Nunca pensé que los senderos sinuosos por los que todos caminamos mientras seguimos vivos, me llevarían a donde me llevaron. Pero a pesar de todo, tuve que adaptarme, afrontarlo y aprender de ello porque, equivocarme de nuevo, no era una opción.

Había padecido demasiadas cosas, demasiados traumas que fui arrastrando desde mi tierna infancia. Muchos recuerdos dolorosos, infernales e inolvidables, y no en el buen sentido de la palabra.

Aprendí lecciones de la peor forma, con un dolor tan insoportable que amenazaban con quebrantarme por completo. Tuve que llorar durante tantos días y noches que no había parcela de mi rostro que no hubiera sido empapado por mis lágrimas una infinidad de veces.

Pero la fortaleza que desarrollé y la enorme moraleja, es algo que sí que nunca olvidaré. Y escribo estas líneas para que vosotros lo aprendáis sin tener que pasar lo mismo que pasé.

Nunca deis vuestra confianza demasiado deprisa, puede destrozaros la vida. He aquí una superviviente que os relata como una sola persona fue capaz de quebrar mi paz y casi destrozar mis sueños.