Plan de salvataje
Taehyung
Después del incómodo altercado que tuve con Jimin por el asunto de las drogas, no dejé de insistirle para que me permitiera explicarle todo con detalle. Él sólo sabía la parte mala de la historia y desconocía el esfuerzo que estaba haciendo para arreglar mis mierdas. Deseaba que me dejara conversar con él al menos quince minutos.
Ni siquiera eso pude conseguir.
Hacía ya unos días que fui exiliado y estaba ocupando el departamento en el que convivíamos antes de tener nuestro hogar definitivo, donde estuvimos los tres mientras estudiábamos en la universidad. Solíamos alquilarlo en temporada de clases a estudiantes, puesto que disponía de dos dormitorios junto a una cocina y un amplio living-comedor, pero justo estábamos atravesando el período de receso de invierno y había quedado vacío. Al menos hasta que le pedí a Choi Minsu, mi padre biológico, que se trasladara conmigo, para que dejara de una vez aquel sótano húmedo en el cual había pasado gran parte de su vida y que no era un lugar muy sano que digamos.
Con respecto a la cuestión de mi lío con Minnie, llevaba pasándome por nuestra casa y quién me abría la puerta era Jungkook, diciéndome que nuestro pequeño no estaba dispuesto a verme ya que seguía herido por lo sucedido. Debido a eso, volvió a retomar el hábito de recluirse en la habitación destinada a nuestro bebé por las noches, llaveando la puerta para que nadie pudiera entrar. Además, al enterarse de mis conversaciones con Jeon cada vez que iba, empezaba a tomarla un poco contra él también.
Por mi culpa estábamos así. Yo que pensé que habíamos logrado un ligero avance con respecto a ese problema del encierro de Minnie... Parecía que retrocedimos como cinco espacios luego de avanzar uno. ¡Qué estúpido de mi parte! ¡Lo compliqué todo!
Comprendía por lo que debía estar pasando y me ponía en sus zapatos. Revivir aquellas cosas negativas de mis excesos de adolescente a estas alturas, era una estupidez, lo afirmo. Era una lástima que él no pudiera ver mi esfuerzo para que lo del tratamiento funcionara. Lo más importante era poder recuperarme y continuar con mi vida, lo cual estaba consiguiendo gracias a medicación y terapia.
Con respecto al asunto de la fiesta de cumpleaños, Jaechung no tomó represalias. Para cuando llegué a la empresa el lunes, me enteré de que había decidido irse de viaje con mi madre el fin de semana y que se quedarían en Hong Kong por al menos seis días. Típico de un Kim escapar de los problemas.
Me daba cuenta de por qué yo era tan distinto a ellos.
Pensé que el trabajo de mis sueños se iba a ver reducido a cenizas tan pronto como llegara al bufete. He de decir que me sorprendió el profesionalismo con el que Jaechung asumió lo que dije de él, porque estaba en su derecho de quitarme el segundo puesto más importante dentro de su empresa y dejarme tirado en la calle, si así lo quería.
Como sea, tenía que darle las gracias.
–Creo que ya es hora de que prepare la cena –la voz de mi padre me devolvió a la realidad.
Minsu apareció en el living-comedor donde me encontraba mirando un partido de fútbol. Había estado recluido en el baño los últimos minutos.
–¿Esta es la famosa hora a la que comen los ancianos? –bromeé, estirando mis brazos hasta colocarlos por detrás de mi cabeza en una posición más cómoda, contra el respaldo del sofá.
Nuestra relación había avanzado a pasos agigantados desde que pasábamos más tiempo uno en compañía del otro. Ganamos confianza con rapidez, y eso empezó a notarse. Honestamente, me agradaba esto de poder conocerlo un poco mejor, de estar con él, compartir gustos. Esta situación era nueva para mí e intentaba adaptarme a ella.
Fue una sorpresa porque descubrí que Minsu era un sujeto agradable y sencillo, de esos a los que les gusta escuchar y aconsejar. Podía observar cariño en sus ojos al mirarme y un sincero interés por lo que sucediera en mi vida. A menudo me preguntaba acerca de cosas de mi pasado o mi matrimonio polígamo, puesto que todavía le desconcertaba que Kook y yo compartiéramos a Minnie sin peleas en el medio. Su cara cuando le confesé, fue un poema.
No le escondí nada. Me abrí a él y dejé expuesta cada etapa de mi vida para que pudiera saber cómo había crecido en su ausencia. Se admiró de mi fortaleza, más aún cuando le dije acerca del bebé que habíamos perdido. Incluso creo que llegué a hartarlo de tanto mencionar a Jimin y lo increíble que era. Debió haberle quedado ultra-claro que estaba enamorado de mi esposo.
En fin, que me sentía contento teniendo a mi verdadero padre (o al menos quién creía que era mi padre, ya que los análisis de parentesco todavía no estaban listos). No fue fácil convencerlo de vivir conmigo, aunque me alegraba de que haya aceptado. Insistió en pagar alguna clase de alquiler por el espacio, oferta que decliné. ¿Cómo iba a cobrarle a mi propia familia? Tampoco necesitaba el dinero. Mi intención era ayudarlo tanto como me fuera posible, no sólo por descubrir que compartíamos un lazo de sangre, sino porque en su compañía me sentía mucho más apoyado y contenido de lo que había estado viviendo en la mansión Kim.
Recuerdo cuánto se enojó Minsu al oír que le había soltado un par de verdades a Jaechung. Me sermoneó por ser impulsivo y volátil. Insistió en que podría haber perdido mi trabajo –lo cual era cierto–. Pero bueno, ¿desde cuándo Kim Taehyung se guardaba los trapitos en vez de sacarlos al sol?
–Pon la mesa, que iré a preparar fideos –me pidió desde la cocina.
–¿Qué hay en el menú? ¿Más comida rápida? A este paso, mis abdominales desaparecerán –me lamenté, sobándome la panza bajo la camiseta.
–Si hubieras sido honesto con tu esposo, ahora mismo estarías disfrutando de una buena comida casera –se burló Minsu, abriendo dos paquetes de ramen y calentando agua en una sartén profunda.
–Golpe bajo –rezongué, poniendo la mirada al cielo, quejándome con el creador. –Ahora extraño la comida de Minnie. No sé cómo no valoré antes sus manjares.
–Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes...
–Amén a eso, papá.
Sólo Dios sabía lo mucho que extrañaba las preparaciones de mi hermoso esposo.
Y no únicamente eso. Lo extrañaba a él, con sus berrinches, sus sonrisas, sus abrazos, sus besitos tiernos. Qué duro era estar sin él después de haberlo puesto en el pedestal más grande que tenía. Era mi centro, mi guía. Estar sin su presencia a mi alrededor me demostró que no servía para nada, porque ni siquiera sabía cómo planchar una camisa o cocinar un trozo de carne. Él hacía muchas cosas por mí de buena voluntad.
–Creo que no podré pasar más tiempo lejos de Jimin –suspiré, llegando a la cocina para tomar los platos limpios de la alacena. –Es una tortura. Extraño tanto tenerlo entre mis brazos. No sé qué más hacer para que me escuche.
–¿Intentaste verlo en el trabajo?
Me detuve en seco, mirando a mi padre con un creciente interés en sus palabras.
–¿Cómo dices?
–Abordarlo en el trabajo –respondió Minsu, echando el contenido de los paquetes de ramen a la sartén con agua hirviendo. –Ya sabes, ir y pedir verlo a escondidas. Así al menos tendrías una oportunidad para convencerlo.
No era una mala idea. Lástima que no se me había ocurrido antes.
Aunque, por un lado, era algo invasivo llegar así a su terreno y exigirle hablar; por el otro, era lo último que me quedaba por hacer. Minnie no podría esconderse en casa por siempre, escudándose en Jungkook. No era un niño, así que tenía que enfrentar la realidad.
–Suena bien lo que dices, papá. Mañana iré a su empresa y veré qué pasa.
***
La noche avanzó con rapidez.
Mi padre y yo nos tomamos algunas cervezas mientras cenábamos, viendo el resumen semanal de deportes. Se hizo tarde y como me sentía achispado por el alcohol, opté por ir a descansar. Si seguía así, me desvelaría, cosa no recomendable cuando se tiene trabajo temprano por la mañana.
Estaba acomodando las sábanas y el cobertor de mi cama, en el cuarto contiguo al de Minsu, cuando mi celular empezó a vibrar en mi bolsillo derecho del pantalón.
Viendo el identificador de llamadas, me encontré con que se trataba de Min Yoongi. Era bastante inusual que me llamara a esas horas. De cualquier forma, respondí.
–Buenas noches, señor Kim. Tengo novedades sobre el asunto de la estafadora, ¿recuerda? –la voz de Min era grave y autoritaria del otro lado.
–Sí. ¿Qué hay con ella?
–Hablando con los servicios de inteligencia nacional, pudimos elaborar un plan de ataque. Están dispuestos a cooperar porque atraparla les beneficiaría. Necesitan encontrarla para interrogarla acerca de las anteriores estafas y robos de identidad.
–Eso es genial –abrí mis ojos. Por fin podríamos ponerle un alto a la loca que amenazaba a Jungkook y que tenía en su poder algo que podría arruinar a Jimin.
–Debo decirle que existe un pequeño inconveniente, señor. El plan está listo para ponerse en marcha, pero necesitamos un señuelo que distraiga a la mujer el tiempo suficiente como para que la policía pueda ingresar a su domicilio y confiscar la evidencia que tiene en su contra. Posteriormente, se procederá a un arresto lo más bajo perfil que se pueda en las instalaciones del hospital en el que está trabajando.
–Espere. ¿Dijo señuelo? ¿A qué clase de señuelo se refiere? –esto no me daba buena espina.
–Será clave que Jeon Jungkook, el hombre que es el superior de la sospechosa, se encargue de mantenerla ocupada, para que no preste atención a lo que ocurra en su casa, ya sea que suenen las alarmas o algún vecino le avise que la policía está cerca. Si ella se entera, podríamos volver a perderle el rastro.
–¿Quieren que Jungkook la distraiga? ¡Él no la puede ni ver! –se estaba volviendo complicado a cada paso. No podía permitir que Jungkook corriera peligro poniéndose en el camino de esa maldita. Minnie me mataría si algo le sucedía a Jungkook.
–Lo siento, señor Kim. Es la solución más buena que pude conseguirle. El trabajo requerido para el doctor es mínimo. Si se atreve a hacerlo, entonces le aseguro que el video que me contó podrá localizarse remotamente cuando la policía acceda a su casa y se eliminarán las copias que puedan existir, para siempre.
–¿Está en condiciones de hacer esa promesa, Min? –quise asegurarme. Si había una chance de que pudiéramos solucionar esto, la tomaría. Debía aprovechar el alcance de la influencia de Yoongi para acabar con ella.
–Jamás prometo cosas que no podré cumplir.
–Bien. Hablaré con Jeon para contarle esto y luego telefonearé para arreglar los detalles.
–Perfecto, señor –fue la despedida de Min, que cortó la comunicación.
Como si fuera por arte de magia, el alcohol desapareció de mi torrente sanguíneo, dejando en su lugar una creciente preocupación. Esta noticia me había abierto los cinco sentidos y estaba seguro de que, por más que lo intentara, no pegaría ojo en toda la noche.
Lo mejor sería llamar a Jungkook, cosa de definir de una vez por todas si estaba de acuerdo en representar su papel. Cuanto antes pusiéramos en práctica lo que había que hacer, antes nos libraríamos de esa loca alemana.
Busqué el contacto de Kook en mi teléfono y lo llamé. Sonó un par de veces, hasta que finalmente una voz ronca capaz de hacerme saltar el corazón del pecho, respondió del otro lado:
–¿Hola?
–Minnie, bebé –las palabras se me trabaron un poco. No me esperaba que fuera él quien respondiera, así que me descolocó.
–Tae, te dije que no quería...
–Lo sé, lo sé, cariño –interrumpí, poniendo el tono más dulce del mundo para él. No quería espantarlo, y desde luego no quería que cortara la comunicación antes de que pudiera transmitirle a Jungkook lo que me dijo el investigador Min. –Ya hablaremos de eso, ¿sí? Ahora necesito que pongas a Kooks en el teléfono, ¿de acuerdo?
–Deja a un lado ese tono de voz. A mí no me engañas. ¿Vas a meterlo en tus asuntos de drogas? ¿Acaso quieres pedirle dinero?
–¿Qué? ¡No! –la cabeza me empezó a humear del coraje. Tenía que serenarme, pensar que Jiminnie no lo estaba diciendo en serio. Nada más era su bronca conmigo hablando a través de él. –Mira, Minnie. Ahora necesito discutir un asunto importante con Jungkook. ¿Podrías pasármelo?
–¿Por qué mejor no te vas a dormir y dejas de romper las...?
Su voz fue interrumpida de golpe, seguida un segundo más tarde por el mismísimo hombre que estaba buscando.
–Discúlpalo. Está caliente y te necesita, muy en el fondo.
–Tan bromista como siempre... Oye, busca un lugar tranquilo donde Jimin no escuche lo que tengo que hablar contigo.
Unos segundos pasaron hasta que Jeon volvió a hablar.
–Bueno, acabo de salir de la habitación y me vine a la cocina un rato. El pequeño se quedó en la habitación, ¿está bien?
–Sí –hice una pausa, buscando aire para soltarle la bomba mejor construida de la historia. –Escucha, Kooks, tengo que decirte algo que podría beneficiarnos. Es sobre el asunto de esa mujer que trabaja contigo.
–Jennie.
–Esa misma.
–De acuerdo, te escucho. Suelta todo, compañero.
Uff qué intenso todo. Ya estoy sudando de nerviosss con lo que va a pasar.
Estoy un poquito melancólica porque estamos en la recta final. Esta es una historia que amo muchísimo y es un placer ver que les haya gustado tanto. Me siento frustrada muchas veces por no poder actualizar tanto como quiero. Pero bueno, la vida es así, qué le vamos a hacer 😢
La parte buena es que les dejo este capítulo para que puedan arrancar bien la semana. Muchos éxitos en estos días, bellezas. Les quiero muchoo! Por fa se me cuidan! 😘🙊
-Neremet-
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