Capítulo 8
Yo definitivamente hacía todo lo que podía para no mirar al tipo que estaba sentado a mi lado, me temblaban las manos que hasta se me había caído el lápiz un par de veces. Con tanta vergüenza me agaché para recogerlo volviéndome a plantar a la mesa apoyando mi barbilla sobre mis puños; a este ritmo iba a suspender Filosofía.
—Pero que fastidio —murmuró Caleb.
¿Estaba molesto? ¿Cómo iba a salir de esto?
Lucy se morirá de la risa cuando se entere, Ay no, espero que no me moleste. Miré a mi amiga quién estaba absorta en su conversación con Cam, tenía celos ¿Por qué tenía que ser Caleb mi compañero para el trabajo? ¿Por qué no Valentina? No era que me quejara, desde que lo había visto no pude dejar de observarlo, pero esto era diferente, ahora lo tenía frente a mí y no sabía que hacer, como demonios actuar. Sería súper lindo poseer el poder de retroceder el tiempo y solo pronunciar las palabras mágicas para que el día empezara de nuevo, hoy definitivamente sería el día perfecto para hacerlo. Lamentablemente este no era mi día.
—Sé que creen saberlo todo, pero nunca den por hecho que han triunfado. El campo de la Filosofía juega un papel importante en la sociedad.
Colín levantó la mano.
—Señor Mcgregor —dijo la profesora— ¿Alguna pregunta?
—Profesora, está diciendo que la Filosofía nos va a servir de mucho en este siglo?
—Bueno, lo que quería decir es que... El dinero no lo es todo, el campo de la filosofía abarca muchos temas, entre ellos el comportamiento del hombre, la moral, la mente, el lenguaje, etc. Que hoy en día están olvidando.
—Yo tengo una buena moral y cosas de las que puedo presumir —se burló Cam era evidente que se estaba divirtiendo.
Caleb sonrió muy despacio ante el comentario de su amigo. La profesora levantó la mano arriba.
—Ahórrese los detalles señor Smith.
Dios, con la actitud que tenía Caleb creo que ya habíamos suspendido, estaba claro que a la profesora no le hacían gracias los chicos que eran hijitos de papás y me parecía que estaríamos en su lista negra.
—Ahora —advirtió la profesora —empiecen a ponerse de acuerdo cómo trabajarán y así se van adaptando al cambio, tienen cinco minutos.
"Que" ¡Santa Mierda!, estaba asustada ahora, miré a Valentina que me devolvió la mirada y me mandó un ¡Tú puedes!
—¿La mujer maravilla? ¿Verdad?
Me di la vuelta frunciendo un poco el ceño mirando al chico que se encontraba sentado a mi lado. ¿Qué nombre acababa de ponerme? ¿Qué no escuchó cómo me había nombrado la maestra?
—Mmm... Mi nombre es Alina.
Caleb asintió y poco a poco observé que levantaba la comisura de sus rosados labios mientras se volteaba a verme. Guauuuu, que hermosos eran sus ojos, aspiré una bocanada de aire tomando unas cuantas respiraciones para quitar los nervios. Pero Por el Ángel él era hermoso.
—Soy Caleb. Aunque eso ya deberías saberlo —murmuró mientras abría su cuaderno y destapó su lapicera— ¿Cómo resolvemos lo de la tarea? Asumo que este trabajo es para nota.
Me le quedé mirando como una idiota, ¿Realmente se estaba preocupado por la tarea? Después de ser un idiota.
—Mmm... Oye, pues... sí... Ohm, ya sabes —me encogí de hombros.
Me miró, sus labios temblando como si estuviera intentando no reírse, se inclinó hacia atrás en su asiento doblando los brazos detrás de la cabeza. Genial ya me morí... Tráiganme una camilla.
—En realidad no lo sé.
—¿Te parece si empezamos desde mañana a hacer la tarea?
Dejé escapar un suspiro, ¡Demonios! Estaba nerviosa, mis manos estaban sudando y sentía mi rostro arder. Sus ojos azules el tono más oscuros y hermoso que había visto en mi vida estaban rodeados de gruesas pestañas castañas, pasaron de sorprendidos a escépticos en cuestión de segundos.
—Claro, sí... te parece bien.
—Oh, eh, bueno —negó con la cabeza. — Lo siento, es que no podré.
Reprimí mi decepción.
—Está bien, entiendo.
—Es solo que no podré mañana viernes —me dijo— ¿Qué tal si empezamos el sábado?
—¿Por qué el sábado?
—Bueno, porque jugaré un partido muy importante estos días —me informó— venga di que sí.
Me sonrió y quedé hipnotizada por su sonrisa tan bonita mostrando unos dientes bien rectos y blancos, por Dios esos hoyuelos que me hacían derretir, así que decidí cambiar de actitud mirándolo ceñuda, ¿Qué no podía dejar de entrenar dos días? Si él era un genio con la pelota.
—Oh, pero... ¿Eso te funciona normalmente?
—¿Qué?
—La cara de niño pequeño, ¿Te ayuda a conseguir lo que quieres?
—Siempre —me respondió sin vacilar.
—Casi siempre —le corregí—. A mí no me convences.
—Mira lo siento, pero la verdad es que no tendré tiempo con todo lo de la escuela, los entrenamientos, tengo menos tiempo para descansar. Así que por eso te pedía que la hiciéramos el sábado.
—Lo siento, pero deberías administrar más tus tiempos libres ¿no crees?
Caleb arqueó las cejas.
—Son días claves, no lo entenderías —señaló— Ay, lo olvidé, se nota que el fútbol no está en tu radar.
—Y ahora, ¿Quién está siendo presuntuoso?, ni siquiera me conoces.
Hubo un segundo de silencio, después Caleb suspiró mirándome a los ojos y no sabía que estaba pensando porque sus ojos poco a poco iban bajando hacia mis labios, ¡Jesucristo! Realmente estaba... ¡Mierda!, ahora si me daban ganas de saltar de mi asiento a su regazo y hacer cosas realmente malas. Espera, sí que estaba volviéndome loca.
—Es cierto, ni siquiera nos conocemos.
Resoplé.
—Tienes razón. Es como que no quisieras hacer la tarea.
El pequeño gesto que hizo con los hombros me cabreó un poco.
—Claro que me interesa, debo sacar un sobresaliente si quiero estar aun en el equipo del colegio —explicó. — Lamento que hayas pensado que no me importaba, pero si te hace sentir mejor, le ha pasado a todo el mundo.
Entrecerré los ojos ante lo que me acababa de decir.
—No pude evitarlo, estaba con dudas. Es un don.
—Bueno se nota que tienes muchos dones, ahora ya lo sabes.
—Ah, Bueno... eso ya lo sabía.
Vaya sarcasmo.
—Okey, mira solo te estaba pidiendo que empecemos el sábado cariño, nada más.
—¿Cariño?, sí que eres un presuntuoso.
—¿O prefieres Bebé?, usaría tu nombre, pero me gusta más cariño.
Suspiré ante lo que me acababa de decir, quería gritar de la emoción, pero me mostré súper neutra.
—Mi nombre es Alina.
—Alina, bonito nombre.
Y no me pasó inadvertida la forma en que dijo mi nombre, era extraño, pero se sentía bien cuando él lo decía hacía que mi cuerpo se estremeciera. Tomó mi cuaderno y empezó a escribir en él y luego me lo entregó. Bajé la mirada a mi cuaderno y mis ojos casi se me salen quedándome con la boca abierta. ¿Esto era un sueño?, porque si era así juraba que cuando despertara iba a golpear cualquier cosa que se me cruzara en mi camino. Caleb había anotado su número de celular en mi cuaderno, Guau qué bonitos números tenía, aparte de eso había escrito una disculpa por el incidente que tuvimos en el estacionamiento.
—Eh, ¿Tu número de celular?
Caleb asintió y las comisuras de sus labios se levantaron.
—Así es, para que podamos comunicarnos. Y aprovechando quisiera pedirte una disculpa por lo sucedido en el estacionamiento, no quise decirte esas cosas ni comportarme como lo hice.
Era hermoso, a pesar de que me había hecho pasar una vergüenza.
—No pasa nada, de todas maneras también fue culpa mía, así que también pediré una disculpa.
—¿Estamos a manos entonces?
—Claro.
Bien, puede que la emoción esté ganando en este momento que sentía la lengua trabada y no sabía que más decir, acto seguido levanté su cuaderno al igual que él había hecho y anoté mi número celular, nuevamente lo volví a poner el cuaderno donde estaba anteriormente. Hizo una mueca súper bonita con sus labios y miró su cuaderno y luego a mí.
—Bueno... ¿Quedamos el sábado?
—Mmm... Claro.
—Cualquier cosa estamos en contacto.
—¿Qué te parece... mmm... si nos dividimos la investigación? —le dije—. Así el sábado juntaremos lo que tenemos y empezamos a redactar.
Caleb hizo una mueca nuevamente, pero al final asintió en señal de que estaba de acuerdo.
—Me parece bien ¿Entonces el sábado por la tarde?, ¿Te parece si nos reunimos en mi casa? —me preguntó.
—¿En tú casa? —ahora me tocó preguntar a mí.
—Si, o si deseas podemos hacer en otro lugar.
—Mmm... No, está bien.
—Bien, entonces te daré mi dirección.
Volvió a tomar mi cuaderno y anotó su dirección de su casa. Genial iba a ir a casa de Caleb ¿Era en serio? Estaba realmente loca y súper emocionada.
—Gracias.
Y me lo quedé viendo, era imposible poderle quitar la mirada, se notaba que era muy alto podría decir que estaba entre los 1,80 o los 1,90 metros por la forma en que estaba sentado, espera ¿Eso lo que tenía ahí era un tatuaje? No, estaba viendo mal.
—¿Señorita Owen?
Levanté la mirada hacia la maestra al pensar que la maestra me había pillado mirando a mi compañero como si me lo estuviera comiéndomelo.
—¿Sí maestra? —pregunté sonriendo.
—Este es el tema que tendrán que investigar.
La profesora me entregó un papelito donde estaba anotado el nombre del tema a investigar.
—Gracias profesora.
Ella de a poco iba entregando a cada dupla su tema.
—Bueno, entonces quedamos así.
—Así es, cualquier cosa me avisas.
—Bien.
Acto seguido sonó el timbre. Caleb guardó sus cosas y se dirigió donde estaban sus otros amigos. Genial se había ido sin despedirse. Y yo me había quedado observándolo, en ese entonces justo cuando estaba por salir se dio vuelta, me miró y me guiño un ojo. Me quedé como piedra, no sabía que decir o como actuar, así que opté por asentir con la cabeza.+
Él sonrió y salió por detrás de sus amigos.
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