Capítulo 25

Definitivamente esto era algo muy, muy malo, si nos atrapaban iríamos a prisión. La verdad no sé cómo lo tomarían los padres de Caleb al darse cuenta que su hijo hacía cosas malas como correr ilegalmente, con respecto a mí, bueno mi madre me mataría, me castigaría de por vida. Se suponía que había salido a hacer deberes del colegio y al final había terminado en una carrera ilegal y ahora terminaría en una celda, loco no. La realidad era que no tenía cómo justificar mis acciones a mi madre, peor a mí misma. No era algo que hacía muy a menudo, en realidad nunca lo había hecho, así que dejaría a mi madre que diera el veredicto final. Si, nunca debí hacer esto, bueno no debí venir a este lugar, aunque en el fondo y para ser honestas no me arrepentía, supongo que tenía que esperar un tiempo para poder llegar a una conclusión sobre todo lo que había pasado en unas pocas horas.

—¡Alina, sube al auto! —gritó Caleb mientras entraba y ponía en marcha su carro.

—La policía —susurre mientras entraba y me colocaba el cinturón de seguridad.

Caleb conducía a altas velocidades haciendo que la fuerza del viento se pegara en mi rostro como una segunda piel. Los autos se dispersaron por todos lados haciendo que acelere aún más pasando el límite de velocidad, esto era peligroso. Caleb esquivo a algunos autos pasándonos a otro carril deslizándose a través de las calles con mucha facilidad, se notaba que él era un experto conduciendo y de escapar de una persecución de este calibre. Podía sentir el latido de mi corazón por todo mi cuerpo ¿Era adrenalina?

Cuando vi las luces rojas y azules de la policía por el espejo no podía creerlo que estuvieran tan cerca y eso que Caleb estaba conduciendo demasiado rápido, esto me hacía recuerdo al juego Speed cuando la policía te perseguía y tenías que hacer todo lo posible para que no te atrapara, sino ibas preso. Caleb aceleró aun más maldiciendo y dándonos una buena ventaja, corriendo entre camiones, autos, motos, Dios, estaba asustada de que pudiéramos chocarnos o causar un accidente. El chillido de la sirena de la patrulla se volvió más intenso al perseguirnos, estaba temblando al pensar que con un solo error o un toque con algún auto, camión, moto podría ocasionarnos la muerte y tanto pensar esas cosas negativas estaba empezando a respirar con dificultad.

Oh, no, no, no, deseaba un ataque de asma en estos momentos. Caleb se cruzó a una calle solitaria metiéndose a una gasolinera en medio de la nada estacionando y apagando el auto, haciendo que la patrulla no lograra vernos. Me di cuenta que estaba temblando y que me faltaba el aire pese a que las ventanas del auto estaban abiertas, abrí la puerta quitándome el cinturón y saliendo del auto no queriendo que mi compañero me viera así. Sin mirar a mí alrededor comencé a caminar un poco para poder tranquilizarme cuando note a Caleb que salía del auto y venía detrás de mí.

Con la respiración acelerada por la adrenalina o el susto que habíamos pasado seguí caminando un poco agradeciendo que habíamos podido salvarnos de ser arrestados y de algún accidente. Mi corazón aun latía desbocado en mi pecho por la suerte que logramos tener de escapar de una jodida patrulla a velocidades que solo había visto en las películas.

—Alina, ¿Te encuentras bien? —preguntó Caleb.

No sabía cómo me encontraba, con miedo, feliz, emocionada, enferma, no lo sabía. Antes de que pudiera contestarle y pensar lo que estaba haciendo camine lo poco que nos separaban agarrándolo de su chaqueta y colocando mis labios contra los suyos sorprendiéndolo, pero se recuperó rápidamente sorprendiéndome al devolverme el beso bruscamente, haciendo que sea un poco raro, pero a la vez muy rápido agarramos el ritmo logrando que sea apasionado y salvaje a la vez.

Sus labios se sentían bien contra los míos, no podía mantener estar alejada de él así que pase las manos por su cuello para llegar a su cabello rubio, sedoso. Caleb puso sus manos en mis caderas apretándome contra él, sentía que iba al cielo con todo lo que estaba viviendo en este increíble momento. Su lengua rozó mis labios haciendo que mi cuerpo se llenara de deseo, haciendo que a la vez soltara un gemido. Quitó sus manos de mi alrededor y me guió hacia el auto presionándome contra este, como si no supiera lo que estábamos haciendo o quisiera controlarse, necesitaba su cuerpo junto al mío, en cualquier parte, no me importaba.

La cara, mis ojos se enfrentaban a los suyos y el deseo que veía en sus ojos azules me dejaba sin aliento, viendo sus labios enrojecidos y el sudor que bajaba por su frente me hacía admirar cada facción de él, de su cara. No sabía que decir ¿Te gusto el beso? ¿Deseo que me folles aquí mismo? ¿Me follarías en el asiento trasero de tu auto? Pues que creen, jamás diría algo así, uno porque soy una chica con buenos modales que si quisiera que hiciera algo más que besarme se lo diría pero con otras palabras más educadas. Aunque hoy en día esas palabras follar, echar un polvo eran muy comunes así que no debería sorprenderme nada y dos aún no estaba preparada para dar este paso, estaba contenta con mi virginidad y este no era un buen momento para perderla aun.

—Alina ¿Estas bien? —escuche decir de nuevo a Caleb un poco angustiado al verme agitada.

Pues sí, no deberían sorprenderse que todo lo que había dicho anteriormente era solo imaginación mía, y es obvio que me hubiera gustado que pasara, pero no, no señores, no pasó nada de eso. Aún me encontraba parada, casi sentada y nerviosa con ganas de gritar, peor aún, tenía el presentimiento que el ataque de asma estaba a un paso de joderme, así que trate de tranquilizarme para poder evitar una recaída y sobre todo hacer el ridículo delante de mi adorado compañero.

—¿Es el asma? ¿Dónde está tu inhalador?

Estaba con pánico asmático, no podía respirar y no sabía cómo carajos iba a contestarle a todo lo que me decía.

—Ees tooy bien, soolo nee se ci to... —no podía hablar.

—Tranquila cariño, todo estará bien —dijo mientras salía corriendo hacia su auto y volviendo un minutos después dándome mi inhalador. —Ten, toma.

Tomando el inhalador absorbí el medicamento una, dos veces con los ojos cerrados. No quería abrir los ojos por vergüenza y encontrarme con esos ojos azules asustado, de repente sentí sus brazos a mi alrededor tranquilizándome, acariciando mi rostro y dándome besos en la cabeza reconfortándome a estar tranquila y tal vez para que dejara atrás lo vivido hace cinco minutos.

—Gracias... No sé qué hubiera pasado si tu no... —le agradecí.

—Tranquila, todo está bien —exclamó— yo estoy aquí. Alina, ahora por favor mírame.

No, no, no quería hacer eso, estaba a gusto como nos encontrábamos en estos momentos.

—Por favor, mírame.

—No.

—¡Alina!

Así que abrí los ojos para encontrarme con los suyo llenos de preocupación, haciéndome sentir aún más avergonzada.

—Lo siento —dije avergonzada.

—No lo sientas, soy afortunado de poder ayudarte en esto... Gracias por permitirlo.

—Caleb...

—Todo es culpa mía... Solo desearía que esto no hubiera pasado.

—No te culpes, me ayudaste y eso cuenta más que todo —indique.

Me observo y sonrió dándome un beso en la frente, levantándose del suelo de donde estábamos sentados, me ayudó a ponerme en pie. Como siempre no tenía idea cuando Caleb te podía sorprender, como en este momento lo había hecho abrazándome fuerte y susurrándome al oído.

—Te admiro por lo fuerte que eres Alina... y gracias por permitir que te ayudara.

Era muy dulce de su parte lo que me acababa de decir, así que le devolví el abrazo y sonreí entre la curvatura de su cuello quedándome con las ganas de darle un beso en su cuello. Al final deje a un lado todo esos pensamientos tontos y me aleje de él con el dolor en el alma.

—Eres un genio engreído Caleb, gracias por ayudarme —señale sonriendo.

—¿Recién acabas de darte cuenta?

—¿De qué?

—¡De que soy un genio! Por qué engreído ya lo sabías.

—¡Caleb!

—¿Qué?

—Veo que tendré que ser clara —dije enfurruñada- puede que no me haya dado cuenta de que eres un genio, pero ahora ya lo sé.

Caleb ladeo la cabeza.

—Creo que me siento ofendido... En fin, ven vamos te llevaré a casa.

Caminamos tomados de la mano hasta que subí al auto y agradeciendo mentalmente que no me hubiera pasado nada malo, ni a él tampoco y solo esperaba que Cam y Colín estuvieran bien. Caleb salió de la gasolinera emprendiendo el camino en silencio hasta un semáforo que indicaba que parara.

—¿Estas bien? —preguntó nuevamente.

Me volví para mirarlo y sonreí un poco para tranquilizarlo.

—Estoy bien, Caleb.

Me miró y asintió mostrando una sonrisa torcida iluminando su rostro.

—Me alegra Alina, debo decir que me diste un susto de muerte, pero a la vez fue un placer poder ayudar y verte que estés bien.

El calor empezó a subirme por el cuello dejándome manchas rojizas en las mejillas, no necesitaba un espejo para saber que estaba ruborizada como una boba. Caleb tenía una reputación de ser un chico rebelde, que hacía lo que quería y decir lo siento no estaba en su vocabulario, al parecer yo era la única chica a la que había molestado y a la vez se hubiera disculpado, eso era algo muy tierno, lindo viniendo de él. Me costó mucho responder.

—Lo siento por el susto que te cause —dije sonriendo.

Caleb sonrió avanzando hacia mi casa.

—No pasa nada princesa, no pienso dejar que vuelvas a pasar por esto otra vez —confesó aferrándose con fuerza al volante.

Abrí la boca para discutírselo que lo del asma era inevitable no recaer, pero cambié de idea. Me limite a mirar por la ventana porque mirarlo me ponía más que nerviosa.

—Esta noche estuvo de locos —refunfuño. No me sorprendió que controlase su forma de hablar.

—Sí, pero a pesar de todo estuvo divertido.

Soltó una risotada única.

—Eres una chica increíble ¿Verdad Alina? Hace unos días me odiabas y ahora dices que soy un genio y que te divertiste conmigo. —Señalo mirándome a la espera de mi reacción— ahora seremos cómplices.

¿Qué podía responder a eso? ¿Cómplice?Solo nosotros más sus amigos sabíamos dónde habíamos estado. Nadie podría creérselo que yo hubiera estado en una carrera clandestina, aunque se los contara a alguien nadie creería que Caleb corriera ilegalmente o que yo estuve con él. Por Dios el chico tenía una reputación demasiada alta.

—¿Tú crees? —replique al fin.

—Claro que sí, ahora eres mi dulce, tierna y rebelde fiera salvaje.

—Odio que me llames así —espete.

No me sorprendió su risita ahogada mientras lo miraba y me arrellanaba en el asiento apoyando la cabeza en la ventana.

—Supongo que te iras acostumbrando.

Caleb intentaba hacerme enfadar y estaba haciendo un trabajo fantástico. No sabía al cien por ciento si en realidad me disgustaba ese apodo o ya estaba empezando a acostumbrarme a ello. No quería mirarlo porque no deseaba caer en la misma trampa una y otra vez.

—Supongo, lo que dices es verdad.

Era mentira y los dos lo sabíamos. Caleb dejó escapar una carcajada gélida.

—Sí, Alina, claro que no te disgustas del todo.

—¿En serio? ¿Cómo lo sabes? —me las arregle para sonar irritada. Cuando me permitía mirar a Caleb tan de cerca se me hacía difícil enojarme con él.

—Por qué lo veo en tu mirada —respondió sacando un poco el brazo por la ventanilla y mirándome un poco, volviendo rápidamente la mirada a la carretera.

Baje la mirada me dispuse a observar mis propios brazos cruzados.

—Mañana jugamos —comentó— y... me gustaría que fueras a vernos jugar, claro... Si es que quieres —consulto pasándose una mano por su cabello— tengo mucha curiosidad por saber qué opinas.

¿Caleb me estaba invitando a ver un partido de fútbol, donde él jugaba? Y al mismo equipo que Benjamín jugaba, y el que de hecho también me había invitado a ir a alentarlo mañana. Y que a propósito había aceptado. Genial, ahora que demonios hacía, ¿Qué hacía?

—¿Estas invitándome a un partido de fútbol?

—Claro.

—¿Por qué?

—Porque somos amigos, bueno... Al menos eso intentamos y me encantaría saber tu opinión qué te parece nuestro equipo.

—¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo qué?

—¿Desde cuándo me consideras tu amiga?

—Esa es una pregunta tonta Alina, debo reconocer que soy un completo imbécil a veces. Pero aun así me aceptaste tal y como soy y eso te hace mi amiga —respondió.

—Vaya, no sé qué decir.

En realidad no deseaba ser su amiga, quería más. Tenía todo, excepto a él y eso no me gustaba, pero estaba aprendiendo a conformarme con ser amiga. Peor es nada.

—¿Qué dices, iras? —preguntó.

—Eh... sí, me encantaría ir. Igual gracias por invitarme —respondí.

Observando el paisaje y la señal de que ya estábamos cerca de casa me ponía un poco triste y a la vez nerviosa, por el simple hecho de que no sabía cómo iba a explicar a mi madre la hora en que estaba llegando a casa. Caleb se detuvo después de unos minutos delante de mi casa, me habría gustado armarme de valor y decirle que Benjamín también me había invitado primero, pero no quería arruinar este momento increíble en que hablábamos sin estar molestándonos sarcásticamente o prácticamente discutiendo por alguna tonterías o las pocas ganas de hacer la tarea.

—Bueno, me alegra escuchar que irás mañana.

Lo mire sorprendida por lo que me estaba diciendo.

—Woow, ¿Gracias?

—Pareces sorprendida —contestó.

—Bueno, claro que lo estoy. No pensé que el gran Caleb me invitaría a mirar fútbol, peor de lo que pasó hoy ¿Por qué esperaría algo como eso?

Sus labios dibujaron una sonrisa satisfecha, haciendo que se le iluminara sus hermosos ojos azules.

—¡Soy el gran Caleb! Además te lo debo. ¿A poco no decías que te gustaba el fútbol?

No era la respuesta que esperaba, pero hizo que sonriera.

—Claro que me gusta el fútbol, es por ello que acepte tu invitación, no es así —dije sosteniéndole la mirada.

—Fútbol, eh... mañana mandaré que traigan tu jeep muy temprano antes de que tu madre despierte —anuncio mientras salía del auto y yo lo observaba caminar hasta la puerta del pasajero y me la habría. Saliendo lo mire no sabiendo que hacer o decir.

—Gracias...

—Gracias a ti —murmuró dándome un beso en la comisura de mis labios sorprendiéndome otra vez. 

Ahora por su culpa mi imaginación cabalgará desbocada durante mucho tiempo. No podía ocultar la secreta atracción por este chico engreído y a la vez adorable.

—Adiós —tartamudee.

—Te veo mañana —se despidió volviendo a su auto— dale Alina, entra o ¿Quieres que entre contigo?

De ninguna manera, así que salí de mi trance y dándome media vuelta ingrese a mi casa escuchando que reía a carcajadas. ¡Mierda! Otra vez había dejado que me viera toda avergonzada y que hubiera actuado como una tonta.

Hola.. espero que les haya gustado el capítulo... y la bonita conexión que se está dando entre Alina y Caleb.
Gracias por leer... y si desean pueden dejar algún comentario y votos. Se los agradecería mucho. Así también puedo ver en que mejorar. Gracias, los quiero. Se cuidan. 😊

(Portada echa por la Editorial_AyA y por Jade_Ayala_Dy)

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