Capítulo 3
Realmente estaba avergonzada pese al esfuerzo que hacía de no ir a darle una patada a mi hermana por el espectáculo que estaba haciendo. Está bien, sé que exageraba, ella no tenía la culpa de ser una persona segura, hermosa y que aunque no quisiera siempre llamaría la atención. Así que aquí estaba yo parada viendo todo lo que me rodeaba, no tenía más remedio que entrar al colegio observando a todos los que estaban riendo, hablando en grupos, todos extraños para mí y yo para ellos. Tenía las manos sudadas por los nervios que no sabía cómo actuar, ¡Tranquila!, ¡Sé fuerte!, me repetía una y otra vez, ¡Todo esto será pan comido! Solo actúa normal.
Así que me paré recta y comencé a caminar con un poco de confianza dirigiéndome a la puerta del colegio. Una vez dentro me quedé sorprendida por lo increíble, por no decir de lo mejor que era, tanto por fuera como por dentro, tenía un portal acristalado con cruce de las circulaciones que conectaban con las alas sur, norte y este. Todas las aulas eran demasiadas grandes y espaciosas, con ventanales enormes; comparando con mi otro colegio, esto era difícil describirlo.
Lo que me impresionaba era el patio, la gran zona de descanso para los estudiantes, los jardines llenos de rosas blancas, rojas, rosadas y una variedad de plantas. Pero lo que más me había impresionado era el campo de fútbol, la estructura con la que contaba era increíble para el desarrollo de esta actividad. El Gimnasio, sin dudas, era un lugar maravilloso y ahora entendía a mi mamá que se había esforzado mucho en escoger este colegio tanto para Lucy como para mí.
Miré a mi alrededor y... ¿Era en serio?, ¡Toda esta gente eran tan guapas!, ¿Cómo lo conseguían?, pues sencillo, el "dinero" así era cómo lo conseguían. Yo no era nada impresionante a comparación de esta gente por llamarlo "Lindos". Lo mejor de estar aquí aparte de esta gente, era el programa del colegio, aparte de las asignaturas trimestrales podías llevar arte y eso me encantaba, ya que amaba dibujar, también podías optar por diseño gráfico, animación, música, cursos de cocina, mecánica, administración o algún curso de ingeniería. Era por eso que me gustó cuando leí todo acerca del colegio en sí, tenías todo para poder salir preparada para la universidad. Creo que a pesar de todo creía que me iba a llevar un tiempo, acostumbrarme a todo esto.
Agradecía que todos me ignoraban por completo y esperé sobrevivir así todo el año, rato me daban ganas de salir corriendo, pero no sería bueno hacerle perder todo el esfuerzo a mi madre, rápidamente miré mi horario y vi que tenía clases de francés, ¡Odiaba esa materia!, Química y Trigonometría.
Después de tanto caminar al fin había encontrado mi aula, entré y busqué un lugar donde sentarme, ubicándome en el centro, tome asiento y saque mis pertenencias preparándome para la clase. Con flojera miré y fruncí el ceño a un grupo que tanto hacían berrinches al entrar, había tres chicos realmente muy guapos que se lanzaban un balón de fútbol de ida y vuelta, pero guau. Me di cuenta de que uno de ellos resaltaba más, haciendo que mis ojos se quedaran fijos en él, que parecía que estaba viendo un ángel. Sentía que me estaba quedando sin aliento, ¡Santa Mierda!, cómo podía existir alguien tan, pero tan sexy, un Dios Griego en otra palabra.
Él era alto, de hombros anchos, cabello rubio oscuro y tenía esos ojos rodeados de pestañas castañas, que tenían el poder de deshacer las mejores intenciones de una chica. «Creo que debería darme un golpe en la cabeza». Y fue entonces cuando el chico malditamente caliente echó un vistazo al aula, llegando a donde yo estaba sentada, haciendo que nuestras miradas se encontraran y descubrí que estaba en grandes problemas. Fue una mirada de cinco segundos o tal vez más, no podía explicarlo, pero mi corazón no paraba de latir y sentía que se me iba a salir con cada latido que daba, mi cabeza se volvió toda brumosa y mi cuerpo comenzó a reaccionar ante su intensa mirada. Esto hizo que sintiera mucho calor a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido.
Me di cuenta de que su sonrisa comenzaba un viaje ascendente. Así que cuando el Dios griego rompió la conexión y se dio vuelta para agarrar el balón y lo lanzo al otro chico, supe que corría el riesgo que pensara que era una de esas chicas que iban detrás de los chicos superguais como ellos, ¡Oh mi Dios!, ¿Pero qué rayos pasaba aquí? Me agaché avergonzada poniéndome a hojear el libro que estaba leyendo, me sentía ruborizada y tonta. Eché un vistazo nuevamente en su dirección viendo cómo se iban a sentar a los últimos asientos del aula.
¡Diablos, qué vergüenza!
—¡Hola!
De un brinco me di vuelta encontrándome con una chica parada, alta, de pelo rubio y de unos bonitos ojos celestes muy claros... que le hacían ver muy bonita.
—Hola... —balbuceé asustada.
—¿Puedo sentarme junto a ti?
Miré alrededor y vi que casi todos tenían sus asientos completos. Y yo bueno, estaba sola.
—Si quieres... claro —dijo la chica— lamento haberte asustado.
Algunos nos miraban, otros estaban contando cómo habían pasado sus vacaciones, de sus viajes, etc. Y yo estaba aquí sintiendo el calor que subía a mis mejillas.
—Está bien, no hay problema —dije sentándome erguida.
—Tranquila, si no quieres.
—Oh, no pasa nada —le aclaré—. No hay problema, si deseas puedes sentarte junto a mí.
—Gracias, soy Valentina Vega. —Se presentó tendiéndome la mano en saludo.
—Alina... Alina Owens. —Le contesté estrechando su mano—. Gusto en conocerte.
—Igualmente —dijo sonriendo— ¿Eres de Sudamérica? —preguntó—. Y a la vez pareces de aquí.
—Sí... nací en la Argentina y crecí en New York ¿Cómo lo supiste?
—Bueno, por el acento, es increíble —respondió—. Y cómo es que decidieron venir para este lugar y dejar la hermosa ciudad neoyorquina.
—Es complicado, a mi madre le salió un trabajo aquí... Y nada, decidimos mudarnos aquí —expliqué sintiendo una presión en el pecho.
—Yo también tuve que lidiar con algo parecido —dijo con una sonrisa simpática—. Con el tiempo uno se va acostumbrando. Y sé que tú también lo harás.
—Eso espero, y gracias por los ánimos.
Justamente el profesor de Trigonometría entró, se presentó diciéndonos su nombre, Elías Valverde, lo cual era sorprendente, ya que no era tan viejo como me lo imaginaba. Lo bueno de todo esto era que había logrado sobrevivir a mi primer día en la escuela. Conocí a Valentina, estaba segura de que seríamos buenas amigas, pero lo más destacado de mi día fue conocer a ese niño supersexy.
Multimedia: Caleb Hamilton.
Valentina Vega.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top