7. "Quiero un tercero"
- Eres muy depresivo así que déjate las tonterías - le dije a Hugo en respuesta a su "no quiero seguir viviendo" -. Y ni se te ocurra intentar suicidarte.
Brad me recordaba constantemente que Hugo necesitaba mi ayuda y me haría sentir fatal no hacerle caso. Hablando de Brad, cuando lo mencioné anteriormente Hugo no reaccionó agresivamente como solía hacer desde que murió mi hermano. ¿Ya se le había pasado la psicopatía? Ya iba siendo hora.
El prostituto me miró abriendo más los ojos.
- ¿Que no lo intente?
- Eso he dicho.
- ¿Es en serio? ¿Me estás diciendo que evitarás que muera?
Respondí antes de darme cuenta de lo que se refería.
- Obviamente.
Él se golpeó la cara sin decir una palabra.
- ¿Eres gilipollas? - pregunté retóricamente ya que la respuesta estaba más que clara -. Tampoco pienses que ahora te quiero y esas cosas. Es solo que si te dejo morir me meteré en un buen lío.
- ¿Desde cuándo te importa a ti eso? No sería la primera vez que te castigasen.
- Como aquella vez en la que buscaste pelea en clase y tenías que sacar un puto arma.
- ¿Quieres volver a hablar de las tijeras?
- Me destrozaste la mano - le enseñé la enorme cicatriz que me había dejado.
- No pareció haberte dolido...
¿En serio? ¿Él también tenía que sacar el tema?
- ¡¿Y qué problema tengo yo de haber nacido con esta puta enfermedad?! - golpeé el escritorio -. ¡No lo he escogido!
- ¿No sientes el dolor?
- ¿Y tú sientes mis palabras? - me acerqué a poca distancia y dije -. Muérete.
Hugo me pegó un puñetazo y seguramente me haya conseguido hacer sangre porque la sentí al frotarme el rostro.
Él agitaba la mano que me había golpeado y me miraba con odio, como siempre.
Sentí la necesidad de devolverle el golpe y no me contuve a pesar de que la voz de mi hermano hiciese eco en mi cabeza.
Me cuesta mucho comprender tu amor por esta criatura, Brad.
Caímos los dos al suelo y Hugo se encontraba encima de mí con esas pintas de prostituto. Verlo de esa forma me motivaba a golpearlo.
***
- No me voy...a rendir ante ti.
- Yo tampoco... - Hugo me rozó con su puño.
La mitad de mi cuerpo estaba acostada sobre su cama y la mitad sobre el suelo. Hugo estaba completamente tirado en el parqué del cuarto. Ambos totalmente debilitados ya no teníamos fuerzas para seguir peleando y aun así ninguno de los dos pretendía dejar que el otro diera el último golpe.
Hugo hizo el esfuerzo de levantarse y se dejó caer encima de mi espalda. Solté un quejido.
- ¿Ya está? - le pregunté.
- Tengo que ir a trabajar...
- ¿Estás de broma? - intenté mirarlo pero lo tenía a mi espalda -. No vas a ir a ninguna parte.
El prostituto se levantó e inmediatamente usó el escritorio como punto de apoyo. Entonces sí que me incorporé.
- ¿Crees que alguien te pagaría estando así?
- Suenas como Lorenz... De todos modos, no trabajo para otros hasta las tantas. A Lorenz le da igual cómo esté.
- Deja de decir tonterías. Te vas a quedar aquí.
- No. Tengo un contrato.
- El cual seguramente ya haya terminado.
- Tu "seguramente" no me retendrá.
- Mira - me acerqué a él y lo obligué a mirarme -. Una vez pagué por ti una inmensa cantidad de dinero y no me hagas volver a hacerlo porque ya no tengo nada más.
- ¿Cuándo pasó eso? - entrecerró los ojos extrañado.
- En la fiesta de Vero. No preguntes detalles porque a mí también me drogaron.
- ¿Qué? ¿Estás diciendo que me acosté contigo?
- No he dicho eso pero hicimos algo más que acostarnos.
Hugo me empujó.
- ¿De qué vas? No dejas de meterte conmigo por respirar y luego te dejas los riñones por follar conmigo. ¡Hablándolo podríamos haber llegado a un acuerdo si tanto querías!
- ¡¿Que yo quería?! ¡No me acostaría contigo ni aunque fueras la única persona del universo!
- Pues bien que lo hiciste. ¿Y el beso? ¿Tampoco querías?
- Ya que has recuperado fuerzas, ¿por qué no te largas de una maldita vez? - señalé la puerta.
Intercambiamos miradas amenazantes durante un rato hasta que Hugo cortó el silencio.
- Llamaré a Lorenz y le diré que estoy con un cliente, que me cobre de mi paga por esto y ya me lo devolverás.
- Ya te he dicho que no volveré a acostarme contigo.
- ¿Y qué? Quieres hacerlo así que me da igual lo que digas.
- Tal vez seas tú quien quiera.
- ¿Tengo varios clientes cada noche y me vas a decir que estoy desesperado?
- No me tienes a mí.
- Tengo a gente más agradable.
- ¿Te refieres a los que te azotan y torturan en orgía? Oh sí, me olvidaba de ellos.
- ¿Abrir un paraguas destrozando un culo no es tortura?
Hugo cogió el móvil y marcó un número.
- ¿Lorenz? - habló.
- ¿Vas a decirle eso? ¿En serio?
- Lo siento, me he retrasado - me ignoró -. Enseguida voy.
Colgó el teléfono.
- ¿Qué? ¿No ibas a quedarte? Eres un puto capullo.
Hugo escribió algo por mensaje y luego dejó el móvil en la mesa.
- ¿Qué problema tienes? ¿No has dicho que no querías?
- No he cambiado de opinión pero tú eres un mentiroso y un bipolar.
Hugo se aproximó a mí y, estando a centímetros de distancia de mi cuerpo, se bajó los tirantes mientras me miraba a los ojos.
- ¿Q-qué estás haciendo? - cuestioné nervioso.
En ese momento podía ver el cuerpo de Hugo descubierto al completo excepto por la zona en la que llevaba ese pequeño short. Lentamente fue deslizando sus manos hacia éste pero lo detuve de inmediato antes de que pudiera mostrar un mínimo más de su piel.
- Para. No te quites nada más - ordené con las manos sobre sus caderas.
Hugo sacó sus manos de debajo de las mías y las colocó sobre MIS caderas.
- ¿Qué demonios...?
De un tirón me bajó el pantalón junto al calzón y no me dio tiempo a reaccionar como Hugo ya se había puesto de rodillas frente a mí sosteniendo mi miembro entre sus pequeñas manos.
Justo cuando iba a apartarlo de un empujón, el chico se lo metió en la boca y lo mordió haciéndome olvidar lo que iba a hacer.
- ¡Agh! ¡¿Pero tú estás loco?! - exclamé.
Después del mordisco, Hugo comenzó a realizar ágiles movimientos de vaivén y mi cuerpo se debilitó de una forma extrañamente rápida.
- Mgh...
Ya no fui capaz de detenerlo; al contrario de lo que mi mente quería, mi cuerpo se había excitado con esa criatura y no podía hacer otra cosa que no hacer nada.
No aguanté mucho más y Hugo aceleró para terminar.
No, no quiero que pase esto.
Fue inevitable el apartar su rostro deforma violenta justo antes de llegar al orgasmo. Hugo perdió el equilibrio y cayó de espaldas sobre los codos.
Seguía mirándome y se frotó los labios limpiándose restos de saliva. Desbordaba sentimientos incomprensibles y no fui capaz de continuar en el mismo cuarto que él. Me subí los pantalones y corrí hacia mi habitación cerrando la puerta y apoyándome sobre la misma.
Me cubrí el rostro con ambas manos. No podía borrar aquella mirada que Hugo me dedicó desde el suelo.
toc toc
Me sobresalté.
- Elmer.
Era Hugo. No, no iba a abrirle la puerta a esa persona degenerada.
- No voy a ir con Lorenz hoy – dijo a través de ésta -. Solo quería decir eso.
Pero si le había dicho que iría más tarde. ¿Por qué quedarse? Y encima le cobrarían de su paga. ¿Qué motivo tenía para hacer eso?
Abrí la puerta. Hugo ya no estaba y me dispuse a ir a su cuarto de nuevo pero retrocedí; estaba sintiendo una vergënza tremenda desde lo ocurrido anteriormente.
No, no, no, no iba a acercarme a él por un rato.
¿O sí?
No, ¿y si intentaba otro...acercamiento sexual? Bueno, los había evitado todos durante el tiempo que nos conocíamos porque era obvio que él lo había intentado muchas veces ya que era prostituto y ligar con todos era prioridad. Debería deshacerse de su "trabajo" de una vez por todas, encima que le había hecho los cálculos, le parecían pocas pruebas para abandonar aquel patético oficio.
- ¿Qué haces aquí? - habló Hugo.
Miré a mi alrededor y me encontraba en su habitación. ¿Cómo había pasado eso? Me di la vuelta para irme ya que era claramente un error; simplemente me había perdido en mis pensamientos y había caminado sin rumbo.
- ¿Podrías ayudarme? - me preguntó en un tono muy bajo pero perfectamente audible.
Me detuve con la mano sobre el pomo dela puerta.
- ¿Que te ayude?
- Con lengua.
- ¿Qué? - soné en un tono un tanto nervioso.
- No entiendo las reglas...
- ¡Basta ya! - giré golpeando la puerta con el puño.
Hugo estaba sentado en su escritorio con unos cuadernos abiertos sobre la mesa y un libro entre las manos.
- ...sintácticas – acabó su interrumpida intervención.
El prostituto realmente estaba estudiando y ya no vestía aquellas prendas tan vulgares. Tuve un momento en blanco durante el cuál no entendía lo que estaba pasando pero... Hugo estaba intentando estudiar, o eso parecía. ¿Por qué no ayudarle?
- Eh...sí, claro – respondí.
Costaba creer que hacía unos minutos estábamos peleando y ahora respirábamos en el mismo metro cuadrado.
Me acerqué a él quien se sentó correctamente y señaló algunos de los ejercicios que tenía que hacer. Le expliqué todo lo que no lograba comprender y al rato me senté sobre su cama mientras esperaba a que me preguntase más dudas. La sintaxis no la tenía muy clara pero no tardaba mucho en entender lo que le decía.
Era el rato más largo que aguantamos sin acabar en sangre.
- Creo que...lo llevo bien – comentó -. He terminado lo de hoy.
Cerró el cuaderno y giró en la silla en mi dirección. Ladeó una tímida sonrisa aunque ni siquiera se le podía llamar sonrisa ya que no mostraba ese tipo de expresión. De cualquier manera, me pareció interesante ver aquello por primera vez.
Me levanté y acorté la distancia entre nosotros. Tomé su mentón y lo besé. Mi corazón se aceleró a mil durante el corto contacto y al separarnos continuó alterado. Hugo no dijo nada pero pude ver que no había cerrado los ojos.
Rodeó mi cuello con una mano y me acercó a él para besarme una segunda vez. No me lo esperaba mas no lo rechacé; fue igual de agradable que el anterior e incluso un poco más. Llevé una mano a su cintura y la acaricié suavemente.
Nos separamos sin romper contacto, tal vez esperando un tercer beso pero ninguno de los dos tuvo la iniciativa.
- Perdona por lo de antes – se disculpó desviando la mirada -. No volveré a hacerlo.
- Faltaba más – respondí apartándome de él.
Tal vez pudiera haber sonado borde,cosa completamente normal en mí sobre todo al hablar con Hugo, pero no era mi intención. Era una disculpa y no había motivo para alterarse por ello.
- Bueno, de todas formas era culpa mía – admití.
- ¿El que yo me haya lanzado para tener sexo?
- No, me refiero a que... haya salido mal.
Hugo enarcó una ceja e hizo un ademán de confusión con la mano.
- Olvídalo – dije -, ya es suficiente revelación por hoy que sepas lo de mi insensibilidad congénita al dolor.
- ¿El qué?
- Lo de que no siento el dolor y esas cosas - intenté explicar pero vi que el rostro de Hugo seguía igual de confuso -. Mira, déjalo.
- Se vuelve a comprobar que es imposible llevar una conversación contigo.
- Como si fuera yo el idiota que se ha saltado tres cursos.
- Me estoy esforzando en recuperarlos – subió el tono levantándose de la silla -. Ya sé que ha sido una gilipollez.
- Has tardado como tres años y medio en darte cuenta de que eres gilipollas.
- ¿Y tú cuándo te piensas dar cuenta de que has perdido la mitad de tus neuronas?
- ¿Y se supone que tengo que contarte mis secretos con esta actitud que tienes? O-L-V-Í-D-A-L-O – enfaticé en cada letra enfrentándome cara a cara con él.
- No iba a suplicarte.
-Me quitas un peso de encima, pero que sepas que jamás tendré sexo contigo...ni con nadie – susurré esto último para que no se me oyera.
- ¿Lo dices por el amor-odio que sientes hacia mí?
- ¡¿De dónde cojones has sacado eso?! ¡No es así!
- Entonces...¿quieres morir virgen? ¿Sigues alguna religión de esas en las que es pecado tene...?
- Por favor, cierra la puta boca – le di la espalda -. Jamás lo entenderías porque eres capaz de tirarte a cualquiera que tenga perras en el bolsillo. Aunque en realidad eres capaz de mucho más, como tirarte a alguien aunque ni siquiera tenga dinero.
- Hay una palabra para eso último y es "autosatisfacción".
- No puedo tener de eso, ¿vale? - agité las manos frente a él -. ¿Te vas a reír ahora? Hazlo, pero como se te ocurra contárselo a alguien estás muerto.
Hugo entrecerró los ojos dubitativo e intentó decir algo varias veces.
- Tú...¿es por lo de no sentir dolor?
- ¿Eres idiota?
- Si no me lo explicas difícilmente podré entender tus "no puedo tener de eso", "eres idiota", blablah – ridiculizó mis palabras.
Cogí aire y le mostré el dedo índice sin decir nada. Él se cruzó de brazos y esperó a que hablase de nuevo.
- Yo...no puedo tener sexo – dije finalmente.
- Vamos, no me puedo creer eso desde que fui violado por tu puto paraguas.
- ¡Eso es otra cosa! Ni siquiera fue sexo; solo tú te desnudaste. Y besar tampoco es sexo, por si ibas a preguntarlo.
- No iba a hacerlo. ¿Pero puedo saber el porqué? ¿También te han destrozado el culo?
- Aunque lo hubieran hecho no me impediría tener sexo porque obviamente nadie me da por culo.
- Cuestionable... – desvió la mirada.
- ¿Quieres pelear otra vez? - me remangué.
- Solo quiero saber por qué razón no puedes.
Bajé los puños y le di la espalda de nuevo. No me gustaba hablar del tema pero quería contárselo. ¿Porqué? Solo lo sabía Vero y tal vez Brad.
- Mira... - me rasqué la nuca -, simplemente no soy capaz. Al llegar a cierto punto mi cuerpo se estremece y me pongo nervioso. Después de eso lo dejo porque no me veo. Y menos aun cuando se trata de un hombre - sentí un escalofrío.
- Habrás perdido a muchas novias por eso.
- Ya sabía yo que no te lo tenía que haber contado – me dirigí a la puerta pero no llegué a abrirla porque él habló.
- A mí también me pasó la primera vez – declaró -. Fue con Lorenz, encima era un hombre y con experiencia. Si no me hubieran drogado en aquel momento, no habría sido capaz de seguir, seguramente por miedo.
- No tengo miedo – contradije.
- ¿Qué vas a saber si nunca llegas a hacerlo?
- Creo que es por...inseguridad.
Hugo se puso frente a mí a poca distancia y dijo:
- Tócame.
- ¿Para qué?
- Para descubrir lo que te ocurre. Si eres capaz de tocarme entonces es por inseguridad o baja autoestima. Si no, es por miedo.
Acabé aceptando su prueba y rocé su clavícula.
- Venga, ¿eso es todo?
Fruncí el ceño. Coloqué otra mano sobre su cuerpo y fui acariciando su torso. Hugo dio un paso hacia adelante para pegarse más a mí.
- Solo es para hacer más efectivo el test – aclaró.
Lo pretendí ignorar y continué. Le levanté la camiseta recorriendo su abdómen hasta llegar a su pecho.
- No funciona – dije.
- Porque no me estás haciendo caso. Prueba más abajo.
Sabía a qué se refería pero no quería hacerlo. Mis mejillas se tornaron ligeramente coloradas cuando me decidí a intentarlo.
Bajé una mano hasta su pantalón y lentamente la introduje en el interior. Claramente no estaba mirando porque no me era necesario.
Cuando llegué a tocar su miembro sentí mi corazón acelerarse rápidamente. Todo mi cuerpo se sentía extraño pero no fue suficiente como para hacerme salir corriendo así que me obligué a continuar. Lo agarré y masajeé suavemente. Al cabo de un breve periodo de tiempo, Hugo se apoyó sobre mi pecho con la cabeza pero no me detuvo así que lo hice yo.
- ¿Estás bien? - le pregunté.
- ¿Y tú?
Estaba excitado, tenía que admitirlo,pero no entendía porqué ya que la única persona que tenía cerca era ese vulgar prostituto. Aunque...desde que se cambió de ropa por algo más normal daba menos asco.
- Sigue sin funcionar – murmuré decepcionado.
- Entonces eres tú.
- ¿A qué te refieres?
Hugo me abrazó con las manos dentro de mi camiseta y me sobresalté sin llegar a apartarlo pero con todo el deseo. Fue acariciando mi espalda y alzó un poco la cabeza para llegar a respirar en mi clavícula haciéndome sentir escalofríos.Introdujo las manos en mi pantalón y agarró mis nalgas.
No pude más y lo empujé.
Permanecimos observándonos con la respiración agitada a unos pasos de distancia entre nosotros.
- Creo que...ya es suficiente – dije.
- Probemos otra vez.
Se incorporó y volvió a acercarse a mí. No le dirigí la mirada y dejé que volviera a manosearme.
- ¿Te puedo quitar la camiseta? - pidió permiso.
- ¿Es necesario?
- Quiero ver qué ocurre.
- En tal caso, puedo hacerlo solo.
- No es lo mismo.
Tomó el borde de mi camiseta y lo levantó. En un principio me opuse pero luego me dejé.
- No era tan difícil – dijo habiéndome despojado de una prenda.
No, no lo fue, pero tampoco era una situación encantadora. Quería cubrirme con algo y mi camiseta ya estaba en el suelo.
Hugo me tocó el cuerpo con sus pequeñas y delicadas manos. Tenía los dedos cortos para decirse que era artista, aunque no tenía mucho que ver una cosa con la otra, la verdad.
- Estás herido por lo del otro día, ¿verdad?
- No te quedes así mirando – me aparté unos pocos centímetros de sus manos -. Esto ya no ayuda.
- Espera – me cogió de la cintura -. No hemos terminado.
Odiaba esto que estábamos haciendo.¿Por qué seguía en el mismo cuarto que él? Era todo muy absurdo.
Aun así lo dejé continuar.
- ¿Puedo quitarte el pantalón? - volvió a pedir permiso.
- ¿Qué? Eso ya no.
- ¿Y si lo hago despacio?
- Tampoco. Ni que fuéramos a tener sexo. ¿Qué pretendes?
- ¿Y qué si lo tenemos? ¿Te lo quitarías?
Me dejó un poco pensativo ya que no estaba listo para responder a esa pregunta, pero contesté:
- No podría.
- No quieres.
- ¿Se supone que ahora tengo que decir que sí, que quiero sexo contigo, después de todo por lo que hemos pasado?
- Me has besado. Dos veces.
- Vamos – fingí una risa -, ¿te lo has tomado en serio? Mejor que nadie deberías saber que unos besos no significan nada.
No me podía creer lo que estaba diciendo. Aquello era como admitir que ambos éramos iguales y no era cierto.
- Entonces realmente me has besado para burlarte de mí.
No, no lo hice por eso.
- Obvio – dije.
Yo...quería besarlo. Verlo en un aspecto distinto al de prostituto me resultó agradable y el hecho de que se esforzara en estudiar por 4 años era admirable dejando de lado la enorme gilipollez de haber abandonado los estudios.Pensándolo, no debía de estar pasando por un buen momento.
- No sé de qué me sorprendo si las cosas entre nosotros no han cambiado desde nuestro "hermoso" encuentro hace unos meses – cogió un cuaderno y se volvió a sentar en el escritorio.
Desde que lo dejé en el hospital. En ese entonces el odio que le tenía a los gays era incalculable y era verdad que nada había cambiado pero Hugo...no era exactamente como todos, o más bien no era como pensé que era. Era imposible que nada hubiese cambiado entre nosotros en este tiempo.
- Nada cambiará porque no hay forma de que dejes el mariconeo – solté.
¿Por qué seguía diciéndole cosas horribles? Yo...no era así hace unos años. Me solían comparar con Brad incluso por lo educados que éramos ambos.
- Gracias por haberme ayudado con sintáxis – dijo mientras comenzaba a embocetar un dibujo -. Puedes irte si no quieres seguir viéndome.
- No me digas lo que tengo que hacer.
- No te voy a decir nada más.
Quería irme pero a la vez no. Aunque si me quedase las cosas no harían más que empeorar.
Lo dejé y salí de la habitación.
Aquel día le había contado dos de mis secretos a Hugo y ahora él podía contárselos a cualquiera. Le había confiado esas cosas por alguna razón y me arrepentía porque con la de veces que nos peleábamos cualquier cosa que uno supiera del otro podría serle utilizado en su contra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top