19. "Dejé de ver tocino"

- ¿Qué hace ese ahí en medio? - Asier bajó la ventanilla -. ¡Eh, tú!

Por alguna razón decidió que su voz se oiría menos que el claxon del coche pero gritó igual de alto que era imposible no haberlo oído.

A un lado de la carretera había un chico levantando el pulgar. Era de pelo rubio oscuro y ondulado y un estilo de ropa que me resultaba bastante familiar.

- Creo que es Greg - hablé en un tono muy bajo pero suficiente para que Benny me hubiera oído, mas no dijo nada al respecto.

Asier se detuvo junto a él y Erik bajó la ventanilla.

Definitivamente mi ojo no me fallaba.

- ¿Pasa algo? - le preguntó a Greg.

- Oh, nada importante pero es que me he perdido y ahora mismo no sé dónde estoy así que estaba esperando a que alguien parase para preguntarle - respondió del tirón.

- Hay más personas en la calle, tío - dijo Erik sacando un brazo para apoyarse sobre la ventanilla.

- Eh... - miró a su alrededor y se inclinó un poco hacia él para susurrar tapándose la boca -. Dan miedo...

- Venga, sube ya - le metió prisa Asier con un gesto -. ¿Te viene bien que te deje en Santa Cruz?

- Sí, ahí está bien - se encogió de hombros -. Muchísimas gracias.

En cuanto se metió en los asientos de atrás tuve que moverme hacia el centro y acabó pegándose a mí.

- ¡Hugo! - exclamó al percatarse de mi presencia -. ¿También has hecho autostop? ¿Vamos juntos a casa?

Seguía hablando mientras se ponía el cinturón de seguridad hasta que lo corté.

- Sí, Greg, me he perdido y se han ofrecido a llevarme a casa, pero no voy a ir contigo - contesté.

- Qué frío me ha entrado de pronto - se burló Erik a lo que Benny reaccionó dándole un empujón a su asiento.

- Oh, ¿vas a ir en otra dirección? - volvió a interesarse Greg -. ¿Puedo ir contigo? No tengo planes igualmente después de todo lo que ha ocurrido hoy. Sabes, cuando salí de las clases de Kung Fu me dijo un amigo de acompañarle a casa pero acabé en este pueblo y él se quedó con gente que daba mal rollo.

- ¿Kung Fu? - se sorprendió Erik girándose en nuestra dirección -. Eso mola, ¿y qué tal se te da?

- Muy bien, gracias por preguntar - sonrió revolviéndose en su sitio.

Erik soltó una risa volviendo a mirar al frente y levantó la mano haciéndome una seña.

- Hey Hugo, igual a tu amigo le apetece venir con nosotros un rato.

- ¿Te parece un juego? - le pregunté algo molesto a Erik.

Este continuó sonriendo divertido.

- Sí, ¿por qué no? ¿Te apuntas, Greg? - le preguntó.

- Vale, ¿pero a qué vamos exactamente?

- A admirar tus dotes de Kung Fu.

- Para, Erik - le pedí -. Él no tiene nada que ver con esto.

- Oye, Greg - se volvió a dirigir a él -. ¿Eres amigo de Elmer?

- ¡Sí! - se emocionó como si le hubieran pedido que hablaran sobre su mascota -. Vamos juntos a clases de defensa pero ha faltado a varias lecciones ya. ¿Sabéis dónde está?

- ¿Te interesaría ayudarnos a buscarlo?

- Erik, por favor - pedí por segunda vez.

- Hugo, ¿por qué no quieres que os ayude? - puso morritos -. ¿Es peligroso? ¿No quieres que me pase nada? ¿O es que quieres ser el primero en encontrarlo?

- Cállate, haz el favor - le respondí cubriéndome la cara -. No es eso.

Erik volvió a girarse en mi dirección con la misma expresión de estar disfrutando de la situación.

- Se me olvidó preguntarte, Hugo - habló -. ¿Y tú qué relación tienes con Elmer?

Numerosos pensamientos comenzaron a mezclarse: el paraguas, Brad, su casa, la moto, sus irrupciones en el bar, sus secretos, sus besos, su rostro, su mirada cuando por primera vez no irradiaba odio, su expresión cuando se burlaba de mí, cuando se arrepentía de sus actos...

No me salían las palabras para decir qué éramos exactamente.

- ¿Y? - insistió.

Veía a Greg intentando responder en mi lugar pero me adelanté.

- Él...es el hermano de mi novio.

Como si fuera la respuesta que menos se hubiera esperado Erik me miró extrañado.

- ¿Tienes novio?

Benny no tardó en aclararle.

- Erik, Elmer solo tenía un hermano y era Brad...

No pareció haber caído en ello cuando lo mencioné.

- Vale, ya lo pillo - relajó su expresión -. Lo siento, Hugo.

Me tensé desviando la mirada. No me gustaba tener que recordar a Elmer tan a menudo y parecía ser que mi subconsciente no hacía más que pensar en él desde que desapareció. Tal vez fuera por culpa, tal vez por alguna otra razón pero yo nunca lo sabría.
Acabé contándole la situación de forma resumida a Greg. Un gran error porque le costó mucho asimilar tal cantidad de información pero aun así aceptó unirse a nosotros.

Sabía que no rendiría igual si no sabía exactamente a qué iba.

Llegamos un poco antes de tiempo y nos encontramos enseguida con las dos hijas de Eyre junto a la misma madre. La menor, Stevie, iba vestida de blanco y contrastaba con su moreno tono de piel. Danissa llevaba un vestido muy corto y tacones, maquillaje natural ocultando la mayor parte de las manchas de su piel y un bonito recogido en el cabello.

- ¿Todo bien entonces? - se interesó Erik tras haber hablado con Eyre sobre los detalles finales -. Creo que podemos ir ocupando nuestros lugares ya - señaló con el pulgar aquel edificio con el nombre "LANVIN" en grande justo a la entrada.

- Sería muy conveniente - confirmó ella -. Recordad, tenéis unos tiempos determinados para comenzar la acción. Intervendré si tenéis cualquier problema.

- ¿Sabes pelear? - cuestioné oyendo aquello por primera vez.

- Hijo - se echó el flequillo a un lado -, fui instructora militar.

- ¿Qué? - me pilló desprevenido -. ¿Cómo que instructora? Dijiste que cuidabas niños.

- Yo no he dicho eso en ningún momento.

Todos me habían estado engañando. El primero de la lista era Wayne diciéndome todo eso sobre mi madre y Eyre. Él lo sabía todo desde el principio.

Me crucé de brazos indignado por la ignorancia en la que me tenían sumido.

- Comenzamos con el plan entonces - Eyre volvió a imponer orden -. Hugo y Danissa, sois los primeros en entrar. Mucha suerte.

Estaba nervioso, no podía negarlo. Danissa seguramente también lo estuviera pero no mostraba ninguna señal de ello. Pero era normal que me pusiera así cuando se estaban jugando varias vidas, ¿verdad?

Greg me puso una mano en el hombro y giré hacia él.

- Te cubrimos las espaldas, Hugo - dijo sonriendo.

Erik le rodeó el cuello con un brazo a Greg de forma amistosa y me mostró el pulgar en alto guiñándome un ojo. Asier y Benny sonrieron también dándome todo su apoyo.

Miré a Danissa quien me dedicó una leve sonrisa.

- No te preocupes por mí - se acercó para darme un beso en la mejilla y sentí como mis mejillas se ruborizaban -. Estoy mucho mejor preparada que tú.

Erik estalló en carcajadas junto a Asier y me giré rápidamente hacia ellos molesto.

- ¿De qué os reís?

Al cabo de unos segundos se limpiaron las lágrimas.

- Se confirma la teoría de que los hombres son basura - contestaron a la vez como si ya tuvieran esa frase practicada y hubieran estado esperando al momento adecuado para usarla.

Chocaron puños.

Los fulminé con la mirada sabiendo que eso solo lo decían para romper el tenso ambiente ahí formado por la situación y volví hacia Danissa.

- Mejoraré, lo prometo - dije con total seguridad.

Ella me tomó una mano haciendo que me volviera a poner nervioso. 

- Lo sé.

Antes de que yo pudiera decirle algo más ella tiró de mí y empezó a correr logrando que yo me alarmara.

- ¡Mucha suerte, chicos! - exclamó Eyre conforme nos veía alejarnos.

Corrí a la par que Danissa y llegamos a la puerta principal de Lanvin. Íbamos a entrar de frente. La chica se ajustó el vestido y me cogió del brazo con delicadeza. Doblé el codo mostrando una posición firme e inspiré profundamente soltando todo el aire a continuación.

- Vamos.



*****

(Narra Elmer)

- Así que os lleváis mal con Jesse.

Un hombre horripilante con tumores en la cara en lugar de nariz y boca, con morcillas por dedos, una rueda de camión monstruo por barriga y una mirada de psicópata cargada de veneno se estaba poniendo unos guantes después de haberse puesto una ropa muy extraña que consistía en un mono completo de color negro.

- ¿Qué quieres de mí? Ya me habéis preguntado lo mismo cuatro personas distintas - respondí desde mi sitio aun con las muñecas atadas a ambos posabrazos de la silla de madera, al igual que mis piernas a las patas. La silla estaba bien sujeta al suelo y no había forma de moverse estando en esa situación.

El hombre cogió el látigo que ya se había usado conmigo innumerables veces y me golpeó fieramente en el pecho arrancándome otro gemido de dolor.

- Mi pregunta primero - dijo mostrándome el instrumento como amenaza para que yo lo obedeciera.

- Vivimos en la misma casa, joder - dije mirando hacia arriba -. Y no, ¡no somos mejores amigos!

El hombre volvió a golpearme con más fuerza esta vez.

- Muéstrame respeto, niño.

- Jamás, saco de estiércol.

Latigazo. Ya había perdido la cuenta de todos los que había recibido y no solo en el pecho.

- Toca cambiar de mierda ya, ¿no? - me reí escupiendo sangre refiriéndome al mismo método que usaba ese gilipollas para conseguir las respuestas que yo no iba a dar.

- Escucha, guapo - me agarró desagradablemente acercando mi rostro al suyo para que lo mirara -. ¿Qué te parece si pierdes un poco de tu cara bonita?

- La belleza no está en la cara - le escupí y el hombre me golpeó con fuerza la mandíbula.

- Vamos a ver si sigues diciendo lo mismo mañana.

- Mírate antes al espejo, envidioso.

Era plenamente consciente de que estaba provocando a ese marica pero él me tenía que hacer daño igualmente así que no estaba cambiando mi destino al defender mi orgullo.

El hombre humedeció un paño y se aproximó a mí inclinando el respaldo de la silla y levantándome las piernas hasta que quedasen por encima de la altura de mi cabeza.

- ¿Qué vas a hacer, seboso? 

Me colocó el paño cubriéndome el rostro lo cual limitó mucho la respiración por no mencionar que había perdido pista alguna de lo que ese pedazo de tocino estaba haciendo en ese momento. Solo pude escuchar cómo una corriente de agua abierta fluía por algún tipo de recipiente hasta que recibí un manguerazo en mi cara cubierta. Fue rápido pero sentí que no pude respirar por unas milésimas de segundo.

- ¿Q-qué cojones ha sido es-?

No logré acabar la pregunta porque el hombre volvió a echarme ese chorro pero esta vez de forma continua. No podía respirar, me estaba ahogando. Me entró el pánico.

- ¡Porfgulb...! - intenté detenerlo -. ¡Parb...!

No tuve éxito. Continué reaccionando con espasmos con una mínima esperanza de poder liberar alguna parte de mi cuerpo y evitar que siguiera con esa tortura.

No sabía cuánto tiempo pasó pero pareció toda la eternidad cuando el hombre apartó la manguera de mi rostro y lo descubrió quitándome el paño. Empecé a tomar enormes bocanadas de aire como si pudiera almacenarlo en mis pulmones en caso de volver a vivir una situación como la anterior. Entonces ese hombre me agarró violentamente del cabello tirando de mi cabeza hacia arriba.

- ¿Qué tal la experiencia?

Yo continuaba respirando profundamente; ansiaba tener plena disposición de ello. 

- ¿No vas a decir nada? - volvió a intervenir -. ¿Procedemos con las preguntas o quieres que sigamos con la ducha?

Permanecí en silencio. No me atreví a suplicarle que no me volviera a hacer pasar por esa situación otra vez pero tampoco pretendía hablar porque nada bueno saldría de mi boca.

El tipo me soltó golpeándome la parte de atrás de la cabeza contra la madera de la silla y se apartó de mí.

- Tengo entendido que eres el hermano del exnovio de Jesse. ¿No es así?

Asentí pesadamente. 

- Y has estado investigando el trabajo de Lorenz desde que murió - añadió -. ¿Qué sabes?

- Que Lorenz...es un hijo de la gran puta - solté con todo el deprecio del mundo aun intentando controlar mi respiración.

- ¿Quieres otra ducha, guapo? - me volvió a agarrar violentamente el rostro -. Responde. Tengo todo el día para estar así, si es necesario.

- Que te follen.

- A ti sí que te van a follar por haberle destrozado el culo al chico - se apartó con una sonrisa triunfante -. A ver cómo disfrutas tú de 5'5 cm de diámetro.

- ¿Qué cojones...? - puse una mueca de asco supremo -. No va a entrar nada de ese tamaño dentro de mí.

- Lo comprobaremos.

- Oh, no... No vas a hacerlo - negué con la cabeza atemorizado -. No te atrevas...

- ¿Me lo vas a impedir acaso? - se rió -. Verás lo que este saco de estiércol tiene en el pantalón.

- Eres un mariconazo de mierda - recuperé los insultos -. Vergüenza sobre tus antepasados.

Me devolvió el escupitajo echándomelo en toda la cara y luego llamó a alguien que entró por la puerta de aquel lúgubre lugar.

- De pies y manos - le dijo al segundo hombre.

Este me tomó las piernas y las unió con una especie de esposas antes de que yo pudiera hacer algo. Con las manos iba a hacer lo mismo pero en cuanto me liberó fui capaz de alzar todo mi torso a pesar de que me escociesen las heridas y le retorcí ágilmente un brazo a ese hombre dejándolo de espaldas a mí y apretándole la garganta fuertemente con mi mano libre.

- Libérame o me lo cargo - amenacé mirando peligrosamente al gordo -. ¡Ahora mismo!

Apreté con más fuerza su garganta logrando que soltara más gemidos de dolor pero de pronto aplicó mayor oposición y se retorció de vuelta haciéndome daño en el brazo. Me puso rápidamente las esposas y me golpeó en el estómago para que yo no siguiera moviéndome.

- ¿Qué decías? - vaciló el otro con las manos a la espalda y sin apenas haberse movido del sitio.

No era capaz de expresar toda mi furia en ese momento porque era indescriptible.

- Creo que está viendo demasiado - le dijo el segundo hombre.

- Tienes razón.

A continuación, el primero trajo una botella de contenido desconocido y antes de abrirla le ordenó al hombre que me sujetaba que me abriera mucho los ojos a lo que respondió metiéndome los dedos para que yo evitase parpadear.

- No, no, no... - me asusté en cuanto veía al seboso movilizarse con la botella abierta sobre mi rostro y listo para verter su contenido en mis ojos. 

Veía el líquido caer a cámara lenta y mis pupilas se contrajeron al máximo. Aquello fue lo último que contemplé antes de perder la vista por completo.

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