28. "Misma sangre"

(Narra Hugo)

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Hetero marica🐞: HUGO HUGO HUGO HUGO HUGO HUGPH UGPJO HUGoBBLLN !!!!!!!!!!!!

Hetero marica🐞: HUGO

Hetero marica🐞: HUGO HUGO

Hetero marica🐞: !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Tú: Son las siete de la mañama

Hetero marica🐞: ERIK

Tú: Que pasa con él

Hetero marica🐞: AYER ME BESÓ DOS VECES. DOS. Y FUE MUY TIERNO CREO QUE ME MUERO 🙊🙈😻😻😭🐣✨😍

Tú: Te has besado con Erik??

Tú: Estáis saliendo?

Hetero marica🐞: Salimos a veces juntos... Vamos a ir a la feria hoy otra vez y estoy super emocionado porque fue él quien me lo propuso ^^

Tú: Ya sabía yo que no eras hetero

Tú: Te voy a cambiar el nombre

Hetero marica🐞: Qué nombre me vas a poner??

Tú: Nada relevante

Piernas super abiertas🐞: Ponme un nombre bonito 💕🐕

Tú: Claro

Piernas super abiertas🐞: Hugo, crees que Erik me quiere? Quiero decir, dijo que me había elegido y no se arrepentía de nada pero talvw

Tú: ???

Tú: Greg?

Tú: Ey

Tú: Estás?

Tú: Ha pasado algo?

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Dejó de responderme así de repente y no pude evitar preocuparme ya que era la primera vez que Greg dejaba una conversación a medias desde hacía años.

El brazo de Elmer me rodeó la cintura con más fuerza desde mi espalda mientras seguíamos acostados en la cama aun.

- ¿Qué ocurre, Hugo? - preguntó en un tono grave y somnoliento.

Apagué la pantalla del móvil tras haber salido de la conversación y puse mis manos debajo de mi mejilla.

- ¿Sabías que Greg y Erik...tienen algo?

- Sabía que Erik era más gay que Asier incluso odiando a los hombres. Se acostaba con ellos para hacerles daño.

- Pero...

Me trató bien. Desde nuestro primer encuentro Erik se interesó mucho en mí por un tiempo y estaba seguro de que no era para hacerme daño.

- ¿Pero...?

Elmer no sabía que yo me acosté con su mejor amigo hacía cinco años. No era crucial en verdad. Ocurrió en esa época cuando me acostaba con cuatro por noche así que dudo que le interesaran los detalles.

- No le va a hacer daño a Greg - concluí.

Elmer se rio muy bajo.

- Eso no lo dudo. Parece un cachorro detrás de él.

Sonreí.

Era cierto. Tenía que haberme dado cuenta de que siempre estaban juntos porque todas las ideas de Erik eran con Greg sin falta. Lo adoraba.

- Hacen buena pareja - murmuró Elmer ya casi dormido -. Greg es muy puro e inocente. Erik no podría odiarlo jamás.

- Tienes razón...

Entonces recordé nuestra última conversación y me revolví girando de cara a Elmer.

- Pero que le ha pasado algo.

Elmer abrió los ojos por mis movimientos.

- ¿En qué te basas?

- No me ha respondido a un mensaje.

- ¿Qué hora es para que estés tan sobreprotector? Pareces su madre.

- Elmer, hablo en serio. Conozco a Greg. Y son las siete pasadas.

- ¿Me necesitas para algo o puedo dormir media hora más?

Lo destapé y me levanté de la cama.

- Prometiste que iríamos al cementerio.

- Pero no a estas horas - buscó la sábana con una mano frunciendo el ceño -. Podemos ir a las nueve que seguirá haciendo fresco.

- A las nueve seguramente ya haya gente cerca - tiré de su pierna -. Levanta.

Elmer siguió protestando durante apenas unos segundos cuando finalmente chasqueó la lengua y se rindió.

Fui a vestirme mientras él se desperezaba e iba a asearse. Cuando acabé me lavé la cara y me dispuse a intentar freír unos huevos para el desayuno. Puse el aceite a calentar hasta que empezó a disparar. Levanté la sartén estirando el brazo al máximo para no quemarme y en ese momento entró Elmer bajando el fuego y tomando mi brazo para colocar la sartén en su correspondiente sitio de la placa de inducción.

- Te volveré a poner Barrio Sésamo como no aprendas a relacionar tamaños equivalentes - me regañó.

Siempre me olvidaba de que los círculos tenían formas y funciones distintas.

- Lo haré bien la próxima vez - dije totalmente seguro de ello -. Ya verás.

Elmer sacó unos cuantos huevos del frigorífico, los lavó y rodeándome desde la espalda los rompió vertiendo su contenido en la sartén.

- Ahora baja un poco el fuego y cúbrelos con la tapa - me indicó tomándome las caderas.

Me esforcé por seguir sus indicaciones notando su respiración en mi nuca. Me lo ponía más difícil de esa forma y sabía que lo hacía a propósito.

Já, pero no me equivoqué en nada.

- En diez minutos están hechos, ¿verdad? - le pregunté orgulloso de mi trabajo.

- Volverás a quemar la cocina si los dejas tanto tiempo - me soltó y se dirigió a sacar unos platos para ambos. 

Yo le ayudé sacando vasos y cubiertos.

- Oh también queda chocolate - dije al asomarme al frigo a por bebida.

- No lo digas.

- Milka... - reí.

- Cállate - Elmer se tensó ruborizándose y dándome la espalda.

Lo ponía muy melancólico recordar ese nombre que Brad le puso por su bonito color de pelo y la adicción al chocolate que Elmer tenía de pequeño.

Puse una botella de zumo sobre la mesa y me dirigí a sacar el desayuno de la sartén.

Comimos en silencio y luego metí los platos en el lavavajillas. Me puse a limpiar la mesa cuando me di cuenta de que Elmer ya había vuelto de haberse limpiado los dientes. Estaba listo para irse.

- Ya he terminado - dije lavando la balleta -. Dame dos minutos.

Elmer estaba cruzado de brazos en la puerta de la cocina.

- Tómate tu tiempo.

Cuando estuve preparado le ofrecí mi brazo y salimos de casa.

El cementerio estaba completamente vacío a esas horas de la mañana y el aura que emanaba era de completa tranquilidad. Gente que ya había pasado a otra etapa y que posiblemente nos estuviera observando desde algún lugar. Si creyera en las reencarnaciones diría que incluso podríamos estar sentados en el mismo pupitre con algunos de ellos. Era impresionante la de sentimientos que uno experimentaba con solo poner un pie en ese lugar.

La tumba de Brad se encontraba algo alejada de la entrada y caminamos un rato hasta ahí. Lo primero que vimos fue su lápida con la imagen de su rostro.

No pude seguir mirándolo.

Oculté mi rostro en el hombro de Elmer y él me abrazó. Incluso siendo una imagen en blanco y negro se le podía ver la intensidad en su mirada, su peculiar expresividad, podía ver todo el tiempo que pasamos juntos tan solo con esa imagen. Yo no era capaz de soportar aquello.

En cambio, Elmer era mucho más fuerte que yo. Él no lloraba ante el enterrado cuerpo de su hermano, pero yo sabía que le dolía muchísimo más que a mí. Si yo pasé con él más de cuatro años, Elmer estuvo con él 16. Lo envidiaba tanto y a la vez no. En su lugar no habría sido capaz ni de seguir con vida.

Me armé de fuerzas, me sequé el rostro y, tras separarme del castaño, me acerqué a la tumba cambiándole las flores por unas más recientes. Hecho eso me senté de rodillas sobre el suelo frente a él. Cerré los ojos. 

"Bésame entonces, como si fuera a morir mañana".

Golpeé el suelo. Esos no eran los recuerdos que me gustaría tener estando a unos metros sobre su fallecido cuerpo.

Cerré los ojos con más fuerza e intenté recordar nuestros momentos más bonitos. Las imágenes estaban cada año más borrosas pero yo jamás olvidaría un solo segundo que pasé a su lado. Dentro de 20 años seguiría yendo a visitarlo y le cambiaría las flores cada mes. Vendría a contarle que había terminado la carrera de medicina y que tenía trabajo. Le recordaría cada vez que mi vida había mejorado muchísimo gracias a él y que de no ser así tal vez fuera yo quien estuviera en su lugar en ese momento. Se lo diría todos los meses porque sabía que Brad me estaba escuchando. Estuviera donde estuviera en ese momento, Brad me oía.

- Cuando cumpla 18, no dudaré en marcharme de aquí.

- No permitiré que te vayas solo - aseguró Brad.

- Vaya, ojalá hubiera alguien que quisiera empezar una vida conmigo...

Brad habría sido el primero en aceptar una proposición como aquella.

- Paris.

- ¿Qué? - me revolví -. ¿Quieres ir a Paris?

- No... - contradijo -. Cuando conocí a Yoana, me preguntaste si quería tener hijos. Y sí, siempre me había gustado la idea de tener una hija que se llamase Paris.

Me relajé y llevé un dedo a su torso comenzando a hacer pequeños círculos sin levantar la mirada.

- Yo...no puedo darte eso...

Sonrió. Con una mano en mi mejilla, me acarició tiernamente.

- Eso no sería ningún problema - dijo -. Hay muchos niños que no tienen padres y ellos también se merecen la oportunidad de vivir en familia.

- Formar una nueva...

Abrí los ojos. 

No era la primera vez que me acordaba de esa precisa escena. Tal vez fuera porque era mi mayor deseo pero...me encantaba escuchar la voz de Brad en mis recuerdos.

Sonreí y bajé la cabeza.

- Elmer... - lo llamé.

Él estaba sentado sobre la mesa que había justo al lado de la tumba.

- ¿Te has acordado de algo más? - cuestinó.

- No, pero... ¿podemos ir al centro de adopción un día de estos? Me apetece mucho ver a los niños.

- A mí también - deslizó la mirada hacia el suelo -. Pero no sé si podré entrar.

Me di la vuelta hacia él.

- ¿Por qué lo dices?

Elmer se tocó el pelo sin dirigirme la mirada.

- Empezarán a llamarnos papá y ojalá poder darles hogar a todos ellos. Es físicamente imposible.

- Podemos...intentarlo - dije sin pensar -. Quiero decir, no me malienterpretes, respeto tu decisión y si piensas que mi padre está en lo correcto que así sea. Yo me casaré con una mujer y...tendremos hijos, supong-

- No digas tonterías - me interrumpió -. No te vas a casar con alguien a quien no quieres.

- ¿Entonces estaré solo durante el resto de mi vida? Tú te irás con alguien al final. Lo sabemos los dos.

- Nadie me va a querer así, Hugo - suspiró como si su vida estuviera acabada.

En cambio, yo no dudé en contradecirle.

- Yo lo hago.

Elmer abrió los ojos de par en par aun con la cabeza hacia abajo. Mi móvil sonó acto seguido indicando que habían llegado unos mensajes a mi bandeja de entrada pero los dos lo ignoramos.

- Yo te quiero, Elmer - repetí -. Y daría lo que fuera porque fueras capaz de decirme lo mismo.

Elmer estuvo en silencio unos segundos hasta que me dirigió su mirada y sonrió con algunas lágrimas haciéndose hueco en sus párpados.

- Es mutuo, Hugo.

Cuanto más lo miraba más ganas tenía yo de llorar también. Era tan raro ver los ojos de Elmer húmedos que me hacía explotar el corazón.

- ¿P-por qué no...me puedes besar entonces? - musité -. ¿Por qué no puedes decirme que me quieres cada mañana al despertar? ¿Por qué no puedo hacerlo yo?

- Yo...quiero hacerlo. De verdad que quiero.

No me pude contener y me levanté tomando su rostro entre mis manos para juntar nuestros labios. Ahora sí que empecé a desprender lágrimas de mis ojos y nuestra saliva se mezclaba con su sabor salado. Elmer me correspondió al beso y me atrajo con más fuerza hacia su cuerpo. Nos estábamos besando por primera vez en cinco años largos y parecía que fuera la última. Cuando nos separábamos para tomar bocanadas de aire yo le acariciaba el pelo sin dejar de mirar sus pupilas transparentes. Esos eran los ojos que yo quería seguir viendo durante el tiempo que me quedara de vida. Esos ojos eran ahora lo único que me importaba conservar.

Jamás creí en lo eterno pero deseaba que Elmer rompiera con esa idea.

- Te quiero - dije otra vez -. Te quiero muchísimo.

Elmer estaba llorando también mientras dejaba que mis manos sujetaran su rostro.

- Te prometo que hablaré de nuevo con tu padre - dijo sujetándome los brazos -. Quiero estar contigo, Hugo, sin importar las circunstancias.

Fruncí los labios y desvié la mirada.

- Prométeme también que estarás conmigo diga lo que diga. 

- Eso iba a hacer. No puedo volver a dejar que te distancies de mí porque yo...se lo prometí a Brad.

Mi corazón aceleró como nunca antes había hecho y me lancé a abrazar a Elmer.

Yo estaba muy feliz. Ahora más que nunca.

De pronto vi una figura aparecer a la espalda de Elmer. Era el mismo chico con el rostro pixelado y voz encriptada que hacía tiempo que no veía. Pero para mi asombro esta vez, poco a poco empecé a diferenciar los rasgos de su rostro mientras su pelo no dejaba de cambiar de color de rubio a castaño. 

Su cara...era perfecta y...era de Brad y de Elmer a la vez. El mismo rostro pero el cabello no dejaba de parpadear mostrando un color y forma distintos cada instante.

- Has encontrado tu lugar - se le oyó decir con voz de Brad -. Te toca descubrir los aspectos de la vida que yo no pude. Es tu turno de ser feliz.

Entonces cambió su timbre al tono de Elmer y siguió hablando.

- Yo te haré feliz.

Elmer me apartó de su pecho y me miró fijamente a los ojos.

- Te quiero.

Ya no se podía ir a mejor. Mi vida estaba completa ahora.

La figura de detrás de Elmer me devolvió un saludo y se fue desvaneciendo. Lo último que supe de ella fue el "no ha sido culpa tuya" que dejó oirse antes de desaparecer para siempre.

- ¿Volvemos...a casa? - propuse habiéndome satisfecho con todo lo ocurrido ahí.

Estuvimos todo el camino de vuelta abrazados el uno al otro y nada más llegar volvió a besarme. Me encantaba. Si ya era maravilloso vivir con él ahora todo iría a ser perfecto.

Eran cerca de las diez de la mañana y los dos caímos de vuelta a la cama, Elmer debajo de mí. No dejábamos de besarnos y cuanto más lo hacíamos más nos enamorábamos el uno del otro. Ahora entendía porqué Elmer trataba de evitarlo todo este tiempo.

Perdimos la ropa y los complejos. Por fin pudimos ser todo lo que queríamos y no había nada más que quisiera pedir en la vida. Era perfecta tal y como era junto a la persona que quería.

*****

Al acabar con lo que hacía cinco años que ninguno de los dos había practicado nos dormimos. Tuvimos que recuperar el sueño para sentirnos más personas después de todo lo que había ocurrido.

Cuando cogí el móvil para ver aquellos SMS que me habían llegado me encontré con el mensaje de Greg justificando su desaparición previa. Resultó que Erik se había despertado y se puso muy nervioso por lo que tuvo que apagar el móvil. 

Entonces pasé a los mensajes. Eran todos del mismo número oculto y parecían ser todos seguidos. Empecé a leerlos y no caí en quién era el remitente hasta acabar el último.

Se me cayó el móvil al suelo.

Dejé la mirada perdida.

Mi corazón dejó de palpitar unos momentos.

- ¿Mamá...?

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Hola, Hugo.

Ya he perdido la cuenta de la cantidad de cartas que he intentado enviarte pero las cuales siempre acababan siendo interceptadas. Lee con atención porque esto es realmente importante.

Ramón va a por ti. Ha estado estos años investigando la muerte de Lorenz y estudiando tu ciudad y relaciones con la gente. Corres un grave peligro. Ha salido hoy de Galicia y al caer la tarde ya debería haber llegado. No puedes quedarte ahí.

Me enteré de la muerte de Lorenz al día siguiente de que ocurriese y, sinceramente, sigo sin saber cómo sentirme después de cinco años. Sois mis hijos, al fin y al cabo. Y os quiero mucho. Lo siento, volveré a por ti, te lo prometo.

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CONTINUARÁ...

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