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Pero...
Quiero ser feliz.
Jonny.
—Jonny Cáceres, ¿aceptas a Mary Brawn como tu esposa para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe —preguntó el cura una vez más.
«¿Amarla y respetarla? Pero si la única persona que amo se encuentra sentada entre todas las personas, con mi hijo en brazos... ¿Hasta que la muerte nos separe? Yo no podría vivir el resto de mi vida con una mujer que no amo» pensé.
—Hijo, yo no comprendo esta boda... ¿Estás seguro de casarte?
—Sí, papá.
Me sentía sin vida, Ana era lo único que me hacía sentir bien, vivo.
—Te he visto diferente, no eres el mismo chico divertido que eras con Ana y Eros —afirmó, colocó su mano en mi nuca—. Hijo, yo te apoyo sea cual sea tu decisión, pero por favor no cometas un error...
Observé a Mary a mi lado, o mejor dicho, observé el error a mi lado, ella es una chica muy atractiva, pero ella no me daba vida o esa emoción a mi existencia, esas últimas semanas sin Ana fueron algo muy fuerte, no me provocaba salir de mi habitación, no había querido ver a nadie, siquiera a mis mejores amigos. Tal vez debí conocer más a mi prometida, pero lo único que hice fue evitar cualquier contacto con ella, esa era la primera vez que la veía desde que mi madre me obligó casarme con ella.
El padre me miró esperaba una repuesta, me ofreció una presión con su mirada. Comencé a sentir nervioso, ¿sería un infeliz el resto de mi vida? No podía contestar mis propias dudas, mi verdad era que quería huir con Anastacia y ser feliz con ella y Eros, pero eso podía afectarle a ella.
Si me casaba debía ser por amor, yo no amaba a Mary, pero si no me casaba, mi madre nos quitaría a Eros y yo simplemente moriría sin no lo tenía a él y además si Ana sufría.
—Señor Cáceres, esperamos su respuesta —dijo el padre con un tono de fastidio, creí que no era la primera vez que casaba a personas obligadas.
—¿Perdón? —Necesitaba más tiempo para pensar, era mi felicidad o la de Ana. La respuesta era la misma: Ana debía ser feliz, cueste lo que cueste.
—Jonny Cáceres ¿aceptas a Mary Brawn como tu esposa para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?
«Tienes que responder: "no"».
Eros, pensé en Eros, la decisión ya la había tomado. Eros y Anastacia son mi prioridad y mucho más en ese momento, debía protegerlos siempre.
—Jonny... —La voz de ella me sacó de mis pensamientos.
Bajé la cabeza y solté todo el aire, me sentí aliviado, mi mente se despejó, quería hacer tantas cosas y entre esas abrazar a Eros.
—Mamá... —respondí, una lágrimas cayó por mi mejilla.
Ella lloraba también, me miró con detenimiento.
—Jonny, no lo hagas —dijo entre llantos.
—Vane, ¿qué sucede? —Le pregunta mi papá muy preocupado.
—¡Jonny no se va a casar! —anunció—, todo esto fue un capricho de mi parte. Perdóname, Jonny, soy un daño siendo tu madre. Perdóname William, no soy la mujer que tanto quisiste y perdóname Anastacia soy muy mala como para ser tu suegra, lo único que siempre busco en el bien para todos, cuando en realidad sólo me beneficia a mí.
—¿Entonces no hay boda? —preguntó el cura.
—¿Acaso no quedó claro? —burlé.
—¡NO! —gritó mi madre—, Jonny no se casa hoy —afirmó y limpió sus lágrimas.
—Gracias a Dios —susurró Mary.
La iglesia empezó a quedar vacía, vi a Ana en lo que se podría decir: inmovil. Estaba muy bella, ese vestido le quedaba muy bien. Me acerqué a ella con una sonrisa divertida.
—Erika, puedes cuidar de Eros hoy —pregunté con la mirada fija en Ana.
—Claro que sí —confirmó ella y se lo llevó—, pequeño Eros, vamos con el padrino, ¡yeiii!
—Ni, una, sola, palabra —habló Ana—, proceso la información.
—Vale. —Me senté a su lado y sólo la observé.
—¡Soy libre! ¡Nada de tener hijos! ¡No te ofendas, Jonny, eres guapo igual! —celebró Mary y salió en trote de la iglesia.
Me sentía como Will Smith cuando dijo: "esta parte de mi vida, esta pequeña parte de mi vida, se llama felicidad". En busca de la felicidad. Ella es la única persona con la que quería compartir el resto de mi vida, aunque fuese en silencio. Es Ana, mi vida, aunque lo noté tarde, sí, pero sólo ella había sido la protagonista de cada parte de mi vida, era una chica tan sencilla, a pesar de que su abuelo la dejó como heredera de gran parte de su fortuna, el dinero no era lo suyo y eso me encantaba. Fue ella quien estuvo cuando odiaba las espinacas, cuando no quería bailar con la chica que estaba enamorada de mí, cuando alimentamos al gato callejero, cuando lo enterramos, ella estaba siempre conmigo.
La mirada de Ana estaba en el piso, y yo sólo la veía, cada una de sus pecas, lo bien que lucía con ese vestido, lo bien que podía lucir sin el.
—¿De verdad está ocurriendo esto? —preguntó, desconcertada.
—¿Todavía lo dudas? —Sonreí.
—¡Ana Ana! Por favor, necesito que me perdones, todo esto fue un plan, amenacé a Jonny con que te quitaría a el pequeño con ayuda de Oliver Gil. —Anastacia se tensó al escuchar ese nombre—, pero no puedo, ver a Jonny allí me recordó que he perdido mucho tiempo, que un verdadero padre haría lo que fuera por no alejar a un bebé de su madre, como lo hizo Jonny, no lo culpes a él, solo te protegía a ti y al pequeño Eros... de mí.
—No se preocupe, señora Vanesa —Ana sonrió y tomó su mano—, yo la perdono, porque a pesar de todo enmendó su error...
—Gracias hermosa. —Se dieron un fuerte abrazo—. Jonny, espero y algún día puedas perdonarme todo el daño que te he hecho, creí que lo hacía bien, pero no era así, solo espero y me perdones tanto tiempo perdido. —Acarició mi hombro—, ahora los dejo solos, debo hablar con mi esposo.
Ana y yo la observamos marcharse a través de ese largo pasillo, lo único que se escuchaba eran los pasos de ella, hasta que desapareció por la puerta. Esperaba que mi papá la perdonara.
—¿De verdad ibas aceptar ser esposo de Mary? —Ana veía el horizonte—, ¿nunca pensaste en negarte?
—Siempre me negué, yo lo único que hice fue pensar en Eros y en ti, porque yo sabía que no ibas a ser feliz sin Eros, sin mi podías sobrevivir. —Le agregué un tono burló y ella me golpeó con el codo—, lo único que sé es que sin Eros no ibas a poder... era mi felicidad o la de ustedes.
—¿Decidiste ser infeliz el resto de tu vida, solo para mi pequeño y yo fuéramos felices? —Tomó mi mano con delicadeza.
—O... también pensaba desaparecer a Mary misteriosamente...
—¡Jonny! —reclamó—. Eres muy lindo.
—Lo sé. —Con mi toque de ego natural ya me sentía yo otra vez.
—Egocéntrico. —Volteó los ojos y se recostó en mi hombro—. Necesito que alguien me pinche con una aguja, nadie me quita la idea de que esto es sólo un sueño.
—¿Y si mejor hago esto?
Levanté su cabeza, acerqué mi cara a la suya y la besé, labios con labios, sus suaves y húmedos labios, lo único que transmitimos era el sentimiento de un "te extraño", con el dulce sabor de su boca, lo inocente que se ponía con cada beso. Era mágico.
—No es un sueño —susurró, sus mejillas se tornaron rojas y sus labios me regalaron una hermosa sonrisa, esa que tanto extrañaba: pura, real y llena de felicidad.
—Eres perfecta, Ana —afirmo con voz suave, mi aliento roza sus labios, ella suspira.
—¿Cuántas veces vas a repetir eso?
Su tierna pregunta hizo que abriera los ojos y la mirara fijamente.
—Toda la vida, porque te amo —dije con una sonrisa, ella empezó a lloriquear—, sólo espero que sean lágrimas de felicidad —advertí y ella asintió—. Ven vamos a un lugar.
Tomé su mano y la llevé hasta afuera de la iglesia, caminamos a mi coche, le abrí la puerta y ella se adentró a el.
Un camino que sólo se debatían miradas y sonrisas y me reenamoré.
Recordé el día que fui hasta su apartamento a hablar de mi madre y su imponente decisiones sobre mí. Ella me escuchó me abrazó y me no me ofreció comida que no fuese congelada —siempre ha tenido problemas con la compra de alimentos—, luego me dijo que yo podía mudarme con ella, no me hice de rogar, acepté de una vez, Anastacia ya me conocía y sabía que cualquier cosas que me alejara de esa realidad par mí sería lo mejor.
El lugar a dónde me quería dirigir apareció en mi campo visual. Mi acompañante mordía su labio inferior y eso me producía ganas de besarla.
—Llegamos —anuncié.
—¿Dónde estamos? —preguntó ella, miró con extrañeza el lugar.
—Aquí iba a ser la celebración de mi boda... obligada —aclaré y sonreí.
—¿Crees que me hace mucha felicidad pensar que estuve a punto de quedar soltera por siempre? —Fingió encanto.
—Nop, pero aquí hay un pastel que no quiero desperdiciar y qué mejor manera que comer con la mujer de mi vida.
Entramos al enorme salón de fiestas, era algo amplio y estaba vacío, perfecto para nosotros. Me acerqué a los organizadores de la fiesta y les ordené que nos dejasen solos que la boda se suspendió, todos obedecieron dejándonos a Ana y a mí solos.
«Hoy sólo quiero ser feliz con ella».
G e n e s i s A .
Amo a mis bebés ♡
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