CAPITULO 17

LULÚ

Las semanas siguientes, sí, como siempre y dije una vez.

Mi vida la del montón.

Pero, sucediendo grandes cosas para lo que es la mía.

Como el comienzo de mi trabajo en la editorial en el escalafón más bajo.

Una novata y algo así, como la secretaria de las secretarias y ayudante en lo que necesite el personal en general en nuestro piso.

Fui presentada a todos por a todos por el mismo director y bajo el saludo como bienvenida de ellos, me mostraron mi lugar de trabajo.

Un box lateral de muchos, vacío a mi espera y solo con lo necesario sobre él, aparte de una computadora propia.

Cuando me permití sentarme, lo sentí como un trono, aunque lejos de ello.

Pero la emoción y tantas expectativas de lo que era trabajar acá, me hacía sentirlo así.

Hasta acaricié la superficie de la misma y mirando con tanto cariño, como si ese poco más de metro cuadrado, fuera una porción de propiedad que ahora era mío,  estuviera valuada en oro puro cada gramito en madera con su silla.

Y más.

- Guau... - Se me escapó, mirando hacia la PC con detención y como todo adorno en la mesa de mi box.

Y estiré mi brazo para que mis dedos lo palpen.

Al notar abajo de la pantalla y pese a pequeño por su tamaño, pero no para mis ojos.

Una pegatina de una flor y sonreí más al ver, que en realidad era una rosa roja.

Y afirmé con eso.

Como una buena señal y me acomodé mejor, mirando todo otra vez muy satisfecha, ya sin miedo por ser todo nuevo.

Ya que, eso me confirmaba que acá, esto y ahora, era mi trabajo.

Sí, señor.

Y con esto, otra cosa.

Un siguiente paso muy importante para mí, saliendo del trabajo una tarde y caminando por la zona hasta la parada de mi autobús.

Curiosa y mirando, presté atención a lo que antes jamás se me había pasado por la cabeza.

Los carteles de alquiler de varios edificios, que muchos como en diferentes pisos tenían.

Siendo motivo de análisis de días.

Muchos.

Y cuando me decidí, lo hablé con mis padres.

Yo quería irme a vivir sola.

Ya me sentía adulta y con el respaldo de mi trabajo querido, pasando los meses de prueba y quedando efectiva, había llegado el momento.

Cuando les dije de mi decisión, estaba todo de mi parte resuelto en cuanto al lugar.

Un pequeño, pero bonito monoambiente cerca del trabajo y con cochera incluida para mi chachita, siendo el depósito más la mensualidad, apta a mi situación propia económica.

Porque, necesitaba al conversarlo con mi familia, que entiendan que esto no era audacia por capricho.

Si no, algo adulto.

Cosa que lo aceptaron viendo esa determinación y más, cuando me acompañaron al ver el lugar y lo que más le importaba.

Mi felicidad.

Al que no le agradó mucho y me lo declaró mientras hacía mi mudanza, fue a Afrik cuando se lo conté emocionada.

Pero no me enojé, aunque fue fastidioso sus pero.

Porque, creo que aprendió a quererme como una hija o hermana.

Ruedo mis ojos.

Estilo Clarence.

Y una serie de alarmas en cuanto a la seguridad o el tamaño entre otras cosas, fueron sus excusas, procurando seducirme a que no lo haga todavía.

- ¿Todavía? - Repetí lo último, casi sin pulmón por subir una caja hasta mi piso.

Siendo un edificio de tres pisos, carecía de ascensor y cual, para ir a ellos era por una escalera externa, cosa que esa individualidad íntima fue de las que más me gustó.

Su edificación no era nueva ni de última generación, pero su antigüedad y buen cuidado, me encantó.

Apoyé la caja en un murito y hasta puse una mano en mi cintura como si mi amigo me estuviera viendo.

- Ya es el momento Afrik. - Le dije, haciendo malabares con el celular y caja, buscando mi juego de llaves. 

- No vivirás mucho tiempo ahí... - ¿Eh? - ...podrías haber esperado un poco más...

Juro que saqué mi móvil de mi oreja para mirar el artefacto con mueca de no comprender.

¿Y eso?

Volví a ponerlo en mi oreja, retomando mi subida y decidí reír.

- Bueno...yo creo... - Agitada y alegre por más rareza a su conclusión que no entendí. - ...creo que hice lo correcto, amigo... - Bufido de alivio, cuando llegué a mi puerta. - ...porque, tengo para un buen tiempo acá, hasta que en la editorial ya esté en una posición más importante y pueda cambiar a algo mejor. - Abrí la puerta y empuje con un pie la caja adentro. 

Cerrando, fui directo a la ventana principal para abrirla de par en par y entre el lindo aire de afuera.

Al ser pequeño, muy luminoso y feliz, miré todo en su pequeñito tamaño que me gustaba mucho finalmente con todas mis cosas, aunque faltara acomodar.

CLARENCE

Basurero.

Sí.

Así lo sentía yo a su departamento por más que, y mientras seguíamos hablando, Luz María con toda la emoción del mundo, me intentaba convencer sobre millones de buenas cosas y adjetivos su nuevo hogar.

Cosa que, por más diminuto tamaño y el inmueble tenía sus años.

Yo sabía, que no exageraba.

Ya que, acera enfrente y a una distancia prudente en diagonal de su calle, apoyado en la fachada de otro edificio vecino como la bicicleta y sin soltar mi teléfono, miraba el suyo como altura de su piso.

¿Acosador?

No lo creo.

Solo que necesitaba saber de la misma y con mis propios ojos, por más que Cristiano y hasta Tatúm me dijeron que era apta.

Y sí, también lo segundo, que en realidad era lo primero.

Verla.

Hacerlo, aunque sea de lejos y con ganas de correr a ella, cuando la vi llegar en su coche para, no solo abrazarla.

También, poder ayudarla y contrariado negar que aún no, cuando la vi subir y bajar cuatro veces por sus cosas con lo último de su mudanza.

Celos estúpidos me poseían, lo reconozco.

Lo eran y más, cuando a ese verbo solo lo tenía que usar en ella.

Solo en mi Luz.

Por eso, acomodando mejor la gorra sobre mi cabeza y bajando la visera para que no me reconozcan, seguido a mis lentes de sol, tomé mi bicicleta para montarme y al despedirnos, volver colina abajo en dirección a mi casa, con el consuelo de que ya falta poco.

Cada vez menos, arbolito...


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top