

Por suerte, él nos estabilizó a tiempo y seguimos caminando.

Echando una ojeada hacia abajo, me encontré con nuestras manos juntas, brindándose calor y acariciándose. Sus dedos eran mucho más largos y fríos que los míos, más trataban de resguardarme. Nuestras alianzas centelleaban en nuestros anulares. Lucían hermosas unidas. Como si hubieran estado destinadas a Tae y a mí.

Nos faltaba una más, mi otra mitad. Yo sabía que andaba cerca, en algún quirófano de aquel hospital. Si dos alianzas eran preciosas la una junto a la otra, entonces las tres eran especiales.

Mi mente divagó en lo maravilloso que era poder tener conmigo a los dos hombres más magníficos de mi vida, mis primeros y últimos amores. ¿Qué persona en este mundo podía tener la dicha de elegir a las personas correctas a la primera, sin equivocaciones? ¿Y además tenerlos anclados a tu lado para toda la vida?

Pues Jeon-Kim Jimin. Así es.

Al fin llegamos a mi auto. Tae me guio al asiento del acompañante con la excusa de que yo estaba inválido y no podía conducir. No me negué. Me gustaba que me consienta.

Me colocó el cinturón de seguridad y me robó un beso dulce antes de cerrar mi puerta y correr al asiento del conductor.

–Qué frío de mierrrrrda –se lamentó, poniendo mis llaves en el tablero. Las giró y encendió el auto, para poder poner la calefacción primero.

–Mi amor –lo llamé. La mirada gris se posó sobre mí con curiosidad, atento. No me pude resistir y le tiré la bomba de nuevo. –Ya que estás tan amable y empalagoso, ¿vas a decirme por qué Kook y tú andan tan en las nubes?

Gruñó y tiró su cabeza contra el asiento. Fue automático.

Supongo que eso es un no.

–Si te digo, ¿vas a estarte calmado y quietecito como un niño bueno?

Asentí. Obvio que dependía de qué fuera lo que me iba a largar, pero hasta enterarme, tenía que representar mi papel.

–Como nuestro aniversario es en una semana, él y yo estábamos planeando una cena sorpresa –sus ocelos se posaron sobre mí, incómodos.

Aww, qué dulce de su parte. Mi pecho se vio severamente afectado y la emoción se arremolinó en mi estómago. ¡Qué estúpido! Arruiné mi propia sorpresa. Con razón estaban tan raros. Solían ponerse así en las fechas importantes porque les gustaba organizar eventos únicos para mí.

Mi sonrisa podría haber partido mi cara a la mitad.

Me desabroché el cinturón con urgencia y no me importó para nada pasarme al asiento del conductor para montarme sobre él y abrazarlo con fuerza, llenando su cara de besitos.

–No tienes una mísera idea de cuánto los amo –me enternecí, uniendo mi frente a la suya y manteniendo la conexión visual. Mis ojos ya estaban humedecidos para cuando me di cuenta. –No tendría que haberlos presionado tanto. Yo... me siento como un gran tonto ahora. ¡Jungkook te va a matar! Te va a cortar en pedacitos, los va a freír a la plancha y... y...

–No importa, bebé –él me calmó un poco. Acomodó unos mechones rebeldes de mi cabello tras mi oreja, limpiando mi rostro para verme mejor. –Sólo quiero que estés tranquilo. Si tenía que decírtelo para que no estés sintiéndote triste, valía el riesgo. Te amo, Minnie y no voy a dejar que nada te haga daño ni te haga sentir mal.

–Tae. Te amo demasiado –puchereé, llevando mi boca contra la suya y besándolo con ganas, sintiendo mis lágrimas derramándose sin control.

Era un llorón sin remedio. ¿Y qué?

Estoy seguro de que no existían hombres más perfectos que mi par favorito. Yo no merecía ser tan mimado, tan amado. Aceptaba su cariño porque me hacían sentir bien y me encantaba esa sensación de volverme lo más preciado para alguien. Los dos me protegían como si fuera un niño pequeño. Temían lastimarme y eran en extremo cautelosos conmigo.

Mi amor por ellos no tenía límites. Era incuantificable. Los adoraba y no porque fueran hombres atractivos y poderosos. Los quería por ser ellos mismos, con sus personalidades tan diferentes. Era capaz de aguantarlos a pesar de sus malhumores, sus chistes sexuales, sus pesados entrenamientos.

Con el tiempo, aprendí a sobrellevar lo peor de ellos, así como ellos aprendieron a sobrellevar lo peor de mí. Me aceptaron con todo lo malo que venía en mi empaque.

Estuvimos intercambiando besos durante unos minutos, absortos en nuestros alientos, los besos húmedos y nuestros cuerpos sintiéndose bajo la ropa.

Hasta que mi teléfono interrumpió el glorioso momento.

–Buen día, Jimin habla –contesté al sacarlo de mi abrigo, sin mirar de quién se trataba. Es que estaba perdido en los labios hinchados de mi pareja, el rubor de sus mejillas y sus ojos entrecerrados. Imágenes eróticas si las había. –Ah, ya veo. No hay problema, allí estaremos –corté la comunicación y regresé mi celular a su lugar.

–¿Quién era? –preguntó Taehyung, acariciando mis nalgas juguetonamente, relamiéndose los labios como si esperara encontrar rastros de mi presencia sobre ellos.

–Una organizadora de eventos. Nos invitaron al cumpleaños de tu padre, el viernes en su casa.

Se tensionó debajo de mí. Su mandíbula se volvió más pronunciada y gruñó cerrando los ojos con fuerza.

Parecía que alguien no quería ir a ver a su familia.

FELIZ NAVIDAD, BELLEZAS!! 💕 Espero que hayan pasado una noche buena muy especial y un día muy bonito con toda su gentecilla! Ay ya falta poco para terminar el año. Me pone sentimental saber que ya nos despedimos de una etapa para arrancar una nueva, pero ya deseo poder hacer borrón y cuenta nueva jajaja.

Bueno, como lo prometido es deuda, aquí está el capítulo. Estuve intentando subir el banner desde esta mañana pero wattpad no quiere colaborar, así que no insistí más. Seguramente después lo colocaré.

Y qué decirles... No puedo creer que 4.3 k de lectores le hubieran dado la oportunidad a esta historia y a este increíble matrimonio que me tiene loka, porque me vuelvo super soft cada vez que tengo que escribir un capítulo sobre ellos. Tienen un efecto especial porque son super dulces 😍😍 Enserio gracias por su constante apoyo. Significa muchísimo para mí. Les quiero un montón 💗😘

-Neremet-



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