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Mamá.
No puedes hacer eso.
Sí puedo, Jonny.

Jonny.

Me desperté al lado de la persona más importante para mí: Ana, siempre fue tan sencilla, tan dulce, ¿quién iba a pensar que la adopción de un bebé cambiaría mi vida por completo? Nadie, eso era imposible.

No dejé de pensar en sus palabras en la fiesta de Eros, "te amo", eran palabras muy profundas, pero nunca fui capaz de decírselas a alguien, me daba mucho miedo, yo sí la quiero, es lo más importante en mi vida, ella y Eros, pero escuchar a mi madre decirle tantos "te amo" falsos a mi padre, incluso a mí, eso me había afectado por completo, mi mamá nunca quiso a mi padre, solo le importa su dinero, siempre lo supe, pero mi papá, él sigue enamorado de ella, ese amor no lo dejaba ver muchas cosas, ese es el problema: amar siempre hace que no veamos la realidad de las cosa.

Mi miedo era vivir toda mi vida con alguien que no me hiciera feliz, terminar por ver ese tiempo como algo perdido, un tiempo donde todos resultase una mentira, una traición, para mí era algo imposible imaginar mi vida sin Ana y sus locuras, era tan sencillo como que ya me había acostumbrado a estar con ella, pero quererla así, hacía que yo me negara a separarme de su perfección.

Acaricié la mejilla de Ana, me encanta cuando la veía sonrojada o cuando se enojaba, aunque se molestase por pequeñas cosas, su risa alocada, cuando hacía el intento de maquillarse, cuando me habla de la música y esas cosas raras que no entendía, pero ella así, es perfecta.

Escuché mi teléfono sonar desde la mesa de noche, estiré mi mano para tomar el teléfono, Ana se movió con delicadeza, después de asegurarme que no la desperté, leí el mensaje.

Vanesa.
7:09am.
Jonny, tengo que hablar contigo un tema delicado nos vemos en Blu's a las tres de la tarde.
URGENTE.

«¿Mamá? ¿qué será eso "urgente"?» me pregunté. No contesté el mensaje, hacía ya mucho tiempo que no hablaba con ella, desde ese día en el bautismo de Eros, el desprecio que le hizo a todos ese día solo logró que me alejara más de lo que ya estaba, sentí tanta vergüenza de mi mamá, de la mujer que me dio la vida.

—¿Quién era? —preguntó Ana, frotó sus dedos contra sus ojos.

Caí de nuevo en el presente, la observé tan tranquila, tan bella, sin importar el momento ella siempre se ve perfecta.

—Mi mamá. Sigue durmiendo. —ordené con gentileza, ella me dio una sonrisa de labios cerrado y asintió.

—Mmm... —Con un bostezo acomodó su cabeza en mi pecho para dormir con comodidad, «¡es perfecta!».

Aún no dejaba de pensar en que solo yo podía protegerla, cuidarla, la actitud de Oliver Gil me pareció un gesto cobarde, ¿cómo se atrevía a chantajearla de esa manera? Pero, ¿y si ese chantaje era en serio? Yo no soportaría perder a Eros, a él no.

✾✾✾

Llegué al lugar citado por mi madre, era un lugar bastante elegante, decorado con plantas exóticas e inmensos ventanales con vistas a las hermosas montañas de Diontina. Un elegante mesero me proporcionó agua en una copa. No pedí algo más porque no pretendía estar mucho tiempo allí.

Por alguna razón esperar allí a mi mamá me produjo miedo, sabía que eso no sería gratis, sabía que ella quería entrometerse en mi vida, en mi Ana, en mi Eros, se lo dije millones de veces, que me dejase vivir, pero ella no lo entendía.

—Bien, la puntualidad deja mucho de que hablar —dijo mi mamá mientras se sentaba frete a mí.

—Mi papá, ¿cómo está? —pregunté, sin mirarla, concentré mi vista en el paisaje frente a mí.

—En perfecto estado y yo, bien... gracias por preguntar. —ironizó. No opiné—, aunque en realidad estoy preocupada.

«Qué raro» pensé.

—¿A qué se deberá eso, Vanesa? —Crucé los brazos sobre mi pecho.

—Tienes que aceptar casarte con Mary. —ordenó.

—¡¿Qué?! ¡La última vez que hablamos de ella yo fui muy claro al respecto! —recordé.

—No te alteres, ella es una linda chica con una familia respetable y un poder social muy alto. Es un buen partido... —Sonreía con el mayor descaro posible.

—Apariencias, Vanesa, yo no quiero eso, déjame ser feliz con mi familia. —Di por terminada la conversación, me levanté de mi silla con la cara roja, pero antes que pudiera dar un paso ella agregó:

—Quise negociar por las buenas, pero creo que me toca por las malas.

—¿Qué? —Arrugué las cejas.

—Te investigue y descubrí la farsa que tienen tú y Anastacia Aba con ese bebé, sé muy bien que ese niño es adoptado y que tú no estás casado —concluyó.

—Eres peor de lo que creí, ¿en serio me investigaste? —cuestioné.

—El detective me dijo...

La interrumpí:

—¿Un detective? ¿Contrataste un detective, Vanesa?

El punto es que yo tengo mis contactos, hago unas llamadas y les quito ese niño, ¿quieres hacer sufrir a tu querida Ana? ¿Quieres que me contacte con Oliver Gil? —amenazó y me miró—, el silencio otorga. Anastacia, esa chica me insultó ese día de la fiesta, así que ganas para quitarle ese pequeño no faltan.

—No puedes hacer eso. —Me senté en la mesa mirándola a los ojos, la miré suplicante, con la pequeña esperanza vacilante.

—Sí puedo, Jonny. —afirmó.

Bajé la cabeza con miles de dudas.

—¿Es todo? —pregunté sin mirarla, era un golpe muy bajo, se trataba de mi vida y ella volvió a entrometerse en ella, noté que no contestaba—. ¡¿Es todo?!

—Sí, es todo, algunos día me lo...

—Jamás voy agradecer que seas mi madre.

Me levanté de la mesa dejándola sola, limpié con rabia una lágrima que se deslizó sobre mi mejilla. Caminé hasta mi coche, coloqué mis manos sobre el, mis ojos soltaron miles de lágrimas, me estaban arrebatando a Anastacia, odié a esa mujer que nunca había pensado en mí, ¿cómo le diría todo a Ana? No encontraba qué hacer, la amo. La estaría perdiendo para siempre, no podía, pero tampoco podía hacer que Ana sufriera. Las lágrimas cayeron por montón, mis pensamientos colapsaron, sentí un dolor en el pecho, mi estómago se encogió. Mis planes se destruyeron por pedazos frete a mí, mi futuro con las personas de mi vida se acabó, yo debía cuidarlos. 

✾✾✾

Eros, Ana y yo veíamos en mi cuarto una película, aunque en realidad solo Ana y yo porque Eros quedó dormido, su mano se aferraba a mi pulgar, se me arrugó el corazón al pensar que iba a extrañar eso.

Ana estaba muy concentrada en la película. Observé sus cabellos rubios sostenidos con un cola, sus pecas que cubren toda su cara, la detallé muy bien, es hermosa. Ella notó que la observaba y me miró con sus ojos color miel que siempre me habían gustado, me gustaba ponerla nerviosa, sus mejillas se coloraban y siempre ha sido muy adorable, ¿cómo le diría? ¿o no lo diría nada? Darle más vueltas a este problema no lo veía factible, tampoco era la mejor opción, pero tenerla tan cerca me debilitaba. Podría huir con ella y con el pequeño, pero ¿cómo la alejaría de su padre, de su hermano, de su vida, de sus estudios? Descarté esa idea, así que lo mejor era hablar...

—Anastacia, yo... me voy a casa de mis padres —dije sin mirarla, no tenía la valentía para verla triste.

—Jonny, ¿de qué hablas? tú prometiste que me ayudarías con Eros... no te puedes ir —su voz tembló, «idiota, idiota» me regañé.

—Algo no está funcionando... —Era mentira.

—¿Funcionando? ¿de qué hablas? Jonny... ¿estas terminado conmigo? —Sus lágrimas bajaban por sus mejillas.

—Sí. —dije, miré mis manos, ella lloraba, odiaba que llorara, lo odiaba, pero más que eso, odiaba a mi madre, por ponerme en esa situación—. Ana no llores, por favor, no lo hagas. —Toqué su mejilla, ella con un movimiento brusco me apartó.

—No te quiero aquí mañana, yo puedo estar bien, sola. Perdón por ser tan ilusa.

Agarró al bebé, salió de mi habitación a la de Eros. Traté de seguirla, pero se encerró en la habitación, forcé la cerradura, fue imposible, ella estaba allí encerrada.

—Ana... —Coloqué mi frente en la puerta—, Ana —llamé, mi voz se quebró—, Anastacia, por favor.

—Déjame en paz... déjame llorar... déjame sola...

La escuché sollozar mientras me deslizaba del otro lado de la puerta, fue un golpe muy bajo por parte de mi madre, uno que me estaba quitando el alma, nada iba ser igual.

—Perdóname Anastacia... Perdóname... —susurré.

✾✾✾

Me desperté muy temprano, me vestí, recogí mi teléfono y una chaqueta de cuero, salí de mi habitación y cerré la puerta con seguro, la miré por unos segundos, recordé cuando llegué a ese apartamento, era un día tan triste y ella me apoyó, pero allí estaba dejándola sola cuando ella siempre ha estado para mí, era un egoísta por obligación, era insólito decir que eso lo "hacía por ella", pero así era.

Caminé al cuarto de Eros, al abrirla veo a Ana recostada de un lado de la cuna, dormida. La levanté del incómodo sitio, vi las lágrimas secas sobre sus mejillas, «¿cuanto habrá llorado?», me pregunté. Caminé hasta la habitación de Ana, recosté su pequeño cuerpo sobre la cama, deposité un beso en su frente, como era costumbre de mi parte hacia ella.

«No sabes cuanto me arrepiento de esto...» lamenté.

Regresé con Eros para despedirme de él, lo miré todavía pequeño, acomodé la medalla que le regalé.

—Prometo que nunca me la quitaré, porque te amo, pequeño Eros, y nos volveremos a encontrar, aunque el mundo se oponga.

A, B, C, el abecedario de mi vida que empecé pero aún no sería terminado. Le eché un último vistazo a todos los lugares, la mesa donde le pedí que fuera mi novia, la cocina donde la lastimé, el sofá donde ella me cuidaba cada vez que llegaba borracho, el piso donde nos hicimos cosquillas hasta no poder más...

El sonido de una puerta abriéndose me alertó, terminé de salir de la casa, si la veía en ese instante era seguro que me quedaría con ellos y eso nos podía perjudicar, a los tres.

Con todo mi dolor me tocó imaginar a Anastacia e irme con la imagen de su sonrisa, con el recuerdo del aroma que desprendía y sólo con una cadena que era lo único que realmente me pertenecía, porque todo lo que poseía en ese apartamento tenía una historia con ella, la dueña de mis mejores momentos.

«Adiós, Anastacia».





G e n e s i s  A .


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