CAPITULO 27

CLARENCE

Vacío los bolsillos de mi saco llegando a mi departamento y me despojo de él, para estar en más libertad yendo a mi habitación, para minutos después con algo holgado y cómodo, ir a la cocina por algo de beber y volver a la sala.

En realidad a mi escritorio, cual cerca del ventanal frontal a la calle, observo lo que me regala como siempre, mientras tomo de la misma botella el jugo, para luego depositar mi vista en lo que descansa junto a mi notebook y abierto con sus páginas finales.

El manuscrito de mi nueva novela con la palabra final, abajo de todo.

Chequeo la hora.

Todavía no es muy tarde y con la esperanza de ese milagro y sacando una bandita de un cajón para atar a medias mi pelo y que no joda, tomo asiento frente al teclado y como una de docenas veces más, leer algunos pasajes de mi obra para terminar mi lectura con su desenlace.

LULÚ

El sonido del microondas finalizando su tiempo, me saca absorta de mi mirada en la carpeta que Clarence que me entregó y aún, no le eché un vistazo.

Saliendo de la casona y tras despedirme de mi abuelo, de regreso llegué directo a casa, y sacándome lo que llevaba encima y quedando con la ropa más indigente como favorita de entrecasa.

Camiseta extra grande y vieja, descalza y con pantalones de gimnasia de mi hermano desechados por desteñidos y yo impidiendo su futuro en el basurero, lavé y me los apropié.

Ya caliente con dos porciones de pizza de ayer en una mano y la otra, llevando un vaso de yogurt.

Me dirijo a la pequeña alfombra que decora mi mini salita para tomar asiento tipo indio frente a la baja mesa y entre mordida como traguito fresco, me decido a husmear la famosa carpeta.

Chupando mis dedos de rico y chorreante queso derretido me encuentro que en su interior.

Me sorprendo.

Lo que yo pensé que serían cientos de hojas con directivas de mi nuevo jefe y amor, solo es una.

Sí.

Solo una, indicando su dirección y como bien me mencionó, horario de entrada a partir de mañana.

Para luego.

Limpio mis dedos con la servilleta de papel.

Descubrir por más y que aún no lleva un título en su principio su obra, que en realidad las cientos de páginas restantes, es el manuscrito de su novela.

No entiendo por qué, me sorprende tanto eso, ya que se supone que debo leerlo con lujos, prolijo y detalle tal, pero pensé que eso lo haría mañana.

Y como amante de las novelas.

Y en este caso, no solo con la exclusividad, si no además, que por fin voy hacer una parte de lo que amo y estudié.

Olvidando mi cena y mi yogurt, me recuesto a placer sobre la alfombra y hasta subiendo un pie arriba del otro para mayor comodidad, me dispongo emocionada a leer.

- Comienza lindo, cretino... - Murmuro bajito al leer el principio, cual inicia con la historia de una niña.

CLARENCE

La luz roja por el encendido de la cafetera se activa al preparar con lo último que me queda del paquete, mientras saco una taza de la alacena y la dejo a su lado.

Los breves minutos de preparación son suficientes para que me dirija y ya con la noche avanzada, hacia mi habitación nuevamente, pero ahora con la idea de una ducha para sacarme, no solo la humedad del día con la lluvia que transitó en toda su mañana.

Si no, también.

Que el agua despeje lo que se abarrota en mi cabeza de palabras.

Muchas.

Y llenas de sensaciones, emociones, descripciones y hasta colores.

Soy del poco porciento que no cree en el bloqueo de escritor.

Ateo a ello, totalmente.

Ferviente creyente sin embargo, que uno no sufre del mismo y más bien, lo que se padece, es de un congestionamiento de ideas.

Un abarrotamiento de imaginación, proyectos y conocimientos sin subestimar lo menos importante.

Las ganas y cual muchas, te juegan en contra.

Y solo, hay que acomodarlos.

Puedo escuchar ya fuera de la ducha y secándome, como el café ya está listo.

Solo envuelto en una toalla y con otra secando vigoroso mi rostro como pelo, voy por la taza sirviendo poco más de la mitad, mientras vuelvo a la sala y mi escritorio.

No tomo asiento.

Permanezco de pie dando un sorbo con ganas, sin dejar de mirar un gran letrero publicitario que ahora iluminado con sus dorados y plata, desde su distancia anuncia su producto en la altura que se encuentra.

Y sonrío satisfecho.

Tenía razón.

Un buen café con una buena ducha y anexándose, la nublada pero cálida noche, excelente combinación.

Pero mi vista cambia de dirección, ya que otro sonido se anuncia.

Y vuelvo a sonreír.

Ya que la esperanza ante ese milagro, no se hizo esperar.

Lo sabía.

Luz María no lo iba a dejar para mañana al darse cuenta.

En la puerta levanto el tubo del teléfono eléctrico de entrada y por la pequeña pantalla del sistema de seguridad como ingreso, me muestra su bonito rostro.

Uno ansioso frente al aparato y por tal.

Se me escapa una risa.

Muy cerca del visor que y con ello, podría ver a través de él, pronunciando más su enormes ojos azules.

Aclaro mi garganta antes de hablar, ya fuera de diversión.

- ¿Luz?

- ¡Sí, ábreme! - Me pide dando saltitos en su lugar.

No es frío, son nervios.

Me apoyo sobre la pared.

- Pero, es tarde.

- ¡Al diablo! - Sin respeto a su jefe, maldice haciendo honor a su apellido materno.

Me acomodo mejor y aunque sé, que no me ve, me señalo sin abandonar la llamada.

- Lulú, acabo de ducharme... - La miro por la pantalla. - ...no llevo nada puesto...

- ¡Entonces cúbrete y déjame pasar Clarence, Maldita sea! 

No hay rastros de pudor suyo por mis palabras.

Y ya tampoco ese temor a referirse a mí, al sentirme cerca desde que nos volvimos a ver.

Suficiente para sentir que ya esos jodidos 8 años, no hacen la diferencia ni distancia y volver a ser la Lulú de siempre.

Mi Lulú.

Y mi dedo apretando el portero para que ingrese, es la respuesta.

Y no duda...

LULÚ

Infarto.

Capaz que exagero.

Pero eso es lo que sentí en mi pecho con cada página leyendo del manuscrito y llegando a su final, bajo una exclamación con ese ataque mencionado antes e incorporándome de golpe sobre la alfombra, ya que seguía desparramada como me gusta hacerlo cuando leo.

- ¿De qué, carajos es todo esto? - Mezcla de asombro y mucho, de costarme creer, me dije.

Me siento descompuesta, pero de emociones y estas, un cóctel de todas.

Como si cada una colisionaran entre sí, y tipo trenes, pero en mi forma humana al mismo tiempo.

Y no dudo.

Poniéndome de pie y a la velocidad de la luz y solo yendo a mi habitación por algo para mis pies y sin siquiera reparar en un abrigo, pero memorizando la dirección de Clarence con un ligero vistazo al papel, mientras tomo la carpeta completa.

Salgo de mi departamento y ya afuera y mirando para ambos lados de la calle, jodidamente levanto mi mano la divisar un taxi libre para que se detenga.

Porque, tampoco quería perder tiempo en bajar a la cochera por mi chachita y abrir como cerrar el portón de ingreso como salida.

CLARENCE

Arrugo mi ceño al abrir la puerta y escanearla.

No me había percatado de que no llevaba un abrigo y ese temblor se intensifica, sea de los nervios como por el fresco de la noche.

- Podrías haberte abrigado...

- Tú, también... - Me interrumpe, cruzada de brazos y mirándome sin preámbulos de arriba abajo por verme solo con la toalla.

LULÚ

Rayos.

¿Saber que Clarence, es el amor de toda mi vida?

Nada nuevo.

¿Saber que Clarence, es lindo hasta el hartazgo por donde se lo mire y fui testigo de eso de niña?

Tampoco, nuevo.

¿Saber que por eso y después de mucho tiempo y ahora con ojos adultos lo rectifico, con solo mirar su media desnudez dura, tonificada y dorada por ese sol africano que lo bautizó desde su nacimiento y con una odiosa toalla cubriendo lo justo y necesario, dejando poco a la imaginación?

Sí, eso es nuevo para mí.

Me encojo de hombros.

No vamos a mentir.

Pero lo disimulo.

- Touché, arbolito... - Me dice divertido y para mi desgracia por ir hacia la cocina, caminando delante mío, dejando a mi vista.

En vivo y muy directo, mierda.

Su ir, con esa jodida toalla marcando más de la cuenta su durito trasero.

Miro el techo.

No es justo, Cristo.

Pero y mientras lo veo como busca otra taza y vierte café caliente, me concentro y elevándo la carpeta, la sacudo por el aire.

- ¿Qué es esto, Clarence?

Apenas mi mira por uno de sus hombros.

¿Les dije, que sigue desnudo?

- El manuscrito de una novela completa, arbolito... - Como si nada.

Y como si nada luego, volteó para ofrecerme esa taza apoyado en la mesada de la cocina.

Lo miro con cara de pocos amigos por su sarcasmo.

Se sonríe, mientras le acepto la taza.

Me hace falta y bebo un poquito.

Su cocina es bastante amplia, sin embargo y recibiendo el café, tuve la sensación, aparte de sus dedos apenas con los míos, que todo nos había rozado.

Carajo.

Giré mi cabeza para disimular.

- ¿Puedo vestirme antes de contestar tu duda?

No lo miré.

- Por favor... - Bebí otro trago.

CLARENCE

Con un pantalón y saliendo de mi habitación poniéndome la primer camiseta que saqué del cajón, en la sala me encuentro a Luz María sentada en uno de los sillones individuales a pocos pasos de mi escritorio.

Su postura es relajada o más bien mi lectura es de entregada y a la espera.

Su mirada azul alzándose al sentirme y sin abandonar la carpeta entre sus dedos, me lo confirman.

Y tomando asiento en otro y frente a ella, yo también me entrego, pero decidido.

- ¿Es en serio? - Vuelve a elevar la dichosa carpeta con mi novela.

- Nunca jodo con mis obras. - Es mi respuesta y cambiando mi postura hacia adelante la miro de lleno entrelazando mis manos. - ¿Te enoja?

Y niega.

LULÚ

- Me confunde... - Respondo, bajando mis ojos a la carpeta.

Y suspiró.

Pero no, contrariado, más bien, pensativo y echando su cabeza hacia adelante, causando que sus hermosos rulos, largos y naturales, le caigan de una manera promiscua a mis sentidos tapando algo su rostro.

Pero eso duró poco, porque su mirada gris se elevó.

- Luz María. - Es serio. - No entra en discusión el título de la novela.

Ya no tiene aire divertido, ni provocador.

Tengo frente a mí, al reservado, implacable y severo escritor reconocido, Clarence Montero hablando a su editora.

No, su Lulú.

Y así, anuncia negado el motivo, tanto el que me urgió venir como sorprendió y jodidamente no pude esperar unas horas para ello.

El título de su próxima novela.

Ya que y al final, con su sinopsis como detalles internos.

Dice y se llama.

Y se me escapa un estornudo.

"Todo por Lulú."




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top