24. "Cuenta atrás"

Erik era un borracho. Ojalá no le pegase esa costumbre suya a Greg.
Vale, admitía que yo también bebía a ratos pero estaba intentando dejarlo. Tampoco me gustaba que Elmer fumase y si quería que parase tenía que darle ejemplo.
A lo que iba, que Erik se había quedado esclafado en el sofá de Greg y quedó dormido. Íbamos a quedarnos todos en su casa pero me sabía mal por Elmer ya que por la noche se despertaba a veces y yo lo acompañaba ya fuera a tomar un vaso de agua o al baño. Seguramente le resultase incómodo despertarme cuando estábamos con más gente así que hablé por él y dije que sería mejor que nos fuéramos a casa. Afortunadamente, Elmer estuvo de acuerdo conmigo y nos despedimos. La casa de Greg quedaba tan solo a unas calles de la nuestra así que incluso por la noche no podía pasar nada en los escasos 5 minutos que tardábamos en llegar.
Una vez en casa acompañé a Elmer a su cuarto y fui al mío para cambiarme. Luego volví con él y me tumbé en su cama observando cómo cogía el violín y se lo acomodaba en el cuello.

- Vas a despertar a tus padres - le dije acostado boca abajo sobre mis brazos.

- No voy a tocar muy alto - respondió posando el arco sobre las cuerdas del diapasón.

Rodé los ojos pero sonreí. Apoyé mi mejilla sobre una mano y escuché cómo empezaba a tocar una canción hermosa que desconocía. Al no poder ver partituras nuevas Elmer iría a aprender canciones de algún otro modo pero de momento podía tocar las que se sabía de memoria. Tocaba con los ojos cerrados y se dejaba todo el sentimiento en los compases. Parecía que estuviese contando una historia.
Cuando acabó la canción con un paulatino desvanecimiento me digné a preguntar.

- ¿Cómo se llama?

Elmer bajó el violín y fue a guardarlo con cuidado en su funda.

- "Can't fight this feeling anymore" - respondió.

- Es muy bonita.

- Sí, lo es. Fue una de las primeras canciones que aprendí.

Se dirigió a su cama y tocó el colchón para sentarse en un hueco libre.

- ¿Vas a dormir ya? - cuestioné con interés -. Porque podríamos hacer alguna otra cosa.

- La verdad es que no tengo sueño pero depende de lo que propongas igual me obligo a dormir.

- Te entró el calentón cuando te bailé, no lo niegues.

- ¿Qué? - puso cara de asco.

- ¿Quieres que veamos porno un rato antes de acostarnos?

- Escucha, no me entró el calentón así que estoy bien.

- Bueno, yo lo pongo y haz lo que quieras - me levanté para cogerle prestado el portátil y poner la ventana de incógnito.

- Si te apetece a ti no me uses de excusa - subió las piernas encima de la cama y se apoyó en la pared.

No era la primera vez que lo veíamos juntos y yo solía elegir vídeos donde había bastante conversación y le comentaba escenas concretas mientras él escuchaba todos los sonidos y disfrutaba de ellos.

Me senté con el portátil para buscar algún vídeo que me llamara la atención y acabé poniendo porno gay. Elmer no podía protestar porque igualmente no podría cambiarlo. Aun así lo hizo cuando empezó a oír solo voces masculinas.

- ¿Qué has puesto?

En el vídeo salían dos chicos jóvenes despidiéndose el uno del otro y cuando uno de ellos quedó solo empezó a ver fotos. Luego resultó que el segundo había olvidado su chaqueta y al volver a entrar al piso vio a su amigo masturbándose con imágenes de ellos dos. El chico que estaba sentado se asustó hasta que el otro le dijo "si me tienes en persona, ¿para qué quieres las fotos?" y volvió a dejar la chaqueta comenzando a desvestirse.

- Estaba en recomendados - mentí.

- Me has puesto a maricones - dedujo Elmer -. ¿Qué haces con tu vida?

Reí y dejé el portátil a nuestros pies sentándome al lado de Elmer contra la pared.

- No vas a cambiarlo, ¿verdad? - protestó.

- No - le sonreí aunque no me viera.

- Qué asco...

Metí una mano en mi pantalón y empecé a tocarme el miembro. Los chicos del vídeo se estaban besando mientras se quitaban la ropa el uno al otro. Cuando empezaron la acción y uno se agachó para hacerle una felación miré a Elmer quien seguía en la misma posición que antes.

- Vamos - hablé -, da igual quiénes salen en el vídeo.

- No es lo mismo oír a hombres gemir mientras se comen las pollas que unas voces femeninas.

- ¿Quieres que te ayude?

- Déjalo.

- Venga - me incliné hacia él y puse una mano sobre su pantalón haciéndole estremecer -. Te va a gustar.

Él tenía una pierna levantada y la otra estirada así que no me resultó incómodo colocarme teniendo mejor acceso a sus caderas. Le bajé un poco el pantalón y empecé a hacer suaves movimientos para que él se acostumbrase a mi mano. Sabía que tenía complejos y le molestaba que le tocasen pero estaba haciendo el esfuerzo de no rechazarme a pesar de sus palabras.

- ¿Por qué haces esto?

- Es más divertido si los dos lo disfrutamos, ¿no?

- Suenas a como eras de prostituto así que mejor hazlo en silencio si piensas continuar.

Eso era una clara invitación a que yo prosiguiera.

Comencé lentos movimientos de vaivén ambientados por los leves gemidos de los actores. Lo bueno de dormir los dos en la primera planta era que los padres de Elmer no podían oír nada si no teníamos puesto el volumen muy alto.

- Mhh... - dejó escapar su voz en un tono apenas audible.

Aceleré un poco pero luego acerqué mi boca a su glande y con la lengua le acaricié la punta.

- Ahh, Hugo, qué... - echó la cabeza para atrás.

Ya no tenía el piercing en la lengua porque me molestaba llevarlo y no logré acostumbrarme, pero sí que me acabó gustando el de la ceja.

Levanté la mirada vacilándole pero continué solo con la mano. La que yo tenía libre la metí en mi pantalón ya que me excité muchísimo entre los chicos del vídeo y Elmer. El odio que le tenía a la masturbación propia se fue en cuanto corté lazos con Lorenz. Dejé de tener sexo y ya llevaba un mes sin nadie pero no me molestaba en absoluto porque el hecho de poder tocarme con Elmer de compañía de vez en cuando me satisfacía lo suficiente. Ahora sí, eso de interactuar lo estaba haciendo por primera vez y me gustó mucho.
Los chicos del vídeo ya habían pasado a la siguiente fase pero apenas les prestábamos atención.

- Que conste... - habló Elmer -...que aquí no ha pasado nada.

Me senté más cerca de él para tener mejor acceso a su entrepierna y levanté bien las caderas al seguir tocándome.

- Claro - respondí -, como si fuera raro que dos chicos vean porno juntos.

- Exacto.

Llegamos al orgasmo prácticamente a la vez y saqué unas toallitas para limpiarnos. Apagué el vídeo antes de que acabara y dejé el portátil de vuelta sobre el escritorio. Elmer se acostó como era debido preparándose para dormir y fui a apagar la luz.

- ¿Puedo quedarme contigo hoy? - le pregunté desde el marco de la puerta.

- Ni que fuera la primera vez que lo hicieras - contestó dándome la espalda -. Anda ven.

En plena oscuridad me apresuré en tumbarme a su lado y lo abracé de la cintura.

- Buenas noches.

- Buenas noches, Hugo.

Ya se nos hacía habitual dormir juntos porque de tantas veces que me había tenido que levantar por la noche por él era mucho más cómodo tenerlo al lado.

*****

Dos semanas. Solo quedaban dos semanas para que Wayne saliera de la cárcel y yo estaba muy nervioso. Tan solo empecé a acostumbrarme a una vida en la casa de los Dufault cuando tenía que volver a la mía en apenas 14 días.

- Esto es horrible... - solté pesadamente el aire de mi cuerpo mientras me revolvía entre las sábanas -. ¿Qué hago? Me gusta estar aquí y Elmer me necesita. No puedo irme a mi casa ya. ¿Qué hago...?

El chico pixelado de cabellos rubios estaba sentado en un puff en posición formal.

- Tampoco vivís muy lejos el uno del otro. No deberías preocuparte.

No hacía ningún tipo de movimiento mientras me hablaba pero al menos sabía que me estaba escuchando.

- Ni siquiera se puede levantar de la cama sin mí.

- Creo que es al revés - parpadeó su imagen -. Él conoce muy bien su propia casa y eso no es ningún problema. En cambio tú ya no puedes levantarte sin ver su cara.

- Me siento responsable... - dije cogiendo una almohada y ocultando mi rostro -. Hife cofaf horribleff... Le debo la vifa...

La figura del chico pixelado volvió a parpadear y apareció tumbado boca arriba y muy erguido a mi lado.

- ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que es muy difícil que lo pierdas? Incluso viviendo en diferentes ciudades o países Elmer seguirá querie...

- Cállate - levanté la cabeza -. No me voy a arriesgar separándome tanto de él. A Brad no le pude agradecer todo lo que hizo por mí pero no cometeré el mismo error de nuevo. Además - pasé la mano atravesando el cuerpo del chico -, ¿por qué estoy hablando contigo otra vez?

- Eso me gustaría saber - desapareció y me alarmé mirando a los lados rápidamente -. Ni siquiera existo.

- Pero te puedo oír - dije buscándolo por el origen de su voz -. ¿Quién eres?

De pronto volvió a aparecer junto a la puerta de mi cuarto pero con un aspecto ligeramente distinto. En realidad solo había encogido unos centímetros y su cabello oscureció. Seguía sin tener un rostro definido y su timbre de voz parecía encriptado.

- Dímelo tú - dijo sin dar una respuesta satisfactoria.

Me fijé más en él y tenía el pelo más corto. Aun así no conseguí reconocerlo.

- Bueno, da igual - agité la mano para cambiar de tema -. No me has ayudado con lo de Elmer y sigo sin saber qué hacer.

- Tienes que volver con tu padre.

- Que no es mi padre, joder... - bufé cansado de repetir siempre lo mismo -. No es nadie para mí.

- ¿Recuerdas por qué está en la cárcel?

- ¡Eso no importa! - me alteré tumbándome boca arriba -. No puede pagar con eso todos los años que lo necesité. Puedo vivir perfectamente sin él - me crucé de brazos.

Aquella extraña figura no discutió y al cabo de unos segundos desapareció de nuevo pero ya me daba igual.

- No busques ser una molestia... - susurró sin volver a mostrarse.

Sus palabras me provocaron un escalofrío y me tensé.

- ¿Qué...?

Esta vez sí que me levanté y volví a mirar a mi alrededor en busca del chico.

- ¿Qué estás diciendo? - me senté en el borde de la cama -. ¿Tú también crees que soy...una molestia?

No me respondió.

- Ey... - volví a llamarlo -. ¿Estás?

No logré volver a verlo y tampoco recibí una respuesta.

Una molestia... Era estúpido preocuparse por algo así de repente, ¿verdad?

*****

(Narra Elmer)

Que alguien me pegue un tiro.

Desde que perdí la vista nada había mejorado excepto mi relación con Hugo, supuestamente. El mundo que ya era horrible de por sí ahora era como si me lo estuvieran ocultando tras una cortina blanca pero ahí seguía. Mis miedos se multiplicaron, los complejos se hicieron más intensos, mis deseos se volvieron más inalcanzables. Se me hacía más difícil estudiar y dependía muchísimo de la misma persona que por voluntad propia se molestaba en seguir a mi lado.
Esa persona era Hugo, como ya habréis supuesto. Él estaba conmigo prácticamente las 24 horas del día; no había pasado tanto tiempo junto a una persona en mi vida. Agradecía el haber hecho las paces porque habría sido un infierno si hubiéramos continuado con los rencores. No había motivo realmente para eso ya que yo lo odiaba sobretodo por culparlo de la muerte de Brad y por su falta de cooperación respecto al esfuerzo que habíamos hecho para ayudarle a cambiar. Hugo no tenía la culpa de nada y fue todo decisión de mi hermano el hacer lo que hizo. Quien merecía la muerte era Lorenz y él ya no estaba. Hugo debía de estar cargando con el peso de haber matado a una persona y encima con toda la responsabilidad sobre mí. No había forma de que me llevara mal con alguien así. De hecho, me alegré muchísimo que fuera él mismo quien propuso lo de ser amigos. Yo no habría sobrevivido sin él y sentía que le debía la vida.

Hugo era una gran persona y ahora estaba condenado a cuidar de un ciego.

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