capitulo 29
Horas más tardes, mire mi reflejo en el espejo de mi habitación sonriendo complacida con el resultado. Dándome unas palmaditas en la espalda mentalmente me decía: pero si tú eres hermosa, que carajos haces poniéndote celosa de otras niñas. Eres hermosa, no solo físicamente, dime... ¿Quién más iba a tener esa personalidad que tú tienes?, si eres única. Anda, cepíllate el cabello, amate, cuídate que nada te afecte.
Como siempre me habían enseñado que la belleza no eran unas piernas bonitas, largo cabello, piel bronceada o dientes perfectos. Créanme, la belleza era el rostro de aquella que antes lloraba y ahora sonríe, la belleza era esa cicatriz en tu rodilla de cuando caíste de pequeña, la belleza eran esos círculos oscuros alrededor de los ojos cuando el amor no te dejaba dormir, la belleza era esa expresión en tu cara cuando sonaba la alarma en la mañana. La belleza era cuando el maquillaje corrido después de una ducha, belleza era tu risa cuando decías un chiste que solo tu entendías, belleza era conocer tus defectos, belleza era no comprenderte a ti misma, belleza era tu sonrisa cuando lo veías, la belleza era llorar por tus paranoias, la belleza eran las líneas que el tiempo había marcado... La belleza era o que sentíamos en el exterior, la belleza eran las marcas que la vida dejaba en cada uno de nosotros. Todos los golpes y cuidados que los recuerdos dejaban en nosotros. Belleza era dejarte a ti misma vivir la vida.
Por eso me decía y creía que todas éramos diferentes pero a la vez iguales. Cosa que no deberíamos avergonzarnos de como éramos. Cuando pienses que puedes ser bonita con o sin maquillaje. Cuando un simple granito o unas grandes ojeras no te hagan pensar que el mundo se iba a acabar. Cuando no te apenen esos rollitos que se te formaban al sentarte, unas manos muy delgadas o muy pequeñas, esas orejas que escondes bajo el cabello. Las estrías que se te formaron en tus muslos o la forma de tu cuerpo. Cuando tomes el valor de ponerte esa ropa que jamás te atreviste, o cuando seas tan valiente para ser tu misma sin miedo. Cuando aceptes que todos esos defectos era el equivalente a todas las virtudes que podías tener. Cuando ames todos los defectos que te hacían única, cuando realmente puedas mirarte al espejo sin asco. Ahí es cuando puedes decir que amabas a alguien más, porque ya amabas a la persona con la que realmente pasaras el resto de tu vida y esa persona eras tú misma.
Así que chicas... Todas éramos perfectas de una u otra manera y eso, eso era lo más hermoso se ser mujer.
Para esta noche había escogido una falda corta a rayas con un crop top del mismo color con delicados tirantes que destacaban la piel pálida de mis hombros. Combinando mi atuendo con unas Combat Boots negras sin tacones, nada espectacular pero de esta forma, me sentía cómoda. Terminando de mirarme al espejo me termine de maquillar con solo delineador de ojos y rímel y terminando con pintarme los labios con un color rosa. Estaba bien, me gustaba el gran trabajo que había hecho hoy. Finalmente me cepille el cabello tomando una gran bocanada de aire deseando que esta noche tenía que divertirme a lo máximo, pero con responsabilidad. Mi madre justo hoy tuvo que viajar a causa de su trabajo por suerte dándonos permiso para asistir a la fiesta. Tal vez fue tanta suplica de parte mía y de Lucy que al fin se había rendido diciéndonos que sí. Pero con la condición de que llegáramos temprano ya que al día siguiente había escuela. Así que mientras me miraba en el espejo, mi celular me notifico que había llegado un mensaje. Y si pensaban que era del chico que había armado una escenita por la mañana, pues no, no era él. Ya que me había cancelado de no poder venir a llevarme a la fiesta ya que tenía unas cosas muy importante que hacer. Era un idiota, si, un completo idiota. Mire el mensaje y era nada más ni nada menos que el adorable de Benjamín.
Benjamín: Hola Alina, te cuento que ya llegue y estoy abajo.
Yo: Hola Ben, en un segundo bajo.
Benjamín: Esta bien, te espero.
Echándome un último vistazo satisfecha a como me veía, no tan vulgar ni tan inocente decidí bajar rápidamente para poder ir a la fiesta que esperaba pudiera disfrutarla y olvidarme del plantón que me había dado el tarado de Caleb. Igual ya había decidido que hoy eso no me afectaría que me divertiría con Benjamín, por el simple hecho que él se comportaba como un caballero conmigo desde que nos habíamos conocido. Caleb y su cosa importante se podían ir a la mierda.
Cuando abrí la puerta Benjamín se encontraba esperándome parado y con las manos en los bolsillos. Estaba vestido con pantalones vaqueros oscuros y un suéter negro y blanco. Cuando me vio se quedó con la boca abierta, bueno un poco sorprendido. Era un poco gracioso verlo actuar así, ya que en realidad no había por que actuar de esa forma, pero verlo reaccionar así me hizo sentir deseada de una manera muy buena. La fiesta a la cual iremos era muy famosa, ya que el niño que la organizaba decían que era un genio en este tipo de eventos. Un par de veces había escuchado que hablaban de las fiestas que organizaba que siempre había algo que contar desde escándalos hasta cosas alegres y divertidas. Siempre terminaban en algún drama, solo esperaba que esta noche no pasara nada de eso.
—Vaya Alina, te ves muy hermosa hoy —murmuró Benjamín con una sonrisa amable en el rostro.
—Oh, muchas gracias —conteste ya que no sabía que más decir. No sé por qué me ponía tan nerviosa al hablar o tenerlo cerca.
—Creo que esta noche, tendré que cuidarte mucho. Sino puede que te roben —bromeo mientras se acercaba y me daba un beso en la mejilla sorprendiéndome haciendo que me congelara por su pequeño y delicado acto. —No puedes hacer eso. Quedarte congelada cuando te toco —dijo con los ojos alarmados mientras acercaba su mano y metía un mechón de cabello detrás de mí oreja.
—¿Por qué dices eso?
—Por la forma en que te quedaste quieta. Además hoy soy tu cita ¿No me conoces? Sabes que soy un sobón.
—Bueno, pues...
—Tranquila, sé que somos amigos.
¡Mierda, ya estaba arruinando esto! Porque demonios tenía que ser así. Debería golpearme en la cabeza por actuar así.
—¡Ah! ¿Y hoy me dejaras darte un beso de verdad?
Lo mire fijamente para ver si lo que acababa de decir era enserio o una broma.
—No, claro que no.
Benjamín se agarró el lado de su corazón como si fuera lastimado, sonriéndome.
—Mentirosa. Claro que quieres un beso —guiñó Benjamín mientras hacia una pausa como si estuviera reflexionando sobre algo. Pero en realidad parecía como si se estaba burlando de mí y pretendía hacerme enojar— la verdad es que... más me pregunto si deberíamos calentar.
—¿Calentar? ¿Qué significa eso?
Benjamín ladeo la cabeza.
—¿Qué crees que se hace antes de un partido Alina? ¿Crees que simplemente se aparece en la cancha? Por supuesto que no. Se practica toda la semana para prepararse; en la cancha, en la sala del gimnasio, viendo videos de partidos... piensa en toda la preparación que conlleva —declaró.
—Esto no es un partido Benjamín —aclaré con un poco de enfado— estamos de ida a una fiesta.
—Entonces... —dijo Benjamín inclinando la cabeza— si estamos de ida a una fiesta y vas a ir conmigo, ¿no crees que debamos empezar con la previa?
—Sinceramente me es imposible saber si me estas tomando el pelo o no —comenté.
—No estoy bromeando —anunció mientras entrecerraba los ojos— ¡oh, mierda! Entonces solo hay una explicación... besas mal.
¿Queee? No podía creer que Benjamín me estuviera diciendo eso, me estaba desafiando. Aunque no era una profesional en cuestiones de beso, al menos me defendía. Me reí ante lo que me decía.
—Claro que no es eso.
—¿Enserio?
—Resulta que beso estupendamente bien. Lamentablemente hoy no tengo ganas de demostrarlo.
—Never say never —respondió Benjamín. No sabemos, tal vez mas tarde no estés diciendo eso.
—Gracias por el consejo, pero no lo creo.
—Lo pillo.
¡Ay madre!, en qué demonios estaba metiéndome. Estábamos coqueteando. Benjamín me tenía acostumbrada a su sonrisas picaras y sus miradas tiernas, pero hoy estaba arrastrada en una batalla de flirteo por la que no tenía ningún interés. O al menos eso es lo que me decía.
—¿Ahora podemos irnos?
—De acuerdo.
—Mmm... Benjamín, será que podemos pasar por Valentina? —Pregunte un poco avergonzada— pasa que habíamos quedado en ir juntas pero olvide de decirle que vendrías por mí —termine mientras subía al increíble Audi R8 rojo de Benjamín.
Benjamín subió y arranco el Audi en silencio. Rayos, debí haber avisado a mi amiga que iría con su primo y así no hacía sentir mal a este estupendo chica. A veces sentía que echaba a perder todo.
—No hay problema. Y ¿Cómo es que se volvieron muy amigas tú y Vale?
—Somos compañeras. Creo que ambas necesitábamos una amiga. Ella es divertida con un espíritu libre, todo lo que yo no. Pero encajamos muy bien, cada una con su personalidad nos hace querernos mucho.
Benjamín dejo escapar una risa.
—Lo dices como si fueras una cosa mala, Valentina es una chica muy buena. Es una increíble prima. Confía en mí.
Tenía razón, Valentina era una buena chica, buena amiga y era divertido tenerla cerca. Me senté en silencio mientras Benjamín conducía la corta distancia desde mi casa hasta la casa de mi amiga. Cuando el Audi se detuvo frente la enorme casa de Valentina, abrí la puerta y salí, ella no estaría esperando un vehículo tan espectacular como el que acababa de bajar, en cambio esperaba un jeep.
Su puerta se abrió y ella salió con un diminuto vestido negro con unas botas hasta el muslo. Estaba preciosa.
—¿Qué diablos estas haciendo en unos de los autos del idiota de Caleb? —preguntó con el ceño fruncido.
—¿Caleb tiene un auto así? —pregunté asombrada.
—¿Qué no es Caleb quien está contigo?
—No, no es el.
—¿Quién es entonces? —preguntó— ¿no me digas quien creo que es? —volvió a preguntar mientras sonreía aplaudiendo.
—Viene con nosotras. Benjamín quiso llevarme a la fiesta, así que... —me fui callando y mire hacia el Audi.
La verdad no tenía idea que Caleb también usaba o tenia este mismo auto. Eso quería decir que los dos compartían el mismo gusto de autos, tal vez eso era que no se podían ver ni en pintura.
—Bueno... Al menos con el nadie podrá ligar contigo, solo digo —dijo Valentina sonriendo mientras bajaba los escalones y le daba un rápido vistazo a mi atuendo—. O no. Luces ardiente, quiero decir que luces hermosa.
—Gracias, espero no te lo de tu primo.
Valentina frunció el ceño.
—¿Molestarme? Alina, me encanta.
Asentí y forcé una sonrisa.
—Bueno, ahora vamos en busca de la diversión —exclamó mientras me daba un abraso y me sonreía mientras llegábamos al Audi.
—Te dejare ir delante porque tengo un fuerte presentimiento de que es donde el conductor te quiere.
No tuve tiempo para responderle antes de que Valentina saltara al Audi y cerrara la puerta detrás de ella. Entre y sonreí hacia Benjamín quien me miraba fijamente.
—Vamos a divertirnos —dije.
—¡Sí! Hola poño ¿De cómo que vienes por mí? —preguntó Valentina a su primo.
—Ñoña, en realidad vine con Alina —respondió Benjamín.
—Se nota que estas muy feliz.
—Muy feliz.
Al final Benjamín condujo algo de quince a vente minutos. La casa era grande y la fiesta ya se hallaba fuera de control. La música demasiado fuerte, alcohol a cada mano, chicas casi desnudas, otras moviendo sus traseros en la mesa de cafés del interior. Estaba boquiabierta por la vista delante de mí, estaba tan fuera de mi elemento; quería correr y esconderme. Pero no tenía a ningún sitio a donde correr, ya que estaba anclada a Benjamín y Valentina. Así que me di fuerzas cuadrando mis hombros y tomando una respiración profunda dándome la bienvenida a la diversión.
¿Mencione que estaba fuera de mi elemento?
Agarrando un mechón de mi cabello y tratando de no parecer torpe, asustada como me sentía, termine el reconfortante agarre alrededor de mi dedo decidida a hacer esto, de divertirme porque me lo merecía. Benjamín me agarro la mano y me llevo a la siguiente habitación que era afortunadamente más suave que la primera. Sin baile, sin música tan fuerte, sin desnudez. Pero aun así, tan llena de gente, muchas personas agrupadas hablando, la mayoría eran chicos y muy guapos de hecho.
Varias personas se acercaban a saludar a Benjamín y con miradas curiosas dirigidas a mí, haciéndome mover inquieta, sintiéndome fuera de lugar. Benjamín me agarro más fuerte la mano lo que hizo que lo mirara sorprendida. Sintiendo a Benjamín tan cerca cuando susurro al oído.
—Relájate —mientras me plantaba un beso suave en el lateral de mi cuello—. Sonríe y disfruta. Dándome otro beso pero esta vez en el borde de la mandíbula haciendo que me sienta un poco rara. Creo que Benjamín se lo tomo muy ensero esto de ir practicando, pero es que es tan natural que me hace sonrojar de a poco, antes de que pueda decirle que no deberíamos actuar como si fuéramos algo más que amigos un chico interrumpe. Me preguntaba si Caleb iba a venir ya que la mayoría de los que están aquí parecen jugadores. ¿Qué cómo lo sé? Fácil, el los cuerpos de infarto que tienen cada uno de ellos.
—¡Santander! ¡Qué bueno verte viejo! —el chico se movió con pesadez hacia nosotros dándole un par de golpes en la espalda a Ben.
—Eh, Jhon —saludo Benjamín antes de hacer un gesto hacia mí— ¿Conoces a Alina?
La mirada del chico es inexpresiva, pero luego sus ojos bajaban y volvían a subir provocando una lenta sonrisa se iba expandiendo por su rostro.
—No tenía el placer de conocerla, ahora ya la conozco —respondió Jhon extendiendo la mano— Hola, soy Jhon.
Le di a mano con torpeza.
—Hola, encantada de conocerte.
—¿Tienen algo de beber en esta casa? —preguntó Benjamín a su amigo.
—Hay barriles de birra en la cocina y hay cosas más divertidas por ahí también.
—Genial, gracias cumpa. Te veo en un rato.
Benjamín enredo sus dedos con los míos y me llevo a la cocina, que estaba hasta los topes de chicos. Benjamín cogió dos vasos de plásticos y fue hacia el barril dándome un vaso. Negándome a recibir la bebida el me mira, no tenía la intensión de beber hoy ya que mañana había escuela.
—Es una fiesta, Alina. Tomate una triste cerveza, no va a matarte.
—No —conteste con firmeza.
Encogiéndose de hombros y tomando un sorbo de su cerveza.
—¿Por qué no?
—Por qué odio las fiestas —respondí.
—Igual es porque te niegas a beber —me dijo provocándome.
—Por favor, ¿Ahora dirás que soy una mojigata?
—Sé que no eres una mojigata —admitió mientras bajaba y subía las cejas— una mojigata como tú no me haría perder la razón.
—A veces pienso que dices las cosas solo para hacer que me sonroje —lo acuse.
—Solo estoy siendo sincero. Y me alegra verte sonrojar.
Acercándose a mí apoyando un brazo alrededor de mis hombros y tomándose otro trago de cerveza.
—Enserio, ¿Por qué eres tan anti alcohol? —preguntó.
—Yo, no soy anti alcohol —protesto haciendo una pausa— es más, me gusta beber con moderación, por supuesto.
—Por supuesto —repitió levantando las cejas— ¿Quieres tomarte ahora una cerveza?
¿Pero qué mierda? ¿Me estaba poniendo a prueba? Definitivamente adiaba a los hombres.
—No.
—Acabas de decir, que te gusta.
—Sí, me gusta. Pero mañana hay escuela. Cuando podemos con Valentina nos tomamos una cerveza en casa.
—¡Madre, mía! Así que cuando bebes ¿Lo haces en casa sentada igual que una borracha?
—No —conteste un poco enfadada y a la vez con ganas de reírme por llamarme borracha— solo... Déjalo ya ¿Quieres?
—Tranquila, no te molestes.
—Mira Benja. Casi no bebo en las fiestas, uno nunca sabe lo que pueden poner en las bebidas.
—Por el amor de Dios, ¿Crees que yo podría poner algo y aprovecharme de ti?
—¡Claro que no! —respondí rápidamente. Jamás se me había ocurrido pensar eso y menos de él. Pero no sabíamos lo que podrían contener esas cervezas que estaban en esos barriles.
—Tu sabes que yo nunca dejaría que te pasara nada ¿Verdad?
—Lo sé.
Luego de lo dicho Benjamin me llevo de nuevo a la sala principal, mis ojos comenzaron a escanear a la multitud buscando a un chico rubio que me estaba robando el corazón, el aliento. Desafortunadamente no logre encontrarlo.
Mezclándonos con la gente un rato, cada vez que me presento a alguien parecían sorprendidos, como si no pudiesen creer porque estaba con él y no con el chico que vivía molestándome.
—Por Dios ¿Cómo es que conoces a toda esta gente? —pregunté.
—Soy muy amiguero —respondió.
No las pasamos charlando con algún amigos suyo, cuando me di cuenta que estábamos recibiendo la atención de una persona en particular. Caleb acababa de entrar sonriendo mientras estaba con el celular en la oreja. Cuando recorrió la sala y no vio a Benjamín y a mí, termino la llamada y nos miró frunciendo el ceño y apretando sus labios cuando muestras miradas se encontraron. Benjamín al mismo tiempo me planto un beso en mi mejilla haciendo que apartara a mirada de Caleb y pusiera los ojos en el rostro sonriente de Benjamín.
—Espérame. Ahora mismo vuelvo. Voy por otra cerveza.
—E... Está bien.
Benjamín se dirigió hacia la cocina a por mas cerveza dejándome sola. Mirando por donde se encontraba Caleb, me di cuenta que ya no estaba. Parecía sorprendido y a la vez molesto, pero eso a mí no debería importarme ya que el fue quien me había dejado por la cosa más importante que debía hacer. Al fin de cuentas la estaba pasando muy bien en compañía de Benjamín que se había comportado fenomenal y eso me gustaba mucho.
—Volví— me dijo Benjamín volviéndome a la tierra— ¿Quieres bailar?
—Claro, pero quisiera ir al tocador un segundo.
—Te acompaño.
—No, está bien —lo detuve— espérame aquí mientras sigues conversando con tus amigos, yo vuelo enseguida.
—Bien, te espero entonces.
Sonreí en agradecimiento mientas caminaba en busca de un tocador porque la naturaleza llamaba. Después de haber recorrido la casa en busca de uno y al fin lo había encontrado me sentí feliz y agradecida. Cuando Salía del tocador y caminaba unos cuantos pasos me detuve en seco al reconocer una cara como el bombón supremo de todos los galanes. A pesar de que se encontraba en medio de la multitud de atractivos, borrachos chicos y tomaba sorbos de un vaso rojo, se las arregló para brillar por encima de todos ellos.
Ese era nada más, ni nada menos que.... Mi Dios griego... el chico que no me dejaba dormir a pesar de que a veces tenía ganas de matarlo. Pero de amor. Ese era Caleb... mi dulce e idiota Caleb. ¿Pero porque demonios estaba parada y mirándolo? Debería seguir mi camino e ir donde se encontraba el otro niño bueno y encantador.
¡Mierda! ¡Mierda!
Multimedia:
Benjamín Santader.
Caleb Hamilton.
Hola... cómo están. Espero que bien.
Aquí les dejo un nuevo capítulo espero les agrade. No se olviden de votar y comentar por favor...!! Se los agradecería así se si les gustó el capítulo.
Gracias... por favor se cuidan mucho. 😊😊
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