Capítulo 16


Después de dejar a Caleb en el estacionamiento llegué a casa un poco culpable por lo que le había dicho y como lo había dejado. Entré a mi habitación tirando mi mochila a la cama mientras me tiraba a la vez en ella. Me sentía un poco frustrada, así que me senté y comencé a buscar mi celular, tenía muchas ganas de enviarle un mensaje disculpándome por mi forma de hablarlo, comportarme, pero me detuve viendo que tenía un mensaje de WhatsApp y era de Valentina preguntándome que estaba haciendo.

Yo: Hola, val ¿qué haces?

Valentina: ¡Alina!.. Y nada aquí viendo la tele ¿y vos? Ya era hora que me contestes.

Yo: Nada aquí... tirada en la cama. Lo siento recién leí tu mensaje.

Valentina: No te pases floja... y ¿Cómo estas con lo referente a tu Dios griego?

Yo: Hay no... Pues estoy igual... ya sabes.

Valentina: Pues no sé cómo te sientes... pero lo único que se es que es un idiota.1

Yo: Bueno en eso tienes razón...

Valentina: Te cuento que hay una fiesta ¿vamos? Será divertida... di que sí plis...

Realmente no quería ir y me daba un poco de vergüenza en decirle que no quería acompañarla.

Valentina: Vamos Alina... no quiero ir sola... ¡Además es la fiesta de cumpleaños de Adam, un defensor del equipo del colegio... di que Sí...!

Yo: Pero mañana hay clases, no creo que pueda ir.

Valentina: vamos... en media hora voy por tu casa. Además será divertido... tal vez... Va a estar Caleb y mi primo.

Me quedé mirando el celular sin poder contestar nada. Caleb estaría y su primo también, a ver si mi madre me deja ir.


                                                                          (...)

De tanto insistir mi madre me dio permiso, pero solo tenía hasta las doce de la noche igual que cenicientas peor era nada. Así que llevamos veinte minutos en la fiesta varios chicos vienen a pedirnos que bailemos desde que llegamos, pero Valentina no acepta porque no deseaba dejarme sola. Me sentía como una idiota.

—Bueno esto es un poco incómodo ¿Por qué no vas a bailar? —tenía que gritar para que me oyera por encima de la música que por el momento era decente. Esperaba ritmos más vulgares o electrónicos o de hip hop, pero estaba muy bien la música.

—No, estoy bien —gritó Valentina —estoy tranquila aquí contigo.

Claro que no la conocía lo aventada que era a veces y no quería que se quedara aquí contra la pared espiando a la gente como una extraña viendo cómo me agarraba al vaso de soda que nos habían dado. El salón estaba lleno de gente, montones de chicas y chicos de distintos paralelos inclusive había de la universidad, vi a varios estudiantes en la mesa de billar algunas animadoras estaban charlando junto a la chimenea, un grupo de chicos que si no me equivocaba eran de primer año sentados en la barra. A donde miraba había gente bailando, riendo y hablando de cosas sin importancia y la pobre de Valentina estaba pegada a mí como si fuésemos personas incapaces de disfrutar ni un segundo de la fiesta a la que ella quería venir.

—¡Ve! —le ordené— En serio, te mereces divertirte.

Valentina duda.

—Estaré bien Val. Además Florencia está ahí mismo iré a charlar con ella un rato.

—¿Estás segura?

—Claro. Vinimos aquí para socializar ¿recuerdas?

Sonriendo le doy las gracias dándole un chirlo en su trasero. Me devolvió la sonrisa y comenzó a alejarse mostrándome su celular en el aire.

—Me mandas un mensaje de auxilio si me necesitas —gritó en voz alta. Asentí antes de que ella se apresure hacia el centro de la sala. Veo que llegó donde estaban una chica y un chico quien se muestran felices y la arrastran hacia la multitud de chicos que estaban bailando.

Me sentía bien por ella que pudiera divertirse solo que ahora estaba sola y las chicas con las que planeaba pegarme estaban conversando con dos chicos muy guapos. No me gustaría interrumpirlos así que busqué a alguien que pudiera conocer, pero no veía a nadie familiar. Suspiré y me quedé donde estaba para seguir observando a la gente. Cuando me di cuenta, había varios chicos que me estaban mirando con interés descarado, me maldecía a mi misma por haberle hecho caso a Valentina de ponerme este vestido aunque no era indecente ni mucho menos era tan descarado, solo era un vestido Marrón claro de tubo hasta más abajo que las rodillas con un escote modesto, pero marcaba mis curvas más de lo que me permitía sentirme cómoda, combinados con unas sandalias altas del mismo color sino que un poquito más clara que hacían juego con mi vestido, hacían que mis piernas parezcan más largas de lo que eran. Quería llamar la atención de Caleb si es que asistía, pero al desear hacerme visible en su radar no pensé en todos los otros me dieran tanta atención y esto me estaba poniendo nerviosa.

—Hola —me volví cuando un chico guapo con el cabello negro ondulado y ojos color verde se acercó sigilosamente hacia mí. Llevaba una camiseta negra, jean holgados y sostenía un vaso de plástico rojo en la mano. Me sonrió como si nos conociéramos y no sabía como actuar ante tal cosa, me daban ganas de mandarlo a la Mierda.1

—Eh... Hola —respondí.

Cuando me vio toda nerviosa su sonrisa se agrandó aún más ¡Pero qué demonios!

—Soy Leonardo. Tenemos clases de Literatura.

—Ah, ya —sinceramente no lo recordaba y menos haberlo visto como solo tenía ojos para un chico.

—Eres Alina ¿verdad? —preguntó.

Asentí cambiando el peso de una pierna a otra incómoda porque me estaba mirando de una manera muy vulgar en apenas cinco minutos. Leonardo hacia una pausa como si pensara que más decir, tenía que admitir que yo estaba igual era muy pésimo para estas cosas en especial para sacar charla y más si era con un chico. No sé me ocurría que preguntarle, pero no me importaba porque con la única persona con la que me gustaría charlar en estos momentos todavía no había aparecido.

 Estuve buscándolo entre la multitud con la mirada desde que llegue y cada vez me daba cuenta de que parecía una imbécil y cada día que pasaba me preguntaba ¿Por qué estaba tan obsesionada con este chico? Él no sabía que existía, bueno tal vez sabía por eso andaba molestándome a cada paso que daba, pero yo a pesar de eso andaba detrás de sus huesitos y por ello me sacaba de quicio. Y para empezar era un jugador de fútbol que hacía lo que más le parecía así mejor podría estar interesada en Benjamín Santander primo de Valentina por lo menos él me había invitado a una fiesta sin burlarse.

Hablando del rey de roma, Caleb entró por la puerta no esperaba verlo esta noche, bueno si esperaba verlo por ello lo de vestirme así, pero ahora no quería que me viera así que inmediatamente agaché la cabeza para que no me viera. No quería que sepa que estaba aquí, por suerte no percibió mi presencia deteniéndose a conversar con un par de chicos y después camina tranquilamente hacia la barra donde estaban sus amigos Cam y Colín haciendo un alboroto a las chicas que estaban por ahí tratando de llamar la atención de los chicos arreglándose el cabello y subiéndose las tetas para que las miren. A mi lado Leonardo resopló.

—Diablos, llegó él "Hombre maravilla y dueño del colegio" que estupidez ¿no crees? Y míralo junto al par de coñazos.

Me daba cuenta de que estaba mirando a Caleb y sus amigos notando el desprecio en sus palabras y rostro.

—¿No te cae bien Caleb y sus amigos?

—¿Quieres de verdad que te conteste la pregunta?

—Claro que sí.

—No lo soporto, tiene el ego más grande que este lugar —explicó Leonardo inclinándose más cerca de mí, ya que la música subió unos tonos de más.— Se cree que es el mejor jugador de fútbol, pobre tonto.

Guau, se notaba que no le caía bien, desafortunadamente no estaba de acuerdo con lo que decía, lo había visto jugar en el entrenamiento y sí que era un buen jugador. Le di una sonrisa cómplice que malinterpretó como si estuviera de acuerdo con él.

—¿Quieres ir a bailar?

No quería ir a bailar con él, pero justamente cuando estaba por decirle que no vi por el rabillo del ojo a Caleb que se dirigía hacia donde estaba ¡Mierda! Me había visto y no quería tener una pelea otra vez con él ni mandarlo al demonio como había estado haciendo últimamente.

—Mmm... Claro —contesté agarrando la mano de Leonardo— ¡Vamos a bailar!

Leonardo sonrió ante mi respuesta, ¡Demonios!, creo que soné como una chica ansiosa y ya era tarde para poder cambiar mi opinión. Cambiaron la música a una de Daddy Yankee creo que el nombre de la canción era Con Calma, al menos la canción era reggaetón y no una música romántica así que a bailar se dijo, estaba muy incómoda, pero al menos había logrado evitar al chico que me robaba el sueño, quien estaba mirando con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Hoy estaba vestido de una camiseta azul que combinaba muy bien con sus ojos y pantalones vaqueros negros desteñidos, rotos en las rodillas. Le lancé una mirada triunfante cuando nuestras miradas se encontraron que frunció más el ceño me reía mentalmente hasta que una chica más guapa le tocó el brazo y el contacto visual se rompió, la chica era nada más ni nada menos que Megan. ¡Mierda! Me había olvidado de ella.

—¿Conoces a Caleb? —preguntó Leonardo algo cauteloso. Me encogí de hombros.

—Es mi compañero en algunas de mis clases.

—¿Te agrada? O ¿Es amigo tuyo?

—Pues ninguna de las dos.

—Me alegra escuchar eso.

Volví a mirar a Caleb y lo vi salir con Megan del salón, quedándome con un nudo en la garganta por mi estúpida manera de evitarlo ¿Era yo o la canción no tenía final?

—¿Juegas con él al fútbol? —pregunté.

—No, joder, no, yo juego fútbol americano —respondió Leonardo— la verdad no me gustaría jugar nunca con él. Ya que es un presumido jugando y más al tener familia que juegan ese deporte.

—¿Por qué dices eso? ¿Cómo sabes que es así? ¿Tiene familia que juega al fútbol? —le pregunté haciendo que Leonardo me mirara sorprendido.

—Su padre es dueño de casi toda la ciudad —contestó y al ver mi reacción se explicó mejor— así es, aparte de eso es socio de clubes grandes de Europa como el REAL MADRID, LIVERPOOL, MANCHESTER UNITED, JUVENTUS entre otros, es por ello que Hamilton se cree tan importante.

Vaya, el ¡REAL MADRID santa madre de Dios mi equipo favorito en todo el mundo! Nunca pensé que su familia fuera tan importante como para ser socio o dueños de equipos de fútbol tan grandes con razón ahora entendía su actitud de tanta superioridad hacia todos lo que les rodeaba.

—Lo que no entiendo, si tiene todo el dinero del mundo ¿Por qué no estudiar en otro colegio mejor a este? O ¿En otro país?

—Eso no sabría decirte. Todo apunta que su madre le encanta este lugar es por ello que la familia decidió quedarse aquí.

Con suerte la canción llegó a su fin y me apresuré a decirle que tenía que ir al tocador. Leonardo aceptó asiéndome prometer que volvería para bailar otra canción. Muy rápido salí del salón para caminar por ahí buscando a Valentina.

—¡Alina! ¿Qué tal la fiesta? ¿La estás pasando bien? —me preguntó con los ojos brillando y sus mejillas enrojecidas, aunque sé que no estaba bebiendo demasiado y me imaginaba que era por mi causa.

—Mmm... Sí, estoy divirtiéndome. Es solo que creo que debo irme a casa pronto, ya sabes, mamá me dijo que no volviera tarde.

—¡No puedes irte aún! Recién va a empezar lo bueno. Aparte estabas bailando con un chico muy guapo —me dijo mirándome sonriendo y batiendo las cejas.

—Que va, sabes que no es mi tipo.

—Bueno conozco a alguien que si podría ser tu tipo —declaró Valentina bajando y subiendo las cejas otra vez— sabes que te quiero mucho, pero por favor no te des vuelta porque acaba de entrar alguien por la puerta.

Mi corazón empezó a latir muy fuerte de la nada. ¿No te des la vuelta? ¿Era en serio?, pues no pensaba hacerle caso porque si era Caleb no quería hablar con él. Por ello no aguanté las ganas y me di la vuelta hacia la puerta principal y luego giré de nuevo mirando a valentina, mierda estaba decepcionada y a la vez contenta porque no era el chico que deseaba ver sino que era su primo Benjamín quien había aparecido. El vistazo que le di fue demasiado fugaz, Valentina estaba emocionada por verlo.

—¿No estás emocionada de verlo?

—No es eso, creí que era... olvídalo sí.

—¿Es en serio? ¿Quién creías que era?

—Está bien... ¿Esta solo? —susurré para que no pensara que no estaba complacida de verlo aunque sea de lejitos.

—Pues, está con unos compañeros de equipo o de curso, no lo sé —se quejó— y por lo visto vienen solos así que Alina es hora de aprovechar el momento.

Le quería decir que no tenía ganas de hablar con él, ni de aprovechar el momento si no que deseaba más que nunca irme a casa, y trataba duramente en mostrarme tranquila.

—Oh, no. Paso sin vernos ¿Debería llamarlo?

—Claro que no, si no nos vio no es necesario.

—Te pusiste toda colorada.

Joder, creo que mentir no era lo mío. Y Valentina me conocía bien y le gustaba molestarme con que quería que su primo y yo seamos más que amigos, una pareja.

—No tienes por qué avergonzarte Alina es muy normal —Valentina me agarró del brazo y empezó a llevarme de vuelta al salón. Ahí dentro la música estaba más baja, pero la bulla de la gente era muy intensa.

—Dale Ali eres muy bonita, una gran persona y lo que más quiero es que te enamores de alguien y que mejor que esa persona sea Benja. ¡ESPERA! ¿No es ese Caleb? Y ¿Está mirándonos? Definitivamente creo que es a ti a quien está mirando —chilló Valentina sorprendida.

Seguí su sorprendida mirada y ahogué un gemido cuando los ojos azules de Caleb se quedan fijos en los míos. Mierda al fin me volvió a encontrar.

—Pues... no lo sé —me quejé. Sus cejas se disparan y comenzó a reírse.

—¿En serio?

—Sí, y no quiero hablar con él, no ahora, ya que estoy molesta.

Valentina soltó una risilla.

—Debo admitir que me sorprendes. Nunca lo había visto siguiendo a una chica y creo que eres la única que se le está poniendo difícil.

—No es para tanto. Además no quiero hablar de él, ¿entiendes?

Miré por encima del hombro de Valentina y escaneé la habitación en busca de una salida y mi mirada se quedó en Benjamín que estaba junto a la mesa de billar. Sin dudas era un chico muy simpático, llevaba unos pantalones negros y una camiseta gris, su cabello estaba un poco despeinado. Dios se veía bien así con su cabello, me gustaba. Aunque sabía que no era el chico que quería tener. Espera ¿De dónde salido eso?

—Valentina ven aquí —gritaba un chico desde la mesa de pimpón— ¡Por fa necesito una pareja para jugar!

Mi amiga se sonrojó. ¡Vaya, vaya aquí había algo!

—¡Vamos a darle una paliza jugando? —Añadió—. Jared sabe que esta noche estoy contigo y que no bebo.

Uy, la culpa me golpeó, si no fuera por mí tal vez ella se estuviera divirtiendo al máximo.

—Pues, vaya que nos estamos divirtiendo —le dije sonriendo— si jugamos deberías beber algo.

Mi amiga negó con la Cabeza.

—Prometí que no lo haría, además es más divertido estar sobria.

—Y yo tengo que irme pronto —mascullo— Así que no hay razón para que no te diviertas y más con el niño ese llamado Jared.

—No, yo quiero que te quedes. Aparte Jared es un amigo nada más.

—Mira, me quedo media hora más y tú me prometes que te divertirás como debe ser ¿Qué te parece?

Odiaba que este al pendiente de mí y no se la pueda pasar bien de verdad no era justo para ella.

—Está bien, ahora vamos a partirle su madre a esos.

Le agarré del brazo y ella se rio mientras nos dirigimos donde estaba Jared su nuevo amigo.

—¡Vale! —Volvió a grita Jared entusiasmado— ¿Jugará tú Amiga?

—No, solo voy a darle mi apoyo a mi amiga —respondí.

Valentina se juntó a Jared en uno de los lados de la mesa y durante los diez minutos era testigo del partido más intenso de pimpón que había visto. Mientras apoyaba a Valentina estaba muy al tanto de lo que estaba haciendo Caleb, aunque le había perdido el rastro. En cambio Benjamín estaba charlando con sus amigos al otro lado de la habitación. Poco a poco me alejé de la mesa de pimpón porque la naturaleza llamaba. Así que debía buscar un tocador, de tanto buscar encuentre uno que estaba cerca de la cocina, había una cola inmensa y tardé un siglo en ingresar, una vez que salí del baño sin darme cuenta me choqué con un cuerpo duro y masculino lo cual me recordaba a la vez pasada que me había chocado con Caleb aunque esta vez se sentía diferente.

—Deberías mirar por dónde vas —dijo una voz dulce y grave a la vez que reconocí de inmediato.

Los ojos marrones de Benjamín brillaban divertidos cuando colocó su mano en mi brazo para darme equilibrio. Su tacto me provocó un escalofrío por todo mi cuerpo, que no esperaba que reaccionara de esa manera.

—Lo... Lo lamento —tartamudeé.

—No te preocupes aún estoy entero.

Me di cuenta de que no había nadie en el pasillo, solo estamos Benjamín y yo, en serio que el chico era muy atractivo de cerca y mucho más alto que tenía que elevar la cabeza para mirarlo a los ojos.

—¿No creí encontrarte por aquí? —preguntó con un tono de voz sexy.

—Pues... Yo tampoco... Vine con Valentina.

—¿Ella está por aquí? Qué raro no la vi —comentó— pero me alegro de haberte encontrado.

No pude ocultar mi sorpresa.

—¿En serio? Supongo que soy afortunada.

—Muy afortunada. De hecho.

Su sonrisa hizo que me sintiera un poco nerviosa, que vergüenza no podía apartar la mirada de sus magnéticos ojos marrones. Olía muy bien, que me daban ganas de pegar mi cara a su cuello e inhalarlo, Oh, no en ¿Qué rayos estoy pensado?

—Y... —intenté encontrar algo que decir, pero no me salía nada— así que juegas al fútbol ¿eh?

Benjamín asintió con la cabeza.

—Me encanta, de hecho juego cómo delantero. ¿Te gusta el fútbol a ti? —dijo sonriendo.

Amaba el fútbol lo veía desde que tengo uso de razón y debo admitir que soy una aficionada de corazón, en especial por mis equipos favoritos y eso se lo debía a mis tíos de la Argentina que miraban todos los partidos.1

—Sí, me gusta mucho —confesé— me gusta ver todos los partidos del cuadro que soy.
Benjamín sonrió. Su risa era genial. Grave, ronca y se sentía bien.

—Me alegra escuchar eso, cuando juguemos me gustaría que fueras a hacernos barra.

Por Dios, ¿Estaba invitándome a uno de sus partidos?, creo que eso sería divertido. Lo malo era que Caleb también pertenecía al mismo equipo y sería algo incómodo.

—Eh, si, quizás... pueda ir... No lo sé.

—Sería divertido, me sentiría feliz.

—¡Santander! —Interrumpió uno de sus amigos— ¡Vamos!

Los dos nos volvimos para ver a su amigo que asomaba la cabeza por la puerta del salón y parecía impaciente.

—Enseguida voy —respondió Benjamín y a continuación me lanzó una sonrisa triste—tengo que irme a terminar de dar una paliza en el billar ¿Te parece si nos vemos luego?

—Claro —agregué algo relajada, por qué sabía que no iba a pasar.

—Ahora debo ir al lavado. Te veo luego —se despidió Benjamín yendo al cuarto de baño.

Una vez que él cerró la puerta me fui a toda prisa al salón. Quería contarle a Valentina lo que acababa de pasar para que no piense que no le contaba nada, estaba tan absorta en mis pensamientos que el metro ochenta o más de Caleb me bloqueó el camino.

—¡Nina, mi Fiera Salvaje! No creí encontrarte aquí en la fiesta —se burló Caleb.

Como de costumbre su presencia hacía que me temblaran las piernas y mi corazón se quisiera salir. Espera otra vez con ese apodo. Idiota.

—¿Algún problema? Y ¿Te importaría llamarme por mi nombre?

Se encogió de hombre con la cara llena de diversión.

—No, no tengo ningún problema, pero no creí que las fiestas eran de tu estilo —se burló— y respecto a lo de tu nombre, me gusta más llamarte así.

Qué... era un idiota. Me daban ganas de darle una patada, pero sería muy vergonzoso, ya que con este vestido me era imposible. Ahora la música cambiaba y sonaba de fondo la música Paulo Londra una de mis canciones favoritas.

—No me conoces, ¿Recuerdas? Y debo decir que voy a todas las fiestas que hacen todos los días.

—Eres una gran mentirosa, ¿Sabes por qué lo digo? Sencillo, te hubiera visto por aquí antes.

Se cruzó de brazos haciendo que en esa postura sus bíceps se tensen y que pueda tener un vistazo de un tatuaje que no lograba identificar que era. Aunque tal vez me equivocaba.1

—Entonces, en cuanto a la tarea... he pensado que deberíamos sentarnos a platicar ¿Qué vamos a hacer de ahora en adelante?

Cada palabra que salía de su linda boca hacia que me irritara.

—Tú sí que sabes cómo molestar ¿verdad?

—No es eso, es solo que yo jamás me doy por vencido y menos ahora.

—Pues deberías empezar a rendirte, —me distraje viendo al primo de mi amiga entrar en la habitación moviéndose majestuosamente mientras se abría camino hasta la mesa de billar, que estaba cerca de donde estaba su prima. Estaba a mitad de camino cuando una chica le interceptó y vaya que el chico no perdía el tiempo deteniéndose a entablar conversación con ella. Hombres tenían que ser.

—Vamos, Nina, debemos pensar en la tarea —suplicó Caleb.

Vi a Benjamín que se reía de algo de la misma manera en que estaba riendo conmigo hace un rato y definitivamente debía decir que todos los chicos eran así.

—Mira, sé que sigues enojada por lo del sábado, créeme que si pudiera retrocedería el tiempo y evitaría todo esto, pero no puedo, ahora te pido que por lo menos no pienses en mí, sino en los dos y en la tarea para que no suspendamos.

Sus palabras me hicieron dar cuenta que tenía razón y que tenía que dejar atrás lo del sábado, aunque no había sido una experiencia bonita. Nuevamente miré hacia dónde estaba mi amiga viendo que estaba divirtiéndose y volví la mirada a Benjamín que estaba en pleno coqueteo, si lo viera Valentina se daría cuenta de que no era tan perfecto como ella lo pintaba.

—Yo disculpándome y tú ni siquiera me estás escuchando —se quejó Caleb—. No me digas que... ¿A quién estás mirando tanto?

¡Mierda!, aparté la mirada de Benjamín no tan rápido como quisiera. Caleb sonrió sin ganas al darse cuenta a quien estaba mirando.

—¿Así que estabas mirando a Santander?

—¿Qué?

Inclinó la cabeza hacia Benjamín y a continuación movió la cabeza como si no pudiera creérselo.

—Puf. ¿No me digas que te lo quieres tirar?
Este sí que era un completo idiota, que va, era más que eso. Al que me lo quería tirar era a él, siempre había sido él. Como no respondí él contestó por mí.

—Odio tener que decírtelo, pero no va a pasar, no eres su tipo.

—Buenas noches, Caleb —espeté mientras retrocedía para irme a casa muy cabreada y molesta conmigo por pensar tonterías— agradezco tu consejo enormemente, voy a tomarlo en cuenta. Ahora si me disculpas...

—No quise decir eso...

—Nunca quieres decir eso.

Intentó cogerme el brazo, pero avancé a grandes zancadas dejándolo atrás. Busqué a Valentina, pero cuando la vi estaba arrinconada a la pared a los besos con Jared, al parecer su nueva conquista. No quería interrumpir así que me volví hacia la puerta principal con un nudo en el estómago y con ganas de llorar por lo que acababan de decirme. Sé que creían que no era el tipo de nadie, pero eso no le daban derecho en decírtelo o hacerte sentir fatal... Salí escuchando a Paulo Londra Forever alone que sonaba en la fiesta.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top