27. "Una pieza tras otra"
- Hugo, somos adultos y decisiones así no se pueden tomar tan a la ligera.
- ¿Por qué te importa tanto lo que diga mi padre? - me molesté tras un rato de discusión -. ¡No puede organizarme la vida! Tú mismo has dicho que ya somos adultos para decidir qué es lo mejor para nosotros.
No me podía creer que Elmer se había estado guardando sus sentimientos durante años de la misma forma que yo hice pero en su caso por "respeto" a Wayne.
- Aun así es tu padre y tal vez él vea algo que nosotros no.
Contuve mi ira en puños.
- Eres...idiota - rechiné los dientes -. Todo este tiempo... ocultándome algo tan importante.
- Juraría que son cinco años.
- ¡Eres muy idiota! - exclamé -. ¡Agh! Voy...a tomar el aire.
No esperé a que me detuviese si es que tenía esa intención. Parecía que a Elmer poco le importaba el dejarme ir. Hoy me iba al balcón, mañana me casaba con una chica.
- ¿Es en serio? - le pegué un golpe a la barandilla.
No sabía qué hacer. Estaba muy confuso en esos momentos.
No podía estar con la persona que quería por culpa de mi padre.
- ¿Y cómo es que hablasteis? - me dejé caer en un sillón de fuera -. ¿Qué pasó?
Nuestra habitación con Elmer tenía una ventana que daba al balcón y además estaba abierta así que pude oírle responder.
- Vino un día para ver cómo vivíamos y aproveché para solicitar su aprobación respecto a una posible relación contigo. Tuve que escuchar de todo excepto un "sí".
- Joder, tío... ¿Y si yo te rechazaba?
- Te lo volvería a pedir.
Aun estando molesto no pude evitar sonreír.
- En serio...eres estúpido.
Oí cómo Elmer se levantaba y fue a dar la vuelta para salir al balcón. Se sentó en una butaca que estaba pegada a la mía.
- De verdad que lo siento mucho.
- Ya da igual - intenté convencerme.
Nos quedamos en silencio mirando al frente durante unos minutos. Se estaba muy tranquilo a esas horas de la noche y solo se podían oír los grillos y algunos coches pasar.
Vivíamos en una humilde pedanía cercana al centro y las vistas desde arriba no eran algo envidiable. Aun así estábamos muy a gusto en aquel lugar, sin mucha población y estratégicamente próximo a todo.
- ¿Cómo es...el cielo? - preguntó Elmer en un tono muy bajo alzando la cabeza como si intentara verlo.
Yo no había dejado de mirarlo por una sola razón.
- Es precioso - respondí -. Se ven muchas estrellas hoy.
Incluso se podían apreciar algunas constelaciones. Era increíble lo bonito que podía llegar a ser.
- Cuando éramos pequeños - susurró Elmer -, Brad y yo salíamos al campo por la noche y nos retábamos a contar más estrellas que el otro. Yo solo sabía contar hasta veinte en ese entonces así que Brad me ganaba siempre pero por alguna razón pensaba que la próxima vez podría superarlo. Nunca lo hice.
Sonreí observando el cielo. Contar estrellas...era una sensación infinita.
- Brad... Lo echo mucho de menos - suspiré -. Ojalá estuviera aquí.
- Es una de las cosas que más querría en este mundo.
- ¿Qué más tienes en esa lista? - cuestioné curioso.
- Burlar a la muerte - rió -. Lo conseguí una vez, voy a por la segunda.
- No la vuelvas a liar - le di un golpecito con el hombro -. No siempre tendrás la misma suerte.
- Tú tampoco.
Me apoyé en el posabrazos que separaba nuestros asientos con una sonrisa en el rostro.
- ¿Y qué más hay en tu lista? - arqueé una ceja.
Elmer fingió parecer interesante mientras pensaba:
- Muchas cosas - se encogió de hombros -. Pero solo por curiosidad...¿me habrías rechazado?
Giró la cabeza en mi dirección y pude ver como clavaba sus expresivos ojos en mi rostro. Ojos que cada vez me gustaban más.
- Imposible - fue todo lo que pude decir.
- El "sí" de tu padre habría valido mucho la pena - Elmer arqueó sus labios haciendo que me fijara por enésima vez en ellos.
Algo estrechos y con un leve brillo por la luz de la luna se veían tan hermosos como cada vez que me dignaba a fijarme en ellos durante más de dos segundos. Sin darme cuenta me fui inclinando lentamente hacia él y era difícil que se percatara de ello. Tomé su mano llevándola a mi propio rostro para que me tuviera localizado y, mientras le acariciaba el dorso con suavidad, noté como la distancia entre nosotros se acortaba aun más pero esta vez fue Elmer quien empezó a acercarse. Se acercó tanto que tras un mínimo rozamiento contra mis labios se apartó sacando su mano de debajo de la mía con cuidado.
Pero a quién quiero engañar, no hubo roce siquiera. El aire corría constantemente entre nosotros.
Entendí todo lo que estaba ocurriendo en cuanto me fijé en cómo su rostro tornó más apagado hasta el punto de dar la impresión de que quisiera disculparse mil veces.
- Esto...nos va a doler mucho a ambos - murmuró bajando un poco la cabeza -. Creo que es mejor que las cosas queden donde están.
- Sí, cierto - fingí naturalidad frunciendo los labios -. Mejores... amigos entonces.
- Sí...
Tal vez así fuera mejor. Habíamos pasado tres años juntos y podríamos soportarlo otros diez si hiciera falta. Luego cada uno iría a construir su propia vida. Igual nos mudábamos a países distintos. No lo sabía nadie.
De pronto sentí calidez.
La mano de Elmer se encontraba sobre la mía y él había vuelto a alzar la mirada hacia el cielo.
Me dejé caer sobre su hombro mientras entrelazaba nuestros dedos.
Definitivamente no podría aguantar mucho más de esa forma.
(Narra Elmer)
Nuestro silencio se vio interrumpido por una llamada telefónica. Era el móvil de Hugo, pero él no pareció reaccionar.
Estaba dormido.
Le toqué el rostro para asegurarme y noté su mejilla aplastada contra mi hombro, los párpados cerrados y los labios en morritos. Era muy tierno...
Lo recosté sobre el respaldo del sillón con cuidado y fui a coger el teléfono a la vez que pasaba a por una manta ligera. Aunque fuese verano seguía haciendo algo de fresco por la noche así que lo cubrí por si acaso.
- ¿Sí? - respondí a la llamada de Wayne.
- Oh, ¿Elmer? - preguntó -. ¿Hugo ha vuelto ya al piso?
- Sí, pero estaba muy cansado y se acaba de dormir. ¿Quiere que le pase algún mensaje por la mañana?
- No, no te preocupes, solo quería preguntarle qué tal le había ido la cita. ¿Y tú qué tal? - cambió de tema -. ¿Todo bien?
Estoy enamorado de su hijo desde hace cinco años, vivimos en el mismo piso, compartimos habitación y cama pero no puedo decirle que lo quiero porque usted quiere que él tenga sus propios hijos con una mujer.
- Sobre ruedas - contesté fríamente hasta que me di cuenta de que de esa forma jamás obtendría su aprobación -. Quiero decir, todo va bien. Hugo no tiene porqué preocuparse más por mí.
- Me alegra mucho oír eso. ¿Y el braille avanza?
- Sí, ya puedo leerlo a una velocidad media.
- Estupendo, cuando quieras te paso algunos libros más.
- Gracias, señor Wayne.
Nos despedimos y agradecí que tuviéramos el motivo del braille para quedar y charlar un rato porque no sabía de qué otra forma podría acercarme a él.
Volví con Hugo y me acosté junto a él. Si alguien subía a atracarnos nos atracaba a ambos.
No lo había mencionado aun pero había un detalle bastante relevante en nuestra relación: habíamos pasado de tener una cabeza de diferencia de altura a apenas un par de centímetros. Hugo había pegado el estirón en estos años y esperaba que no creciera más porque podría llegar a sentirme algo intimidado por escucharlo hablar desde arriba sin poder verlo siquiera.
Otro detalle importante era que ninguno de los dos habíamos tenido pareja en los cinco años desde que Hugo dejó de vivir en casa de mis padres. Bueno, él había estado de citas por todo el tema de Wayne pero cada vez que volvía (o mejor dicho escapaba) de ellas podía ver que no era lo suyo.
- Elmer... - oí su débil y somnolienta voz y giré en su dirección -. ¿Vamos...a ver a Brad mañana?
Visitábamos su tumba de vez en cuando, sobre todo en momentos difíciles para nosotros porque el cementerio era un lugar muy apacible y no había nada mejor que despejar la mente estando con las personas que uno más quería.
- Claro - respondí acariciándole el pelo -. Descansa bien.
Hugo se revolvió seguramente incómodo y no logró encontrar una posición confortable. Tal vez debiera llevarlo a la cama...
- Hugo... - lo llamé en voz baja -. Vamos al cuarto.
Soltó un gruñido como si aun estuviera durmiendo y decidí no despertarlo. Suspiré y me incliné para cogerlo con cuidado tomándolo por debajo de las rodillas y por detrás de la espalda con el otro brazo. Me abrí paso con las piernas hasta nuestra habitación aunque no me hizo falta realmente porque Hugo se encargaba de que no hubiera un solo obstáculo en el suelo del piso. Lo hice más que nada porque si por algún casual me tropezaba con algo llevando a Hugo en brazos no era el mejor momento para hacerlo.
Lo recosté sobre el colchón cerca de la pared y volvió a buscar comodidad. Me tumbé a su lado de frente a él y esperé a que se calmara. Entonces lo abracé desde detrás notando como se acurrucaba entre mis brazos. Incluso siendo de la misma altura era como si no lo fuéramos porque él seguía haciendo las mismas cosas que antes.
*****
(Narrador externo)
- ¿Quieres ver algo más? - preguntó Erik mientras caminaba entre los puestos la feria de la ciencia -. Había una cosa de disparar a los aliens por ahí detrás - juntó los manos en forma de pistola y apuntó a Greg.
- ¡Siiii! - se emocionó -. Es nuevo este año y he leído que es un simulador de los alcances de diferentes punteros láser.
- Suena bien, ¿vamos?
- Espera, Erik - lo agarró del brazo -. La feria va a cerrar en cinco minutos; estarán recogiendo ya. Pero podemos ir mañana. Será el último día y puede que haya mucha gente pero si venimos temprano no habrá que hacer cola.
- Oh, vale - se detuvo -. Mañana quedamos otra vez entonces.
Erik le guiñó el ojo a Greg y le sonrió haciendo que el otro chico le devolviera la sonrisa.
- Sí, sería genial.
Fueron caminando muy próximos el uno al otro en dirección a casa de Greg. Erik ya había cogido la costumbre de acompañarlo y luego dirigirse a su piso en monopatín ya que le encantaba sentir el frescor de la noche.
- ¿Quieres quedarte en mi casa hoy? - invitó Greg cuando apenas les quedaban un par de calles por llegar.
Erik no contaba con esa propuesta pero jamás la había rechazado y aquella no iba a ser la primera vez. Le encantaba pasar el tiempo con Greg porque era muy distinto a todos sus amigos. Con él no existían los malos momentos y la depresión; el chico irradiaba arcoiris.
Aunque...tal vez eso fuera precisamente un problema.
- Greg...quiero hablar contigo - murmuró Erik inseguro.
¿De verdad tenía que hacerlo? ¿Romper el agradable ambiente que había entre ambos?
- ¿Qué es, Erik? - sonrió Greg sentándose a su lado.
Erik se rascó la nuca intentando encontrar la forma en la que empezar a hablar.
- Me preguntaba si conocías las cosas que hice y toda la pesca de la justicia. En realidad solo lo llamamos así para restarle importancia...
- ¿Te refieres a librarte de criminales? - preguntó como si fuera un tema de conversación común.
- Eh...sí. Eso.
Parecía ser que Greg ya sabía algo del asunto.
- No matarías a alguien sin un buen motivo. Confío en ti.
Erik se quedó unos segundos observando el bonito rostro del chico y la facilidad y confianza con la que salieron esas palabras de su boca.
- Gracias, Greg... No me equivocaba contigo.
- ¿A qué te refieres?
Erik lo tomó del mentón dirigiendo el rostro de Greg hacia el suyo y besándole los labios. Fue un beso largo, simple pero sincero y emotivo. Había deseado sentir a Greg de esa forma desde hacía mucho tiempo.
Cuando se separaron Erik se asustó por la expresión confusa de Greg.
- Eh...¿Greg? - lo soltó.
El chico de cabellos claros se levantó dando la espalda inmediatamente y cubriéndose la boca.
- Perdona, ha sido muy repentino... - se diculpó Erik -. No pensé que te sentaría mal.
Greg seguía de espaldas sin decir nada.
- Ey... - le tocó el hombro situándose frente a él -. Greg, háblame.
Erik le apartó las manos de la cara encontrándose con algo totalmente inesperado. Greg estaba completamente rojo pero sonreía de oreja a oreja.
- ¿Puedes...hacerlo otra vez? - se atrevió a preguntar con ese brillo en los ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top