EXTRA 2: Agrandando la familia (Parte 2)

Jimin


La puerta de nuestro cuarto fue prácticamente azotada contra la pared al ser abierta. Debido a la urgencia, era mucho pedirles que fueran delicados.

Jungkook me tenía alzado en brazos y su boca con suerte me dio un descanso, sólo para poder dejarme sobre la cama, entre medio del montón de pétalos que me encargué de esparcir.

–Esto está hermoso, Minnie. Haz hecho un trabajo increíble –silbó Tae, llegando tras nosotros, admirando los detalles que dejé en nuestro cuarto. Ya estaba aflojándose la corbata junto a los primeros botones de la camisa, mostrando esa piel exquisitamente cubierta de tatuajes que me obsesionaba.

Había dejado pequeñas velas encendidas dentro de vasos de cristal, los cuales esparcí por la habitación para que dotara de una cálida luz tenue. El delicado aroma a flores que desprendía la cera me relajaba y adormecía un poco.

–Es precioso –asintió Jungkook, evaluando la decoración con los ojos bien abiertos. –Gracias por tomarte las molestias.

–No es nada. Pensé que les agradaría hacer algo distinto hoy.

Como si hubiera dicho algo fuera de lugar, los dos detuvieron sus movimientos.

–¿Distinto cómo?

Me incorporé en la cama hasta sentarme sobre mis talones. Esto era un asunto serio y quería que estuviesen de acuerdo conmigo.

–Por esta noche van a ser unos chicos buenos y disfrutarán del espectáculo que les tengo preparado.

–Eres una caja de sorpresas, Minnie –bufó Tae, arrojando a un costado su camisa junto a la corbata.

Planeé bien las cosas que quería disfrutar, y esperaba que se mostraran colaborativos. Sé que deseaban ir directamente a follar sin tanto jugueteo previo, pues era lo que usualmente hacíamos.

Lo siento, chicos, pero era mi momento.

–Los quiero arrodillados al pie de la cama, en bóxers. Ahora.

Bien, Jeon-Kim Jimin, era hora del espectáculo. Seducir, mostrar y tentar. Ese era el lema para hoy.

Interesados en lo que les estaba ofreciendo, obedecieron sin rechistar. Sus sonrisitas confiadas no abandonaron sus rostros, ni aún después de clavar las rodillas en el suelo ante mí.

–¿Qué piensas hacer con nosotros, niñito atrevido?

–De momento, con ustedes, nada –me encogí de hombros, gateando sobre la cama con lentos contoneos hasta quedar al borde del colchón. –Como castigo por lo que me han hecho durante las últimas semanas, tendrán que ver cómo me doy placer a mí mismo. No podrán tocar nada hasta que se los permita.

–Ah, piensas jugar al amo –gruñó Tae, entrecerrando los ojos al verme desabrochar poco a poco mi camisa.

–Llámalo como quieras.

Finalmente, el último botón cesó y permití que la prenda resbalara bajo mis brazos, exponiendo el corpiño triangular con transparencias en color blanco que estaba debajo. Era diminuto y se podría decir que apenas cubría mis pezones. Digo apenas porque la tonalidad rosa de mis aureolas se resaltaba sobre la tela.

A cambio, recibí unos bufidos de aceptación que me hicieron enrojecer.

Era la primera vez que tomaba la iniciativa para hacer algo como esto. Tenía que asumir mi papel y mostrarme más confiado. No les permitiría acceder a mi cuerpo sino hasta que ellos se lo ganaran.

–Uy, nene. Eres un jodido atrevido.

Capté la lengua traviesa de mi Jungkook relamiéndose los labios. Se estaba anticipando a lo que faltaba.

–Mierda, Jimin. Quiero tocarte –rogó Taehyung.

Sonreí. Los tenía comiendo de la palma de mi mano.

Capté sus miembros engrosándose contra sus ropas interiores debido a mí. Fui gentil al permitir que se acariciaran por encima, sin que tomaran sus erecciones. Tan sólo un mísero roce con la palma de sus manos.

Lo suficiente como para que se frustraran.

Apoyando los pies en el suelo alfombrado, me abrí de piernas todo lo que mis vaqueros me permitieron. Quité el botón que lo mantenía alrededor de mi cintura y bajé la cremallera exageradamente despacio.

Sentí una tensión conocida en mi interior, que se expandió por mi cuerpo al ser admirado por mis hombres. Con las bocas entreabiertas y los ojos ligeramente entrecerrados, buscaron captar cada porción de mí, intentando no perderse de nada.

–¿Qué más tienes ahí escondido? ¿Nos vas a mostrar?

–No. Lo compré para mí, no para ustedes –me mordí el labio, sin cortar contacto visual con ellos.

Por lo apretado que estaba contra mi miembro, noté que mi erección pulsaba. Me removí, rozando el culo contra el edredón, sintiendo que la humedad en la punta ya empezaba a pasarse a la tanga que abrazaba mi parte inferior.

–Anda, Minnie. Muéstranos. Por favor.

–Queremos verte.

–Son un par de curiosos –negué con diversión, bajándome el pantalón hasta las rodillas. –Quítenmelo.

Así lo hicieron, tomando cada uno de un extremo hasta sacármelo y usando esa ventaja para aproximarse más de lo que esperaba. Les permitió captar con mayor detalle la ínfima tanga a juego con el corpiño, la cual se perdía entre mis nalgas.

–Maldita sea –espetó Taehyung, con la voz roca a un nivel demasiado sexy. –Eres el chico más hermoso del mundo.

Siendo todo un rebelde, metió la mano en sus bóxers para sacar su miembro grueso a pesar de la advertencia que le había dado. Se lo masajeó de arriba abajo con desesperación, liberando jadeos entrecortados.

Me sentía tan poderoso por tenerlos así.

Les hice una seña con el dedo para que vinieran hacia mí, con el objetivo de permitir que se sentaran a los pies de la cama, sobre el colchón.

Descubriendo que su intención era tocarme, los empujé hacia atrás al mismo tiempo con los pies, estableciendo la distancia que no quería que traspasaran.

–Alto ahí, caballeros –les sonreí.

Con las manos y las rodillas sobre el edredón, volví a gatear más arriba, hasta llegar a la cabecera y recostarme contra ella boca arriba, poniendo una almohada para mayor comodidad. Iba a tomarme mi tiempo, a pesar de que dije que no los haría sufrir.

Volví a abrir las piernas y tomé la botellita de aceite que escondí debajo de las almohadas, mostrándola con burla hacia mis espectadores.

Moví a un lado el elástico de la tanga, revelando el largo de mi polla y mi entrada. Lancé un chorro generoso del líquido y dejé la botellita a un costado. Fui extendiéndolo, acariciándome el miembro gracias a los movimientos de una mano, con los dedos de la otra alrededor de mi esfínter y sobre mis muslos. La viscosidad se sentía bien. Con los masajes fui calentando el aceite sobre mi cuerpo necesitado.

No pude evitar hacer un arco con la espalda en cuanto palpé la textura húmeda de mi glande. Usando el dedo índice realicé círculos sobre esa porción de piel sensible, desplegando el presemen mezclado con el aceite alrededor del eje, mientras que con la otra mano tanteaba en mi interior.

Me penetré poco a poco con un dedo y mis cuerdas vocales vibraron con un gemido agudo por el placer, que correspondieron Tae y Kook con unos más graves.

–Ahh, Minnie... ¿Me dejas tocarme? Es que no puedo verte así y no hacer nada. Por favor –el pedido salió de los labios de Jungkook. –Sino al menos permíteme ayudarte.

Al contrario que Taehyung, él sí fue obediente y resistió el impulso. Merecía una recompensa por ser un buen esposo.

–Yo también puedo ayudarte, bebé –contraatacó mi hombre de cabello largo.

–¿Vas a ayudarme, Kookie? ¿Quieres abrirme para que pueda tomar tu polla? –la pregunta iba dirigida a Jungkook, que asintió varias veces, pero mis ojos desafiaban a Taehyung, demostrándole de lo que se perdía por no seguir mis reglas.

La sonrisa altiva se le desapareció del rostro y no tardó en quejarse.

–¿Así vas a excluirme?

–Es lo que te ganas por ser desobediente.

Le hice señas a Kookie, que se acercó con cuidado. Le ordené que se recostara en la cama, a mi lado. Le quité los bóxers y me subí sobre él, tomando la posición ideal con la cabeza entre sus muslos.

Podía ver su miembro erecto y goteante por mí a escasos centímetros de mi boca. Me mordí los labios ante semejante obra de arte. No aguantaba más; quería ponerlo en la boca.

Pasé la lengua por todo lo largo, desde la punta húmeda hasta sus testículos contraídos. Me tomé el tiempo para paladear el sabor de su semen. Era espeso, cálido, deliciosamente salado.

–Ah, Jiminnie –su jadeo calentó mi área íntima y le ofrecí mi culo para que me correspondiera el favor.

Sus manos apretaron la cara interior de mis muslos resbaladizos por el aceite. Los masajeó con delicadeza, de afuera hacia adentro. Delineó también el contorno de mis nalgas, estrujándolas y abriéndolas, relajando la zona.

Los gemidos se me salían casi como un maullido. Estaba siendo mimado de la forma que más me gustaba. Kook sabía bien cómo manosearme.

A quién no le hacía gracia era a Tae, que permanecía serio sujetándose la polla.

Para provocarlo, mantuve el contacto visual con él al poner la virilidad de Jungkook sobre mis labios. Lo fui engullendo entero, hasta el fondo, sintiendo la textura y rugosidad de cada vena. Su piel ardió febril contra mis labios a medida que me llenaba la boca.

Subí y bajé con paciencia sobre ese falo duro, siendo observado con deleite por mi otro esposo.

–¿Puedes con dos pollas, cariño? –me tentó mi hombre tatuado, esperando por su turno.

Iba a responder que sí, pero un pequeño grito brotó de mi garganta en cuanto la boca de Jungkook empezó a estimularme. Chupó mi miembro, delineó el perineo con la lengua y la hundió entre mis pliegues varias veces.

Sólo interrumpió para señalar los hechos, en tanto me masturbaba con rapidez.

–Él no lo merece.

Me mordí el labio inferior aguantando una burla, mientras dejaba que los dedos largos de Kook se enfocaran en mi núcleo.

–Si me lo permites, te haré sentir bien. Lo prometo –Taehyung seguía presionándome, esperando que cediera.

–¿Volverás a hacer lo que se te dé la gana o piensas escucharme?

–Haré lo que me digas.

Como la carne es débil, accedí.

Él se quitó la ropa interior y se apuró en llegar a mí para robarme un beso intenso. Mordió mi labio inferior para que le cediera el control de mi boca y le dejé que metiera su lengua, para que me acaricie hasta el paladar.

Me aferré a sus hombros, sintiendo los músculos tensos bajo el tacto. Jungkook seguía enfocado en expandir mi esfínter y Taehyung me besaba como si quisiera tragarse mi vida misma. La situación era tan deliciosamente asfixiante y caliente, que podría correrme ahí mismo.

–¿Y bien? ¿Vas a tragar polla ahora, mi niño bonito? –susurró Tae en cuanto liberó mi boca. –Me estoy consumiendo. Quiero sentir tu boquita tomándome entero.

Con las mejillas ardiendo y los labios mojados por su saliva, asentí. Olvidé por completo que quien debía dar las órdenes era yo.

Creo que hasta me hubiera olvidado de mi nombre con todas aquellas sensaciones que no me dejaban hilvanar un pensamiento coherente.

Fui chupando y lamiéndole la mandíbula, bajando por sus clavículas y pectorales. Me tomé el tiempo de trazar algunos patrones de tatuajes con la lengua, entre suspiros entrecortados por la estimulación de mi zona íntima. Fui más al sur de su anatomía, chocando con los valles y planicies de su región abdominal. Incluso llegué a hundirme sobre cada línea en V que me guiaba al centro de su zona de placer.

Jadeando, sin querer seguir esperando, sujetó mis cabellos para guiarme a su gruesa longitud.

Anclé las manos a los costados de sus piernas para sujetarme y me obligó a tomarlo hasta que llegué a mi límite. Ahí eché la cabeza hacia atrás violentamente, aspirando aire con fuerza. Sentía el sabor ácido y líquido de sus fluidos en el fondo de la garganta.

–Eres un niño bueno por tomar mi polla, Minnie.

–Trátalo con cuidado –espetó Jungkook con dureza desde el final de mi espalda, ya con dos de sus falanges abriéndome con movimientos de tijera y presionando ese punto que me hacía temblar.

–Cállate la puta boca, tramposo –gruñó Tae, aprovechando para tomar su polla y golpearme la mejilla con ella.

No debería emocionarme por escucharlos discutir de esta forma tan territorial, pero jodido infierno; me encantaba.

Hacer estas cosas tan sucias, tan apasionadas hacían que mi interior se consumiera de placer.

Kook le respondió a Tae metiendo un tercer dígito en mi interior, a lo que no pude evitar encorvarme y abrir la boca para gemir alto.

Taehyung me hizo callar llenándome la boca con su miembro, agarrándome del cabello con fuerza para marcar el ritmo de sus embestidas.

Resistí cada una de ellas, sabiendo que estaría mirando con burla a mi otro esposo. De tanto en tanto, presionaba las uñas de una de mis manos en la piel de sus caderas, haciéndole saber dónde estaba el límite de lo que podía meter hasta la garganta, aún a pesar de mantenerla relajada. Con la otra, masturbaba a Jungkook, para ser equitativo.

En un determinado momento, mi centro palpitó, contrayéndose contra los dedos de Jungkook cuando la estimulación en mi próstata fue demasiada. Con la boca llena, intenté vocalizar el orgasmo que me azotó, logrando que acabara sobre la piel morena del pecho de mi azabache.

Taehyung me notó más débil y me dejó respirar. Con cuidado, maniobraron conmigo de forma tal que me recostaron en el centro de la cama, entre medio de ambos.

–Dijiste que lo harías sentir bien, y la acabada que tuvo fue gracias a mí.

–¿Desde cuándo cumplo con lo que digo?

–Buscaste tu propio placer.

–Bueno, perdón por tener la polla parada como resorte desde hace semanas.

–Se corrió y ni siquiera le dejaste respirar.

–No seas exagerado...

¿De verdad estaban peleando por semejante estupidez? Yo lo había disfrutado de principio a fin. Pensé que iban a estar satisfechos antes de empezar con la verdadera diversión.

En fin, por lo que se veía, había discusión para rato, por lo que interrumpí:

–Si les dejo metérmela al mismo tiempo, ¿se van a callar?

Santo remedio.

Minutos más tarde, con el conjunto dejado a un lado para otra ocasión, los tenía a los dos arremetiendo mi pobre culo sin parar.

Cuando uno salía hasta el borde, el otro volvía a entrar, estimulándose entre ellos con el roce de sus longitudes y masacrando mi próstata.

Allí, compartiéndome para los dos, sintiendo la dureza de sus miembros empalándome hasta lo más profundo a la vez que me llenaban de caricias y palabras dulces, volví a elevarme hasta alcanzar un nuevo orgasmo que me destrozó. Gemí hasta que me dolieron las cuerdas vocales, ido por una nube de éxtasis que me hizo temblar.

El palpitar de mis anillos musculares ahogó las virilidades de mis esposos en mi interior. Ellos siguieron penetrándome un par de veces más hasta ya no lo aguantaron.

La presión de sus manos en mi cadera aumentó, sus gruñidos se acentuaron y sus pollas se enterraron una última vez para no volver a salir, bañando mis paredes con el derramamiento de su esperma espesa y caliente.

Nuestros cuerpos se juntaron más para reposar, bañados en sudor. Era el jodido paraíso.

–Cada día me convenzo más de que eres un brujo –dijo Tae, todavía intentando recuperar el aire y besando mi cuello.

–¿Y ahora qué hice?

–No dejamos de estar loquitos de amor por ti. Nos hechizaste –completó Kook, robando un beso de mis labios y acariciando mi vientre, justo donde los tres permanecíamos unidos.

Esto se sentía extremadamente bonito. Me hacían sentir tan amado, contenido y cuidado que las emociones se adueñaban de mí.

–No llores, amor.

–No, bebé. Me romperás el corazón.

Manos y besos húmedos quisieron tranquilizarme. Llegaron a recurrir hasta a las cosquillas con tal de que no hubiera más lágrimas.

–Ustedes me tienen más loquito a mí –terminé confesando, con una sonrisa amplia adornándome la cara. –Los amo un montón. Gracias por hacerme tan feliz. No podría haber deseado un aniversario mejor.

–Feliz aniversario. Te amo, pequeño.

–Feliz aniversario, bebé. Te amo más que ese tonto del otro lado.

Ahí iban a empezar de nuevo, estando todavía dentro de mí.

–Ya vas a ver que el regalo de aniversario que te compré es mejor –ronroneó Tae contra mi oreja.

–Habla tonterías. Yo tuve que recordarle que hoy era nuestra fecha porque se la olvidó.

–Dejen de pelear, que tengo el culo lo suficientemente grande como para recibirlos a los dos. Y van a tener que ponerse a trabajar en ese bebé que tanto quieren, porque no va a llegar solo.

Por suerte, no tuve que insistir.

Supongo que la comida italiana recalentada no estaría tan mal después, ¿o sí?

FIN

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