Día 4.15
Cuando volví a la tienda para devolver la guitarra, justamente el dueño estaba abriendo y me pilló con las manos en ella. Empezó a gritarme y en ese momento me di cuenta de que me había ido fuera del país, porque hablaba español. Se sacó el zapato y me lo lanzó a la cara. Solo gracias a que volví a viajar por las sombras no me golpeó. ¿Qué tenían todos con lanzarme zapatos últimamente?
Lara me estaba esperando fuera de la habitación de Will, lista para cumplir su tarea matinal diaria, a la cual me invitó a sumarme. Esa segunda vez que le di un baño a Will pude concentrarme en la tarea sin distraerme tanto, y debo decir que lo hice bien. Al final, Lara me felicitó y me pegó un sticker con una estrella amarilla sonriente en la frente, que no tengo ni la más remota idea de dónde sacó. Estaba tan contento conmigo mismo que no me importó dejar ese detalle incongruente en mi look.
Todavía no siendo hora de abrir el centro médico, Lara me condujo hasta la bodega y me entregó una fregona. La miré y luego a ella sin entender. Lara me sonrió.
—Hoy es día de limpieza para ti. Es lo que se tiene que hacer antes de abrir. Pero no te preocupes, te ayudaré, princesa.
Fuimos a la sala de espera y me quedé parado allí, al lado de la máquina expendedora de café, sujetando el palo de la fregona con fuerza y sin saber qué hacer.
—¿Qué? ¿Nunca has trapeado en tu vida?
—Ehm... —En mi defensa, el único momento en que tuve algo parecido a un hogar sin contar mi cabaña fue durante mi estadía en el Hotel Casino Loto, y allí no tenía que limpiar, eso era un servicio incluido. En cuanto a la limpieza de mi cabaña... para algo tienen que servir los esqueletos, ¿no?
Lara se había agachado de cuclillas, al parecer arreglando algo que no alcanzaba a ver porque su cuerpo me lo impedía. Por un momento pensé que me estaba enseñando a limpiar, hasta que el inicio de una canción a alto volumen hizo me hizo saltar en mi lugar. Era Mr Roboto de Styx.
—Siempre se trabaja mejor con música.
—Suena a algo que un hijo de Apolo diría.
—Touché. —Agarró su fregona—. Ahora sí, es hora de la acción. —La hizo girar con sus dedos como un sable samurai.
—¿Esa no es música para fiestas de los 70? —le pregunté, alzando la voz para que me pudiera escuchar.
—De los 80, de hecho. Y no precisamente. Es música que te inspira poder y te incita a la acción. Cuando quieres liberarte esta música es lo mejor.
Lara estaba en lo cierto. Es difícil describir lo que sentí mientras limpiábamos. La palabra liberación fue acertada para identificarlo, pero no englobaba el completo. Supongo que me liberé, en parte. Ambos nos liberamos y en algún momento terminamos bailando con nuestros instrumentos de limpieza, ya sea usándolos como pareja de baile o como micrófono.
Pero eso no fue todo.
Me reí y me divertí tanto que me sentí fuera de lugar, como si estuviera haciendo algo incorrecto, solo que no le presté atención a ese sentimiento. No le presté atención a nada, en realidad. El mundo entero, el tiempo inclemente, el espacio limitante y la vida misma se habían reducido a la música y a lo que producía en mí. Estaba disfrutando de hacer algo tan engorroso como limpiar el suelo, pero no hubiera podido lograrlo sin el ejemplo de Lara.
Ben nos pilló y no se burló ni nos hizo notar su presencia, sino que se limitó a recargarse contra la pared con los brazos cruzados, sus labios articulando una leve sonrisa.
Fue Lara quien lo notó y gritó a la par que se alarmaba como pelagata perseguida en una película de terror. Nos reímos los tres.
—Nico —dijo Ben, adoptando severidad—. Me desobedeciste.
Mis mejillas se coloraron, pero no de vergüenza. ¿Acaso me estaba sermoneando? ¿Quién se creía que era? Yo, Nico Di Angelo, no me subordinaba ante nadie, aparte de mi padre.
—Oh, lo siento, señor autoridad. Seguramente tengo la culpa de que Lara haya estado literalmente detrás de la puerta de Will y que me haya cogido a cargo.
La expresión de Ben se tornó divertida, casi taimada. Dio un paso atrás y me hizo un gesto con la mano hacia el pasillo para que lo acompañara. Accedí de mala gana, murmurando maldiciones en griego antiguo.
—No sabía que tenías una boca tan sucia —comentó Ben, siguiendo mirándome con esa diversión incierta que comenzaba a molestarme. Me había hecho sentar en la camilla y estaba retirando las vendas. Cuando estuvieron afuera, deslizó la mano por las heridas, cuya cicatrización se manifestaba avanzada—. ¿Te duele?
—Algo.
Ben aplastó un poco más fuerte las cicatrices tiernas, arrancándome una pequeña mueca, que recibió con deleite. Comencé a preguntarme seriamente si Ben seguía fingiendo ser alguien distinto a Will o si este ser retorcido era su verdadero yo. Me estresaba que no se inmutara ante mis miradas asesinas, tal como Will.
Finalmente se enderezó, asentando las manos en sus caderas. Sus lentes se habían caído hacia adelante y se los arregló con el dedo índice. Aquel gesto le dio a sus palabras una teatralidad médica.
—Al parecer la evolución de tus heridas va bien y ya no necesitarás las vendas. Felicidades.
—¿Qué me gané? —bromeé.
—Eso es algo que Lara y yo planeamos —respondió, matizando sus palabras con la seriedad suficiente para hacerme saber que hablaba en serio y con la frescura propia de quien no quiere dañar el ambiente bromesco.
Rechacé su ayuda para levantarme, me volví a colocar la camiseta y regresamos a la estación de enfermería para reunirnos con Lara, quien seguía escuchando música, pero esta vez, desde sus audífonos. Sentada en una de las sillas de la sala de espera, meneaba la cabeza y movía el pie al compás de la música. Su tatarareo bajo se escuchaba claramente en medio del silencio de la sala. ¿Esa canción era I Love Rock 'n' Roll? Definitivamente sentía afinidad hacia su playlist.
Pero lo importante era que vi mi oportunidad.
¿Sentiría cargo de conciencia por hacerla asustar dos veces en un día?
En lo absoluto.
Detuve a Ben estirando mi brazo por delante suyo y me llevé el dedo índice a los labios antes acercarme sigilosamente a Lara por detrás. Ella estaba girada hacia la ventana, ensimismada en el infinito que se abría paso por el cielo cada vez más claro.
Cuando estuve a punto de saltar sobre ella, se giró sin razón aparente y me vio. Abrió mucho los ojos y balanceó la cabeza hacia atrás, pero no gritó. Se quitó los audífonos y me miró, primero desconcertada y luego divertida. Maldije. Había fallado ya dos veces. Mi reputación estaba en juego.
—Eso sí fue pura suerte. Me giré por el gusto de girar, jaja. Nico, es el destino. Algo me dice que no vas a lograr asustarme nunca.
—¿Es un desafío? Porque los desafíos son tentaciones demasiado grandes para mí.
Lara bufó.
—Complejo de héroe. —Luego me examinó y silbó—. Esas serán cicatrices sexys, sin duda alguna. Lástima que no tengas a nadie a quien impresionar.
Rodé los ojos. Ben miró el reloj en su muñeca y nos comunicó que ya era hora de abrir.
—Ah, por cierto. Lara, dile la buena nueva a Nico. El regalo que le tenemos.
Comenzaba a asustarme por lo enigmático de este asunto.
—Hoy te sacamos una cita con Karen —canturreó Lara con lontananza—. Ya llegó, así que te está esperando en su consulta. ¡Sorpresa sorpresa!
Ben se me adelantó y me aclaró que no tendría que preocuparme por mis obligaciones mientras tanto, que ya se habían organizado para cubrirlas.
—¡Espera! —exclamó Lara, emocionada, juntando sus manos, como si se le hubiera ocurrido una gran ida. Una idea que por su puesto no tendría nada de grandiosa para mí—. Tienes que hablar también con Billie y Nestor. Ellos te pueden enseñar cosas que nosotros no. Podemos darte el resto de la mañana libre para eso. ¿A que sí, Ben? Claro que sí. Te servirá tener los conocimientos de Billie en pócimas curativas, y los conocimientos de Nestor para comprender mejor lo que hacemos. Te sorprenderías de lo mucho que puede servirte una planta o ciertas partes de animales e incluso de monstruos para fines curativos. Incluso la tierra sirve. ¿Sabías que los griegos solían vendas endurecidas con arcilla para sostener fracturas? ¿Sabías que la tierra tiene efectos antisépticos y antibióticos? Y cuando conozcas a Nestor, joder, es apenas un niño y es un jodido genio. Te enseñará tanto sobre el cuerpo humano y su fisio...
—Lara —La corté, formando con mis manos la seña de tiempo fuera—. Por favor. —Me volví hacia Ben, rogándole con los ojos—. No creo que esto sea buena idea. —Traducción: Ten piedad de mi alma.
La sonrisa de Ben me dio más repelús del que nunca me ha dado mi padre.
—No es una elección para ti.
Entonces ambos, Ben y Lara, cruzaron sus brazos con los míos y me llevaron a arrastras hacia el segundo piso, donde trabajaban los otros miembros activos del centro médico.
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