Capítulo 31

Se sentía bien, no podía quejarme. Benjamín tenía un cuerpo de infarto y tenerlo así de cerca era agradable. La música era lenta y teníamos que bailar abrazados, cosa que no estaba del todo contenta. Yo quería bailar con el chico de ojos azules, pero él ya estaba en compañía de Megan y no lo culpaba, yo estaba con otro niño.

—¿Estas divirtiéndote? —preguntó Benjamín mientras me hablaba en el oído.

Asentí en respuesta.

—Me alegro, Alina.

La mano de Benjamín bajo por mi cintura hasta que sus dedos rozaron la curva de mi trasero. ¡Mierda! ¿Estaba borracho ya? Estaba entrando a un territorio donde no quería ser manoseado por él.

—¿Y qué estilo de música te gusta bailar? —preguntó mientras deslizaba su mano un centímetro más abajo.

¡Noooooo!

—Soy pésima bailando, como lo estás viendo —respondí— pero me gusta mucho la música Kpop, Rock, Reguee, Trap, entre otras. Bueno en realidad me gustan esos géneros para escucharlo y no para bailar.

—Guau, sabes de música.

Sobre el hombro de Benjamín estaba buscando entre la multitud a Valentina, no teniendo resultado. ¿Cómo carajos desaparecía muy rápido? No pudiendo evitarlo, mire hacia donde Caleb estaba con Megan. Y si, aún estaban ahí... esperen... ¿Qué demonios estaban haciendo? entrecerré los ojos para poder descubrir que era lo que hacían esos dos, cuando en ese momento a Benjamín se le ocurrió tocar mi trasero.

—Alina, eres increíble —murmuró en mi oído.

¡Increíble ni una Mierda! Necesitaba ayuda. No quería seguir siendo manoseada. Así que empuje lentamente a Benjamín algo mareada por la bebida y la multitud, sintiendo que necesitaba un poco de aire.

—Necesito ir al baño —le informé girándome sin escuchar su respuesta. Necesitaba aire, no quería sentirme enferma. Y mucho menos estaba loca para permitir que me siguiera manoseando este o no ebria.

Definitivamente no estaba hecha para este tipo de cosas. ¡A la mierda! Con una respiración profunda tome unos cuantos tragos de la bebida que tenía. Unos minutos después estaba cantando: Yo pecador, que peque por amor seducido por esta pasión, y pensé que tal vez a la hora del juicio final. Por sentir, por amar, al mismísimo infierno me iré.

Cantaba mientras tomaba otro trago de mi bebida.

Que voy a hacer con este amor, que galopa mi pie como un bravo corcel en su furia me arrastra y me mata de sed con su loca pasión... ¿Cómo demonios era la letra? me decía mientras seguía bebiendo. Tenía que parar, si, definitivamente debía parar de beber. Pero no de seguir cantando... No lo puedo evitar aunque cause dolor, caigo en la tentación de este amor sin pudor que su fuego me llama... Y si debo apostar una ficha al amor, yo me juego por vos Caleb, con el cueeerpo y el aalmaaaa...

Creo que ya estaba borracha y me sentía feliz y a la vez con ganas de llorar a la vez con ganas de golpear algo.

—¿Alina? —el tono de preocupación de Caleb me sorprendió. Salte ante su repentina aparición. Abrí más los ojos y luego los entrecerré para enfocarlo viéndolo caminar hacia mí.

—¿Tú? ¿Qué Quieres?

—¿Por qué estás aquí? ¿Y aun sigues bebiendo esa cosa?

Ya había tenido suficiente con toda esta mierda. Quería que se fuera y me dejara sola.

—Que te importa. Y esto.... No es cosa, es alcohol —respondí— estoy muy bien, ahora... vuelve... con... tu compañera adentro... debe de estar gritando al no poder encontrarte —dije tartamudeando con amargura en mi voz.

—¿Qué haces aquí afuera? —repitió mientras se acercaba— ahora estas borracha. Y sabes que aquí afuera puedes enfermarte.

—Estoy aquí afuera...porque... porque... ¡Me da la gana!—respondí exaltada— ¿Sabes qué? Sí, estoy borracha. Y me gusta. ¿Algún problema con eso? Y no voy.... A enfer... enfermarme.

—¿Estas segura?¿Dónde está Santander? ¿Te hizo algo?

—¡Cállate!

—La fiesta esta allá adentro. ¿No habías venido a divertirte?

—Déjame sola, Caleb.

Pero Caleb no me hizo caso dando unos pasos más hacia mí, dejando solo un pequeño espacio entre nosotros.

—No. Quiero que me respondas. O es que ¿Ese pendejo te dejo aquí sola?

Quería golpearlo y satisfacer mi furia. Lo empuje tan fuerte como pude a Caleb, pero de nada sirvió ya que apenas se tambaleo hacia atrás.

—Él que me hace algo eres tú, Caleb —grite mientras giraba y caminaba hacia la salida de esta casa.

Pero apenas había dado unos pasos cuando una fuerte mano se envolvió alrededor de mi brazo. Quise hacerme soltar de un tirón, pero de nada serbia. Caleb no iba a dejarme ir tan fácilmente y en el fondo me gustaba que se preocupara lo que me tenía mal. SI, me encantaba.

—¿Qué demonios significa eso Alina? —preguntó tirándome contra su pecho.

Su pecho duro y cálido. Me retorcí contra él. Luchando por soltarme y quererlo golpear hasta la muerte. Odiaba que con cada toque suyo mi corazón se acelerara y mi cuerpo reaccionaba a toda prisa. Quería que se alejara porque al forcejear frotaba su increíble y cálido cuerpo por todas partes.

—¡Suéltame! —espeté.

—No, hasta que me digas que demonios te pasa —respondió enojado.

Trate de alejarme, pero era como si estuviera con una camisa de fuerza y era inútil luchar y luchar ya que no podría deshacerme. Estaba molesta, borracha, celosa. ¿Debería culpar al alcohol? No, el alcohol no tenía culpa de nada. Era yo.

—¿Quieres saber? Pues aquí te va... odio cuando sonríes, coqueteas y tocas a Megan o a otras... chicas. Odio que otro chico este manoseándome, que se porte tan bien y que no pueda corresponderlo y eso me molesta hasta la muerte. Cuando en realidad deseo... lo que más quiero... es que fueras tú el que me prestara atención, que fueras tú... quien me manosee... quien desee hacerme cosas malas. Pero no quieres hacerlo porque no quieres arruinar nuestra amistad. Porque soy demasiada buena para ti. Y tengo que lidiar con es mierda tuya. Ya conteste a tu maldita pregunta ¡Ahora puedes soltarme! —termine liberándome para luego salir corriendo hacia donde estaba el Audi de Benjamín.

¡Mierda! Mi corazón latía a mil. Por ser débil y gritarle lo que más deseaba a Caleb. Tratando de correr ya que veía todo borroso ya que estaba un poco oscuro por aquí y agradecía de no haberme puesto tacones hoy. Sino ya me hubiera roto el tobillo.

Llegando al Audi decidí entrar y esperar para escribirle o llamar a Benjamín para que me llevara a casa. Pero cuando quise abrir tenía el maldito seguro y no podía entrar. ¡Mierda! ¿Por qué me pasaba todo esto a mí? Golpeándome la cabeza en la ventana del Audi me maldecía miles de veces. Hasta que sentí un ruido haciéndome dar vuelta para ver a Caleb dirigiéndose a mí. Dios, quería esconderme donde sea con tal de no verlo así de molesto. Se detuvo a unos pasos para luego tomar mi mano y obligarme a caminar.

—¿Qué haces? —pregunté asustada.

—Llevarte a casa —gruñó.

—¡Por Dios, Caleb! ¡Suéltame!

—No hasta que subas al coche.

—Benjamín, me llevara a casa.

—Ni una mierda. Dije que yo te llevaría y punto.

Estaba borracha, y probablemente no era el mejor estado para seguir peleando con Caleb. Así que deje que me guiara hacia su coche. Lance mi cabello sobre mi hombro molesta para poder ver mejor, pero tropecé con algo que no había logrado ver. Caleb se apresuró para equilibrarme y evitar que me cayera al suelo. Puse una mano sobre mi frente que estaba caliente y sentía que todo me daba vueltas. Agradecía que mi amiguito engreído me sostuviera, de otra manera habría acabado sobre mi cara y eso no sería bueno.

Caleb olía de maravilla. Con un suspiro me incline hacia él y enterré mi nariz en su garganta. Él era alto que tuve que usar mi agarre en sus brazos para alcanzarlo. Sentía como mis alcohólicas piernas empezaban a tambalearse pero su firme brazo en mi cintura me tenía fijada en su pecho. Sin vergüenza de lo que había dicho minutos antes, envolví mis brazos alrededor de su cuello, él se sentía muy bien. Cuando me di cuenta, Caleb ya me estaba cargando y luego comenzando a caminar de nuevo hacia su carro. Estaba actuando como una acosadora, pero no podía evitarlo y menos cuando lo tenía así de cerca.

Cuando llegamos a nuestro destino, Caleb me bajo quitando el seguro de su auto con un clip. Mientras tanto con una mano temblorosa me acomodaba mi cabello desordenado levantando la mirada borrosa descubriendo que Caleb estaba observándome. Esperaba que me dijera algo, pero no lanzo ni un solo comentario, solo me observaba con los brazos cruzados.

Dando un suspiro, al final se acercó y abrió la puerta del auto.

—Entra.

—No quiero.

—Entra o te meteré —gruñó.

Haciendo pucheros y frunciendo el ceño subí y Caleb me coloco el cinturón de seguridad. Luego cerró la puerta y camino hacia la parte del conductor. Mientras entraba y trataba de colocarse el cinturón de seguridad se me vino una idea loca, pero caliente al mismo tiempo. Me saque mi cinturón, sin ponerme a pensarlo si habría consecuencias me senté sobre su regazo dejándome con apenas espacio suficiente para respirar entre su cuerpo y el volante, presionando mis labios aun lado de su cabeza, justo encima de su oreja descanse mi mejilla en su hombro dándome cuenta de lo muy increíble que se sentía debajo de mí.

—Alina, ¿Qué estás haciendo? —preguntó Caleb sorprendido poniendo una mano en mi muslo y retrocediendo el asiento.

—¿No te gusta esto?

Sin que me contestara sentí debajo de mí que algo crecía notablemente más rígido contra mi trasero. Entonces su mano se movió desde mi muslo hasta mi cadera, estaba caliente y sentía que estaba húmeda solo esperando que no se diera cuenta.

—¿Enserio quieres que conteste a esa pregunta? —susurró contra mi garganta.

—Si —conteste, mientras lamia justo debajo de su oreja y ponía mis manos sobre sus hombros. Caleb jadeó mientras su pulgar acariciaba mi cadera, quemando a través de mi ropa, quemando mi piel con sus manos y eso me ponía más húmeda y palpitante.

Caleb se echó hacia atrás.

—Alina... debemos parar —murmuró arrastrando las palabras.

No pensaba hacerle caso, estaba tan excitada, sentía que mis pechos estaban apretados y doloridos. Y la pesada tensión en mi vientre me hacía apretar mis muslos. La erección de Caleb bajo mi trasero se puso más caliente. Su mirada revoloteó de mis labios a mis ojos, y entonces no pude soportarlo más. Plante mi boca firmemente sobre la suya, Caleb no me devolvió el beso, ¡Mierda! Quería llorar, por ser una ofrecida, tonta, borracha, por querer seducirlo. Empecé a alejarme, pero algo cambio, y Caleb pasó de dócil a receptor a algo enteramente diferente. Me jaló más cerca suyo quedando a horcajadas y presionando mi núcleo palpitante en su tensa erección, cubriendo mi boca con la suya.

Me abrí a él con una probada de su lengua, sabia a menta. Dejando mi boca empezó a dar pequeños besos por mi cuello causando una oleada de excitación me atravesara. Sintiendo todo, desde su duro pecho plano, la dureza de sus músculos de sus poderosos muslos, el bulto de acero de su excitación presionado en mí. Nuevamente su boca volvió a atacar mis labios con un beso duro y sin piedad. Su lengua se abalanzo dentro y me reclamo de una forma totalmente nueva. La mía se deslizó contra la suya, con ganas de más, apreté mis muslos alrededor de sus caderas y me frote contra él.

El gimió y apretó en mi contra ¡Sí! Eso era. Justo ahí, lo quería dentro de mí. Me quite mi Crop top tirándola al asiento trasero sin quitar los ojos de él, quedando en sujetador y que Caleb me mirara. Él se quedó mirándome el pecho y luego mi cara.

—¿Quieres que me quite este también? —pregunte, indicando mi sujetador.

—Quiero que te lo quites —respondió mientras pasaba sus manos sobre las copas de encaje de mi sujetador. Al final desabrochaba mi sujetador.

Lo baje por mis brazos antes de lanzarlo junto a mi top.

—Tócame.

—¡Mierda! —Caleb gruñe, pasando sus pulgares sobre los puntos de mis pezones. Luego bajando la cabeza y tirando de un pezón con su boca, chupándolo con fuerza. Haciendo que estallara entre mis piernas.

Era la cosa más erótica que jamás había sentido. Dejando que mi espalda se arqueara automáticamente, ofreciéndole mi pecho a su boca nuevamente. No pudiendo evitar mi cabeza cayó hacia atrás y trataba de recordar como respirar. Mi corazón latía tan rápido que me sentía aún más mareada, y mi pulso estaba latiendo fuerte en mi cabeza que apenas podía razonar. Encontrándome enrollando los dedos en su cabello rubio para ganar un poco de control.

Mi cabeza estaba inclinada por el techo bajo, así que termine envuelta alrededor de Caleb mientras él se burlaba de ambos pezones, hasta que dolían y dolían de una manera increíble. El espacio era limitado que por un lado mi rodilla estaba clavada en la puerta, y por el otro la palanca, pero no me importaba.

—Sabes increíble y hueles fenomenal —susurró mientras su mano frotaba suavemente mi pecho y luego tiraba de mi pezón.

Memorizando cada toque que daba o yo a él. Lo quería todo él, lo amaba, lo deseaba pero ¿Estaba bien lo que hacía? Caleb se sacó la camiseta tirándola a un lado para luego volver a devorar mis labios con los suyos, envolviéndome con fuerza entre sus brazos. No pude contenerme más, grite y lo abrace también con miedo de que se alejara de mí. Esto era mi fantasía que se estaba volviendo realidad pero... ¿Llegaría tan lejos? No me molestaba mi virginidad, pero siempre me había preguntado que se sentía llegar a esta etapa de la vida.

—Alina —susurró dándome pequeños besos— ¿Querías que te toque así? ¿Aquí? —decía mientras su dedo recorría mi entrepierna de mis bragas haciendo que soltara un gemido. Me miraba con esos ojos azules casi negros mientras su dedo se deslizaba dentro de mis bragas.

—Caleb —suspire sosteniendo su mirada.

—Tranquila —murmuró tratando de calmar mi temor, pero no estaba asustada, más bien deseaba que se diera prisa y acabara con este deseo, esta lujuria.

Caleb enterró su cabeza en mi cuello y dejo escapar un profundo y largo suspiro.

—Alina, me matas —gimió—. Estas tan húmeda.

No quería que parara, y que dijera que somos amigos, que yo era inocente, bla, bla, bla. Sus dedos se deslizaron sobre mi humedad, deslizándose dentro. Dejándome quieta a horcajadas sintiendo el grosor de su dedo que aliviaba un poco, era demasiado bueno.

—¡Carajo, estas húmeda, caliente y tan apretada! —la respiración de Caleb era pesada, mientras me decía cosas que solo me excitaban más.

—Caleb, por favor —suplique. Igual no sabía porque suplicaba, solo quería que aliviara esta lujuria— necesito...

No terminaba de rogar cuando Caleb me presionó un beso en mi mejilla.

—Se lo que necesitas. Es solo que... No creo que pueda parar y hacerlo en el coche. Alina, Alina me tienes al borde, te mereces algo mejor que esto. No quiero que lo hagamos en mi maldito auto, te quiero en mi cama —susurró— no sería de caballeros follarte así. Aparte no tengo los malditos condones. Sabes que hay que ser responsables.

No me importaba si hoy quería ser o no un caballero. Lo único que quería era que me aliviara y disfrutar con él. La borrachera me hacía hacer cosa tontas, pero tenía razón al decir que había que ser cuidadosos sino... podríamos salir tres de este coche. Sé que no podía pensar en estos momentos, habíamos llegado ya tan lejos. No quería que fuera bueno, o que dijera que merecía algo mejor. Tal vez tenía razón ya que la primera vez de toda mujer tenía, debería de ser especial, con amor.

Yo estaba feliz de poder vivir esta experiencia, sabía que no era la escena más romántica, no había velas, flores u otros detalles. Pero al menos estaba con la persona al que quería y eso era suficiente. Aunque mañana lloraría hasta la muerte de la vergüenza. Pero sería feliz, feliz, feliz.

Así que seguí rogando.

—Por favor, Caleb —volví a suplicar.

—¡Joder! —dijo ente dientes— voy a explotar.

Su mano se movió haciendo que gimiera echando la cabeza hacia atrás, queriendo moverme mientas él me penetraba con sus dedos. Animándome a moverme e inclinándome hacia adelante y mordiéndome el cuello lo suficiente para sentir aún más placer.

—Eso es, córrete en mi mano mi dulce y tierna Fiera salvaje.

Su pedido me golpea como un ladrillo en el pecho, y, por un momento, todo lo que podía hacer era sentarme allí, sintiendo el ingreso de otro dedo dentro de mí. Caleb movió su mano hacia ese punto dulce que encontró antes, burlándose de mi clítoris y borrándome al resto. No había nada más que mi cuerpo envuelto alrededor del suyo, dos corazones latiendo mientras dos cuerpos ardían.

Un gemido se escapa cuando mi cuerpo comenzaba a tensarse alrededor de los dedos de Caleb, mi clímax llegó demasiado rápido y demasiado caliente para detenerse.

—Caleb, Caleb —grite mientras caía en el éxtasis clavando mis uñas en sus hombros.

—Joder, joder, joder. Sí, ah, aaahhh, ah, sí. ¡Mierda, Alina! —escuchaba que gruñía Caleb pero yo estaba tan perdida y sin fuerza que jadeaba por aire.

Abrazando a Caleb cerré los ojos con un poco de vergüenza por mi reacción salvaje al tener un orgasmo. Y eso que solo me había penetrado con sus dedos, ya me imaginaba como quedaría si me penetraba con su miembro. Caleb saco sus dedos, mientras me salía un jadeo de sorpresa. Haciendo que mi chico sexy se riera un poco fuerte.

—Vamos cariño, no te pongas tímida ahora conmigo. Acabas de correrte en mi mano muy salvajemente. El nombre de fiera salvaje, ahora te queda muy chico —dijo mientras acariciaba mi espalda muy tiernamente— creo que tengo la espalda llena de arañazos.

Se estaba burlando de mí, rayos. Todo lo que podía hacer era cerrar los ojos con fuerza demasiada cansada para decir algo o para sonrojarme más.

—Fiera salvaje... Alina. Déjame que te vista.

Solo negué.

—Alina, por favor —susurró.

—No quiero —dije abrazándolo más fuerte y sintiendo aun su dura erección.

—Por, favor —Rogó— si notas, en esta posición me estoy poniendo más duro, como una maldita roca —se burló diciendo— me encantaría quedarme así y terminar de follarte como debería ser... pero estamos en un auto y en un lugar público. No es que me esté quejando, es más, me gusta, no, me encanta saber qué es lo que puse ahí abajo. Y como se siente dentro de ti.

—No... Me gusta estar así —respondí somnolienta y muy perezosamente.

—Alina... —Caleb no termino de hablar, pues su celular comenzó a sonar. —Hola, ¿Qué paso Colín? —contestó— sí, estoy aquí afuera. No, no te preocupes. Me voy a casa. Que no...

No daba más, estaba muerta. Solo quería dormir.

—Alina, ¿Me escuchas? Por favor, levántate. Te ayudare a vestirte —hablaba Caleb a lo lejos.

¡Mierda! Estaba quedándome dormida. Quería reírme pero era imposible. Y si sus amigos venían y nos pillaban así.

¡Oh! que flojera.

—¡Alina! —escuchaba a Caleb gritar y que me sacudía un poco— ¡Carajo! Te quedaste dormida y ¿Ahora qué hago?

Eso fue lo último que logre escuchar porque el sueño me había vencido,dejándome en el regazo de Caleb a horcajadas. Desnuda de la partesuperior, sin top, sin sujetador. ¿Quémás podía suceder?

Multimedia: Un videito de Monsta X - monsta truck. Me gusta mucho la letra (que mas o menos es lo que hicieron Caleb y Alina)... espero lo disfruten.


Hola, como están? espero que bien.

Aquí subí nuevo capitulo, espero les guste. por favor pueden comentar y votar, se los agradecería mucho. Muchas gracias.

Por favor se cuidan... y desde aquí voy a tratar de seguir escribiendo. gracias, los quiero mucho, y un abrazo para todos.

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