01. "Self Control"
Una ligera cabellera azabache ingresaba junto a unos zapatos de cuero negros, los cuales, marcaban un rítmico paso a la vez que estos eran acompañados por la gran pista que cambiaba de colores en su inferior.
Cientos de personas concentradas en su mundo bailaban al compás del sensual Self Control de Laura Branigan, siendo bendecidos por la destellante bola disco que iluminaba el centro del lugar adornando como estrellas en el firmamento.
"Oh, the night is my world
City light painted girl
In the day nothing matters
It's the night time that flatters"
Tenía un nudo en su garganta, pues sus sentidos le decían que lo volvería a ver, y la emoción junto a la mágica atmósfera que lo rodeaba, entre oscuridad y la numerosa paleta de arcoíris que iba y venía sobre su cuerpo, lo incitaban a reclamar en su mente que ya estuviera cerca.
"In the night, no control
Through the wall something's breaking
Wearing white as you're walkin'
Down the street of my soul"
Sus movimientos no se hicieron esperar y empezó a divagar por el terreno musical. El balanceo de su cadera entre las notas libres, y la base pegadiza que retumbaba en sus oídos, lo regresaron al mundo fantástico del cual nunca quiso abandonar.
"You take my self, you take my self control
You got me livin' only for the night
Before the morning comes, the story's told
You take my self, you take my self control"
Su cabeza se movía de izquierda a derecha en tanto sus pensamientos se centraban, cuando sabía, -y dios como lo añoraba- que el estribillo se acercara.
"Another night, another day goes by
I never stop myself to wonder why
You help me to forget to play my role
You take my self, you take my self control"
Y lo celebró. Pues apenas sonaron esas dichosas palabras se percató del apretar de unas palmas completamente ajenas recubriendo su cintura. Percepciones únicas que hicieron a su temple romperse, arrastrándolo a sus fantasías más prohibidas.
Sonrió por inercia.
Su espalda y piel se contrajeron al reconocer un peso familiar, cálido y abrasador como las llamas salvajes de una fogata. Un olor característico a brisa nocturna combinado con el toque dulzón del caramelo se introdujo por completo en sus fosas nasales. Hipnótico. Delicioso.
No se podía comenzar mejor.
"I, I live among the creatures of the night
I haven't got the will to try and fight
Against a new tomorrow, so I guess I'll just believe it
That tomorrow never comes"
Alzó sus manos y las llevó hacia la nuca del intruso, apretándose más contra él, invocando sin ser consciente sus placeres culposos. Cuando un leve gruñido rozó veloz su oído derecho, y unos mechones largos rubios elevaron vuelo, una media sonrisa de orgullo emergió de su ser presenciando su objetivo.
No podría explicarlo con palabras, pues las mismas se habían esfumado en un santiamén de su mente.
—Creí que no aparecerias —murmuró el de cabellos dorados enseñándole curioso sus pensamientos—, ya estaba comenzando a impacientarme.
Su boca se manifestó tan cerca de su piel que un escalofrío le recorrió completamente desde el inicio de su cabeza hasta el final de sus pies. Y como una respuesta casi inmediata al contacto imprevisto, no se resistió a restregarse indecentemente en el semblante rústico del hombre invasor.
—No podía perderme de nuevo el efecto tan mágico de tenerte pegado a mí… —Recitó soñador el azabache.
—Vaya que resultaste toda una sorpresa. —Recriminó burlón.
—Mira quien lo dice —rió enredando entre sus dedos el cabello rizado—, el que estaba desesperado por verme eras tú.
Una corta risa gutural resonó, y las palmas que se encontraban abiertas sobre su leve vestimenta estrecharon su lugar.
—Touché...
Ya hasta este punto ninguno de los dos sujetos prestaban atención a su alrededor, sólo los suspiros, pequeñas risas y toques picarones protagonizaban su propia burbuja. Aislados de todo y todos. Ambos cautivados por el ambiente nocturno que junto a sus almas separadas por el maldito destino, lograban encontrarse en el cosmos seductor de la melodía que los comprendía.
Un mundo donde el azabache se recriminaba el no tener oportunidad alguna.
"A safe night, I'm living in the forest of my dream
I know the night is not as it would seem
I must believe in something, so I'll make myself believe it
That this night will never go"
El apresado por dos brazos fuertes, decidió aprovechar el plano en cuestión, y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba encarando frente a frente a su compañero. La hermosa vista de unos embelesantes y profundos ojos cafés traspasaron su retina, grabándose sin piedad en su memoria; una mirada plagada de deseo, una mirada plagada de secretos.
Trago en seco y su corazón retumbó en su pecho.
El masculino lo pasaba por unos cuantos centímetros, dando como consecuencia el deber elevar levemente su rostro para poder visualizarlo mejor. Sin embargo no le molestaba en lo absoluto, al contrario.
Aunque lo que le llamó más la atención fueron esos labios finos y rosados, tan comestibles y apetecibles a la vista. Se preguntaba cómo sería tenerlos entre los suyos.
El solo pensamiento hacía que se le escurriera la baba como cascada.
Aún sosteniendose de su cuello mientras ambos se movían entre el ambiente atrapante, descendió lento por el gran porte de hombros, y tomó partido al sentir ahora el grosor de su pecho apretando su camisa brillante de color púrpura, ésa que lograba resaltar la piel morena de su acompañante. Admiró el rostro del rubio siendo decorado por los distintos colores cambiantes, dandole el aspecto de un ente completamente etereo a su merced. Los pequeños lunares decorando la tez tan tersa que daban ganas de tocar y acariciar sin parar.
Detalles que recordaría sin dudar.
—No sabes como extrañaba tus tiernas caricias. —El diálogo solitario estrujó el corazón del más bajo haciéndolo suspirar.
Su nariz tentaba la mandíbula del alto y este bajó aún más su tacto, ahora posicionándose en la parte baja del castaño apretando con desdén sin llegar más allá, logrando en el contrario un jadeo por el accionar no completado. Ejecutaba esto cada vez que la base pegaba duro por los altavoces luego de los "oh, oh, oh", que los coros lejanos repetían en loop.
—Y yo lo que menos quiero es que te alejes de mí de nuevo.
Confesó desviando el brillo de sus ojos al hombre que lo contenia entre las cadenas de la perdición.
El atacado respondió emitiendo un efímero sonido a modo de respuesta. Una sensacion de impotencia dio un flash en el subconviente del alto de piel morena, arrugando su entrecejo y dejando caer veneno en sus palabras hacia el universo.
—¿Por qué esto solo pasa cuando las luces se apagan? Es tan injusto. —Se quejó ronroneando y arrastrando seductoramente las palabras.
La queja le vio desprevenido al más bajo, el cual alzando su vista, ya nublada por la excitación, dejó que sus sentidos más primitivos dieran rienda suelta a sus acciones muy cerca del tan atractivo y fascinante individuo.
—T-taehyung... —balbuceó liberándose del nombre que tantos estragos le causó.
Se encontraba aprisionado, reprendido con las telas que lo cubrían, seguido de que no ayudaba en nada sentir el fuerte deseo ajeno del ángel que se abrazaba contra él como si no quisiera que lo arrebataran de su lado.
Pero era más un… ¿Demonio?
No te sabría describirlo.
—Jungkook...
Ay esa voz.
Esa voz ronca era la que producía que cayeras rendido a sus pies. La voz retorcida que con solo dejarse escuchar lograba que temblaras como gelatina. Un estallido en su vientre le hizo reaccionar y quería, maldición, suplicaba seguir endulzandose con esa melodía gruesa, autoritaria y masculina hasta los confines de la realidad.
Y eso que aún su parte racional, trataba de asomarse al camino recorrido. Sin resultados.
No supo cómo, ni cuándo, pero ahora se encontraban dentro cuatro paredes bañadas en tonos rojizos, diferentes cuadros imperceptibles con decoraciones en plateado. Una tenue luz de una gran ventana con vista a la brillante ciudad nocturna junto a las cortinas blancas que bailaban por la fria brisa, iluminaba lo suficiente el ambiente para poder ver a Taehyung abrazandolo, lamiendo y saboreando a la vez que daba un recorrido de besos a lo largo de su cuello. Junto a un Jungkook arriba de lo que seguramente era una cama de acolchados blancos, encerrando con sus piernas el cuerpo del contrario, luciendose con ansias, como si el tiempo fuera el verdugo que los dos esperaban.
El oír una y otra vez las bajas y excitantes respiraciones del hombre de hombros anchos, gracias a que él ahora mencionado acercaba sus caderas en un vaivén apetitoso de sentir, le concedía presenciar el paraíso incrustado en la mismísima tierra.
¿Era muy descabellado y raro todo esto?
—Tan dulce —emitió el alto jadeando en tanto succionaba a fín de dejar una marca violácea en la piel del amante prófugo de su ensoñación—, tan exquisito.
El placer se desprendía por los poros de ambos individuos, la lujuria y la intimidad confinaban sus estragos con la finalidad recrear una escena irrepetible.
—Taehyung, yo- —Espetó enredando sus dedos en el suave cabello ajeno.
—Shhh... —silenció interrumpiendo, descendiendo y recorriendo con su toque delicado, desde su espalda a sus muslos—. Esta vez solo déjate llevar.
Jungkook se hallaba casi desplomándose sobre el cómodo colchón de no ser por que el rubio lo retenía, y que este se tomara su tiempo en hacerlo estremecer no ayudaba en absoluto.
Algo le decía que no quedaban muchos minutos.
El alto se dió cuenta de la bella vista que sus pupilas presentaban, los pequeños rizos azabaches desparramados en la tela blanquesina, los grandes ojos luminosos de exitacion compartida, logranron que una sonrisa socarrona cruzara su periferia.
—¿Cómo puedes ser tan perfecto? ¿Cómo siquiera dios puede arrebatarte de mi lado?
Un click inesperado inició en Jungkook una respuesta inmediata ante las dulces palabras.
—No te olvides de mi por favor... —Suplicó a media voz el inconsciente de Jeon dejando escapar la añoranza que secretamente causaba un triste vacío en su interior.
—Jamás. —Sentenció firme de igual forma, dejando un camino de besos en su frente, mejillas, nariz y boca.
Jungkook con sus mejillas coloreadas de un tierno rosado, posicionó su mano sobre la de Taehyung, enredando ambos fuertemente sus dedos como si nunca se quisieran ir, el baile de dos en la temática y estrellada noche hacía que la mismísima luna fuera testigo de lo que ocurría en esa confinada habitación.
El retumbar de los corazones acelerados, no sabiendo si era por el calor, o por la ansiedad plasmada. El azabache acunó el rostro del rubio, juntando rápido sus belfos en un baile hambriento y desenfrenado. Los sonidos, los constantes jadeos, y el ambiente mágico de las luces nocturnas aplacaban la habitación de par en par.
Solo existían ellos dos.
—Mirame Jungkook —pidió sin romper el contacto—, por favor mirame.
Este cumplió a duras penas la petición clavando su vista en la del contrario con su boca entreabierta, guardando cada imagen con si fuera su tesoro más preciado, pero cuando se percató que la situación llegaba a la línea límite, su mente ya no reaccionaba.
Una fuerza desconocida le produjo un escalofrío extraño en el cuerpo.
—Jungkook. —Susurró. Le encantaba escuchar su nombre ser nombrado por el alto.
—¿Mmm?
—Jungkook. —Habló de nuevo, pero esta vez con un poco más de firmeza.
El nombrado abriendo poco a poco su vista, sin dejar de observar, noto algo extraño en él. Su rostro mostraba señales de miedo y exasperación, escaneando todo su ser en un santiamén.
No se sentía bien.
—¡Jungkook! —Exclamó más autoritario, casi se podría decir con angustia.
El chico no entendía qué sucedía, se alarmó de inmediato meditando si había hecho algo mal, y que por eso le llamaba la atención de esa manera.
—¿Qué- ?
—¡¡Jungkook!! —Gritó roto causando un espanto en el joven.
De un sobresalto abrió sus ojos y con fuerza su cuerpo se alzó de golpe, con la respiración agitada acompañado de su pecho tamborileando incesante a mil por hora, se vió en la cama de una plaza cubierto completamente por una fina capa de sudor.
No dandose cuenta de que había alguien a su lado en ese mismo instante.
Giró su cabeza hacía su derecha y un chico, se podría decir menor que él, de pelo azabache, ojos redondos, lindas mejillas y vestido con un pijama de azul a rayas, se encontraba escaneandolo con preocupación sosteniendo un vaso de agua en su mano izquierda.
—¡Oye hyung! ¿Estas bien? —Entabló conversación moviendo su mano libre en frente del estático joven que no daba señales de vida.
Las gotas de agua escurrian de su cabello ahora mojado.
En tanto el alma de Jungkook volvia a caer en su lugar, todo, absolutamente todo en su mente, incluidos los recuerdos, cayeron como piezas de dominó, y la mueca de inentendimiento que tenía plasmada anteriormente en su rostro no era nada, pues ahora lo único que gritaba su mente era que quería era saltar y arrancarle la cabeza al maldito entrometido que tenía como hermano.
—¡Minhyeok llamando a tierra Kook! —llamó suavemente de nuevo sin éxito— ¿Hyung?
Exasperado del silencio se acercó lentamente al rostro del mayor, el cual mantenía la mirada estática en algún punto del suelo alfombrado.
Mala idea.
Ya que enseguida sus ojos se encontraron con los del menor sobresaltadolo, y este casi podía ver como un vivo resplandor salía de estas.
—¡Empieza ya a cavar tu tumba! —gruñó alzándose.
Jungkook salió disparado de su cama queriendo agarrar al entrometido de su hermano, quien lo saco según él, de el gran sueño de sueños.
¡Como puede ser que esto le estuviese pasando!
Por otra parte, Minhyeok con agilidad -sin soltar su vaso- y gritando exasperado el porqué su hyung lo perseguía con un bate de béisbol del año 19, corría dentro de la pequeña habitación tratando de no llevarse por delante ninguna de las reliquias del azabache.
Hasta que fue él quien decidió parar cuando saltó encima del mueble suave hasta quedar en frente de su hermano mayor. Este sin soltar objeto por supuesto.
—¡Para! ¡Para! —Imploró cerrando sus ojos por el miedo y agitado por las prisas— ¡¿Qué es lo que te sucede?!
—¡No! ¡¿Qué es lo que te sucede a tí?! —reclamó Jungkook furioso señalando con el bate— ¡¿Cómo se te ocurre siquiera despertarme?!
—Yo...eh...
—Explicate. —Insistió duro de nuevo.
Hyeok asustado quería excusarse, pero pensaba que con decir un solo "mu" su hermano le golpearía sin parar el cráneo. Y para él esa bella carita debía seguir intacta, sin embargo, viendo el panorama actual no le tomo más que agarrar valor y lo hizo.
—Y-yo baje por un vaso de agua, y cuando apenas venía subiendo las escaleras para irme a mi cuarto, escuche un grito que venía justamente de aquí. Sonaste t-tan asustado que pensé que te había pasado algo y entre sin pensar. ¿Hice mal? —Preguntó dudoso encojiendose en su lugar.
El azabache aún agitado por la persecución, bajó lentamente el arma dejándolo a su costado, y rendido al ver como habia actuado por impulso, se tocó el puente de su nariz a modo de frustración.
—No —contestó—. Ya no importa dejalo.
No lo culpaba, el niño de quince años pudo haberse imaginado cualquier cosa, y él tampoco iba a dejar al espectáculo que su hyung tuvo una fantasía con una de las personas más hermosas que pudo existir en el planeta.
Fantasía.
Fantasia.
«Oh mierda mierda no», pensó.
Llevó discretamente su mirada a sus pantalones, notando como algo sobresalía de estos, y en un flash ya tenía sus manos cubriendo la zona, con el plus del bate.
«Por favor que Hyeok no lo haya notado», suplicó actuando por fuera.
—Perdona por levantarte hyung, no pensé que...
—Ya ya, no te aflijas niño —interrumpió deprisa al menor en su posición, recreando un ademán hacia afuera—. Ya vete a la cama.
Y así sacando casi a rastras a su hermano, el cual seguía insistiendo en pedirle perdón una y otra vez, cerró la puerta quedando en completo silencio la oscura habitación por segunda vez.
El maldito silencio.
Después del barullo, Jungkook trató de reorganizar sus ideas sobre el sueño ocurrido. Se tocó el cuello. Mismo lugar donde ciertos labios se habían clavado con fervor.
«Fue como si de verdad me hubiera tocado», pensó.
Las palabras que el contrario le había dedicado antes de despertar le apretaron el corazón, y sonrojado las que él sin ser consciente le pidió. Que castigo era sufrir semejante partida.
Volvió a recordar nitido la cara de desespero que se implantó en el rubio antes de abandonar.
Su palma aterrizó cerca de su corazón, respirando en sincronía mientras sacudia su cabeza por las extrañas sensaciones que le pincharon su conciencia.
«¿No me habré ido a un mundo paralelo sin querer?»
Muchas de esas frases rondaban su cerebro, y se abrazó a sí mismo entretanto el extraño vacío luego de la experiencia vivida lo encontró en los confines de su sitio.
Dejó el bate desparramado en algun lugar, y estaba a esto, de volver a las sabanas ya cambiadas por unas nuevas consecuencia de su sudor.
—Me estoy volviendo loco —declaró cansado, cayendo en forma de estrella tratando de poder establecerse en la dura vida actual—. ¿Qué me está pasando?
Esos sueños, últimamente se estaban convirtiendo en algo más. Algo que sin miramientos no tenian un sentido, asustandole el retorcido punto al que sus mismos deseos llegaban.
Y el azabache estaba comenzando a preocuparse, pues encariñarse a ese punto con alguien que ni siquiera se encontraba pisando la tierra no estaba en sus planes...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top