Capitulo 24
Dios, verlo así hacía que mi rostro ardiera al recordar lo que había pasado en el callejón. Recordar esa boca carnosa, sabrosa, esculpida a la perfección tocando la mía. ¡Mierda! No quería que él me viera así. Tenía una lista larga de cosas que amaba y me encantaban de él. Pero nada se comparaba con esos labios carnosos que tenía, era el mejor caramelo que había probado en toda mi corta vida, la compostura a su lado lo iba perdiendo de poco a poco, cuando lo tocaba, no había nada en el mundo que me tuviera mas loca. Loca de amor, sintiendo el deseo que me descontrolaba. ¡Basta Alina! Me dije mentalmente. No podía seguir perdiendo la cabeza en esta situación.
—Ppues... Creo qque si —respondí tartamudeando.
—Bueno, se terminó el recreo. Caleb deja las distracciones y concéntrate —hablo Cam un poco molesto— esta carrera es muy importante y lo que apostaste también.
—Tranquilo hermano —expresó Colín que nos miraba con diversión a los tres— todo saldrá bien, recuerda que tenemos al gran Caleb.
—¡Así es! Tranquilízate Cam, todo saldrá bien.
Con eso Cam empezó a reírse y se relajó empezando a golpear a sus amigos y ellos no se quedaban atrás, lo golpeaban también. Esto era cómico.
—Es hora, tú puedes súper Caleb —bramó Colín.
—Gana hermano, recuerda que mañana tenemos que estar de buenos ánimos —expresó Cam.
—Así lo haré.
Con eso Caleb se dio vuelta para mirarme y al hacerlo tenía una mirada que decía todo y nada a la vez.
—Deseame mucha suerte Fiera Salvaje.
—¿Qué?
—Que me desees suerte.
—Pues... Suerte.
—¿Solo eso? Quiero tu bendición.
—Caleb, no soy cura para darte la bendición.
—Eres mala, mala, mala —dijo haciendo pucheros y haciéndome reír.
—Solo, ve y gana esa carrera.
—Bien, entonces nos veremos luego para recibir mi premio —dijo guiñandome y luego yendo a abrazar a sus amigos para luego subir a su carro. Estaba nerviosa, no podía creer que estos dos iban a enfrentarse, solo esperaba que el mejor ganara.
—Alina, vamos o ¿Piensas quedarte aquí parada? —dijo Colín.
—Claro.
Tras unos minutos los autos comenzaron a llegar y a situarse en la línea de salida. Mis ojos se posaron en el auto que conducía Benjamín haciendo que me sintiera mal en cómo había actuado cuando Caleb apareció con su gran ego. Él simplemente quiso ser amable conmigo y yo, me porte mal, aun peor ahora, ya que estaba apoyando a Caleb.
La gente comenzó a gritar y rodear el lugar para ver la carrera, los gritos y silbidos se escuchaban aún más fuerte cuando una chica vestida solo con un top blanco y una falda que apenas le cubría su ropa interior se paró en medio de los dos autos con su banderín haciendo que todos se callaran y que solo se pudiera escuchar el ruido de los motores.
—No quiero trampas chicos, todo limpio ¿entendido? —dijo Levantando el banderín blanco— ¡Ahora! —gritó dando comienzo a la carrera.
—¡Vamos Caleb! —gritaron al mismo tiempo Cam y Colín.
Esto si que era emocionante, al principio salieron los dos al mismo tiempo, pero Benjamín comenzaba a avanzar más rápido haciendo que Caleb aumentara la velocidad y frenando en una curva la cual lograba pasar a Benjamín, que se había abierto demasiado en esa curva. Al final no puedo describir cual de los dos iba a ganar la carrera, ya que a simple vista los dos están muy parejos.
Tenía que admitir que Benjamín era muy buen piloto y que me sorprendía que le gustaba o disfrutaba lo que hacia. Todos se volvían a juntar emocionados viendo a la chica situarse en la línea de salida para marcar quién era el ganador. Al final fue Caleb quien logró cruzar la línea primero pero solo con unos centímetros dándole la victoria. Caleb estacionó su auto, sus amigos se acercaron a saludarlo, una bola de gente comenzó a rodearlos lanzando gritos y sonidos de admiración y festejo.
—¿Quién acaba de ganar? —preguntó a sus amigos quienes lo observaban divertidos.
—Tú, presumido —habló Colín abrazando a su amigo.
Las personas comenzaron a abrir paso mientras Caleb estaba sonriendo y caminando hacia Benjamín que estaba lanzando un montón de maldiciones y hablando con sus amigos.
—Mira como llora el maricón —susurró Cam divertido.
Pobre Benjamín, lastimosamente había perdido la carrera. Lo peor de todos era que ahora seguramente estaría pensando que yo también me alegraba de que haya perdido. La pregunta era ¿Qué habían apostado? ¿Podría pagar Benjamín? Caleb se acercó a Ben el cual lo miró furioso, nunca lo había visto de esa manera, en realidad nunca lo había visto así ya que no lo conocía muy bien. Pero verlo así me sentía mal por él, a nadie le gusta perder y mucho menos con alguien que a simple vista se ve que le caía mal.
—¿Este es mi carro? —preguntó Caleb. Todos se quedaron en silencio esperando a que Benjamín respondiera, pero él no contestó nada—. No me hagas perder el tiempo y dame lo que es mío.
¿Cómo diablos se le ocurrió apostar su carro? Y ¿Quién se creía Caleb al hablarle así? No por haberle ganado hoy se creía el gran ganador. Aunque si era el gran ganador.
—Caleb, deja de ser... —no pude terminar la frase, ya que mi odioso compañero me puso un dedo en mis labios haciéndome saltar.
—Yo no tengo la culpa que tú amiguito, digo, este idiota haya perdido y no tuviera la capacidad de correr una simple carrera.
¡Lo que me faltaba! Ahora Benjamín me odiaría por juntarme con idiotas, ahora mismo estaba mirándome como diciéndome que paso contigo y luego volviendo la mirada hacia Caleb. No sabia donde ocultarme, así que quite el dedo de Caleb y me cruce de brazos y me disculpe con Ben con la mirada, esperando que no pensara nada malo.
—Claro que cumpliré mi palabra —dijo Benjamín con una sonrisa que se notaba que era falsa—. Pero recuerda, voy a recuperar mi auto y además me llevaré el tuyo.
—Sigue soñando.
—No cuesta nada soñar. Como dicen, los sueños se hacen realidad —agregó Benjamín con una sonrisa.
—Voy a estar esperando ese día entonces —respondió Caleb.
Todos comenzaron a reírse a carcajadas y a silbar como si estuvieran incitando una pelea.
—Lo que me pertenece -señaló Caleb extendiendo su brazo y mostrando la palma de su mano— deja de llorar como un niño pequeño y dame las malditas llaves.
—Nunca subestimes a los demás —respondió Ben caminando hacia Caleb entregando las llaves, dándose vuelta y alejándose con sus amigos como si nada hubiera pasado.
Me quedé mirando como se alejaba y sin darme cuenta comencé a correr detrás de él.
—¡Benjamín! ¡Espera por favor! —grité mientras corría detrás suyo. Eso hizo que él se detuviera y se diera vuelta mirándome sorprendido.
—Alina.
—Gracias por esperarme —dije un poco cansada— solo quería disculparme contigo por todo lo que pasó esta noche. Espero que sigamos siendo amigos.
Ben me miró por un momento al final dijo.
—No tienes por que disculparte. Pero lo que no entiendo es... ¿Qué haces con Hamilton? —preguntó.
—Pues... ni yo tengo la menor idea —contesté.
—No entiendo, si él es un completo idiota.
—Si, concuerdo contigo.
Benjamín se echó a reír con mi respuesta.
—Me alegro que pienses eso. Ya que estas disculpándote quiero invitarte mañana a que vayas a vernos jugar —dijo rascándose la cabeza un poco nervioso— es un partido muy importante. ¿Qué dices? ¿Irás? prometo meter muchos goles, muchos.
Me le quedé mirando, ¿Estaba invitándome a verlo jugar? ¿Dónde estaría también Caleb? Rayos, esto si que era un poco incómodo.
—Y... Claro, ahí estaré, lo prometo.
—Muchas gracias Alina, te estaré esperando mañana.
—Bien, entonces... Adiós.
—Adiós, te cuidas.
Con eso me dio un beso en la mejilla y me sonrió dándose vuelta y yendo donde se encontraban sus amigos. Eso fue inesperado, pero me agradó. Benjamín si que me había sorprendido, estaba tan sumida en mis pensamientos y aún mirándolo mientras desaparecía entre la multitud. Cuando sentí una mano ya familiar tomaba la mía haciendo que girara para estar frente a frente con unos ojos azules.
—¿Estabas tan triste por él, que no pudiste resistirte y venir a buscarlo?
—Caleb, basta —dije— solo estaba disculpándome. Además ¿No podías haber sido un poco amable con él?
Caleb se echó a reír a carcajadas por lo que le estaba diciendo ¿Qué era tan gracioso?
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté con el ceño fruncido.
—Alina, eres muy dulce —respondió llevándome hacia donde estaba su carro y sus amigos.
—¿Qué harán ustedes? —preguntó a sus amigos.
—Iremos a festejar —respondió Cam.
—Así es, ¿Qué harás tú? —preguntó Colín.
—Debo llevar a Alina a casa.
Cam me miró y asintió bebiendo de su cerveza.
—Me imagino que nos veremos luego —cuestionó Cam.
—Chicos, no creo que pueda ir, ¿Se olvidan que mañana jugamos?
—Mierda, lo había olvidado —replicó Colín—. Eso quiere decir que debemos descansar y dejar el festejo para mañana. Sino el entrenador nos matará si llegamos con resaca.
—¡Diablos! Entonces nos iremos a casa.
—Colín, llévate el carro que gané —ordenó Caleb.
—Está bien herman... —no terminó de acabar la frase, cuando la multitud comenzó a correr, gritar y de lejos se escuchaba el llanto de la policía.
—¡Mierda! —gritaron Cam, Colín y Caleb al mismo tiempo.
Oh, no, no. Esto estaba mal. ¿Por qué tenía que sucederme esto a mi? Mi madre me mataría si llegaba a entrar a prisión.
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