Sorpresas

Jimin


Detestaba sentirme incompleto. Esa sensación de que algo me faltaba se asemejaba a ser carcomido por dentro.

Todavía no era capaz de perdonar a Taehyung por su mentira. Y me dolía que estuviéramos así, distantes uno del otro, porque en realidad éramos como dos partes de un mismo sistema, inseparables desde que nos conocimos.

Esta situación me superaba. No estaba en mis planes tener que hacerme cargo de nuevo de alguien que iba por el mal camino. Mi deseo era poder lidiar con un bebé creciendo en mi vientre, no con otro tipo de problemas, por más que sonase egoísta de mi parte.

Jungkook me repetía a cada rato que las cosas con Taehyung no eran así como yo pensaba, que estaba todo bajo control y que él ya había entrado a un programa de recuperación antes de que yo encontrara la evidencia en sus pantalones. Me lo decía de una forma tan convincente, que empecé a replantearme que fuera cierto.

Kook me insistió para que llamara al número de teléfono del especialista que se encargaba de tratar a Tae y, al final, le hice caso.

El sujeto que me atendió fue muy atento. Me confirmó que Tae estaba bajo tratamiento, recibiendo algunos medicamentos para contrarrestar los efectos negativos de la abstinencia. Además, puntualizó lo responsable que estaba siendo, siguiendo a rajatabla el proceso. De esa forma, obtuve la confirmación del relato de Kookie y eso sólo hizo que me sintiera peor conmigo mismo.

Lo único en lo que podía pensar, era en lo avergonzado y destrozado que estaría mi querido esposo. Yo lo empujé fuera en mi colérica ceguera, no queriendo escuchar nada de lo que tenía que decirme. Lo peor era que ni siquiera le había permitido explicarse, contarme lo que ocurrió con más tranquilidad, sin necesidad de que estuviéramos a los gritos.

Debía invertir eso.

Fue lo primero que se me cruzó por la cabeza al levantarme por la mañana, enredado en los mullidos brazos de Jungkook, sin el calor de Taehyung. Esto no podía continuar, porque me hacía mal estar melancólico y apagado por él. Debía dar el brazo a torcer de alguna forma, ceder terreno para que juntos pudiéramos dialogar.

Estaba dispuesto a tomar su mano y a acompañarlo en lo que pudiera. Lo haríamos juntos para que no fuese tan difícil para él.

Apenas tuviera un receso en mi trabajo, iría a verlo.

***

Las veces que me tocaba ir de compras con Jung Hoseok ya no eran tan malas como antes. Con paciencia y esfuerzo, pudo aprender a controlar el impulso que tenía, lo que derivó en que nuestro trato fuera mucho más cercano y amable, sin hostilidades.

Recorrer las grandes tiendas junto a él, era divertido. Descubrí que tenía un buen sentido de la moda escondido. Coincidíamos en gustos en cuanto a lo elegante, lo que generaba tema de conversación a menudo.

Esa mañana, nos encontrábamos en una de las sucursales de Dior. Habíamos arribado en busca de algún tipo de accesorio que pudiera elevar el estructurado conjunto que Hoseok debía lucir en la junta de inversores que organizaba su club deportivo.

Con algo de estilo por aquí y un poco de asesoramiento por allá, logramos salir del local con una bolsa cada uno.

No tenía contemplado gastar de mis ahorros, pero Jung insistió en que me diera un pequeño gustito como compensación por el desánimo que tenía últimamente. Una linda camisa llamativa era capaz de levantar a cualquiera.

Me llevé una sorpresa cuando fui a la caja e intenté abonar por ella, pues Hoseok me jugó una broma y terminó pagando por mí mientras yo estaba en el probador. De paso, pudo jactarse de ser el futbolista estrella frente a la chica que atendía en la caja, ganándose un número de teléfono que agregar a su enorme arsenal.

Ninguna terapia le sacaría lo Don Juan a ese hombre.

–Te lo agradezco mucho, pero no tenías que hacerlo, Jung –puchereé. Él sólo palmeó mi cabeza, restándole importancia a medida que buscábamos un puesto de comida para tomar un tentempié.

–Quería sacarte una sonrisa después de verte tan enojón estos días, es todo.

–Lástima que eso debería ser tarea de mis esposos.

–No estarían haciendo muy bien sus deberes, por lo que veo –susurró, pasando el brazo sobre mis hombros y hablando muy cerca de mi oído.

Iba a advertirle que mantuviéramos las distancias. No me sentía cómodo con esta clase de proximidad de su parte. Tomamos confianza demasiado rápido y no quería que malinterpretara mi camaradería con él. Nuestro vínculo debía mantenerse como uno estrictamente laboral.

No alcancé a liberar ni una sola sílaba a modo de queja, cuando sentí que su cuerpo era apartado del mío con brusquedad, cayendo al suelo con violencia.

En un primer momento me sobresalté. Pensé que Hoseok se había tropezado o algo y que por eso yo casi era arrastrado con él. No se me pasó por la cabeza que fuera por culpa de alguien más.

Hasta que mi mirada se concentró en el trajeado hombre alto a pocos centímetros de mí, reconociéndolo en cuanto me observó con esos felinos ojos grises.

Se me paró el corazón por un segundo y, al siguiente, volvió a latir desbocado. Era la primera vez que lo veía desde la incómoda cena en casa de sus padres.

Tenerlo a un palmo de distancia hacía que mi corazón se oprimiera, ansiando correr hasta él para refugiarme en su fuerte pecho y poder fundirme con su aroma varonil. Quería borrar ese sentimiento de amargura que brotó por su mentira y reemplazarlo con besos dulces y caricias.

Ahora que podía ver sus atractivas facciones de nuevo, el aliento se me escapaba. Su expresión era intimidante, enfadada. En términos simples: sumamente caliente.

Taehyung tenía ese efecto en mí.

Él era consciente de lo fácil que podía tenerme a sus pies, arrodillado para rendirle pleitesía. Por eso me mantuve alejado de su influencia; para poder pensar mejor en la situación en la que nos había metido, lo que estábamos arriesgando por un capricho suyo.

De no haber tomado mi distancia, habría creído cualquier cosa que saliera de su boca. Podía convencerme de lo que fuera haciendo uso del cariño que yo tanto adoraba que me obsequiara.

Me quedé de piedra ahí mismo, flotando en una nebulosa, tal como una colegiala lo haría al ver al chico que le gusta. Embobado por completo en sus rasgos masculinos, deseando con cada fibra de mi ser volver a probar su boca, me olvidé de la presencia de Hoseok en el suelo.

Mi pobre cliente arrastró a una mujer con su caída y la ayudó a incorporarse. Se disculpó con ella bajo el atento escrutinio del cazador a mi lado, que gruñó antes de ir en su dirección y tomarlo por la solapa del saco.

–¿Te parece estar tocando a mi esposo, pervertido de mierda? –le dijo, antes de volver a empujarlo. Por suerte, Hoseok pudo contrarrestar el envión y se mantuvo de pie.

–¿Y a ti qué te pasa, maldito loco? ¿No ves que casi lastimas a esa mujer? –se defendió Jung, ajustándose la mascarilla que tapaba su rostro.

Recién entonces caí en cuenta de lo que estaba pasando.

Taehyung era un hombre en extremo celoso. De adolescente, fue muy protector conmigo, atento a que me respetaran y no quisieran propasarse. Conviviendo con Jungkook, ese asunto se mantuvo a raya. Los dos aprendieron a compartirme con el correr de los años, pero desconfiaba de otros hombres a mi alrededor.

Y no fue difícil deducir qué habría pasado por su cabeza al ver a Hoseok invadiendo mi espacio personal. De seguro, eso fue el detonante para que lo atacara.

Previniendo la desgracia, intervine antes de que Taehyung reaccionara de forma más violenta. Estaba claro que sus intenciones eran ir tras el cuello del agredido, y yo no iba a permitir que tocaran al delantero de uno de los clubes más importantes de la ciudad. ¡Una demanda de parte de ellos y nos quedaríamos en la calle!

–Pendejo atrevido. Mira que andar tocando a un hombre casado... –la voz de mi esposo era amenazante, capaz de parar cada uno de los vellos de mi cuerpo. Denotaba furia, molestia.

No me sorprendería que fuera tan impulsivo como para irse a las manos. No tenía un temperamento muy paciente que digamos, menos cuando Hoseok no cerraba el pico y seguía presionándolo.

Dio un paso en dirección al pelirrojo, con los puños apretados y le salí al paso, sujetándolo por los hombros.

–Espera, Tae –le detuve. –Él no estaba haciendo nada malo, ¿de acuerdo? –como no obtuve respuesta de su parte e intentó apartarme del camino, sujeté su maxilar inferior y lo atraje hacia mí, para que se concentrara en nosotros y en nadie más. –Es un cliente de mi empresa, Tae. Necesito que te calmes porque estamos atrayendo la atención de todo el mundo. ¿Puedes hacer eso por mí?

A nuestro alrededor, la gente curiosa comenzaba a formar una ronda a nuestro alrededor. Algunos entusiastas del internet, buscaban documentar el inicio de una pelea con sus teléfonos celulares.

No me hacía gracia estar en el medio. No cuando Hoseok podría ser descubierto.

–¿Qué te parece si hablamos de esto en otra parte? –rogué, haciendo acopio de los famosos ojos de cachorro para obtener un mejor resultado.

–Está bien –alcanzó a gesticular, como si fuera una obligación.

Ese ligero avance me contentaba. Era mejor que una riña.

–Espera un minuto por allá. Me despediré de Hoseok –le señalé un banco libre a unos metros, con la esperanza de que aceptara y me permitiera dispersar a la multitud, desmotivándolos al separar a los posibles contrincantes.

Taehyung asintió, no muy convencido. Miró a Jung de manera seria y se aproximó a él, extendiéndole la mano, que no tardó en ser estrechada tras un intercambio de disculpas.

–Ese tipo sí que da miedo –bromeó Hoseok cuando le expliqué que se trataba de mi esposo celoso y que lo mejor sería interrumpir nuestra mañana de compras. –Pero me alegra que te haya defendido. Me dio razones de más para no volver a acercarme a ti. Me hubiera puesto un ojo morado con esos brazos que se carga –se carcajeó, refiriéndose a la forma en que se marcaban los músculos de mi esposo bajo su traje a la medida.

–Bien merecido lo tendrías.

–Es verdad –asintió. –Bueno, Jimin. Supongo que ya nos veremos en la empresa.

–Por supuesto. Por favor, procura ir directo a casa y no andar pidiendo más números. Suficiente trabajo tuve que hacer para que nadie te reconozca –murmuré con discreción, captando cómo el malón de personas que se había generado de forma espontánea, se disgregaba.

–No prometo nada. Adiós, Jimin –me saludó, antes de tomar su propio rumbo.

Negué con la cabeza, dándome la vuelta para ir hasta Taehyung, chocando contra su pecho en el camino.

–Espero que ahora me digas por qué no estás en el trabajo –le sonreí, midiendo la oscuridad en su rostro, que no dejaba de escrutarme.

Abrí la boca para hablar y romper la incomodidad de estar viéndonos, justo cuando él se inclinó para unir sus labios con los míos.

Se la puse fácil y le permití explayarse a sus anchas en el beso. Fui considerado y le dejé acariciarme con la lengua, en tanto que sus férreos brazos reclamaban mi cuerpo contra el suyo. Poder absorber su sabor al cabo de tantos días, era abrumador. Simplemente no podía tener suficiente de él, así que mis manos volaron a su nuca, atrayéndolo lo más que pudiera para que no interrumpiera esto.

Las lágrimas se me escaparon sin que pudiera controlarlas. Tal vez por lo tonto que había sido por hacerlo a un lado; tal vez por lo mucho que lo extrañaba y no me había dado cuenta; tal vez por el caluroso sentimiento que palpitaba por él en mi pecho.

–Minnie. Minnie. Hay gente –me retuvo, acariciando mis cachetes para borrar la humedad de ellos y dedicándome una de sus bien escondidas sonrisas. –Yo también quiero llenarte de besos, pero no es el lugar correcto y tenemos que hablar.

–Perdón. Es que te extrañé mucho –confesé con timidez.

–Lo sé, bebé. Yo también, como no te imaginas. Ya estoy aquí para ti y te prometo que arreglaré lo que te hice.

–Shhh –posé un dedo sobre sus labios, callándolo. –Será mejor que vayamos a casa. Allí podremos hablar con tranquilidad.

–Está bien, Minnie. Vamos al estacionamiento, que allí dejé el Lambo.

–¿Lambo? –inquirí, desconociendo a qué se refería.

–El Lamborghini de mi padre. Se lo tomé prestado la noche del "incidente" –hizo una seña de comillas con los dedos, para posteriormente tomar mi mano con gentileza. –Quise hablar contigo esa noche, ¿recuerdas?

–Sí –lo recordé. De hecho, fue una de las noches más horribles que pueda haber pasado en mi vida. No se me olvidaría con facilidad.

Así es que, con la esperanza de poder llegar a entendernos de nuevo tras una charla, nos encaminamos al nivel inferior del shopping, donde estaba el estacionamiento.

Zigzagueamos entre un montón de coches hasta llegar al flamante Lamborghini anaranjado, que destilaba lujo por todos lados. Desde la reluciente pintura que parecía recién pulida, a las escandalosas curvas que lo formaban.

Por supuesto que yo no era un apasionado de los autos, con mi amado convertible destartalado, aunque tenía que admitir que podría enamorarme de un coche como este.

Y el interior era mucho mejor.

–Juro que, si me gano la lotería algún día, me compraré uno de estos –suspiré cerrando los ojos al enterrar mi trasero en el acolchado asiento.

–Debo concordar contigo, bebé –asintió Taehyung, aprovechándose de mi vulnerabilidad para robarme un beso rápido. –El cinturón –me gruñó al separarnos, relamiéndose el labio inferior.

Asentí, sintiendo mis mejillas arder por la pronta cercanía que volvíamos a tener.

Estaba en eso cuando mi celular sonó desde el fondo del bolsillo delantero de mis vaqueros.

Hice una complicada danza para poder sacarlo de su lugar de encierro y contesté de inmediato.

–¿Hola?

–¡Jimin! –esa voz. La reconocía de algún lado...

–¿Ta-Taemin?

–¡Así es, niño bonito!

De acuerdo, esto era extraño.

Taemin, mi secuaz enfermero que trabajaba en la misma área que Jungkook me estaba llamando a mi número personal y se notaba en extremo excitado. Como si no pudiera controlar sus emociones. ¿A qué venía eso?

–¿Pasó algo, Taemin? ¿Jungkook está bien? –me animé a preguntar, temiéndome que hubiera sucedido algo con Jungkook.

–Oh, ha pasado algo que va a hacer que te caigas de culo, Jimin. Nada más espero que estés sentado para que te pueda contar.

–Estoy sentado. Puedes hablar, sin misterios.

–Bueno... –estiró la palabra, como si yo lo hubiera regañado. –Viniste al hospital a hacerte un examen de sangre hace una semana, ¿verdad?

–Así es. El examen mensual de rutina –rodé los ojos, ya empezando a alterarme con el misterio estirado y yo quería saber para qué mierda me había llamado a un número telefónico reservado sólo para Jungkook.

–¡Ay por Dios! ¡No lo puedo creer! –se escucharon los gritos de Taemin desde el otro lado de la línea.

Taehyung, por su parte, prestaba atención a mi conversación con el enfermero.

–Taemin –lo corté de una vez. Tenía que resolver lo de Taehyung aún, y los minutos empezaban a extenderse. –¿Podrías decirme para qué has llamado a mi celular personal si no es una emergencia con respecto a Jungkook?

–Jeon-Kim Jimin, tengo la posibilidad de decirte el resultado de tus pruebas de sangre si me das la autorización.

–¡De acuerdo, maldita sea! ¡Habla ya!

–Jimin, tus resultados dicen que... –volvió a darse una pausa dramática del otro lado de la línea y por poco no arrojo el móvil contra el parabrisas por la frustración.

Menos mal no lo hice, ya que sino no hubiera podido escuchar las claras palabras de Taemin:

–¡Estás embarazado! ¡Felicidades!

Bebé, yo te invoco! 😂

Tae tenía razón todo este tiempo. Él sabía cosas jajaja.

Ay estoy chillando emocionada porque al fin se le dio a Minnie y va a poder tener su tan esperado baby 😭😭 Pero quienes me conocen saben que no todo es color de rosas, así que vayan encargándose unos pañuelitos extras que todavía falta lo mejor.

Cómo extrañaba hacerles sufrir jaja.

Bueno, hasta aquí mi reporte. Tengan un muy buen finde, mis bellezas! Cuídense un montón, porque les extrañé y les quiero seguir viendo por aquí 😘❤❤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top