16. "Torre a F4"
Aquí comenzaba la operación "enfademos a Ramón" porque era todo lo que iríamos a conseguir en cuanto liberásemos a Elmer, cuyo paradero aun nos era desconocido.
Me alegré muchísimo al saber que podía contar con gente que había vivido una situación similar a la mía por parte de personas cercanas, pero jamás imaginé obtener unos resultados tan serios cuando pedí ayuda.
Eyre había pasado muchos años en Argentina desde poco antes de que ocurriera el incidente con mi madre. Volvía a España de vez en cuando para pasar unas semanas junto a su hermano por lo que pudo presenciar la influencia que Ramón tenía en Cristina y cómo eso afectó a su familia. Cristina misma pretendió acabar con su jefe pero eso le resultó muy imposible y Eyre no logró ayudarla de ningún modo. En aquel momento lo único que podían hacer todos era alejarse al máximo de la compañía de Ramón y de sus amenazas ya que a mi madre no le iba a hacer daño, supuestamente. Si el cariño que ella recibía era el mismo que Lorenz me daba a mí mucho me temía que peor no podían ir las cosas.
A lo que iba, que Eyre adoptó a las que eran sus actuales hijas cuando volvió a Argentina y desde ahí comenzó su nueva vida sin volver hasta ahora. Según ella, yo ya me encontraba en la edad a la que se me consideraba atractivo y por lo que Lorenz podría empezar seriamente a venderme. Lo que Eyre no imaginó era que Lorenz se había hecho "amigo" mío muchos años atrás y que, llegado a este punto, ya había sido capaz de manipular completamente mi familia y a los que me rodeaban. Lorenz tenía sobre los 20 ahora así que seguramente contase con el consejo de su padre para calcular todos los movimientos e ir por delante de cualquiera. Eyre sabía que el momento de nuestro encuentro con esa compañía llegaría así que dedicó las vidas de sus hijas al entrenamiento. La más fuerte de las dos fue Stevie, la chica con la que tuve un cálido encuentro cuando me inmovilizó en el suelo. Danissa era la más ágil y observadora pero no se quedaba atrás con las artes marciales.
Las dos estaban ya preparadas para acabar con este problema.
- Mira, Hugo - Eyre abrió el papel continuo sobre una mesa y los tres la rodeamos. Ella empezó a hacer esquemas y bocetos rápidos -. Lorenz no trabaja solo, como ya debiste suponer, sino que tiene a decenas de hombres trabajando para él y decenas que podría contratar con una sola llamada, sin embargo, ninguno de ellos nos interesa porque solo son títeres. Únicamente Lorenz y su padre conocen los planes que llevan a cabo y dan las órdenes necesarias para lograr sus objetivos. El principal ahora mismo eres tú así que hagas lo que hagas, te querrá con vida.
- No sé qué es peor - comenté.
- Lo importante es que no te va a matar por entrometerte así que Danissa y tú seréis el cebo.
- ¿Bajo qué plan?
- Cristina me contó que en Galicia Ramón tenía una edificación desde la cual organizaba su extensa compañía, pero era encubierta por una marca de ropa. Si sigue la misma línea habría que investigar todas las empresas de ropa cercanas para descubrir dónde se localiza la corporación de Lorenz.
- Lanvin - dije.
- ¿Lanvin?
Las tres me miraron a la vez cuando pronuncié ese nombre.
- Eh, bueno...paso mucho tiempo con él y casi toda su ropa es de ahí - dije algo avergonzado ya que realmente conocía TODA su ropa -. P-pero además hay un edificio de tres plantas no muy lejos de su apartamento con ese nombre.
- Es lo que buscamos - intervino Stevie.
Todos estuvimos de acuerdo con eso así que proseguimos con el siguiente punto.
- Bien - continuó Eyre -, sabiendo eso, necesitaremos los planos de ese edificio.
- No hace falta si vamos a adentrarnos a rostro abierto - dije -. Es suficiente con saber que Lorenz está ahí desde las seis de la mañana hasta las cinco de la tarde.
Una vez más se soprendieron por la cantidad de detalle que sabía sobre él. No sabía si sentirme orgulloso de ello.
- Tienes razón, solo tendréis que ir ahí para acabar con él ya que es el lugar que menos vigilancia tiene por ser el centro.
- ¿No debería ser al revés?
- Es así al tratarse de una corporación encubierta. Tan solo tienen las cámaras de la tienda pero el resto de salas están completamente aisladas de toda grabación para mantener el secreto. Por eso tenemos que matarlo ahí y no en ningún otro lugar. En su apartamento tendrá botones para solicitar refuerzos, ¿me equivoco?
- Los tiene y en todas las habitaciones - respondí.
- No podrían faltar. Bien, entonces el plan es el siguiente.
Prestamos suma atención a todo lo que Eyre decía. La mujer tenía muchísimo conocimiento para organizar tácticas y era impresionante. ¿No se suponía que era cuidadora de niños o algo así? ¿Cómo sabía todas esas cosas?
El problema en ese momento era que necesitábamos a más gente que nos cubriera y daba la casualidad de que tenía a ciertas personas en mente, pero no estaba seguro de que nos fueran a ayudar. El tiempo que nos quedaba era muy escaso y cada segundo que pasaba era segundo que Elmer estaba pasando en manos de Lorenz. Solo disponía de una tarde para buscar a gente porque al día siguiente iba a realizarse el plan.
- Buena suerte - me dijo Danissa al despedirse de mí cuando me acompañó a la parada de autobús -. Estás haciendo lo correcto.
Ladeé una sonrisa y me despedí con un ademán.
- Nos vemos mañana.
*****
Primer candidato: Alis.
Ella era muy fuerte y capaz de retener a quien hiciera falta si tuviera esa voluntad. Ella ya sabía sobre mi trabajo por todo el tema que ocurrió con Brad así que pensé que no sería difícil convencerla.
¿Pero qué argumento tenía yo para que aceptara sacrificar su vida? ¿Por qué debería yo ponerla en peligro?
No. Me detuve. Ya estaba de camino a su casa cuando retrocedí unos pasos sin dejar de mirar al suelo.
- No te voy a involucrar a ti, Alis - murmuré con la mirada perdida pensando en más gente a quien pudiera buscar.
Segundos candidatos: Max y Logan.
Fueron los siguientes cuyos rostros aparecieron en mi mente y no pude evitar pensar en que serían los únicos capaces de infiltrarse sin ser vistos, de descubrir el paradero exacto de Lorenz y de abrirnos paso hasta él. Pero Alis los quería más que a su vida y seguramente me matase si les propusiera algo así. Ellos tampoco se beneficiaban de esto.
¿Había alguien acaso que pudiera lanzarse a los brazos de la muerte por propia voluntad?
Se me agotaban los recursos y yo no hacía más que vaguear por las calles sin rumbo alguno. Si no encontraba a nadie más entonces solo seríamos tres quienes se tendrían que enfrentar a todos los hombres de Lorenz y eso solo reducía nuestras probabilidades de victoria a un...¿0%?
Era muerte asegurada, pero yo no tenía amigos que dieran su vida por cargarse a un asesino en serie, porque eso era lo que Lorenz era realmente; un mero asesino.
Aun me quedaban unas monedas en la cartera y decidí ir a gastármelas en algo que me pudiera despejar la mente pero que me ayudara a centrarme en lo más importante. Mi estómago rugió y me encaminé a la cafetería más cercana. Ni siquiera sabía dónde me encontraba y había perdido la noción del tiempo.
Me senté en la barra y pedí un café. Llevaba todo el día sin haber tomado nada a parte del té que me ofreció Eyre y poca cosa más de desayuno y no se me ocurrió nada mejor que pedir un café.
- Estoy acabado... - solté junto a todo el aire de mis pulmones antes de tomar la taza.
No había más clientes a esas horas de la tarde así que el camarero permaneció cerca de mí y apoyó los brazos desde el otro lado de la barra.
- Y mira que no te había reconocido a primera vista pero definitivamente eres Jes...digo, Hugo.
Levanté la mirada viendo a un hombre joven y atractivo, bastante musculoso, de tez tostada y el cabello casi tan oscuro como el mío, de gran volumen en la parte superior pero muy corto a los lados. Me sonaba muchísimo ese aspecto de alguien a quien vi recientemente y enseguida caí en la cuenta.
- ¿Eres...Erik? - cuestioné prácticamente seguro de que aquel era su nombre.
Sonrió levemente.
- Te has acordado de mí - dijo bajando la mirada tímidamente.
- Sí, bueno... - sorbí el café que me había preparado.
Él volvió a mirarme y dejó reposar su rostro sobre una de sus manos mientras inclinaba la cabeza.
- Me alegro mucho de volver a verte. Ahora que no estás en el trabajo...¿te puedo pedir el número de teléfono?
La otra vez que nos acostamos le dije que no estaría mal que siguiéramos en contacto pero me negué a darle mi número en ese entonces por las reglas del negocio. Ahora no tenía ninguna excusa para no hacerlo.
Le pedí su móvil para guardar mi teléfono y lo dejé sobre la barra al acabar.
- Y esto...¿qué te trae por aquí? - preguntó viendo como seguía tomando mi café.
Ahí estaba yo a punto de contarle mi vida a alguien que acababa de conocer.
- Te parecerá un disparate pero...odio mi trabajo - continúe bebiendo.
- No creo que sea un disparate - me contradijo -. Conocí a tu jefe.
- Quiere matar a mi amigo.
- Mátalo tú.
Escupí el café. Afortunadamente no fue en dirección a Erik así que no se manchó.
Me había sorprendido la facilidad con la que me dijo que asesinara a Lorenz.
- ¿P-por qué me dices eso?
Él se apresuró en coger un paño y comenzó a limpiar lo que yo había echado mientras reía.
- ¿Acaso no te lo has planteado?
Me aclaré la garganta y limpié mi boca.
- ¿Y si lo hiciera...?
Erik comenzó a preparar otro café.
- Si lo hicieras tendrías que planearlo bien, supongo. No es tan fácil hablar de un crimen.
- ¿Y si dijera que ya está planeado?
Cogió nata y la fue echando en el interior de la taza formando una silueta.
- Sería la decisión correcta.
Mi expresión sorprendida y mis labios entreabiertos se quedaron sin habla. Entonces, Erik me estrechó esa segunda taza de café y desvié mi mirada hacia el mismo divisando la figura de un perfecto corazón en su interior.
- Yo te ayudaría - dijo -. Invita la casa.
Yo acabé por olvidar cómo se respiraba.
Erik se acababa de ofrecer voluntariamente a ayudarme a matar a Lorenz sin ningún motivo aparente.
Ya tenía a un cómplice más.
*****
Me había quedado unas horas ahí en su cafetería y ni siquiera me había dado cuenta porque estuvimos hablando de Lorenz, de mi relación con él y de todo que estaba pasando en general. Cuando comenzaron a venir algunos clientes él los atendía con agilidad y hablaba conmigo cuando no requerían sus servicios. Él se adentró muchísimo en el tema y estuvo muy interesado en saber más de mí, pero lo que yo seguía sin entender era porqué se tomaba tan a la ligera eso de matar a una persona.
- Un monstruo, querrás decir - corrigió cuando ya había terminado su turno y se preparaba para salir -. Ahora que me has contado tantos detalles estoy mucho más seguro de esta decisión.
- ¿Pero por qué...?
Encogió los hombros, se puso su gorro, se ató la sudadera a las caderas y pisó su monopatín para cogerlo en mano.
- Me gustaría presentarte a mis dos compañeros de piso. Creo que podrían ser de gran ayuda.
En una ocasión normal no habría ido por nada del mundo a casa de un desconocido para conocer a dos personas que supuestamente me podrían ayudar. No tuve buenas experiencias con situaciones así.
¿Por qué confiaba en Erik entonces?
- Está bien - contesté a su propuesta -. ¿Vives lejos?
- Nah, a 10 minutos de aquí - lanzó el skate sobre las ruedas y subió ágilmente adelantándome unos metros. Luego comenzó a frenar y acabamos a la misma altura -. No vivimos en el mejor barrio pero no tienes de qué preocuparte.
Creía que sabía a qué se refería porque comencé a reconocer el lugar hacia el que nos estábamos dirigiendo. Había tenido varios clientes ahí y todos tuvieron ese rasgo vulgar, violento y asqueroso en común. No era un barrio rico así que incluso tuve a quienes no me pagaban, así que solía cruzar dedos por no tener que enfrentarme a alguien de ahí de nuevo. Y ahí estaba otra vez.
- La segunda planta es la mía - dijo señalando un edificio no muy alto inundado de oscuridad y rodeado de apenas dos luces -. ¿Vamos?
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