CAPITULO 13
ARTHUR
Exclamaciones seguida a otras es lo que puedo escuchar por parte de Gloria al ingresar a mi estudio.
Consecutivas como agradables y acompañados de ocasionales palmoteos de felicidad, mientras siento como recorre todo el espacio y deteniéndose en disfrutar cada detalle.
Las cortinas corridas previamente por Didier me permiten desde el lugar donde quedé y gracias al día despejado y por tal, la luz diurna del sol en todo su esplendor filtrándose, me permiten poder visualizar a Gloria en su recorrido.
Gracias a la misma, pero mucho más a la propia que toda ella emana y yo puedo ver.
¿Lo más gratificante?
Sonrío, cruzado de brazos.
Que Gloria no lo sabe.
GLORIA
Cuatro paredes que se unen para crear el sueño y hasta diría húmedo para cualquier amante de la pintura.
Para un artista.
Y por eso no puedo, no dejar de recorrer el enorme recinto admirando de un simple pincel reposando sobre una paleta.
Unos lienzos apoyados contra una pared, permitiéndome ojearlos al deslizarlos con mis dedos.
Otros listos, vírgenes y ya en sus bastidores para ser pintados y contar una historia.
Los caballetes, algunos limpios y otros a medio uso.
Mesas.
Decoración.
Y cada elemento en masa que descansan sobre estos.
Paletas, frascos, pinturas y docenas de pinceles.
Y llamándome la atención el de mayor en tamaño como el único tapado con una sábana blanca protegiendo un trabajo.
- ¡Tu última obra! - Chillo emocionada y hasta tengo que regularizar mi respiración de la emoción, porque santos pinceles del mismo Miguel Ángel, estoy siendo testigo de una pintura en proceso del mismísimo Arthur L'Rou en este instante.
Miro toda la habitación.
Y en sí, en su taller.
Su lugar para eso, donde docenas de mas obras como elementos me rodean.
- Se podría decir que es la primera después de mucho tiempo... - Susurra, llegando hasta donde estamos ambas.
La pintura y yo.
Sus dedos reposan sobre el género blanco que la cubre, pero no la destapa.
- ...pasó tiempo desde que hice una...
- ¿Por la situación de tu vista? - Digo y niega, palpando su largo haciendo pasos cortos.
- Aunque puede con esa connotación, no realmente... - Su mirada azul me mira por más que diga Arthur lo contrario.
Y oh, de vuelta asintiendo por más que no acabo de entender.
Río.
Ya que todo artista de poeta y de loco, todos tenemos un poco.
Me encojo de hombros.
Justificable.
- ¿Entonces? - Tomo asiento en una de las banquetas y apuntando mi lápiz y cuaderno.
Arthur hace un gesto curioso y lo aliento.
- La clase. - Golpeo el grafito a la hoja abierta por el sonido y me gano otra expresión singular, causando que ría. - Estoy preparada para ella.
Se apoya en un caballete.
- ¿Y crees que será teoría?
- Se supone que las clases tienen su parte teórica y la práctica.
Niega con un gesto de su mano que deseche el cuaderno como lápiz y obedezco dejándolo a un lado, seguido a señalarme que me levante de la silla, cual también acato.
- Gloria, para la parte teórica más adelante tendrás tu tiempo, que prometo enseñarte a mi manera. - ¿Eh? - Pero por ahora, solo práctica... - Palmea mi hombro. - ...mucha práctica. - Me promete.
Y quiero decirle que se explaye un poquito más, pero su segunda mano también descansando en mi otro hombro, me obliga a callar, porque con un movimiento me gira sobre él quedando a espaldas para que observe ese lado de la habitación.
Donde el piso despejado de cosas regala un gran espacio.
- ¿Ves el cilindro de blanco? - Me pregunta y afirmo.
Un rollo en uso de buen tamaño y con bastante papel para dibujar sobre él, que muchos pintores lo usan, sea para bocetear y plasmar el trabajo en curso, como también hacerlo directamente sobre el mismo.
Nunca tuve ese placer por alto costo que implica uno y creo que Arthur lo sabe por el suave apretón de sus manos a modo confianza.
- Ese lado del estudio es tuyo, Gloria. - Me lo indica. - Extiéndelo sobre el piso y comienza.
- ¿Todo? - Repito, ya que aparte de lo que me dijo, noto por focalizar mejor, desde un caballete como todo elementos para pintar a estrenar.
- Es la mejor ubicación con la luz. - Tiene razón y me quejo con un bufido, ya que eso le corresponde a él, pero automáticamente golpeo mis labios recordando y notando su mueca divertida por eso.
- Lo siento... - Murmuro y por más que me devuelve con una risa, me apuro en busca del condenado rollo.
Cualquier cosa o me agarro de cachetadas por idiota.
- No...no lo siento... - Suelto, mientras me descalzo para pisar con cuidado sobre el suave papel del enorme rollo que voy abriendo sobre el piso con su largo. Volteo arrodillada sin soltar el mismo hacia Arthur que toma asiento sobre su obra cubierta por la sábana. - ...o sea...si lo siento... - Rayos, ni sé, cómo explicarle. - ...siento lo que dije, pero en realidad a la vez, no... - Carajo. - ...porque y sin justificarme Arthur, yo no pienso que no veas...
Desde su lugar, Arthur en silencio me observa.
¿Ven los que les digo?
Y cuando estoy por explicarme mejor, entendiendo que no lo hizo.
Vergüenza.
Me dice.
- Gracias, Gloria... - Siendo la palabra mágica o de sosiego.
Y con ello, una calma entre cuatro terremotos que me había convertido por eso se produce, expulsando un suspiro de agradecimiento.
- Dibuja sobre él. - Me dice notando mi aire de cortar, sentada sobre mis talones y arriba del papel aún.
Mi dedo lo indica bajo mío.
- ¿En serio? - Pregunto, mientras veo como Arthur mueve más hacia adentro el caballete que sostiene la pintura oculta y comienza a descubrirla.
Desde mi ubicación y sentada en el piso no tengo chance de fisgonear.
Tampoco me consume la curiosidad, porque comprendo esa privacidad de todo artista con su nueva obra en proceso.
Deja a medias de hacerlo para que le preste atención, señalándome el poco más de metro y medio que desenrollé en el suelo y continúo encima de él.
- Quiero que dibujes sobre la hoja, Gloria. No importa que no tengas nada determinado. - Me dice. - Solo dibuja y no te detengas, dejándote llevar por lo que tu corazón te pide y cerebro dicta. Tu frontera son los límites del tamaño la hoja, para dibujar como apoyo de tu cuerpo.
Miro a Arthur extrañada.
- ¿Mi cuerpo no puede salir de la hoja? - ¿Es en serio?
- Sí.
Que lo confirme, precisamente no me deja más calma y me quedo mirando la plancha de papel bajo mío.
- Quiero que te concentres en solo lo que te rodea, en ese mundo que vas a crear sin importar que lo repitas docenas de veces si no estás conforme, pero siempre tuyo.
- ¿Por cuánto tiempo tengo que dibujar lo mismo?
- Hasta que veas que puedes dibujar esa misma cosa de manera diferente. - Tranquilo y como si nada.
Lo miro raro.
- ¿Por más que me lleve... - Pienso. - ...semanas o meses?
- Tu dedo e interior te lo dirán. - Es su respuesta al plazo. - Y por eso, lo de afuera no debe interferir. - Prosigue y lo miro, tomando uno de los grafitos de una caja.
- ¿Qué me olvide de todo?
- Sí.
- ¿Hasta de la habitación y de ti?
Sonríe, terminando de desnudar de la sábana su obra.
- Sí, Gloria.
- Mi mundo...
- ...solo, tu mundo... - Repite.
ARTHUR
Tras mis palabras y pese aún a estar llenas de dudas, Gloria apoya el lápiz bajo ella.
No es esa pared blanca de la galería a la espera de una obra de arte que la vista.
Tampoco, un lienzo virgen en su bastidor con caballete.
Solo, una superficie de papel de gran tamaño que la acuna tanto a ella como lo que sus dedos pronto van a dar rienda suelta a su imaginación.
Deslizar la mía a medio terminar y más contra la claridad de la ventana, no solo me permite ese auxilio incondicional de mi viejo compañero a mi mal.
El sol con sus rayos.
También y sin que Gloria lo perciba.
Me acomodo sobre mi banqueta, tanteando por una mejor ubicación mientras tomo asiento.
Que, con esa ayuda del claror que atraviesa por los cristales del ventanal a espalda mía, este a su vez como una estela resplandeciente, llega a ella, iluminándola mientras de cuclillas, descalza y arriba del papel, comienza sin demora con su dibujo.
Y a su vez a mí.
Tomo la paleta y uno de mis pinceles frente a mi lienzo.
Permitiéndome seguir con el mío y en mi mundo.
Uno, donde la lobreguez y opacidad me consumen, pero mi memoria batalla donde continuar sin equivocación y la luz diurna como la de Gloria sobre todo.
Me guía y permite ver.
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