Capítulo 1: Pereza.
Capítulo 1: Pereza
Viernes, 10:45 a.m.
La puerta lateral derecha de la camioneta negra se abre y la chica rubia se sube, rápidamente se acomoda y baja el vidrio de la ventanilla, se asoma dejando su brazo derecho descolgado sobre la puerta.
—Vámonos ya Samuel —dice algo estresada, mientras mira el pequeño reloj que lleva puesto en su muñeca levantando su brazo con cierta molestia.
—Aún falta que lleguen todos —le responde Samuel mientras bosteza un poco —tranquila, esperaremos solo cinco minutos —y se recuesta en el capó de la camioneta negra.
Aquel chico disfruta de aquel día soleado a pesar de que este le molesta un poco la vista.
—Pues créeme, no tengo cinco minutos Samuel —le respondió enojada, aquella chica rubia demostrando su estrés con sus gestos.
—Cálmate hija de perra —le refuta de forma displicente la chica de cabello corto a la rubia.
— ¿Cómo fue qué me dijiste Natalia? —preguntó enojada la rubia mientras se baja de la camioneta.
La chica rubia se acerca a la voluptuosa y quedan mirándose frente a frente, hay algo de odio en sus ojos, un leve gesto nervioso asoma en su rostro, mientras, ambas se muestran una sonrisa de indiferencia.
— ¿Te recuerdo quién perdió su virginidad por dinero? —pregunta la rubia en voz baja, tratando de mostrarse de forma dominante en la discusión.
— ¡Ya deja el show, que ya te vieron! —le responde Natalia de forma arrogante. — Actriz barata y con poco talento.
— ¿Será que al menos logras saber la diferencia que hay entre una perra y una puta? — le pregunta la chica rubia con algo de desprecio, —Pues unas lo hacen porque quieren, no como a "otras"... —entona esa última palabra con firmeza mientras mueve su dedo índice junto a su cabeza, demostrando la misma arrogancia, —a las que les pagan por coger — manifiesta mientras mira meticulosamente a Natalia.
— ¡Ooooh! Eso hasta a mí me dolió —dice el chico de bigote de forma burlona mientras mueve repetidamente su mano derecha con una sonrisa en su rostro, la cual cubre con su mano izquierda.
—Esto se va a poner bueno —murmuró el chico rollizo en voz baja, mientras le da otro mordisco a su hamburguesa.
—Por mí que se peleen, pero a la próxima, que sea en lodo y con poca ropa, ¿o no Daniel? — dice el corpulento de forma impasible.
—Chicas, por favor, no discutan —intervino la morena mientras interpone su cuerpo y las separa. —Y tú Camilo, deja de estar azuzando, pareces un niñito inmaduro. —enfatiza con un gesto de molestia.
A mitad de cuadra se acerca una mujer pelirroja a un paso ligero, en su rostro se denota enojo y algo de preocupación, a lo lejos al lado opuesto de la calle se ve a una chica blanca como la nieve, su figura es delgada y con un cabello largo que le llega hasta las nalgas, camina a paso lento mientras chupa un caramelo. Samuel la ve a lo lejos, pone su mano en la frente tratando de evitar el sol y se levanta del capó.
— ¡Eh chicos!, miren ya viene Alison. —acentuó Samuel tratando de distraer un poco la tensa situación.
—Déjalas Kelly, sería bueno ver algo de acción para empezar más animados el día —espeta Camilo con esa risa burlona que no puede quitar de su rostro.
—No te las imaginas Dani, luchando cuerpo a cuerpo. —propuso el musculoso mientras piensa en ello fijando su mirada en el chico mofletudo.
—En verdad que te has vuelto un degenerado Anderson. —dijo Daniel mientras sonríe para luego darle otro bocado a su hamburguesa.
Anderson ve a las tres chicas de forma pervertida, las imagina allí, en el ring de batalla, Natalia y Andrea en pequeños vestidos de baño cubiertas de lodo, y Kelly impecable, con una camiseta ombliguera a rayas y un pantalón corto ajustado fungiendo como árbitro.
Las tres chicas se le quedan viéndolo con algo de desagrado, hasta que escuchan un grito.
— ¡ANDREA! —Se escucha una voz muy enojada —Nos vamos ya para la casa —gritó aquella mujer pelirroja.
Esas palabras hicieron que la chica de cabello rubio girase lentamente y viera a aquella mujer, quien se detiene con los brazos cruzados junto a una mirada molesta y seria.
—Usted todavía no se manda sola jovencita —dispuso con autoridad la mujer pelirroja.
La chica rubia suspiró, y hace un gesto de desencanto mientras se acerca a la camioneta para sacar su equipaje.
—No entiendo, hasta donde sé, tú no eres su madre —replicó Anderson, dirigiéndose a la mujer pelirroja. — ¿Por qué Andrea debería de obedecerte? —preguntó con algo de insolencia en su voz.
La mujer pelirroja frunce el ceño al escuchar las palabras de ese chico.
—Mientras yo le pague la universidad, le dé de comer, un techo donde vivir y una cama dónde dormir —le respondió seria y tajantemente. —Yo seré su madre —lo mira de reojo y se dirige a la chica rubia. —Muévete, Andrea, no tengo tiempo para tus estupideces. —se expresó molesta y cansada con este tipo de situaciones.
Andrea se acerca a la mujer pelirroja, lleva su equipaje en la mano izquierda, y tira de él, casi que arrastrándolo; ambas mujeres dan la espalda al chico insolente para retirarse.
—Nos vemos luego rubia sabrosa —le da una nalgada a Andrea, quien reacciona volteándose.
— ¡Oye Anderson! —replica entre sorprendida, enojada y algo sonriente.
Ante esta inesperada situación, la mujer pelirroja reacciona de manera diferente, rápidamente lanza una bofetada con gran fuerza, la cual impacta plenamente en la cara de Anderson, haciendo que el sonido produzca un eco por todo el lugar.
— ¡Por irrespetuoso y manilargo! —increpó enfática aquella mujer mirando molesta al imprudente joven.
Los otros chicos quedan perplejos por aquella reacción, viendo como Anderson se soba la mejilla por aquel contundente golpe.
— ¡Vámonos Andrea! —ordena indignada la mujer pelirroja poniendo su mano izquierda sobre los hombros de la chica.
Ambas mujeres se alejan por la acera a paso lento, en el lugar ha quedado un incómodo silencio, el cual luego de pocos instantes se rompe por una fuerte carcajada.
—Ja, ja, ja, en verdad sí te la merecías Anderson, por idiota —le dice Daniel levantándose de la banqueta donde estaba sentado.
El chico robusto sacude con la palma de sus manos, sus pantalones para limpiar algún residuo de comida.
—Cállate bola de manteca —le respondió con disgusto, mientras levanta su mirada sin quitarse la mano en donde recibió el golpe, los otros chicos le miran sin hacer comentario al respecto, pero con los gestos de sus rostros juzgaban aquella situación de formas muy diferentes.
—Tranquilo Anderson, esos son los golpes que nos da la vida —agregó Camilo, golpeado el hombro izquierdo de Anderson, dando por terminado el asunto.
Diez minutos después, la chica blanca de cabello largo hace presencia en el lugar.
— ¿De qué me perdí? —preguntó mientras chupa su caramelo viendo a todos dispersos.
Samuel rápidamente se incorpora y baja del capó de la camioneta acercándose a ella.
—De nada Alison —le respondió indiferente.
— ¿Y qué, ya arreglaste todo? —preguntó Alison a Samuel discretamente.
—Estoy en eso. —le respondió en un susurro a secas.
— ¿Cuál es el plan de ruta? —preguntó Camilo acercándose a Samuel y a Alison.
—Hay cambio de planes, las chicas irán en la camioneta amarilla y nosotros iremos en la camioneta negra —anunció con un tono de voz autoritario.
—Que yo sepa ninguna tiene licencia. —se molestó Camilo.
—Ya pensé en eso —le respondió Samuel con mucha calma. —Tomaremos la vía antigua, ya casi nadie pasa por allí, dudo mucho que haya policía por esa zona.
—Pero el viaje será más largo —asintió Camilo pegando su mirada sobre Samuel.
—Es eso o tener una multa —dijo con seriedad con su mirada sobre él, —ahora, por favor, entrégale las llaves a Alison. —agregó sin mucho interés señalando con sus manos a la chica.
— ¡No hay problema!, Pero cualquier cosa que pase con la camioneta, tú respondes —le respondió con una falsa sonrisa y con cierta molestia.
Aquel chico alto de bigote levanta su mano con las llaves, se acerca a ella y le susurra al oído.
—Cuida mucho esa camioneta, si me traes problemas con mi padre, ambos los tendremos —advierte con seriedad y frialdad en su voz mientras deja las llaves en las manos de aquella mujer.
—Claro comprendo. —le respondió algo nerviosa con una sonrisa.
Camilo se aleja y Alison toma las llaves, dándole un pequeño chupón a su caramelo de una forma muy coqueta, pasa frente a la mirada de Samuel levantando las llaves y haciéndolas sonar con una sonrisa.
—Oigan chicos, es hora de irnos — llamó levantando su voz ligeramente. —Ellas se irán en la amarilla, y nosotros en esta otra belleza negra —exclamó entusiasmado mientras abre la puerta del conductor de la camioneta
—Yo iré con las chicas, les serviré de chofer, además, puede que quizás necesiten a un hombre que las cuide —propuso Anderson de forma amable mientras se acerca al auto donde irían únicamente las mujeres.
—No te vamos a necesitar, me tiene a mí. —refuta Alison mientras se subía al asiento del piloto.
—Tendríamos que estar muertas, antes de que alguna de nosotras pueda llegar a sentirse protegida por ti Anderson —reconvino Kelly con sarcasmo, mientras detiene aquel joven con su mano izquierda y se sube a la camioneta.
—Ya lo veremos —sentenció Anderson viéndola con una sonrisa.
—Ven Anderson, sube tu culo a la camioneta —dispuso Camilo mientras se sube en la parte del copiloto.
Anderson suelta un corto suspiro acercándose a la otra camioneta, al subir en ella cierra la puerta con algo de fuerza.
—Suave... hijo de perra —tronó algo molesto Samuel al escuchar el estruendo generado por la puerta al cerrarse de aquella forma.
—Disculpe usted, su majestad —le respondió con sarcasmo. —No pues, tan delicado que estás hoy —se expresó de manera burlona.
Samuel saca el celular de su bolsillo, escribe un texto que luego envía como mensaje a Alison, casi al instante ella le responde, terminando de escribirle, él guarda su celular. —Vámonos, nos espera un largo viaje.
Samuel enciende el motor del auto girando la llave y comienza a conducir, detrás de él lo sigue la otra camioneta donde van las tres chicas.
Viernes, 11:45 a.m.
Samuel conduce prestándole atención a la carretera, Camilo tiene sus audífonos puestos mientras ve una película en su celular recargando su cabeza en la ventana, Daniel trata de jugar en su videoconsola portátil mientras que Anderson lo molesta.
—Déjame en paz, mira que me haces perder —rabió algo incómodo moviendo sus hombros.
Con el movimiento brusco de ambos golpean la silla de Camilo, quién al sentir el golpe en el espaldar, se quita los audífonos y los voltea a ver.
—Ya dejen de actuar como niños, ¡maricones! —dijo enojado viéndolos a ambos. —No me hagan enojar —les dio la espalda acomodándose nuevamente en su asiento, de reojo les mira poniéndose sus audífonos.
—Uy perdón, Sam Bigotes —le respondió Anderson levantando sus manos haciendo como que disparaba a ambos lados.
Con su mirada en la ventana, tan solo viendo los autos pasar, suelta un suspiro, se encuentra completamente aburrido.
—Venga chicos, venimos a divertirnos y hacer estupideces —se mencionó Anderson desde la parte trasera. —Voy a animar este viaje aburrido —se acercó a la radio de la camioneta para encenderla y configurarla.
—Vengan chicos, vamos a divertirnos y hacer estupideces —se expresó Anderson desde la parte trasera. —Voy a animar este viaje aburrido —se acercó a la radio de la camioneta para encenderla y configurarla.
Vuelve al asiento de atrás y con su celular en las manos conecta el audio, sin pensarlo pone una canción, que comienza a sonar y los tres chicos la reconocen al instante, Daniel comienza a reír.
—¿Es En serio? —Preguntó con sarcasmo entre risa fijando su mirada en Anderson.
Él le subía el volumen y comenza a cantar desde la parte de atrás.
—I'm a Barbie girl, in the Barbie world, life in plastic, it's fantastic —Canta Anderson con una pésima pronunciación de su inglés. —You can brush my hair, undress me everywhere imagination, life is your creation. —continuó de forma animada moviendo sus manos en forma de ola.
Ante esta situación Daniel sonríe al verlo, Camilo mueve su cabeza ante aquella absurda situación sin poder evitar alguna corta sonrisa.
—Come on Barbie, let's go party —Canta Samuel mientras se mueve al ritmo de canción prestándole atención al camino.
—Vamos chico conmigo —se expresó animado y sonriente Anderson moviendo sus manos para animarlo a cantar.
La canción continua, Anderson, Samuel y Daniel cantan la tonadilla, mientras bailan en sus asientos, el ambiente dentro de aquella camioneta era animado, sobre todo alegre, un grupo de amigos haciendo algo completamente aleatorio con fin de divertirse.
Camilo los observa con seriedad, suelta una sonrisa al verlos cantar y comienza a mover su mano al ritmo de la canción, golpea su muslo intentando seguir el ritmo.
En la otra camioneta que va detrás de ellos, donde las chicas van charlando amenamente, comparten sus historias de amor y desamor.
—El muy idiota pensaba que lo amaba —comentó Natalia en un tono burlón soltando una leve risa.
Alison la acompaña en aquella risa, pero Kelly no comparte el mismo sentimiento.
—Saben chicas, los hombres también tienen sentimientos —se pronunció de forma seria desde el asiento de atrás.
Aquellas palabras hacen que Alison y Natalia se rían a carcajadas, Kelly ignora sus risas y se recuesta mirando hacia la ventana.
—Eres tan graciosa Kelly —matizó Natalia posando su mirada en ella mientras sonríe.
Con su mirada atenta al camino, comienza a escuchar la canción en la otra camioneta.
—¿Los chicos pusieron la canción de Barbie? —preguntó en un susurro algo confundida.
—Hombres, se puede divertir con cosas tan simples y sencillas. —respondió Natalia viéndola de reojo. —Nosotras también sabemos divertirnos. —repuso
Ella sale por la ventana sentándose en la puerta con la mitad de su cuerpo, levanta sus manos y grita llena de emoción.
—Espera eso muy peligroso. —dijo Kelly, sorprendida por su intrepidez.
—Vivan las vacaciones la puta madre. —Gritó Natalia llena de emoción dejándose llevar por el momento.
Alison se reía y conducía con más cuidado.
—Agarra sus piernas, no vaya a ser que se caiga la estúpida —Ordenó Alison entre risa viendo de reojo a Kelly.
La chica morena obedece agarrando con fuerza las piernas a su amiga para evitar alguna tragedia.
El viaje avanza con todos los chicos disfrutando de la mejor forma posible, un viaje tan largo, entre juego, preguntas y muchas tonterías, logra matar el tiempo, sin notarlo sus celulares comenza a perder señal.
Viernes, 16:27 p.m.
El viaje continúa con ambas camionetas siguiéndose el paso, las horas avanzan y ya han hecho el desvío tomado la ruta antigua, es una vía angosta con una demarcación deficiente, ahora descuidada por la falta de uso; una nubosidad comienza a cubrir el cielo, la tarde se torna opaca. La camioneta negra baja la velocidad y se detiene a un costado del camino, allí hay un lugar empedrado donde la camioneta lentamente aparca.
— ¿Qué pasa, nos varamos o nos pinchamos? —pregunta Camilo al ver que se detienen.
Samuel se quita el cinturón de seguridad, lo mira y con un tono autoritario puntualizó.
—Todo bien, señor tornillos, vamos a comer algo, mientras tanto y vuelvo a verificar la ruta —le responde sin darle mayor interés mientras sale del auto.
— Que bien, ya necesitaba una parada para nivelar líquidos, y de paso darle un poco de aire al "monstruo" —dice Anderson con un gesto de presunción, sale muy apresurado de la camioneta alejándose un poco.
En aquel lugar se siente un aura especial, por un lado, la vista divisa a lo lejos unos campos soleados con cultivos verdes, animales pastoreando, nubes que corren seguidas por el viento y hacia el otro el terreno es algo más inhóspito, la vegetación se hace más tupida y unas nubes denotan que pronto lloverá.
Los chicos salen de la camioneta y tras ellos llega la camioneta amarilla. Samuel se acerca a la parte trasera de su vehículo, abre la puerta que se levanta automáticamente, mientras una de las chicas se asoma por la ventanilla.
— ¿Pasó algo? —preguntó Natalia desde el lado del copiloto.
—Nada, vamos a comer algo —dijo Daniel muy emocionado frotando sus manos.
Ellas salen de la camioneta y se estiran un poco, mientras Daniel y Camilo sacan el refrigerador y unas gaseosas que están dentro de una maleta.
— Kelly y Natalia, porfa colabórenos con la gaseosa que trajo Anderson —dijo Daniel mientras les pasa un par de botellas.
Alison se acerca a Samuel quien le hace señas para que lo siga, mientras los demás reparten la comida, ella junto a Samuel se van a la parte delantera de la camioneta negra.
— ¿Qué pasa? —musitó preocupada.
—Parece que estamos totalmente perdidos —le respondió seriamente.
— ¿Cómo así, acaso no sabes la ruta? —preguntó Alison desconcertada.
Samuel sonríe tiernamente, por un instante fija su mirada en los ojos azules de Alison, quedando todo en absoluto silencio como si estuvieran hipnotizados y no hubiese nadie a su alrededor.
—No, lo que pasa es que no tengo señal, parece que estamos en medio de la nada —le respondió algo preocupado.
Alison sonríe un poco, saca su celular y nota lo mismo, tampoco tiene señal.
—Oigan chicos, ¿Alguno de ustedes tiene señal en el móvil? —preguntó mirando a su compañero que comenzaba a repartir una corta merienda.
Todos sacan sus teléfonos celulares y al revisarlos, cada uno responde lo mismo...
—No.
Alison muerde sutilmente su labio inferior y se siente algo confundida.
—Qué extraño, ya que lo noto... ningún auto ha pasado —se dice a sí misma en un susurro, mira el cielo detallando la tenue oscuridad que ya empieza a cubrir la carretera.
—En la guantera tengo un mapa, está algo viejo, pero quizás sirva —apuntó Samuel mirándola.
—Claro que sí, es un mapa ¿Cuál es el problema? —le indagó viéndolo.
Samuel saca el mapa de la cabina, en verdad está algo deteriorado y viejo, va y lo extiende sobre el capó de la camioneta, una suave brisa hace mover el papel, por lo cual se agacha tomando una pequeña piedrecilla para que lo sostenga; ahora, lo miran detenidamente por varios segundos.
—En verdad, no sé exactamente dónde estamos—reveló Samuel con seriedad.
— ¡Aquí! —dijo Alison señalando una parte del mapa y posando su uña roja sobre el papel.
— ¿Cómo lo sabes, acaso eres cartógrafa y no nos lo habías dicho? —le pregunta Samuel con curiosidad.
—El último cartel que vi era de este pueblo —baja su dedo por el mapa. —Así que probablemente estemos aquí —señaló con seguridad. —Nos esperan un par de horas más de viaje para llegar al siguiente pueblo —le responde Alison.
Samuel nuevamente acomoda el mapa reubicando sobre este la piedra.
—Te envié un mensaje, llegará cuando tengamos señal —dijo él con seguridad guardando su celular en su bolsillo derecho.
—Está bien, ven, vamos a comer algo para poder continuar con el viaje —dijo ella tomándolo de la mano.
—Está bien —asintió Samuel mientras de manera rápida suelta su mano y le sonríe con un guiño de complicidad.
El mapa queda sobre el capó de la camioneta negra, en letras un poco borrosas por los remarcados y desgastados pliegues, se puede ver que el pueblo siguiente se llama Ciudad Fantas...; de repente, una fuerte ráfaga de viento mueve la piedra y libera el papel llevándose el mapa volando, teniendo como fondo aquel azul del cielo despejado, mientras tanto en un improvisado camping los despreocupados jóvenes reparten y comparten la vianda.
—Segura ¿Qué no quieres un poco de gaseosa? —preguntó Natalia sosteniendo la botella.
—No, es mucha azúcar —le respondió Alison, rechazando la oferta.
—Déjeme algo —dijo Anderson, saliendo de la parte boscosa.
Natalia le da el vaso que había rechazado Alison, él lo recibe y caminar se tropieza regando todo el líquido al suelo.
—No te voy a dar más, no porque no quiera, es que ya se acabó —mencionó Natalia al notar su torpeza.
—No importa, al cabo que ni quería —puntualiza Anderson sacudiendo el vaso.
—Ten toma del mío, no lo he tocado —dijo Samuel con amabilidad, levantando su brazo con el vaso en su mano.
—No gracias. —lo rechazó con misma amabilidad.
— ¿Puedo tomármelo? Claro, si no quieres —preguntó Daniel extendiendo su mano.
Samuel sin problema se lo entrega mientras los jóvenes despreocupados terminan de comer y disfrutan un poco del lugar.
Viernes, 17:47 p.m.
—Vamos muchachos, es hora de continuar, debemos seguir con el viaje antes que sea de noche—dijo Samuel animando al grupo para continuar el recorrido.
Cada uno de los chicos se pone de pie y se estira, ha sido una buena vianda y un momento muy relajante, compartiendo algunas cosas entre amigos, saben que les espera un largo viaje sentados por varias horas más, sin mucha demora, cada uno se sube en su correspondiente camioneta, con el deseo de llegar pronto a aquella ciudad paradisíaca que es su destino.
La noche asoma y con ella llega una brisa fría, todo aquello causa incertidumbre en el grupo de jóvenes que ahora viajan un poco más precavidos.
Viernes, 23:47 p.m.
Samuel conduce por una densa niebla, de pronto siente el vibrar de cuando recibe una llamada, busca su teléfono y al ver que es de Alison contesta de inmediato.
— ¿Pasa algo? —preguntó preocupado.
—No amor —le respondió suavemente y con cariño. —La niebla es muy densa, ¿No deberíamos parar?
—Tú sígueme, todo estará bien —le dijo despreocupado, mientras sostiene el celular con la mano derecha y con la izquierda el volante.
—Por cierto... ya tenemos señal, y también debo decirte que no creo que tenga suficiente gasolina para poder seguirte otra hora —le respondió con tranquilidad ella desde el otro lado de la llamada.
—Está bien, pararemos en el siguiente pueblo —cuelga la llamada, guardando nuevamente su celular.
Samuel mira de reojo el espejo retrovisor, observa que Camilo y Daniel parecen estar dormidos, los chicos habían tenido un largo viaje, era justo que descansará un poco.
La niebla sigue cubriendo el camino y solamente las luces de los autos dan un poco de visibilidad, Samuel enciende las direccionales que apuntan a la derecha cambiado de carretera a una que va rumbo a un pueblo, detrás de él lo sigue a corta distancia la camioneta de las chicas.
Sábado, 00:00 a.m.
En la camioneta de las chicas, Natalia está dormida con la boca abierta y en la silla trasera está Kelly acostada ocupando los dos asientos para poder dormir, Alison desvía levemente su cansada mirada a su celular, había llegado el mensaje que mencionó Samuel, era un te amo y su lado una cara con los ojos de corazón y algunos corazones, ella sonríe y levanta su mirada.
De repente, algo golpea con gran fuerza contra el parabrisas quebrando el panorámico, una huella de sangre escurre por el cristal quebrado y se escucha que algo cae al suelo detrás del auto; al instante, Alison se encuentra con el vehículo estacionado en la mitad de la vía, está totalmente desconcertada por lo ocurrido.
—No, no, no —tartamudea un poco en voz baja. —No puede ser —con su celular en la mano, busca desesperada el número de Samuel.
— ¿Tan pronto te hice falta? —contestó él al otro lado de la línea.
—Creo que atropellé algo o a alguien, no sé... ven rápido —dijo asustada mientras desciende del auto.
— ¿Qué? ¿Qué dices? —preguntó algo confuso. —Ya me devuelvo, no hagas nada, voy para allá. — le dice mientras cuelga la llamada.
Alison, al bajarse, se acerca a la parte trasera del auto, está muy asustada, las luces del vehículo dejan ver claramente una larga huella de frenado.
—Perdón, perdón, no te vi, pero tampoco iba tan rápido —dijo aterrada poniendo ambas manos en su cara.
A unos metros está un cuerpo curvilíneo tendido en el suelo, evidentemente se trata de una mujer cuyo cabello es anaranjado y viste prendas blancas, las cuales rápidamente comienzan a tornarse rojas y a su lado se forma un gran lago de sangre.
Sábado, 00:07 a.m.
La camioneta negra llega a donde quedó estacionada la camioneta con las chicas, Samuel desciende rápidamente, al pasar detalla el vehículo, dentro de cuál se ven a Kelly y a Natalia totalmente dormidas, también ve el parabrisas que se ve completamente intacto, al fondo ve a Alison que camina nerviosa de lado a lado y se acerca a ella.
—Tranquila, ¿Ya miraste si era una persona? —preguntó algo intranquilo.
—Sí, Samuel, es una mujer —dijo ahogándose un poco en sus lágrimas de preocupación.
— ¿Segura?, pero, el cristal está como nuevo —dijo algo confundido.
—¿Cómo no lo vas a notar? —Pregunta algo molesta caminando rumbo a la parte delantera de la camioneta.
Alison incrédula ve lo mismo, queda algo confundida por lo que sus ojos están viendo.
—Te lo juro, la chica está allí —lo tomó de la mano.
Al llegar a la parte de atrás del auto no encuentran nada, no hay cuerpo alguno ni rastros de sangre, Alison lo ve todo completamente confundida, se agacha poniéndose las manos en su cabeza, Samuel pone sus manos en los hombros de ella que continúa nerviosa.
—Te lo juro, ella estaba acá, por la manera en la que frene había dejado en el camino una huella y el cabello de esa mujer era de color anaranjado —dijo confundida señalando el suelo.
—Tranquila, Ali, quizás solamente estamos cansados y fue un micro sueño, o tal vez una micro pesadilla —le respondió con tranquilidad.
Detrás de ambos chicos, de pie, está aquella mujer de cabello anaranjado que los observa en un completo silencio. Ella comienza a retroceder desapareciendo en la densa niebla, dejando un aire frío al irse.
—Tranquila, vamos a aquel pueblo —su voz era interrumpida, ya que ambos chicos sienten el viento helado. —Llegamos y dormimos un poco, cargamos algo de gasolina a las camionetas y salimos en las primeras horas de la mañana —mientras la abraza moviendo sus manos sobre sus brazos para no sentir frío.
—Es verdad Samuel —se voltea a verlo. —Ella estaba ahí, te lo puedo jurar —dijo intranquila, su aliento se condensa dejando ver una estela de humo.
Samuel le responde con una sonrisa y la toma de la mano acompañándola a la camioneta, Alison se sube y suelta un corto suspiro.
—Tranquila, no pasó nada —le da un beso en la frente para tranquilizarla cerrando la puerta.
Alison aún está perpleja, no comprende nada de lo ocurrido, confusa, ve como Kelly se acomoda para continuar con su profundo sueño, Samuel se aleja rumbo a la otra camioneta y se sube.
— ¿Qué pasó con Alison? —preguntó Anderson indiferente.
Al escuchar la voz, Samuel se asusta levemente soltando un pequeño insulto y voltea a ver a su interlocutor mientras se pone la mano derecha en su pecho.
— ¿No estabas dormido? —preguntó algo agitado.
—No soy de los que se duerme temprano, y no me respondiste —hizo una corta pausa. — ¿Qué pasó? —preguntó con autoridad.
—Nada importante, iremos a un hotel para descansar un poco de este largo viaje —suspiró un poco y se acomodó en el auto cerrando la puerta.
Anderson solamente se queda en silencio poniendo su mirada perdida por la ventana, Samuel comienza a mover el volante para girar la camioneta para continuar con el recorrido.
Ambos siguen conduciendo sin muchas complicaciones, llegan al fin a aquel pueblo; las camionetas se estacionan cerca de un hotel algo antiguo.
Sábado, 00:35 a.m.
—Despierta Camilo —se pronunció Samuel, levantando un poco la voz, moviendo a aquel chico de lado a lado.
Este se despierta de mal humor, moviéndose de una forma algo brusca.
—Déjame dormir, hijo de pu... —le respondió con una voz algo malhumorada, con los ojos entrecerrados.
—Vamos a dormir en un hotel, relájate —le dijo mientras voltea su mirada a la parte de atrás del auto. —Anderson, despierta a Daniel, por favor —ordenó algo desinteresado mientras sale del auto.
Casi al instante y algo molesto sale Camilo del auto, dejando a Anderson con Daniel, que se ve completamente dormido.
—Levanta tu culo gordo que vamos a dormir en el hotel —dijo de forma indiferente y comenzó a bajarse del auto.
Daniel abre un poco los ojos y se levanta babeando ligeramente, con su mano derecha se limpia la saliva.
—¿Ya llegamos? —se preguntó así mismo algo desorientado y confundido.
Ya con todos fuera de los autos, se detienen frente al edificio y ven aquel hotel, tenía un aspecto algo lúgubre y siniestro, más aún con esa bombilla de luz parpadeante y la niebla que acompaña el lugar.
—No me agrada mucho este sitio —se pronunció Alison, aún nerviosa.
—Solo es para pasar la noche, no nos quedaremos aquí el resto de nuestras vidas —le respondió Camilo, mientras le pasa por el lado subiendo las escaleras rumbo a aquel hotel.
Detrás de él lo siguen los demás; ya adentro del hotel Samuel se acerca a la recepción y hace sonar una pequeña campana, al instante de un pequeño habitáculo sale a atenderle una mujer mayor, su cabello canoso está algo despeinados, en su cara se muestran unas ojeras bien definidas, tal vez, producto de largas noches de insomnio ayudadas por el consumo de café, ese mismo que trae en un pocillo blanco de peltre, el cual cubre con sus arrugadas manos.
—Buenas noches, señora —saludó de forma amable Samuel.
—Buenas noches, jóvenes —respondió la viejecita mientras levanta el pocillo para darse un buen sorbo de esa bebida humeante.
—Disculpe, ¿Tiene habitaciones disponibles? —pregunta serenamente Samuel.
—Únicamente hay tres habitaciones, joven, dos tienen camas sencillas y la otra es familiar con una cama doble y otra sencilla, las demás están en mantenimiento —responde pausadamente la anciana mientras toma otro sorbo.
— ¡Perfecto!, la suerte nos sonríe Samuel, listo para escoger tu pareja —dijo Anderson algo entusiasmado.
—No idiota —lo volteó a ver. —Yo descansaré en un cuarto con Daniel, tú en otro con Camilo y que las chicas descansen en la habitación familiar—volteó a ver la recepcionista nuevamente.
—En verdad que eres un aburrido Samuel —le respondió con tono de decepción —Les propongo que sea una habitación para un chico y una chica —les dice a todos cruzando los brazos.
—Creo que hiciste mal la cuenta, si fuese así alguien se quedaría afuera y seguramente serías tú, o en un cuarto quedaría un trío —le respondió indiferente Kelly.
—Además, esto es un hotel, no un motel... ¡Idiota! —le dijo Natalia algo molesta, llamando la atención de Anderson.
—Tú sí que los distingues, ha de ser por aquello de tu amplia experiencia —le respondió Anderson en tono burlón.
Natalia trata de acercarse a Anderson, pero Alison ágilmente la toma del brazo.
—No vamos a empezar chicos, por favor —dijo Kelly tratando de calmar los ánimos mientras pone sus manos en el pecho de ambos.
Samuel se voltea y los mira con cara de pocos amigos, se acerca a Kelly y a Camilo y a cada uno le entrega las llaves de sus habitaciones que están ubicadas en el segundo piso del hotel.
—Nada más descansaremos un par de horas y saldremos en la mañana cuando raye el sol, nada de hacer pereza al levantarse, la ciudad paradisiaca nos espera —dijo con autoridad mientras los chicos lo miran en silencio.
Camilo toma las escaleras y se aleja rumbo a su habitación, detrás de él va Anderson algo resignado, Kelly revisa el número de su habitación y de igual manera se dirige a las escaleras seguidas por las otras chicas; Samuel soltó un corto suspiro mirando a Daniel.
—Sígueme, vamos a descansar —levantó un poco su brazo señalándole que lo siguiera.
—En los cuartos encontrarán velas y fósforos, es que a veces todos nos quedamos sin luz, así pueden alumbrar su camino, pero cuidado, que no vayan a perder la salida—dijo aquella anciana llamando la atención de Samuel y Daniel.
Samuel hace un gesto de prevención, las palabras de la mujer eran algo incoherentes, dejándole confundido, se voltea y alzando los hombros, hace una seña de pregunta a Daniel, quien simplemente le responde con otro gesto de incredulidad.
—No le pongas mucho cuidado, quizá ya esté loca por tomar tanto café, debe permanecer todo el tiempo despierta —bisbiseó Daniel pasándole por el lado a Samuel.
Al subir la escalinata caminan rumbo a sus habitaciones por un pequeño pasillo, al lado izquierdo están dos puertas y al otro lado solo hay una. Los primeros en entrar son Camilo y Anderson les correspondió la habitación del fondo, luego en la habitación de la derecha que está un poco más apartada entra primero Kelly, y luego de un cuchicheo las otras dos chicas, por último, en la primera habitación entra Samuel y detrás de él, Daniel.
—Señor bigotes, ¿Y por qué no te quedaste con tú, eh... con Samuel? —pregunta Anderson con curiosidad.
Camilo lo mira y sin mentar palabra se dirige a su cama, haciendo un gesto de disgusto, al cual Anderson indica un gesto de no hay problema.
Ambos permanecen callados, organizan sus elementos y el primero en meterse bajo las sábanas es Camilo, Anderson queda asombrado con el completo silencio que hay en el lugar, se recarga en la cama y con la mirada completamente fija detalla el techo.
Sábado, 00:42 a.m.
—Te veo nerviosa, ¿Pasa algo? —preguntó con una leve preocupación Natalia.
—No, estoy bien —le respondió Alison rápidamente. —No pasa nada, quizá solamente esté muy cansada —suspiró mientras se quita los zapatos.
—Que descansen chicas —dice Kelly con voz de dormida.
—Igualmente. —le responden ambas.
—Ali, vamos a compartir nuevamente la cama, como cuando éramos niñas. —dijo Natalia con algo de nostalgia viendo a Kelly, quien ya está en la otra cama arropada hasta el cuello.
Alison le sonríe mientras se quita el sostén, al igual que a Natalia, a ambas chicas se les marcan los pezones sobre sus blusas, en verdad está haciendo bastante frío.
—Sabes, ella lo sabrá algún día —secreteó Natalia.
Kelly finge estar dormida mientras trata de escucharlas, Alison levantó las sábanas y ambas se metieron en la cama.
—Cállate —le respondió susurrando. —Ten lindos sueños —dijo Alison con amabilidad mientras se acomoda en la cama.
—Buenas noches, Ali —le respondió con la misma amabilidad.
Ambas chicas se acomodan en la cama y comparten las sábanas, cierran los ojos buscando conciliar el sueño.
Sábado, 3:00 a.m.
La bombilla parpadeante del hotel se apaga, la recepción y los pasillos también han quedado a oscuras, algunas luces del exterior se filtran por rendijas y ventanas, en los cuartos los chicos descansan tranquilamente.
Anderson en particular no logra dormir, algunos ruidos de pasos por el pasillo lo mantienen despierto fijando su mirada hacia el umbral de la puerta, por el que ve varias sombras pasar, llega a pensar que pueden ser otros huéspedes que estén caminando rumbo al baño. Intrincado y sin poder conciliar el sueño, se levanta de la cama, enciende la linterna del celular y busca algo entre su ropa, al encontrarlo se acerca a una mesa donde ve una pequeña caja de fósforos, la cual toma y mete en su bolsillo derecho, para luego salir de la habitación.
Sin mucho apuro sale del hotel, la noche es fría y la niebla sigue presente en aquel pueblo, la luz de una bombilla ilumina un poco las escaleras donde se para, tiene un cigarro entre sus labios mientras que sin mucho éxito trata de encender un fósforo, hasta que es interrumpido.
—Te he dicho que no fumes esa mierda —se pronunció una voz femenina, la cual él reconoce fácilmente.
—No es lo que piensas, es solo un cigarrillo —le respondió con calma—y además es mentolado, ni siquiera me gusta. —continúa con una sonrisa mientras se gira para verla, lanzo aquel cigarrillo que se perdía entre la niebla.
Ambos cruzan miradas y sonreían.
— ¿Qué haces despierto tan tarde, tampoco puedes conciliar el sueño? —Preguntó con curiosidad Kelly mientras se le acerca.
—Yo tampoco, siento como un ambiente que no me gusta —respondió Kelly
—No puedo dormir como de costumbre—respondió sin mucho interés
Ambos caminan al exterior del hotel, era algo difícil poder ver algo debido a la niebla, el frío los acompaña en aquella salida, Anderson al notar que ella tenía frío decide quitarse su chaqueta, para dársela.
—Ten, estás temblando y creo que no es por mí —Comentó con algo de sarcasmo y carisma.
Ella solo sonríe ante aquel comentario que ya era bastante habitual en él, al compartirle su chaqueta sus manos se cruzan sin querer, ellos desde niños comparten una cicatriz que les trae recuerdos de su larga amistad.
Los chicos pasan algunos minutos conversando, al terminar su amistosa plática deciden entrar al hotel a sus respectivas habitaciones, él en un gesto de caballerosidad le abre la puerta para que pase primero, sin percatarse ninguno de los dos, muy cerca de ellos pasaba Samuel con una vela en su mano tomando un camino distinto sin cruzarse con ellos. Kelly entra con una sonrisa agradeciendo la gentileza de Anderson, luego él entra cerrando la puerta y toman rumbo a sus habitaciones, al llegar ella se detiene en la respectiva puerta devolviendo la chaqueta.
—Gracias. —le dice amablemente
—No es nada —sonrió mientras sostenía la chaqueta en su mano.
—Descansa —susurró con cierta amabilidad y cariño entrando en la habitación cerrando la puerta.
Él se quedaba frente a la puerta con una sonrisa para al final entrar en la que le correspondía.
Minutos antes, de que ellos dos se encontrará afuera del hotel, Samuel era despertado.
—Despierta —dijo suavemente una voz femenina.
Daniel está profundamente dormido y se escuchan sus ronquidos; una mano suave acaricia cálidamente la mejilla de Samuel, y unos labios carnosos se acercan a su oreja.
—Despierta Samuel —se escucha nuevamente la voz de la mujer que susurra.
Samuel abre los ojos de repente y un poco confundido pregunta — ¿Alison? —y ve que es Alison — ¿Qué pasa? —preguntó susurrando y con algo de dificultad debido al sueño.
—Samuel, se fue la luz, aprovechemos que ahora nadie nos puede ver —le dice la mujer.
Ella se dirige a la puerta y lo comienza a llamar con su dedo índice, indicando que salieran del cuarto, Samuel cuidadosamente se levanta y busca su celular, pero no lo encuentra.
—Espera ¿A dónde vas? —Susurró mientras busca algo para poder ver.
Sobre la mesa de noche encuentra una vela de color blanco que logra ver en la penumbra del cuarto, busca en uno de sus bolsillos un encendedor que lleva siempre, sale del cuarto intentando hacer el menor ruido posible caminando a paso lento, al llegar a la puerta el chirriar de los goznes hace que se detenga y observe a la cama de Daniel, quien no se da por enterado, para no despertarle, Samuel prefiere dejar la puerta entre abierta y sale.
—Ali, por favor, espérame —exclamó Samuel con un tono de ruego en su voz mientras trata de encender la vela.
El fuego que sale de la mechera obtiene encender el pabilo; con la vela ya encendida logra iluminar un poco el pasillo que está hecho de madera.
Alison se ve a lo lejos, camina contoneando las caderas mientras se va quitando la blusa, Samuel sigue su espalda descubierta por varios pasillos y en un momento se voltea para ver si compañero le sigue el paso, este queda asombrado mientras la ve, Alison se cubre los senos con su brazo derecho y sonríe de forma pícara.
— ¿Alison? —preguntó con algo de miedo y el eco se hizo notar en aquel pasillo oscuro.
Ella comienza a caminar más rápido mostrando una leve risa, voltea en una esquina perdiéndose de la vista de Samuel, quien acelera el paso y voltea por la misma esquina, encontrando solamente un pasillo vacío y oscuro, su caminar se hace más lento, ya que no logra ver nada, iluminando el camino con la luz de la vela, él comienza a caminar más rápido, si darse cuenta inclina un poco la barra de parafina, y por ello algunas gotas le caen en la mano.
— ¡Mierda! —se queja cambiando de mano.
Agarrando la vela con la derecha, mientras mueve la otra tratando de aplacar el ardor de la quemadura. Sin prestar atención al camino se topa con otra persona, se asusta un poco, pero casi al instante sonríe.
—Es mi propio reflejo idiota —dijo con una leve risa nerviosa.
Con la luz de la vela se ilumina un espejo que cubre gran parte de la pared, Samuel mira allí su reflejo, y con un gesto de galán peina su cabello con la mano izquierda, detrás de él aparece la mujer de cabello anaranjado, la luz tenue permite detallar en su faz un ojo azul y el otro rojo, aquellos ojos lo miran fijamente.
Samuel siente que lo están mirando y voltea hacia atrás, lo único que alcanza a ver es como aquella mujer sopla apagando la vela.
Gracias por leer y votar en este capítulo, espero sea de tu agrado y espero pronto verte en los siguientes capítulos con tu lectura y voto, sobre todo tus comentarios. C:
Drakronn.
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