Capítulo cuatro: No todo son buenas noticias.
Después de aclararlo todo, ahora sé que Nick y el tal Hawk son sólo amigos, no hay nada más.
Resulta que Hawk es un jugador profesional de póker, ¡y a nivel nacional e internacional! También sé que le ha dado alguna que otra clase a Nick para aprender algunas tácticas, pero sigue siendo un amateur, o al menos eso es lo que dice él.
En poco menos de diez minutos he aprendido todas las jugadas posibles que se pueden hacer en este juego de azar, y que la escalera real de color es como si fuera el éxtasis para un jugador de póker, ya que raramente sale.
Hawk me ha prometido enseñarme ya que, según él, aprendo más rápido que Nick. ¡Hasta me ha dicho que me llevaría a un casino! Nunca he ido a uno, sólo sé como son y que, más o menos, se juega ahí por la película Ocean's Eleven. No seré una experta en eso, pero si soy una cinéfila empedernida.
Cuando acaba la exposición, a las dos de la madrugada, me despido de Renée, los demás artistas y Hawk, mientras que Nick me ofrece llevarme ha casa.
—¿Creías que había algo entre nosotros dos? —ríe sin parar—. ¿En serio?
—¡Oh, ya cállate Nick! —grito sonrojada—. No sé, te has puesto a hablar de juegos, de que os gustaba mirar y que lo hacíais con más personas... ¿qué esperabas que pensase? No soy adivina por Dios.
—Creo que he dejado bastante claro desde el principio que era un casino y que Hawk jugaba al póker.
—Eres tonto de remate —él se ríe y acaba contagiándome la risa—. Deberías haber especificado más, mala persona.
El viaje de vuelta a casa fue más corto de lo que pensaba pero tenía unas ganas terribles de meterme en la cama y dormir a pierna suelta.
—Bueno... —dice el algo incómodo—. Creo que ya está de vuelta a su mansión, milady.
—Gracias buen joven —imito su interpretación—. ¿Quiere usted pasar a mis aposentos y tomarse un refrigerio? —pregunto y él ríe sin entender nada en absoluto—. ¡Qué si quieres tomar una cerveza, burro!
—¿Una cerveza a las tres de la madrugada? ¿Qué quieres alcoholizarme más de lo que ya estoy?
—Quizás, aunque no descarto en hacer un complot contra ti con la ayuda de los somníferos y la botella de tequila —por un momento me quedo callada—. Creo que estoy diciendo muchas tonterías, debería irme ya a la cama o mañana será un día muy laaaargo.
—Todavía no te dicho si quiero una cerveza o no —hace una mueca y yo arqueo una ceja—. Vale, ya lo pillo,... pero me guardas una para otro día.
Nick y yo nos despedimos en la puerta de mi apartamento no sin antes volver a decirme que ha reservado una mesa en Supremo's para recompensarme por haber ayudado el día que se presentó el tal Hawk borracho.
— [...] —
Estoy hecha polvo.
Todavía sigo en la cama acurrucada, echa un ovillo en mi edredón y robándole todo el calor corporal a mi gata Pelusa, o por lo menos todo el que puedo.
Hace casi cuatro años que la adopté y, desde entonces, no he podido separarme de ella. Es como si fuese una hermana pequeña para mí pero calva.
Pelusa es una gata egipcia sin pelo que, cuando se acurruca entre sus patas, se le forman arrugas por los pliegues de su piel y parece que tiene setenta años, aunque tiene casi los cinco recién cumplidos (unos treinta y siete en edad humana).
No suele ser tan cariñosa con todas las personas que traigo a casa, a los únicos que los soporta son a Paolo y Hayden y a mí, obviamente.
El timbre suena con tanta fuerza que atornilla mi cabeza y, sin abrir mucho los ojos, intento hacer un amago para levantarme, convirtiéndose en un intento fallido.
No tengo ganas de ir a la puerta, quiero seguir durmiendo.
—¡Cari! —grita una voz detrás de la puerta principal—. ¡Sabemos qué estás en casa!
Y hablando de los reyes de Roma... ¡no puede ser, han vuelto!
—Reina, si no abres nos veremos obligados a llamar a los bomberos, y ya sabes lo que nos ponen los bomberos, sobre todo ese capitán, con esos musculitos y ese culo esculpido por un dios griego. Sí, mejor, ¡Paolo llama a los bomberos inmediatamente!
Salgo corriendo de mi cama hasta el descansillo y, sin esperar un minuto más, abro la puerta y me tiro en los brazos de ambos.
—¡Pensaba que no llegaríais hasta mañana!
—Ay, cari —suspira Paolo—, si tu supieses. En ese crucero sólo había viejitos. Fue un total fracaso, pero también tuvo sus ventajas.
—Casi se lió con un ricachón de Manhattan —dice Hayden indignado—. No sabía que te me habías vuelto tan infiel, Pao.
—Ya sabes que eres el único en mi vida, mi amor, y también sabes que yo no zorreo con cualquiera, sólo contigo.
Posiblemente sean demasiado intensos para algunas personas, pero han sido muy buenos conmigo y son como mis hermanos mayores, muy protectores pero muy divertidos.
—¡Sois unos peliculeros! —exclamo riéndome—. Pasad y contármelo todo, y no escatiméis en detalles.
—¿Seguro que vas a querer saber "todos los detalles", reina? —levanta varias veces las cejas Hayden—. ¿Estás segura?
Ambos nos reímos y le pego un ligero empujón para que entre y, acto seguido, cierro la puerta.
Ya dentro, Paolo inspecciona con minuciosidad el ambiente, mientras que Hayden se limita a sentarse en el sofá, sumándose en busca de mimos Pelusa. Al cabo de unos segundos, soy yo la que se une a ambos.
—Bueno chicos, ¿qué os ha hecho desaprovechar el último día de vuestro maravilloso crucero por el Mediterráneo y volver al mundo de los mortales?
—Pues... durante el quinto día estuvimos hablando de nuestro futuro —inicia Paolo, un poco serio—. Ya sabes...
Asiento sin entender absolutamente nada.
—¡Uf! —exclama Hayden cortándole, mientras se levanta—. ¡Qué calor está empezando a hacer aquí! ¿No queréis algo de beber?
Paolo niega con la cabeza pero yo me inclino por tomar un vaso de agua frío.
—Vamos mi amor, lo va a tener que saber algún día —se queja Paolo, sentándose a mi lado.
Hayden se dirige hacia la cocina intentando ignorar el comentario y va en busca de las bebidas, soy yo la que se queda con él hablando.
—¿Saber el qué? —me toma mi mano y yo me precipito—. Espera, ¿no estaréis pensado en separaros? Porque ni se os ocurra, puedo llamar a Lillian y concertaos una cita, no es que sea consejera matrimonial pero creo que...
—¡No, no y no! —ríe—. No es eso, cariño.
—¿Entonces?
—Pues... ¡queremos tener un hijo! —exclama, agarrándome la mano aún con más fuerza y ambos gritamos de la emoción—. Y queremos que seas tú quien lo tenga, que seas nuestra madre de alquiler.
—Yo...
En ese momento me quedo muda.
La decisión de ambos era muy valiente pero... todo esto es muy repentino. No es el rechazo en hacer de madre de alquiler, sino que...
—Reina, ¿qué es este papel que tienes en la mesa? —grita Hayden desde la cocina.
—¿Papel? ¿Qué papel?
Hayden vuelve bastante agitado, trae algo en la mano pero no son las bebidas.
—Esto, esto de aquí —me señala el papel azul—. ¿Qué es esto Tess?
Oh, no. El panfleto del médico, no me acordaba de que lo había dejado ahí.
—¿Por qué haces tanto revuelo por ese papel, cariño? —pregunta Paolo sin entender la situación—. Anda, déjame ver —pasan unos instantes hasta que lee atentamente y en alto todo lo que pone—. El cáncer mediastino es localizado en la cavidad que separa los pulmones y que contiene el corazón. La detección precoz supone prolongar la esperanza de vida del paciente dependiendo del estadio en que se encuentre... ¿Por qué... tienes esto aquí, Tessie?
Hayden y Paolo se compaginaban tanto que era bastante evidente el miedo y tristeza en sus caras.
—¿Por qué... —prosigue—... estás bien, no? ¿No?
Sería capaz de mentir a cualquiera, pero a ellos no, me es imposible. Habíamos pasado tantos malos momentos juntos; la muerte del padre de Hayden; el desprecio y rechazo hacia Paolo de su propio hermano gemelo, Giovanni, por su sexualidad; el accidente de coche que por poco no contamos; el brutal distanciamiento entre mi hermana Lori y yo; pero también hemos tenido muchísimos momentos buenos; cuando Paolo tuvo que sobornar al examinador para que le aprobase el carné de conducir; Hayden intentando salir de su adicción enfermiza hacia el chocolate; yo acabando casi en la comisaría de policía porque me habían confundido con una ladrona de joyas... han sido inolvidables momentos.
¿Cómo voy a poder mentirles a la cara con todo lo que hemos pasado juntos?
— ¿No? —insiste Paolo.
Me recuerda a la misma ingenuidad que tuve la vez que me lo dijo el doctor en la consulta.
Suspiro profundamente, esto va a ser duro.
—Hace más de tres meses que llevo yendo al médico tres veces por semana. Al principio era muy reticente a ir, pero intenté sacarme de dudas por si me pasaba algo —narro y ambos se mantienen callados—. Ya sabéis, "por si acaso es algo urgente" o un "sólo por si las dudas", grave error que no lo hubiese hecho antes —noto que mi voz tiembla y mis lágrimas van apareciendo poco a poco—. Hace... hace mes y medio me hice una radiografía en el tórax pensando que sería algo importante, pero no tanto como un... cáncer; simplemente pensaba que sería apendicitis o... una pequeña infección interna, qué tonta fui. Hace dos días... fui al médico y... y me comunicó que tenía cáncer mediastino en fase dos: es incurable, puesto que está en fase... avanzada y ya ha afectado al pulmón derecho y a una parte de la cavidad del corazón...
—P-Pero... habrá más soluciones, ¿no? ¿y la quimioterapia? —intenta retener las lágrimas Paolo, mientras que Hayden ya ha roto a llorar—. Eso te puede ayudar, Tess, seguro. Podemos ir... podemos ir a que te curen... encontraremos a alguien que pueda curarte... me pondré en contacto con... con... —no aguanta más y me abraza, ambos nos podemos a llorar intentado consolarnos y Hayden se nos une al abrazo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top