Capítulo 32

Era adicta a ese momento justo antes de levantarme. Ese momento en donde escucharía a mi despertador con la vos más bonita que había escuchado y no me cansaba de escucharla (SINGTO PRACHAYA (สิงโต) - จะได้ไม่ลืมกัน (I WON'T FORGET YOU) | SOTUS S THE SERIES) que alegraba mis mañanas y es que esa canción me recordaba demasiado a una de mis series favorita SOTUS. Pero hoy se sentía diferente, empezaba a sentir un pequeño dolor de cabeza y como no escuche la hermosa voz de SINGTO , me pregunte ¿me había despertado más temprano? O ¿qué coño pasaba?

Desorientada, confundida, con la mitad de mi cerebro perdido todavía en un sueño que había estado teniendo. Sentía que esta mañana era algo distinta. La temperatura de mi cuerpo, parecía más alta ¿Estaría con fiebre? No, ¿Qué era ese olor? Era un aroma exquisito que hacía que mi corazón latiera y a la vez hacía que me de cuenta, que algo me rodeaba la cintura, algo duro, pero a la vez algo suave y cálido. Eso era ¿Un brazo? Si había un brazo alrededor de mi cintura, abrazándome fuerte y unas pequeñas respiraciones cerca de mi oído.

Abriendo los ojos de golpe, descubrí que el lugar estaba muy silencioso, no tenía idea de donde estaba, solo sabía que este lugar no pertenecía en absoluto a mi casa. La habitación era demasiado grande, lujosa, pero juvenil y varonil. La había visto antes, ¿Dónde? Mi cerebro aturdido luchaba por recordar hasta que cayó en cuenta.... ¡Mierda! Esta era la habitación de Caleb...Recordaba haber estado una vez aquí, cuando había venido a hacer la tarea de Filosofía. Oh, mierda ¿Cómo demonios había terminado en su habitación? Poco a poco los recuerdos de la noche anterior llegaban a mí de golpe, haciéndome sentir avergonzada con solo recordar.

Yo,  bailando con Benjamín mientras me manoseaba... ¡Mierda Benjamín! Yo saliendo de la sala de baile por aire y para calmar los celos que tenía al ver a Caleb con la odiosa de Megan. Yo, bebiendo y cantando como loca, que vergüenza. Yo,  gritándole a Caleb todo lo que estaba pensando sin ponerme a pensar en nada. Yo,  siendo cargada y siendo arrastrada a un carro. Yo, lanzándome al regazo de Caleb. Él acariciando y besando mi piel y sobre todo provocándome un orgasmo con sus dedos, si, sus increíbles dedos. Y por último,  y,  tal vez lo más vergonzoso... Yo,  quedándome completamente dormida. Si, como escucharon...Me quede dormida y de ahí no sé lo que paso,  que ahora estaba en la cama de Caleb y con sus brazos alrededor mío.

Volviendo a mirar mi estómago,  un brazo descansaba sobre este, y la enorme mano descansaba en mi pecho izquierdo y esas pequeñas y suaves respiraciones en mi oído, provocaban que mi piel se erizara, recordando lo que había pasado en su auto.

No podía creer como había actuado la noche anterior. Mientras pensaba en lo que sucedió comencé a sentir que algo duro crecía y apretaba mi trasero. Sin pensarlo,  me deshice de su agarre saltando hasta el otro lado de la cama, sin calcular cayendo hacia atrás, si, cayéndome sobre mi trasero en un lío con las mantas alrededor de mis piernas.

—¡Mierda! —grité haciendo que Caleb se despertara y me mirara con los ojos entrecerrados.

—Alina, buenos días ¿Estas bien? —saludo con voz ronca de recién levantado.

¿Estaba de broma? Acababa de caerme de la cama, me dolía el trasero y también un poco adolorida entre las piernas.

—Umm... ¿Tú qué crees? —murmuré mirando su tienda de campaña montada en su zona sur.

Caleb dándose cuenta de lo que estaba mirando comenzó a reír, pasándose las manos por su desordenado cabello y bostezando. Dios, si él estaba así de desaliñado, ya me imaginaba como estaría yo.

—Tranquila —dijo con una media sonrisa en sus labios rosados—. No es más que un empalme mañanero.

—Un... ¿Empalme mañanero? —repetí— Dios, que... Ash, tenías que ser un chico.

—Exacto —respondió serio— y, eso es lo que nos pasa a los chicos por las mañana. Es la naturaleza, pequeña y tierna fiera salvaje.

—No me digas así.

—Me gusta llamarte así, aunque anoche...

—¡Caleb!

—Como decía, todos los hombres despertamos de esta manera. Aunque, si te soy sincero... Con lo que paso anoche y verte vestida con mi ropa, hace que mi cuerpo se ponga cachondo.

—¡Basta!

Estaba realmente avergonzada y él todavía me molestaba. Lo odiaba por hacerme sentir de esta manera. Es decir, deseada.

—¿Por qué te pones tímida? —preguntó con cara de inocente—. Después de todo, no las pasamos muy bien. No sé si escuchaste esa canción y justo ese pequeño estribillo cae como anillo en el dedo —se puso pensativo y al final comenzó a tararear— "Yo sabía que esto pasaría... que tú terminarías amaneciendo en mi cama"

Él era tan directo y eso me gustaba y  mucho, pero en esta ocasión no quería que Caleb me restregara a la cara como había actuado la noche anterior. Y tenía que reconocer que lo que hicimos anoche estuvo increíble, a pesar que no llegamos hasta el final. No me daba cuenta de que cantante era, pero si había escuchado esa canción.

—¿Por qué estoy aquí y no en mi casa? —pregunte con voz débil.

—¿Qué porque estás aquí? —respondió con otra pregunta— si no recuerdas bien, fuiste tú quien se acurruco en mi regazo o mejor dicho, la que se trepo encima mío y al final se quedó dormida. No tuve otra idea que traerte a casa.

—Estaba borracha...pero...

No tenía con que defenderme o justificarme. Estaba avergonzada que sentía que mi corazón iba a explotar y mis mejillas estaban tan calientes que parecía que estuviera con fiebre, fiebre por la vergüenza. Así que hice lo de siempre, le apunte con el dedo, levantándome quitándome las mantas y descubriendo que estaba solo con una camiseta suya.

Caleb se levantó de la cama estirando lo brazos y haciendo sonar sus huesitos. Mis ojos automáticamente miraron su pecho desnudo,  ya que él estaba con un corto holgado nada más.

—Lo sé, soy irresistible —dijo sonriéndome— pero tú,  en mi camiseta es lo más sexy que mis ojos pueden admirar.

—¿Por qué estoy vestida así?

—¿Por qué?

—¡Caleb!

—Bueno, después de quedarte dormida, no logre vestirte. Así que te puse mi playera...

—¡Mierda! ¿Desnuda?

—Sí, dormida... y en mi regazo, dejándome todo duro.

—Eh... —avergonzada me volví a sentar en el suelo y baje la cabeza evitando su mirada.

—Estaba adolorido... y tuve que liberarme yo solo... y como estabas dormida, no tuve otra idea que traerte a casa.

Por Dios, pobre de Caleb. No sabía si avergonzarme aún más o reírme por dejarlo así.

—¡¿POR QUÉ DEMONIOS NO ME DESPERTASTE?!

—Bueno, lo intente. No creí que tenías el sueño demasiado pesado —respondió mientras se acercaba a su closet— igual, no me quejo. Me encanta tenerte aquí toda tímida, ruborizada y...

Le encantaba tenerme así, genial y con cada frase que decía me ponía aún más tímida. Odiaba que causara eso en mí,  pero a la vez me gustaba. No quise decir nada respecto a lo que me dijo que le gustaba tenerme así, en vez de responderle le dije otra cosa.

—Gracias por cuidar de mí.

—Pues, te cuidaría una y mil veces.

Entrecerrando los ojos lo mire, mientras él también me miraba con una sonrisa sincera en el rostro. No sabía cómo actuar mientras él me miraba así.

—Umm... gracias otra vez.

Volvió a sonreír y se acercó tendiéndome la mano para que pudiera levantarme del suelo, después de la vergonzosa caída.

—Vamos a darnos una ducha juntos —dijo Caleb sonriendo.

—¡Estás loco! ¿Por qué haría eso? —grité apartando su mano. Estaba muerta de vergüenza y él me salía con esto. Sentía mi cara arder.

—Como compartimos un asiento de mi auto, mi cama, mi playera ¿No crees que sería justo también compartir la ducha? —termino levantando una ceja y mirándome divertido.

¡AAAAHHHH! .... Caleb estaba dispuesto a molestarme hasta la muerte o hasta que explotara de rabia. O simplemente no pudiera verle a la cara en mucho tiempo.

—¡Basta Caleb! —volví a gritar— si quieres ve tú solo, yo no pienso ir con- con- contigo a ni- ni- ningún lado.

Caleb se echó a reír a carcajadas mientras yo quería golpearlo por hacerme actuar torpemente y a la vez haciéndome tartamudear de los nervios.

—Me encantas cuando estas toda ruborizada.

—¡Eres un idiota! ¿Qué pretendes? —dije mientras me agarraba la cabeza y lo fulminaba con la mirada— ¿Quieres matarme de una rabieta? O ¿avergonzarme hasta que ya no pueda más? O simplemente ¿qué me oculte bajo tu cama sin ganas de querer salir de aquí? Aaahh,  Caleb siempre haces que me vuelva loca —termine al final cubriéndome la cabeza con la manta.

Escuche a Caleb reír y luego con mucho cuidado me quitó la manta que cubría mi cabeza toda despeinada. Me agache cerrando los ojos porque no quería mirar esos ojos hermosos y su sonrisa burlona.

—Alina, mírame.

—No quiero.

—Por favor, prometo no burlarme de ti.

—No.

Caleb agarró mi barbilla y levantó mi rostro para que pudiera mirarlo, cosa que no lo hice.

—Lamento haberme burlado de ti —se disculpó— pero es que... verte actuar toda tímida, me encanta. Se te ve tan linda.

—¿Quién está actuando tímida? —conteste mientras abría los ojos y lo miraba un poco ceñuda a su hermoso rostro.

—Me excita verte actuar así. Tengo ganas de hacerte muchas cosas... y no buenas —reveló mientras ponía sus manos sobres mis hombros mirándome los labios que los tenia ligeramente abierto por lo que había escuchado y luego hice un puchero en forma de disgusto. Su mirada luego subió a mis ojos haciendo que me perdiera en esa mirada llena de lujuria, recordando de cómo me había mirado la noche anterior, haciéndome sentir deseada y que tenía el control sobre él.

—Mira... puedes ducharte aquí. Yo lo haré en la otra habitación. Todo lo que desees utilizar está a tu disposición. Así que... No te sientas tímida —bromeó Caleb con una pequeña sonrisa.

—Ahora entiendo  tu mala fama, eres todo un rompe corazones. ¿Haces esto con todas las niñas que traes aquí? —le reproché.

No sé por qué demonios había preguntado eso, o no sé porque estaba actuando como una niña celosa. Dándome cuenta de mi error mire a Caleb disculpándome con la mirada. La sonrisa en su rostro había muerto cundo había soltado toda la mierda que se me ocurrían para arruinar el ambiente. A veces me odiaba a mí misma, por hacer o decir las cosas sin pensarlas antes de actuar.

¡AAAHHHHHH!

—¿Mala fama? —se molestó y se rió sin ganas— rompe corazones puede ser. Pero ¿sabes una cosa? He estado con muchas chicas, y te aseguro que eres la primera que traigo a este lugar y podrías ser la única que quiero que pise mi santuario —término acariciando mi cabeza.

Me sentía fatal por lo que había soltado y a la vez contenta por lo que me explicaba.

—No quise decir eso. Pero tú me haces decir cosas sin que logre pensarlas.

—No importa... ahora a ducharse, sino llegaremos tarde al colegio —dijo al final dándome un beso en la mejilla, para luego tomar su toalla y salir de la habitación, dejándome aturdida acariciando el lugar donde sus suaves labios tocaron.

Hacía mucho me había imaginado esto, pero nunca creí que se volviera realidad. Aquí estaba yo, en el cuarto de baño de Caleb. Provocando todas las  fantasías que hacían que mi piel se erizara, mientras usaba y masajeaba mi cuerpo con su jabón, e imaginaba sus ojos azules mirándome con lujuria. Recordando cada toque de sus manos que habían recorrido cada parte de mi piel. Recordando sus labios suaves y duros cada vez que me había besado. Todo eso,  hacía que me provocara un escalofrió agradable en todo mi cuerpo,  en especial, esa área sensible que estaba un poco adolorida, por ser invadida por los dedos del chico que me robaba toda la tranquilidad.

Una vez que me había duchado me sentí mucho mejor. Mirándome en el espejo sonreí al verme con la cara ruborizada,  mis ojos marrones dilatados y mordiéndome los labios por lo que estaba a punto de hacer, tal vez muchas personas no lo harían incluyéndome, pero no tenía otra opción. Usaría el cepillo dental de Caleb, sonreí, pero era demasiado tarde para ponerme a pensar si era antihigiénico. Mientras me cepillaba los dientes escuche al dueño del cepillo hablándome detrás de la puerta.

—Alina, anoche tire tu ropa a la lavadora...pero olvide ponerla a lavar. Pero puedes usar la mía. Aquí en la cama te la dejare para que veas cual ponerte.

—¡Que! —Grité— ¿Cómo se supone que me pondré tu ropa? ¡Estás loco!

¡Mierda! Como demonios pensaba que iba a colocarme su ropa. Iba a quedar como un payaso, no se daba cuenta que él media y pesaba el doble que yo. ¿Qué había hecho en mi vida pasada para que me sucediera todo esto?

—Yo que sepa, no estoy loco —contesto riendo— y si te colocas mi ropa... todos sabrán que me perteneces y que te quiero solo para mí. Para mi solito.

Con lo que había dicho, me quede callada y paralizada. Que podía decir a lo que me decía. Me revolví el cabello en frustración por no poder responderle y dejar que el muy bastardo se riera a carcajadas. Mi corazón latía fuertemente en mi pecho. Si no fuera que estaba apenas envuelta en una toalla, saldría y le daría unas patadas por hacerme sentir tímida.

—¡Hey! Eres un bastardo, idiota. —al final grité soltando lo que se me venía a la cabeza, provocando que Caleb se ría a un más a carcajadas.

—Un idiota, que te hace sentir toda tímida —contestó entre risa—. Te espero en el comedor... Mi amor.

—¡Caleb!

Cuando escuche la puerta cerrarse, abrí la del cuarto de baño y asome la cabeza para verificar si no estaba el idiota de mi compañerito, que le gustaba sacarme de mis casillas y hacerme sentir tímida e idiota con cada palabra que salía de su linda boca. Salí del cuarto de baño y corrí a asegurar la puerta de la habitación  para no ser sorprendida cuando me estuviera vistiendo.

Dándome vuelta mire su cama, la cama donde habíamos dormido acurrucados. Ahora toda desordenada, había un conjunto deportivo que si me ponía me quedaría demasiado grande. Al otro lado había también una playera negra junto una sudadera gris a cuadros. No me disgustaba la ropa que me había dejado, tenía que admitir que se había esforzado en buscar algo que me quedar bien. Lo que me hizo dar un poco de cólera, fue el hecho que no tenía ropa interior limpia  para colocarme. ¿Cómo demonios iba a conseguir una braga y un sujetador?

Busque como loca su habitación de Caleb mi sujetador, pero no logré encontrarlo. Las imágenes de la noche anterior me avergonzaron mucho, y, decidí buscar un par de bóxer de Caleb  para luego ponérmelo. Con la esperanza de que él no se diera cuenta que estaba usando su ropa interior. Igual, le compraría uno nuevo para devolvérselo. Me reí ante esta idea. Al final me decidí por la playera negra, luego me coloque mis botas. Lo único que me avergonzaba era no usar un sujetador, igual, mientras él no me tocase no se daría cuenta que no llevo uno.

Una vez vestida, peinada. Respiré profundamente y baje para desayunar o para irme a casa. Aunque sería imposible, ya que solo tenía una hora para la entrada del colegio.

Estaba hambrienta y mientras caminaba hacia la cocina me iba quejando de porque no me había comportado como una niña buena. Antes de entrar a la cocina, me detuve en la puerta sorprendida... Caleb, estaba haciendo el desayuno.

Se veía bien, pensé, mirando a la persona que batía huevos en el bol. Y luego la ponía en una sartén ligeramente calentada. Luego se volvió hacia la nevera sacando leche. Un poco preocupada quise preguntarle si estaba seguro de que estaba bien la cocina.

—¡Mierda!

Como era de esperar, Caleb se había centrado en la leche y cuando reacciono hacia la cocina era tarde, descubriendo que al voltear la comida se había quemado.

—¿Se quemó? —murmuré antes de caminar hacia el otro lado para colocar el huevo en un plato. — Mira el desastre que hiciste. No puedo creer que no puedas hacer cocer un simple huevo. ¿Que no te jactabas de ser bueno en todo?

—Oh, Alina, te ves increíble— dijo Caleb mirando hacia mi dirección y el plato. — y lo soy, de hecho muy bueno en todo lo que hago. Tú lo puedes rectificar. Me refiero a lo de anoche.

¡AAAAHHHH¡ ¡IDIOTA! No quise contestar sobre lo de anoche, en cambio le pregunte otra cosa.

—¿Qué demonios es esto?

—Es una tortilla de huevo.

Bueno, él podía hacer muchas cosas, incluso hacerme sentir bien. Pero no podía hacer un plato simple como tortillas de huevos. Realmente no podía creer esto.

—¿Cuántas veces lo has hecho?

—¿Hacer qué? Realmente perdí la cuenta de cuantas veces lo he hecho.

—¡Caleb! —lo golpee en el hombro.

—Pero me preguntaste cuantas veces lo hice, pero no dijiste que.

Suspire sin ganas de pelear.

—Me refería a cuantas veces, habías hecho una tortilla.

—Oh, Umm, la primera vez.

—¿Enserio?¡Entonces no debiste hacerlo! ¿Por qué haces lo que no sabes hacer? —dije un poco molesta e incomprensible.

—Porque quería que desayunaras bien, ya que desde anoche no comes nada...Eso es todo. Aparte hoy las señoras que se encargan de la casa están de vacaciones. — contesto frunciendo el ceño.

Al escuchar eso, mi corazón se contrajo un poco cuando pensé que Caleb estaba preocupado por mí. Amaba esta parte de él. A pesar que ya había preparado varias cosas que se encontraba en la mesa aun quería... que me alimentara bien.

—Umm... déjame, lo hare yo.

Tome un tazón y busque los ingredientes que necesitaba para luego mezclar y batir para hacer pancakes.

—Caleb, suéltame. ¿Quién te dio permiso para abrazarme?

Cuando estaba por cocinar el pancakes, unas manos rodearon mi cintura. Sintiendo el cuerpo suave y duro de Caleb. Además coloco su barbilla sobre mi cabeza redonda, haciendo que gritara, pero sin luchar, solo mis manos continuaron preparando el desayuno.

—¿Sigues molesta?

—¿Tú que crees? —conteste mientras vertía la masa a la sartén.

—Mi fiera salvaje es mala, mala.

—¿Mala? Eres un tonto.

No sabía lo que estábamos haciendo, parecíamos una pareja. Y la verdad, no podía estar molesta con él, a pesar que me molesto mucho desde que habíamos despertado.

—Sí, y aún más, cuando te veo con mi ropa, hace que no quiera dejarte salir de mi casa. —Caleb dijo con una sonrisa, sus manos me apretaron un poco mas mi cintura, dejándome saber que se sentía bien su cuerpo cálido junto al mío. Me encanto cuando había despertado abrazada haciendo que con tal pensamiento ahora se calentara mis mejillas.

—Es solo una playera Caleb.

—Justo ahora, envidio a mi playera. Es por eso que no quiero que nadie te vea, no, corrijo eso... deseo que todos te vean en ella —susurró el dueño de la playera, dándome un suave beso en el cabello. Haciéndome temblar un poco, sabiendo que a él le gustaba jugar. Y eso hizo que la espátula en mi mano le sea imposible girar la masa redonda.

—Hueles bien, que quiero comerte... Alina, se va a quemar.

—Sí, lo se ¡Es por tu culpa! Me distraes —exclamé con mi mano temblorosa, que Caleb notó y no pudo evitar burlarse de mi otra vez. Provocando que gritara de disgusto y aun así logre con éxito voltear el pancakes en la sartén. Aunque lo haría mucho mejor si Caleb me soltara. Pero no podía negar que se sentía muy bien el abrazo, me gustaba.

Por fin, había terminado el desayuno y el abrazo estaba hecho. Vertiendo miel sobre los pancakes calientes poniéndolo sobre la mesa donde se encontraba lo que anteriormente había preparado Caleb.

—¿Ves? Es fácil —anuncié con orgullo haciendo reír a Caleb, agarrando un tenedor cortó el pancakes y se lo llevo a... ¿Mi boca?

—Las damas primero, en especial mi chef favorita.

Lo miré y abrí la boca para tomarlo sin negarme en absoluto.

—¡Caleb, no lo comas! —chillé agarrando la mano de Caleb que estaba llevando el pancake a su boca, haciendo que él pareciera confundido.

—¿Qué pasa? No me digas, que te lo quieres comer tú solita. Viste, eres una niña mala.

—N- no, es... —. Antes de que pudiera terminar la frase Caleb me quito el tenedor que sostenía un pedazo de pancake y se lo metió a la boca para luego se riera un poco.

—Esta crudo, Alina.

—¡Oye! No es mi culpa. Tal vez... La sartén, si, la sartén no sirve. —balbucee justificándome, haciendo que él hombre frente a mí se riera aún más. —¡No te rías! ¡Estoy enojada ahora!

Moría de vergüenza, cruce mis brazos como una niña de tres años e hice pucheros. No podía creer que mis pancakes estuvieran crudos, era, muy buena haciéndolos pero tener a Caleb abrazándome...

—Creo que si seguimos así, no podremos desayunar e incluso no iremos al colegio. ¿Qué tal si comemos algo de profesionales?

—Caleb, ¿Crees que mis pancakes no saben bien?

—No digas eso, jamás diría o pensaría tal cosa. Ven, vamos, no te pongas de mal humor, cariño...

Caleb acaricio suavemente mi cabello, suficiente para que ablandara mi latiente corazón.

Con una sonrisa dijo.

—¿Qué tal si hoy nos saltamos el colegio? Y mejor tenemos una cita.

Eso me sorprendió, realmente no esperaba que dijera eso. Mis mejillas estaban calientes y no sabía qué hacer. Obvio que quería ir a una cita con Caleb, y, a la vez tenía miedo de ilusionarme. Aunque debía admitir que la curiosidad me mataba y no aguantaba las ganas de saber que podría pasar.

¿Sera que después de lo que había pasado anoche, él estaba actuando de esta manera?

¿Qué debía hacer?

¿ME ARRIESGABA? ¡AAAAAHHHHH!

NOTA: LA CANCIÓN QUE TARAREO CALEB A ALINA, ES DE RAUW ALEJANDRO Y CHENCHO TITULADA EL EFECTO.

Multimedia: (Esta es la canción de la alarma de Alina. La música es un cover de la serie Sotus la canta el personaje principal. Espero les guste, como yo la ame, amo y amare, en especial a Singto)

¡HOLAAA! COMO ESTÁN, ESPERO QUE BIEN. 

SE QUE HACE UN TIEMPO NO ACTUALICE, Y , POR ESO PIDO DISCULPAS A LAS PERSONAS QUE ESTABAN PENDIENTE DE LA HISTORIA. ESTABA MUY OCUPADA, Y NO PUDE ACTUALIZAR A PESAR QUE YA LA TENGO EN BORRADOR LOS CAPÍTULOS QUE SIGUEN.

POR FAVOR, DENLE AMOR A MI HISTORIA. PROMETO ACTUALIZAR SEGUIDO. 

GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN, LOS QUIEROOO.....  CUIDENSEN POR FAVOR...!!!!

POR FAVOR NO OLVIDEN DEJAR SUS COMENTARIOS Y VOTITOS. SE LO AGRADECERÍA MUCHO.

GRACIAS, BESOS. 😊😊😋

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