Capítulo 1: ¿Casualidad o Destino?

El destino suele ser bastante impredecible, nunca puedes estar seguro de a dónde te llevará. Un segundo estás tranquilamente en tu cama y al otro te encuentras dentro de un avión volando sobre el océano para formar una nueva vida en un lugar que desconoces, o al menos ese era el caso de Taiki. La joven se aferraba con sus uñas al asiento del avión mientras miraba de forma ansiosa por la ventana, sin duda los cambios no eran para nada su fuerte, aun cuando ya estuviera acostumbrada a ellos desde temprana edad.

-Tranquila querida, todo saldrá bien-recibió una palmada reconfortante del hombre sentado a su lado.

-Se lo agradezco profesor-soltó un profundo suspiro antes de fijar sus ojos azules en la imagen de su canoso mentor.- Es solo qué... todavía me cuesta hacer esto, empezar de nuevo-hace una ligera mueca de disgusto.

-Lo sé cariño, siempre es difícil-peina uno de los mechones castaños de la menor detrás de su oreja.- Pero te prometo que este comienzo será diferente, finalmente podrás explotar tu talento e incluso hacer amigos-le menciona emocionado, dándole un ligero codazo en su brazo.

-¿Amigos, eh?-saca una vieja foto del bolsillo de su chaqueta.- Al menos tuve un amigo real en ese mísero pueblo-admira con tristeza el retrato donde salía junto a un chico dos años mayor que ella, de cabello cenizo quien usaba unas enormes gafas cuadradas.

-Taiki ya hablamos de eso antes-refunfuña con molestia.- Ese chico no... no me agrada, su comportamiento es... muy extraño-frunce el ceño con desconfianza.

-¿Quieres hablarme de algo extraño?-se señala a sí misma con sarcasmo.

-Lo único que quiero es que tengas una vida normal y hagas buenas amistades-toma su hombro.- Les prometí a tus padres que cuidaría de ti-susurra con melancolía.

-Dudo que una vida normal sea posible a estas alturas-recarga el mentón en la palma de su mano.- No me mal entienda profesor Satoru, realmente le agradezco todo lo que ha hecho por mi, por criarme. Pero nada nos garantiza que las cosas salgan bien aquí o que no vuelva a repetirse los incidentes de antes-voltea su mirada hacia la ventanilla.- Ni siquiera estoy segura de lograr ganar la competencia de robótica, y mucho menos he pensado en mi proyecto.

-Tienes un gran talento Taiki, solo debes confiar más en ti misma-le asegura sincero tomando su mejilla.- Ya tendrás tiempo de pensar una vez que nos establezcamos en nuestro nuevo hogar, y en cualquier caso yo podría pagar tu colegiatura para que entres a la universidad, pero me pareció una buena oportunidad para demostrar tus habilidades y conocer personas nuevas-le guiña el ojo.

-Creo que primero me concentraré en el invento y luego ya veré lo otro-rueda los ojos nerviosa, la idea seguía sin encantarle.

-Yo sé lo que te digo niña-se acomoda su bata blanca mientras movía de forma graciosa su frondoso bigote.- La verdadera inspiración de todo científico nace del corazón, y no encontrarás mejor inspiración en todo el mundo que... ¡San Fransokyo!-gritó el hombre con emoción pegando su rostro a la ventanilla cual niño.

Ese hombre jamás cambiaría, sin importar que ya estuviese cercano a sus 60 años él igual seguiría actuando como un crío entusiasmado si de robótica o ciencia se trataba; aunque al asomarse un poco pudo entender mejor la emoción de este. Enormes dirigibles de todos los colores y diseños cruzaban frente a su ventana tan cerca que de no ser por el cristal estaba segura que podría tocarlos e incluso subirse a uno de ellos, aunque este último era más una pequeña fantasía; los repetitivos paisajes azules del mar rápidamente se iban quedando atrás dejando inmensos y coloridos puentes abrirse paso entre sus aguas para finalmente conectar con su destino, el cual no era otro más que aquella majestuosa isla repleta de rascacielos que relucían como espejos reflejando al poderoso sol de la mañana en su apogeo, y a espaldas de estos pequeñas viviendas y edificios más modestos cubrían los montes de zonas residenciales pero sin dejar que se perdiera todo el verdor natural que la isla les ofrecía, naturaleza y tradición fusionadas con el caótico estilo del mundo moderno, era la perfección construida; y eso que solo lo estaba viendo de día, había escuchado antes que por la noche era cuando realmente cobraba vida la ciudad, aunque sí y así impresionaba al mirarlo no podía imaginar algo todavía mejor. Esa era San Franzokyo, la cúspide de la tecnología más avanzada del mundo y el hogar de los mayores científicos e inventores en potencia de la historia, un lugar desafiante e incluso algo intimidante para una joven que apenas acababa de abandonar su pequeño pueblo, no podía compararse en nada con la gran ciudad que contemplaban ahora sus ojos. El único deseo que rondaba por la cabeza de Taiki en ese preciso instante era el ser capaz de superar la nueva vida que le esperaba al aterrizar y no tener que pasar por más decepciones, pero lo que ella nunca imaginó fue que el destino ya había empezado a confabular para llevarla hasta la mayor aventura de su vida.

Mientras el avión cruzaba sobre la ciudad para terminar con su travesía, deslizándose en medio de todo el ajetreo local que conllevaba el día a día, un muchacho de cabellos azabaches aprovechaba su tiempo libre para monitorear las costas con diferentes aparatos, lo usual: verificar las anomalías sísmicas, colocar sensores de calor de alta frecuencia, cosas típicas que cualquier joven normal de quince años haría. Si, cualquiera con un IQ más grande que el promedio y que sea capaz de estudiar ingenieria en mecatronica avanzada en la universidad más prestigiosa de la ciudad, pero la modestia es lo último que se pierde. El chico había instalado su pequeña base provisional bajo la estructura del puente neón que conectaba a la isla con el continente Asíamericano, sus ojos viajaban de un monitor a otro comparando los resultados que obtenía de cada uno.

-Hiro, ¿viste eso?-una suave voz femenina resonó desde el reloj inteligente que llevaba en su muñeca.

-Lo vi Honey, los micro sismos están siguiendo un patrón-le afirma a la rubia.

-¿Crees que se deba a algún tipo de falla tectónica?-esta vez alguien más tomó la palabra, su tono era masculino y preocupado, de aquellos que buscan siempre una respuesta lógica a los problemas.

-¡Oh! ¡Oh! Tal vez se trate un monstruo mutante que viene del océano y quiere convertir a la ciudad en su nuevo nido-sugiere un chico de cabellos rubio rojizo desde el otro lado de la pantalla, que parecía más contar la trama de una película de ficción que sugerir una teoría racional.

-Fred, ¿has estado viendo las películas de Godzilla otra vez?-interrogó el mayor de tez morena.

-¿Que? Por supuesto que no-respondió despreocupado.- Prefiero leer las versiones clásicas de los comics ¡Esas batallas si son épicas!

-Sea lo que sea estos temblores ya han durado demasiados días, no puede tratarse de algo normal-intervino la pelinegra con tono serio mientras explotaba otra bomba de chicle.

-Puede que Fred no esté tan alejado esta vez-contesta el menor del grupo mientras nuevamente revisa la pantalla en el sensor de calor.

-¡¿Qué?!-casi le saltaban los ojos de la cara al afrobrasileño.

-¡Ja! ¡Lo sabía!-ríe emocionado.- Debí haber apostado un sándwich.

-Hiro, ¿estás seguro?-le mira angustiada su amiga de anteojos.

-No puedo confirmar que sea exactamente, pero los sensores de calor detectaron algo moviéndose alrededor de San Fransokyo... y es enorme-les advierte.- Manténganse alertas y prepárense por cualquier circunstancia, iré a buscar a Baymax y nos reuniremos en el Gato de la Suerte.

Todos asintieron conformes antes de apagar sus cámaras, Hiro se apresuró en guardar todo su equipo y de sincronizar los datos del sensor de calor con su reloj para monitorear los avances de aquella cosa. Era complicado llevar una vida secreta de super héroe y tratar de balancear sus actividades como estudiante prodigio, menos mal era fin de semana así que no tendría problemas con las faltas esta vez. Colgó su mochila en el hombro y corrió por los muelles para acortar camino desde los callejones, estuvo a punto de dar vuelta en uno cuando se encontró de frente con una vieja y destartalada bodega, conocía bien aquel lugar y no le traía gratos recuerdos; suspiro hondo para tratar de olvidar aquello y concentrarse nuevamente en su camino, necesitaba darse prisa pues le estaban esperando. Pero si tan solo se hubiese detenido un segundo más a observar quizá se hubiese percatado de la misteriosa figura que lo estaba acechando desde el tejado del almacén, vigilando fija y silenciosamente cual sombra al joven azabache hasta alejarse de su vista, sin embargo aquella no sería la última vez que se verían y tan breve como una ráfaga de viento desapareció en las inmensidades de la ciudad.

Volviendo con el viaje de nuestra ave metálica, tras largas horas de vuelo sus ruedas finalmente habían hecho contacto con el suelo terrestre llegando a su tan ansiado destino. Para la mayoría de los pasajeros ahí presentes aquello significó el desenlace de su breve recorrido aéreo,  no obstante para cierta joven se trataba del inicio en su nueva aventura viviendo como una ciudadana normal  en la gran ciudad; mentiría si dijera que los nervios no le estaban comiendo las neuronas, pero debía tratar de ser algo asertiva para acostumbrarse a su nuevo entorno. Quejidos y empujones por parte de sus compañeros de asiento le hicieron aterrizar en la realidad, viendo como su tutor ya se había adelantado a los demás corriendo entusiasmado para ser el primero en besar las pista de aterrizaje, una fantasía  que el viejo siempre tuvo al ver tantas escenas así en películas.

-¡Mua! ¡San Fransokyo hemos llegado!-tras cumplir su objetivo y limpiarse algunas piedras del mostacho, se levantó de un salto para hacer señas a su hija.- ¡Taiki date prisa! ¡La ciudad nos espera!

La chica solo rió un poco avergonzada por el momento aunque ya conocía perfectamente la estrafalaria personalidad del mayor sabía que aquello lo hacía para animar el ambiente, y en realidad lo había conseguido pues sin darse cuenta su miedo había desaparecido dejándola descender con más confianza por las escaleras. Una vez que estuvieron juntos, el profesor le agarro del brazo arrastrándola hacia la salida  donde un auto ya les esperaba, sin embargo eso no le impidió detenerse a tomar fotografías cada 5 segundos maravillado por la increíble infraestructura del edificio y sus tiendas de recuerdos, al final tuvo que ser ella quien lo tirara del cuello de la bata hasta el vehículo o hubiesen pasado el día entero sin salir del aeropuerto y el taxímetro seguía corriendo. El recorrido hacia su nuevo hogar fue casi igual con el hombre tomando fotografías por donde pasaban, Taiki solo apreciaba fugazmente el recorrido, después tendría suficiente tiempo para explorar la ciudad con más calma. De aquella misma forma continuo su camino hasta que lograron divisar el nuevo entorno al que se adaptaría su rutina, a pesar de haber dicho querer rehacer una vida normal para ambos el profesor termino adquiriendo un viejo terreno en la zona más cara y prestigiosa de la ciudad, donde solo la gente con dinero lograba pagarse sus enormes y pretenciosos condominios, un lugar poco usual si se desea pasar inadvertido pero las extensas hectáreas de la vivienda sumado a todo el espacio interior que tenía la estructura original de la mansión hacían desbordar su mente con ideas para una gran transformación en la cual podría adaptar el lugar para convertirlo en su nuevo laboratorio, ademas de garantizar un hogar cómodo y seguro para su hija. Las inmensas rejas se abrieron para darles la bienvenida, dejandoles el acceso libre por el camino asfalto y hermosos jardines hasta las puertas de su casa; ambos bajaron del vehículo contemplando la imagen, mientras el profesor le pagaba al taxista por sus servicios Taiki miraba con atención el lugar a la par que veía a las personas de la mudanza dejar los últimos muebles y cajas dentro del edificio, había escuchado los planes del mayor desde que este le contó sobre la idea de mudarse, pero jamás se imagino viviendo en un condominio como aquel, no se quejaba pero le parecía demasiado grande para dos persona, aunque seguramente eso cambiaría cuando los robots salieran de sus cajas y volviese a encontrarse con auto-partes y botellas de aceite en las escaleras, esperaba que al menos con tanto espacio de sobra le ayudase al viejo a mantener el orden.

-¿Y bien? ¿Qué te parece nuestro nuevo hogar?-se coloca al lado derecho de la joven, admirando con orgullo el lugar.

-¿No le parece que es demasiado para nosotros? Es decir, solo somos dos-menciona escaneando el lugar con la mirada.

-¡¿Y yo que?! ¡¿Estoy pintado acaso?!-escuchan un quejido provenir desde el rincón donde se encontraban apiladas sus cosas.- Por cierto, no quisiera arruinar su lindo momento pero... ¡¿ALGUIEN PODRÍA SACARME DE AQUÍ?!-una de las cajas comienza a moverse desesperadamente.

-Jaja lo siento viejo amigo, te olvide por un segundo-corre a abrir la caja.

-Y la paz se acabo-rueda los ojos cruzándose de brazos mientras observaba al profesor pelearse con el cubo de cartón.

-¡Claro! Como ustedes viajaron en primera clase olvídense de Vecktor, al fin y al cabo yo solo soy el asistente, puedo irme en cajas como el resto de la mudanza, y ni etiqueta de frágil me ponen-responde ofendido mientras su creador lo sacaba del empaque.- ¿Saben que esos sujetos trabajan como gorilas? No imaginan cuantas veces me arrojaron durante el viaje.

-¿Y tú sabes que eres demasiado dramático para ser un robot?-le contesta burlona mientras le saca la lengua.

-A pero perdone usted, señorita se me cae el mundo encima-le devuelve con sarcasmo mientras cruzaba su metálicos y oxidados brazos.

-Suficiente par, ya dejen de pelear-interviene en el conflicto cual padre con sus hijos.- Taiki, ¿porque no vas a ver tu nueva habitación? Me asegure que tuviese una buena vista-le sonríe con su enorme bigote.- Y a ti, mi querido amigo de hojalata, te llevare a poner algo de aceite y sincronizar tu base de datos con el sistema de seguridad de la casa-sujeta la carcasa de bronce entre sus manos.

-Todo menos mi habitación y el baño, que no quiero sentirme observada-advierte mientras subía por la escalinata hasta el segundo piso.

-¡Con lo fea que eres ni quien quiera!-grita el IA recibiendo un golpe en sus circuitos por parte del profesor.- ¡Auch! ¿Qué? ¡Ella empezó!

La joven solo suspiro profundamente, ya eran usuales sus discusiones con el androide, llevaban haciéndolo desde que el viejo lo asigno como su niñero siendo una infante, pero ahora era una adolescente y quería sentir más libertad, libertad que se sentía limitada con su incesante vigilancia  y regaños por parte de ese cubo sesos de engrane. Mientras divagaba sus pasos la condujeron hasta la puerta al final del corredor, era de gran tamaño y la cubierta estaba tallada en un bello roble marrón, muy diferente a las puertas automáticas que el profesor había instalado en el resto de la casa, personalmente ella prefería los detalles en madera y sin tanta tecnología; no es que le desagradara en lo absoluto pues también era una apasionada inventora y tenía mucha creatividad, así que la robótica era parte de su vida en todo sentido, pero aveces anhelaba esos pequeños escapes para sentirse un poco más normal. ¿Normal? Si, eso intentaba hacerse creer. Empujo suavemente la puerta parpadeando antes de toparse con el inmenso espacio en su interior, su cama matrimonial lucía pequeña a comparación con todo lo que restaba, podría construir fácilmente una sala de boliche ahí y hasta sobraría, parece que el profesor le había cedido la habitación principal, aunque conociéndolo él sería capaz de construirse una habitación en el sótano o poner una cama en el laboratorio para estar más cerca de sus herramientas en caso de que la inspiración lo invadiera durante la noche. Prácticamente era un enorme lienzo en blanco, sus muebles y cajas ya se encontraban ahí pero aun necesitaría re-acondicionarlo para sentirse cómoda, le gustaban las puertas de roble que conducían a su vestidor y baño privado, aunque sin duda alguna lo que atrapó realmente su atención fue el enorme ventanal que recorría de pared a pared el lugar, llenándolo de luz y permitiendole admirar la vista hacia la ciudad.

-Se nota que ya no estamos en el pueblo-se sienta en la banqueta junto a la ventana para contemplar el panorama.- Solo espero que las cosas sean diferentes aquí-respira hondo cerrando sus ojos.

Trataba de concentrarse en los ruidos de la ciudad, como el claxon de los autos, las risas de los niños, los ladridos de los perros, los murmullos de las personas por la calle, los estridentes... gritos... de horror... y... los insultos.

FEA

ADEFESIO

ERROR

TRAIDORA

MONSTRUO

Un jadeo escapo de sus labios antes de volver a la realidad, todo estaba en calma, solo había sido su mente jugandole una broma o trayendo de vuelta malos recuerdos, necesitaba respirar algo de aire con urgencia y distraerse, antes que volviese a tener una crisis. De forma apresurada tomó  un bolso y se dirigió nuevamente a la puerta, dedicándole un último vistazo a su actual habitación; este era un nuevo capítulo en su vida, un nuevo comienzo, no podía caer de otra vez en la ansiedad sin haberlo intentado antes, se lo debía al profesor, además ya estaba cansada de seguir huyendo. Inhalo profundamente y con esa mentalidad decidida trato de dar el primer paso para disfrutar del lugar.

-¡Ya me voy!-se desliza por el barandal de las escaleras hasta llegar al primer piso.

-¿A dónde vas?-se asoma el hombre mientras terminaba de meter las ultimas cajas.

-A explorar, quiero conocer la ciudad cuanto antes-responde emocionada.

-¿Desde cuándo?-contradijo el androide de bronce ahora flotando por si solo.- Además, no puedes ir a ningún lado sin vigi...-una mano le interrumpe.

-Me parece grandioso que quieras conocer por tu cuenta, querida-le sonríe amable su tutor.- Claro que puedes hacerlo, solo me gustaría que lleves esto contigo-le coloca un reloj de color azul metálico en la muñeca izquierda. 

-Es lindo, ¿pero porqué me lo da?-mira el objeto confundida.

-Me pareció que tu celular necesitaba modernizarse, además este tiene algunas actualizaciones y accesorios que decidí añadir-menciona orgulloso.

-No tiene un micrófono ni cámara activada para que me espíen, alguna clase de alerta paternal o gas lacrimogeno integrado, ¿cierto?-le interroga con sarcasmo.

-Solo los necesarios para hacer una llamada casual, y... eso paso una sola vez-murmura haciendo un puchero tras los último.

-Como si no los conociera-rueda los ojos.- Está bien, ya me voy entonces.

-Ten mucho cuidado y llama si pasa algo-se despide de ella.

-Lleva a uno de los Mini Vecktor contigo-añade el droide.

-¿Una mini versión de ti para que me molesté todo el rato? No, gracias-se apresura.- ¡Nos vemos después! ¡Adiós!

Una vez con los pies fuera del portón principal y lejos de la vista de aquel par por fin pudo suspirar con desahogo, tratar de lucir emocionada frente a ellos era más difícil de lo que parecía, pero ya no había marcha atrás. Cuando levanto la mirada del suelo se encontró frente a frente con la vista hacia la gran ciudad, no podía negar que lucía bastante imponente y también intimidante, una parte de ella quería volver y encerrarse bajo su cama para esconderse otros 10 años mientras que la otra tenía el deseo por descubrir que tan innovador era ese lugar, quizás después de tanto tiempo finalmente encontraría un sitio al cual pertenecer, y si no ocurría quizás ya fuese tiempo de tirar la toalla y solo tratar de sobrevivir bajo las sombras lo más posible. El profesor había dicho antes que no había mejor ciudad para las personas como ella que San Fransokyo y muy dentro de si esperaba que tuviese razón, más no se imaginaba la magnitud que tendrían aquellas palabras en un futuro.

El camino fue cuesta abajo para la joven, literalmente, no se hagan ideas precipitadas todavía aun queda mucho por delante. Taiki descendió la colina desde los suburbios hasta llegar al centro de la ciudad y cometió un gran error al bajar del avión: creer que ya había visto todo, pues no se acercaba ni a la mitad de las expectativas que tenía en un inicio, sino que las superaba. Pocas veces había acompañado al profesor Satoru fuera del pueblo y visto algunos lugares, pero ninguno le llega de cerca a lo que sus ojos admiraban de San Fransokyo. Solo empezando por la incalculable cantidad de puestos ambulantes repletos de comida y aromas exquisitos pertenecientes a tantas culturas distintas ya era todo un comité de bienvenida orquestado para atraer a sus sentidos del gusto y olfato; y ese apenas era el comienzo, las enormes pantallas en los edificios con sus luces y colores la tenían fascinada, era un paisaje moderno con el cual se deleitaban sus ojos; más las estructuras locales y tradicionales como los templos le daban un ambiente hogareño; pero lo que más le encantaba era que a pesar de lo vanguardista de la ciudad aun se podía respirar aire fresco gracias a la gran cantidad de arboles y parques que la isla tenía, lo único que podría mejorarlo era ver los cerezos en flor, pero con eso conformaba. El único detalle que le ponía nerviosa eran las grandes multitudes, aun le abrumaba estar atorada entre tanta gente, especialmente en los cruces donde sentía que la corriente le arrastraba mientras intentaba escapar inútilmente de la marea.  Pero el destino es perspicaz, no importa cuanto trates de luchar contra él, cuando tiene que pasar simplemente ocurre. Y justo en aquel preciso instante que la recién llegada luchaba por mantenerse a flote en el feroz oleaje de transeúntes, un joven ingresaba sin pena y con prisa entre la muchedumbre, para él no era nada nuevo tener que lidiar con el traficó peatonal pues ya estaba más que acostumbrado, sin embargo sus reflejos no fueron tan eficaces en esa ocasión  ya que al tener la mente fija en su reloj no vio a la chica que se dirigía en dirección contraria a la suya, ocasionando su inminente colisión que los llevo directo al suelo. Una chispa magnética se produjo cuando los ojos marrones del muchacho se conectaron con los brillantes zafiros de la joven, poco sabían ellos que aquel choque tan inocente y casual se convertiría apenas en el inicio de una aventura que los uniría más profundamente en un viaje inesperado hacia las respuestas que ninguno había logrado conseguir por su cuenta, un cruce de destinos que no había hecho nada más que comenzar.

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Hola wattpadteritos, sé que es tarde pero finalmente logré conseguirlo. Quería que este fuera un día perfecto debido a que esta era una fecha muy importante para mi y deseaba hacer de este octavo aniversario uno muy especial e inolvidable para celebrar el nuevo lanzamiento de "8 Grandes Héroes 2.0", sin embargo las cosas no resultaron como las tenía planeadas. Aun así, gracias a su comprensión y al apoyo de mis seres queridos he sido capaz de levantarme de nuevo y poder cumplir mi promesa: traer el nuevo capítulo. Sé bien que no pudo ser en la fecha que establecí, pero al menos lo hice; espero en otra ocasión poder compartirles lo que pase el día de hoy y el mensaje que deseaba transmitirles en el directo, que haré nuevamente pero esta vez más preparada y con calma para evitar contratiempos de último momento. 

Me gustaría darles las gracias a todos por seguir aquí a pesar de tantos años y también a los nuevos lectores por apoyar la obra, realmente espero poder traerles una historia de calidad que todos disfrutemos. Está vez me tomaré las cosas con calma y me centrare una idea a la vez para no perder el hilo de la trama y así finalmente continuar con este sueño que había quedado pendiente. 

Ojala lo hayan disfrutado, nos vemos en el próximo capitulo.

Pd:

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