Capítulo 7

Los jugadores empezaron a irse a las duchas. Caleb se había quedado en la cancha con el entrenador conversando, estaba sin camiseta y ¡Por Dios, santos! Tenía el abdomen súper formado que parecía una tabla de chocolate. De fondo sonó el timbre y me sacó de mi ensoñación, cuando volví a mirar a mi Dios Griego este estaba con la mirada fija en las graderías hacia nuestra dirección, ¡Mierda! Abrí los ojos tanto que sentí que se me iban a salir. Me paré de golpe agarrando el brazo de Valentina haciéndola gritar, hice que se parara y la empecé a sacarla a rastras del campo de juego, escuchando que me gritaba.

—¿Qué demonios pasa contigo?

¿Qué, qué pasaba conmigo? Pues ni yo lo sabía, así que nos fuimos corriendo al aula hoy nos tocaba con la profesora de Filosofía esa sí que era una vieja muy estricta que me daban ganas de salir corriendo cada vez que la veía o al menos decirle que dejara de ser una cascarrabias... en fin.

La maestra se plantó al frente de la clase. Un poco seria, esto me daba mala espina.

—Hoy antes de empezar, quisiera comunicarles que les asignaré a cada uno un compañero para un trabajo especial que habrán de realizar —anunció mientras abría su libreta de calificaciones. — A cada pareja les daré un tema, todo vale mientras esté relacionado con la Filosofía y juntos lo investigarán a fondo durante las próximas semanas para que finalmente hagan una presentación.

Bueno al menos haría el trabajo con Valentina. Recé mentalmente para que mi compañero no fuera Caleb, me preguntaba si funcionaba aunque si me tocaba con él entonces pasaremos mucho tiempo juntos después de clase trabajando en nuestro proyecto, tiempo en el Megan u otra niña no podrían interferir.

Valentina pateó el respaldo de mi silla y me volví a mirarla.

—Joder Ali. ¿Realmente quiere jodernos con esto?

—Pues así parece, se nota que le gusta joder a sus alumnos.

—Bueno, puede que nos ayude mucho esta nota —dijo Valentina con un tono de voz cargado de sarcasmo.

—No es tan tonta como para ponernos fácil lo que nos dará que hagamos —le contesté— y me niego a imaginar que nos llenará de tarea.

Por lo menos será una distracción y una fuente de ayuda esta tarea, ya que casi no lograba entender el método que nos enseñaba la profesora. Y como sea, tenía que aprovechar al máximo todas las oportunidades que nos daban los maestros, ya que estaba en el último curso, agarré la muñeca de Valentina y se la apreté.

—Estamos en el último curso —recalqué con el mismo entusiasmo que podía lograr.

—¿Y?

—Y... Tenemos que aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten y verás que será P - E - R - F - E - C - T - O.

—Me aseguraré de aprovechar todas las oportunidades que se nos presente para que sea... P - E - R - F - E - C - T - O nuestro último curso.

—¿Pero qué...?, olvídalo sí.

—Será fácil hacerlo cuando si dejaras de poner esa cara —dijo— lamento lo del sarcasmo, es que todo acerca del último curso me pone de los nervios.

Le sonreí y me alegré de que no fuera la única que se preocupaba que estuviera en el último año, que debía de poner todas las ganas para poder ir a la universidad, obvio que el mundo no iba a acabarse al menos no por el momento. Valentina me apretó la mano en son de apoyo, en ese momento la puerta se abrió Caleb y dos amigos que no se le separaban entraron al aula.

—¿No sé por qué se molestan a venir a clases tarde? —masculló Valentina lo suficientemente bajo solo para que yo la escuchara— de todas maneras la maestra los castigara.

Mi mirada se cruzó brevemente con la de Caleb y un escalofrío me recorrió la espalda.

—Esta mañana nos chocamos con Caleb —le conté a Valentina mientras la maestra les empezaba a dar un sermón a los chicos por su falta de puntualidad.

—¡En serio!, ¿Por eso estabas rara?

—¡¡Rara!!

—Si, o sea, estabas nerviosa.

—Me asuste, no sabes lo que pase.

—¿Y qué paso?, bueno ¿al menos fue algo bueno? Aunque pareciera que no, ya que estabas súper aburrida, estresada.


—¿Aburrida?, ¿Estresada?, oye, casi me dio un susto de muerte, prácticamente creí que me mandaba a la mierda e imagínate cómo será el resto del año, me para mirando con el ceño fruncido como si le hubiera hecho algo malo.

—De acuerdo, pero no le hiciste nada o ¿Sí?

—¿Cómo? —me burlé.

—Deberías decir que te gustó.

La miré no pudiendo creer lo que me decía. En cierta manera tenía razón me había encantado tenerlo tan cerca, que deseaba que volviera a suceder otra cosa parecida a la de hoy.

—¿De qué estás hablando?

—Lo siento.

Asentí la cabeza tratando de no reírme a carcajada, no quería que la maestra nos llamara la atención mientras estaba dándonos un sermón gracias a mis compañeritos. La maestra aplaudió para que pongamos atención a la clase y comenzó a decirnos que era el colmo que llegáramos tarde, ya iba a trabajar muy duro para que empecemos a respetar las normas del colegio. Me puse a pensar ¿De qué servía luchar por esta causa perdida?, era obvio que este colegio estaba lleno de niños ricos y mimados, que con un chasquido con los dedos (al estilo Thanos), los padres hacían desaparecer al maestro o las normas con tal de darles gusto a sus bebés.

Era evidente que la maestra se estaba esforzando en que esto se respetara y ni de coña se iba a dejar pisotear, así Caleb sea un jugador súper importante para el equipo, incluso si decidiera saltarse las clases y le diera por meterse en problemas la dirección le siguiera besando el trasero, la maestra lo castigaría ya paso eso la anterior clase el chico estaba que echaba chispas.

—Señores Hamilton, Mcgregor y Smith, que sea la última vez que llegan tarde —dijo la maestra— la próxima vez irán a parar a la dirección. Solo para que sepan mi objetivo es que todos los alumnos de este colegio tengan éxito y tener puntualidad es el inicio ¿Me entienden?

—Entendemos maestra —contestó él tal Mcgregor.

—No se volverá a repetir.

—Es solo que el entrenador se pasó del horario —añadió el rubio.

—Hablaré con su entrenador —replicó la maestra. — No me importa si son clave para su equipo, esta es mi clase y se respeta mis normas si no vayan despidiéndose de esta materia.

Woow, sí que eso fue realmente duro, Caleb estaba con el ceño fruncido y con los brazos cruzados haciendo unos pucheritos (que se veían súper tiernos), pero no dijo nada.
Miré a Valentina y ella solo se encogió de hombros.

—Cómo iba diciendo, la tarea es en pareja, —siguió la maestra— yo les diré con quienes lo harán. Espero que respeten mis normas.

—Colín Mcgregor hará el trabajo con la señorita Emilia Rosé.

Colín era amigo de Caleb, le lanzó una mirada cargada de disculpas.

—Pamela Lincons hará con Elena Duarte.

A medida que la profesora siguió agrupando a los chicos, estaba perdiendo la confianza a que pudiera estar con Valentina, la observé y ella estaba igual de nerviosa que yo.

—Alina Owen —dijo la maestra, levanté la cabeza en forma de decir que estaba preparada para lo peor. — Hará dupla con el señor Hamilton.

¡Ay madre!, Caleb... ¿Mi dupla para hacer el trabajo? ¿Era en serio?

Quería desaparecer en estos momentos. Lancé una mirada suplicante a Valentina mientras intentaba con todas mis fuerzas que no me entrara el pánico. Desearía estar en casa, en mi cama bajo las mantas y que todo esto fuera una pesadilla.

—Mi nombre es Caleb.

La maestra Olivia lo miró a Caleb con cara de pocos amigos.

—Caleb Hamilton así es cómo está registrado y señor Hamilton guarde su celular, en mi clase están prohibidos.

Caleb puso los ojos en blanco y guardó su celular en su bolsillo.

—Pero maestra, el aparato es útil —masculló Megan.

—Cierra la boca —dijo Florencia, una de las amigas de Valentina.

—Cállate bicho raro —respondió Megan antes de hacerle una mueca a la otra muchacha.

—Suficiente, Señoritas —ordenó la maestra parada en el centro volviéndonos a decir —esto va para todos, prohibido los Celulares, iPod, Laptop en mis clases. No puedo controlar lo que tengan fuera del aula, no obstante en mi clase mando yo. — ¿Quedó claro?

—Si maestra —contestó Caleb en un tono deliberadamente claro.

—¿Señorita Robinson?

—Muy claro, profesora.

La maestra continuó nombrando las duplas de trabajo, a Valentina le tocó con Cam unos de los amigos de Caleb; al verla no estaba muy contenta al igual que yo. Bueno me gustaba la idea de que trabajaríamos juntos, pero a la vez me asustaba y es que era graciosa toda esta situación.

—Quería que se sienten de acuerdo a cómo los nombré que trabajaran —dijo la maestra.

¿Estaba de coña... que le pasaba?, rápidamente me voltee a ver a mi amiga que estaba moviendo la cabeza en desacuerdo.

—Creo que la maestra se está rayando.

—¿Eso crees?

—Que otra explicación tienes. No quiero cambiarme.

—Yo menos, Megan está mirándome como para matarme.

—Ja, que se joda esa cabeza hueca. Ahora tú estarás sentada junto a él.

—No digas eso, la chica desea que desapareciera ya.

—¡Rayos, me tengo que ir!

—¿Qué?

Valentina se levantó lentamente de su silla se despidió muy afligida por el cambio de asientos y comenzó a irse hacia atrás donde estaba Cam, el chico que le había tocado de dupla, en ese momento sentí a alguien que tomaba asiento donde anteriormente estaba mi amiga. Mi corazón comenzó a latir muy deprisa y mi cuerpo a reaccionar de una manera salvaje, sin duda el chico olía de maravilla... A jabón y colonia ¡Maldición!, definitivamente no iba a sobrevivir a esto. Cómo la odiaba en este momento a la profesora, pero a la vez la quería.

—En todas mis clases quiero que se sienten así, ¿De acuerdo? —dijo la maestra —al menos hasta que terminen la tarea que les estoy dando.

—Pero ¿por qué? —dijo Megan toda ceñuda.

—¿Algún problema, señorita Robinson?

—No, ninguna maestra.

Creo que estaba furiosa, seguramente quiso que le tocara de dupla Caleb o su amiga Brenda, o no sé. Lo que si tenía claro era que ahora me odiaba y debía de andarme con mucho cuidado de no cruzarme en su camino... Definitivamente no quería problemas con ella ni con nadie. Aunque ya tenía un enemigo mayor y llevaba de nombre Caleb Hamilton.

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