Limando asperezas

Jungkook


La parte buena de ser doctor, es que cuando dices estar enfermo, los demás no necesitan corroborarlo. Te creen de inmediato.

Mi huida del hospital fue tan sencilla como comunicar que tenía una intoxicación por presumible ingesta de alimento en mal estado. Por supuesto que la comida india que Jimin cocinó anoche no tenía absolutamente nada que ver.

Lo mío no fue más que una pequeña mentira piadosa que necesitaba para poder ir en busca de Taehyung y conseguirme unos días libres lejos de Jennie. La idea era pensar y evaluar con claridad qué haría con su amenaza.

Cederle un lugar tan importante en el hospital, con demasiada carga de responsabilidad sin que ella hubiera estado preparada, estaba más que descartado, así como el tener que acostarme con ella. No lo haría por nada del mundo. Encontraría una solución antes de que todo se fuera a la mierda.

–El señor Kim está listo para recibirlo, señor Jeon –me habló la secretaria de Taehyung, Kang Seulgi, tal como rezaba un pequeño identificador metálico colgando a un costado de su traje rosado. Me indicó que la siguiera, por lo que abandoné la revista que hojeaba desinteresadamente en la sala de espera para ir detrás de ella.

Mientras caminaba a través del pasillo, no pude evitar pensar que Taehyung lo había hecho bien. Ahora podía jactarse con libertad de que tenía lo que tanto deseó en la empresa de su padre. Su objetivo de vida estaba completo.

El edificio de dieciséis pisos propiedad de Jaechung, estaba bajo su supervisión. Sólo esperaba que él fuera distinto a mí y no cometiera errores tan estúpidos como darle mucha confianza a sus subordinados.

Qué digo.

Taehyung siempre se caracterizó por ser el rey de la impulsividad, por ir detrás de lo que quería, por asumir riesgos sin reparar en las consecuencias, a la vez que yo me pasaba calmándolo, evaluando las opciones a mi alrededor, pensando con mayor detenimiento. Él era la parte irrefrenable y yo la parte consciente. En medio de nosotros, Jimin conseguía un punto de inflexión en el cual un extraño Jin y un Jang podían funcionar sin repelerse mutuamente.

–Adelante, puede pasar –Seulgi me sostuvo la puerta para que entrara al despacho, extendiéndome una cálida sonrisa.

–Muchas gracias, señorita Kang –respondí, con una pequeña reverencia.

Tan pronto como me inmiscuí en el espacio de Taehyung, la secretaria cerró la puerta, dejándonos a solas.

Lo primero que llamó mi atención fue la pared vidriada del fondo, que dotaba de una notable iluminación al gran recinto. Desde allí, podías observar el infinito paisaje rodeado de edificios y construcciones. El hormigón, el acero y el vidrio reinaban en contraste con el color del cielo. Había tantos detalles que uno no podía dejar la vista quieta.

–Entiendo que no has venido a observar mi oficina, así que es mejor que me digas para qué estás aquí antes de que termine de cobrarme lo de esta mañana.

Desvié la mirada para observar a Taehyung que me evaluaba desde la comodidad de un mullido sillón ejecutivo. Tenía la irritabilidad escrita por la cara, como si permitirme concertar una cita en su zona de trabajo hubiese sido un paso demasiado osado de mi parte. No lo culpo. Yo hubiese reaccionado de la misma forma al verle aparecer por mi despacho luego de una pelea.

–Vengo en son de paz –tomé asiento frente a él, alzando las manos en un gesto de rendición.

–Y una mierda, Jungkook. Como si fueras a saltarte tu turno en el hospital para esto.

Buen punto.

–Antes que nada, quiero pedirte una disculpa, Taehyung –empecé. Tenía que ir cediendo un poco de terreno para que relajara esa tensión que me estaba cortando a la mitad. –No tendría que haber dicho lo que dije. Sé que amas a Jimin tanto como lo amo yo y que estás dispuesto a todo con tal de cuidarlo y hacerlo feliz. Es por eso que llegamos al acuerdo de hacer que esta rara relación funcione en torno a él.

Lo vi resoplar y mirar al techo por unos segundos antes de pasarse la mano en torno a su cabello recogido en una coleta.

–Está bien. Lo que sea –asintió finalmente. –Yo también dije un par de estupideces. Toda esa mierda de que me quieres separar de él... sé que no es cierto. No tiene caso que lo hagas, porque los dos sabemos que Minnie se quedaría conmigo –se rio, alivianando el ambiente. Se me escapó una sonrisa.

–¿Así que estamos bien? –me animé a preguntar.

–Estamos jodidamente bien, Jungkook. Espero que no quieras un abrazo o alguna de esas mariconadas porque te echo de una patada.

–Lo sé. Todas esas romanticonerías se las dejas a Minnie –lo entendía. Al fin y al cabo, mi relación con Taehyung se basaba en una estrecha amistad de años, forjada gracias a la proximidad y el tiempo compartido junto a Jiminnie.

Uno se va acostumbrando y da el brazo a torcer. Eso fue lo que nos pasó.

Habíamos estado tantos meses echándonos tierra uno al otro por el afecto de Jimin durante la secundaria, que cuando aceptamos formar este trío, tuvimos que hacerlo funcionar limando nuestras asperezas. Por más que tuviéramos personalidades opuestas y chocantes, el diálogo se volvió la clave para hacerlo funcionar. Cada uno fue cediendo una parte, dejando a un lado la territorialidad, y eso fue bueno para los tres.

–Entonces... ¿cómo es que no le dijiste a Minnie que tenías una secretaria? –hice énfasis en la última "a", dando a entender que me refería a su género.

–Ay por favor, Jungkook. Quedamos en son de paz, no me vengas a tocar los huevos con eso –se quejó Taehyung, lanzándome una costosa lapicera. –Sabes cómo se pone el enano de inquisidor cuando se trata de mujeres. Como si fuéramos bisexuales o algo de eso, por favor.

–Si lo descubre, te irá mal.

–Si hablas, te cortaré las pelotas mientras duermes –puntualizó con seriedad, alzando el dedo índice.

–Yo no hablo, tú no hablas.

–¿A qué te refieres?

Era momento de la verdad.

Tiré mi cabeza hacia atrás y realicé un movimiento circular con el cuello, haciéndolo crujir. Entonces busqué dentro de uno de los bolsillos de mi pantalón hasta encontrar lo que quería y lo puse sobre la mesa, bajo su atento escrutinio.

–Ambos tenemos cosas que confesar. Ya sabes cómo funciona –le sonreí, guiñándole un ojo en complicidad.

Taehyung observó con detenimiento la moneda en el centro de su escritorio. Era mi invitación a que eligiera qué posición tomar.

–Cruz –pidió. –Siempre.

–De acuerdo –me encogí de hombros, tomando de vuelta en mi poder la moneda de quinientos wons. –Seré cara.

Lancé la moneda al aire, que giró durante unas milésimas de segundo y volví a atraparla entre el revés de mi mano izquierda y el interior de la derecha.

Hacíamos esto entre los dos cada vez que teníamos secretos que purgar. Era una suerte de costumbre que fuimos tomando para ver quién era el primero en abrir la boca cuando ninguno quería desembuchar. Con esto, podría hablarle sobre lo que sucedió esta mañana con Jennie y él tendría que decirme qué era lo que le estaba pasando. Sin excusas. Sin rodeos.

–Cruz –le guiñé un ojo, mostrando la evidencia.

Cerró los ojos, inspiró aire por la boca y se recostó mejor contra su sillón. Se estaba tomando su tiempo para empezar.

–Sujetate porque esta no te la vas a poder creer.

–Ni que fuera para tanto... –lo desafié.

–Creo que soy adoptado.

De acuerdo. Esa no me la esperaba ni por asomo.

–Es broma, ¿verdad?

–Ojalá así fuera –se pasó las manos tras la cabeza, dejándolas ancladas en su nuca. Su mirada me decía que no estaba mintiéndome.

Mierda. Eso sí que era jodido.

–Pero, ¿cómo estás seguro de eso? –inquirí, completamente sorprendido por la noticia. Es que ni en un millón de años me hubiera esperado que Taehyung me dijera algo semejante.

Me refiero a que él siempre ha sido tratado como un auténtico Kim. Pensé que la presión que su padre ejercía sobre él era en su afán de convertirlo en el mejor abogado que su empresa pudiera tener. Incluso Jimin tendía a decir que cada vez se parecía más a su madre. ¿Cómo se llegó a esto?

–No estoy cien por ciento seguro. Estoy averiguando.

–¿Cómo pasó? ¿Cómo te... enteraste?

Se removió con incomodidad y posó su cuerpo sobre su escritorio, queriendo hablar en secreto.

–Mi padre biológico vino para una "consulta" –murmuró, bajando el tono. –Él sabía quién era yo y me encontró, así que concertó una visita y vino a hablarme sobre un supuesto hijo que dio en adopción, cuando él sabía que ese hijo era yo. Me preguntó qué opciones tenía para poder verlo con su situación legal y al final terminó soltándome que Taehyung era el nombre que mi madre quiso para mí antes de morir.

–Vaya. ¿Esto es lo que no querías decirle a Minnie? ¿Lo que tan de los nervios te tiene?

–¿Te parece poco? –frunció el ceño. –Me partí el culo estudiando y trabajando todos estos años para ser merecedor del respeto de una familia que ni siquiera era la mía, Kook.

–¿Hablaste con tus padres? –es lo primero que se me ocurriría si me enterase de algo así. Vamos, que sería el primer pensamiento lógico de cualquiera: enfrentar a quienes te criaron en la búsqueda de la verdad acerca de tu identidad.

–¡Claro que no! Imagínate darle la excusa perfecta a mi padre para que me eche a la calle. Adiós todo esto –gesticuló a su alrededor, haciendo alusión al bufete Kim.

–¿Y ese hombre? ¿Lo has visto después de...?

–Si. Hemos quedado un par de veces –se rascó la nuca con frustración. Nunca vi a Taehyung tan... ¿nervioso? ¿retraído? Esperen... ¿intentaba rehuir una sonrisa? –Él me había dicho que estaba dispuesto a hacerse una prueba de paternidad para que yo este seguro. Así que hace tres días fuimos juntos a hacérnosla. Los resultados estarán en una semana y yo te juro que estoy de los nervios porque no quiero asumir lo que eso me dirá.

–No es tan malo, Tae –le di ánimos. La verdad que no sabía muy bien qué decirle porque seguía en shock. Debería preguntarle algunas cosas más para demostrarle que estaba interesado, más no sabía en concreto qué. –Tendrías que contarle a Minnie. Él se pondrá feliz por ti –y sabrá mejor que yo cómo manejar esto.

–Hay algo más, Kook –esta vez, su semblante cambió. ¡Era tan difícil seguirle el ritmo de emociones! ¿Cómo lo lograba Jimin? ¡Qué extenuante! –Minnie tenía razón. Volví a consumir.

–¡¿Qué?!

–No es mucho. Sólo me inyecto un par de veces a la semana –se mordió el labio y tragó saliva. Observándolo a detenimiento, se le notaba lo decaído. –Es heroína.

–¡Taehyung! –salté, encolerizándome.

¿Se la pasaba empujando a nuestro esposo fuera porque había recaído en esa mierda de nuevo? Se dio el lujo de mentirnos a la cara y decirnos que no era por eso cuando se notaba que estaba hasta las manos. No tenía derecho.

No cuando Jimin le había dado todo, cuando se entregó a él y se dedicó a lamerle las heridas durante años. Era injusto que decidiera pisotear ese esfuerzo para volver a revolcarse en la mierda.

–Lo siento, Jungkook. Enserio estoy tratando de dejarla. El asunto de la aparición de mi padre biológico, lo de mi puesto en la empresa y la presión de Mimi me hicieron explotar y necesitaba... necesitaba relajarme.

–¿Le estás echando la bronca a Jimin por preocuparse por ti? Tú no tienes remedio... –y yo que venía con las mejores intenciones de apalear nuestro altercado. No voy a negar las ganas tremendas que me invadieron de reventarle la cara de perro mojado contra el maldito escritorio.

No se merecía a Jiminnie. Tendría que haberlo adivinado. Taehyung no haría más que dañarlo.

Me levanté de mi asiento como si estuviera ardiendo en llamas. No podía aguantarme un segundo más respirando el mismo aire que él.

–Jungkook, lo siento. No tendría que haber dicho eso. Por favor, no le digas nada a... –vi que intentó pararse para seguirme y alcé la mano para detenerlo.

–Te juro que estoy a punto de explotar ahora mismo.

Y no sabía si sería una explosión como para entrar a repartir puños a lo que fuera, una crisis de llanto o un ataque de pánico.

Las cosas se estaban juntando en mi cabeza. Lo de Jennie, lo de Taehyung. Qué condenado desastre.

Aquello resultó en una muy masculina crisis de llanto.

Taehyung corrió hasta mi cuando me derrumbé en el suelo, contra la pared al lado de la puerta de salida. No me contuve y golpeé con fuerza mi cabeza una y otra vez contra el muro macizo, con tal de enfocarme en el dolor del golpe y no en el que invadía mi pecho, queriendo arrancarme las lágrimas como si fuese el único medio posible por el que mis emociones podrían verterse.

–¡Kook! ¡Dios! ¡Para un poco! –se arrojó a mi lado, sosteniendo mi cabeza para que dejara de lastimarme. –¿Qué puta te pasa?

Me mordí el labio inferior hasta sacarme sangre, incapaz de abrirme con él y decirle que la basura que debía contarle era mucho peor, porque terminaría por destruir a nuestro Minnie. Era mi culpa y yo seguía cagándola.

Estaba condenado a cagarla siempre que se tratara de Jimin. Primero lo de nuestro bebé y ahora esto.

–Jungkook, enserio tienes que hablarme y decirme qué carajo te pasa porque mira que voy a llamar al loquero para que te venga a busc...

–Tienes que ayudarme, Tae –lo agarré de la camisa, estrujando mis puños en ella. Las lágrimas quemaban mi rostro, fruto de mi vergüenza e incapacidad de tomar el control de la situación, de asumir mi responsabilidad para salvaguardar la integridad de mi esposo.

–Sí, Kook. Sólo cálmate.

–Me están chantajeando. Con un puto video de Jimin y yo montándonoslo en mi oficina.

Los ojos de Taehyung se agrandaron en demasía. De pronto, fue él quien pasó a sujetar mi camisa, arrugándola con sus dedos.

–Dame un nombre y soy capaz de matar. 

Tranqui palanqui que Tae no lo dice literal.

Y bien, aquí ando yo reportándome después de una prolongada ausencia, para variar. Siento que el capítulo me quedo del asko pero bueno, qué se le va a hacer.

Extrañaba no traerles actualización, así que quería sorprenderles. 

Un besitos para toditos. Continúen con una bella semana que desde aquí les mando todas las buenas vibras 💕

-Neremet-

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