12. "Te odio pero te...¡realmente te odio!

Me desperté muy temprano esa mañana con la esperanza de que Elmer se hubiera quedado con algún amigo el día anterior y hubiera llegado por la noche a casa, por muy tarde que fuera.
PERO NO.

¿¿Dónde estás, Elmer??

No, no podía seguir pensando en el castaño el primer día libre que tenía. En cuanto sus padres se fuesen yo podría hacer lo que quisiera sin nadie encima.
Eso era lo que iría a hacer. Por fin sin Elmer.
Sí. Nada de Elmer.

- Jaja... Esto va a ser genial - intenté sonreír.

Al igual que el día anterior, Charles y Esteban tenían mucho trabajo y ni siquiera fui capaz de despedirme cuando salieron del portal.

- ¡No nos esperéis a la hora de comer! - exclamó Esteban por último antes de cerrar la puerta.

Bajé las escaleras divisando el desayuno ya listo sobre la mesa de la cocina junto a un sobre donde habían vuelto a dejar dinero para el resto del día.

Realmente no tenía nada pensado a lo que dedicarme. Al terminar de desayunar, recogí todo y comencé a rondar por la casa buscando algo que me pudiera interesar.
No me podía creer que no tuvieran nada divertido. Fue entonces cuando me planteé entrar en la habitación de Elmer. Me paré en frente de su puerta la cual quedaba muy cerca de la de Brad y no pude evitar desviar la mirada.
Tragué saliva y llevé la mano al pomo. Pero antes de llegar a rozarlo la cerré en un puño y me aparté.

- Voy a llamar a Elmer - me dije a mí mismo en voz alta.

Con ese pensamiento en mente fui directo a mi cuarto y cerré la puerta. Me senté sobre mi cama y comencé a buscar su número. Sí, lo tenía porque sus padres me lo dieron para que yo no estuviera incomunicado. Sonaron pitidos y luego una voz informó de que el número al que intentaba contactar no estaba disponible.

- Maldita sea... - volví a intentarlo obteniendo el mismo resultado.

Lo llamé una y otra vez durante un tiempo y cuando ya estaba perdiendo la paciencia sonó el timbre de casa.
Se me iluminó la mirada inconscientemente y corrí abajo para abrir.

- ¡Hola, Hugo! - saludó Greg -. ¿Está Elmer en casa? Necesitaba devolverle una camiseta que me dejó el otro día en el entrenamie...

- Oh, eres tú... - mis rostro adoptó una expresión pasiva y me di la vuelta cerrando la puerta a lo que Greg me impidió interponiendo su pie.

No le opuse resistencia y caminé de vuelta a mi cuarto.

- Ey, ¿Elmer no está entonces? - repitió -. Voy a dejarla en su habitación.

Entró sin permiso a la casa y me siguió por las escaleras. Antes de que yo entrara a mi cuarto, Greg no se paró a pensar ni un segundo a la hora de abrir el de Elmer para dejar la camiseta bien doblada sobre su cama.

- ¿Desde cuándo sois amigos con Elmer? - pregunté.

- Oh, desde que nos pusieron en la misma clase - respondió -. Nos hicimos mejores amigos y siempre compartimos cosas, lo hacemos todo juntos...

- ¿De qué estás hablando? - reí.

- Tal vez haya exagerado un poco pero tienes una risa bonita y creo que deberías sonreír más.

Me sorprendí. Si no era la primera vez que me decían eso, sentí como si así fuera. De pronto recordé a Elmer otra vez y volví al tema.

- No sé dónde está, ¿crees que Verónica podría saberlo?

- Tengo su número de teléfono si quieres llamarla - sacó su móvil y la buscó entre sus contactos.

Me entregó su teléfono y esperé a que lo cogiera.

- ¿Hola? - contestó.

- ¿Verónica?

- Sí, soy yo, ¿quién pregunta?

- Soy Hugo, Elmer no ha vuelto a casa desde ayer por la mañana y quería saber si tú sabías dónde se ha metido.

- Te preocupas por él... - comentó Greg cruzándose de brazos con una sonrisa.

- Shhh - le indiqué que se callara tapando el micro del móvil.

- Verás, tampoco sé nada de él desde entonces pero puedo llamar a Dani, que se quedan juntos muy a menudo - dijo la chica -. Ahora te llamo.

- Gracias.

Colgué.

Tenía un mal presentimiento desde la noche anterior pero aún albergaba algo de esperanza.

- Pensé que te llevabas mal con Elmer - volvió a hablar Greg -. Siempre os he visto peleando o discutiendo.

- No me llevo bien con él - le di la espalda -. Pero es el hermano de Brad.

- ¿Y?

- A veces me recuerd... ¿Por qué estamos hablando de esto? - sacudí la cabeza.

- Porque te estás preocupando por alguien a quien odias, supuestamen...

- Lo odio - interrumpí -. Odio a Elmer porque me ha estado haciendo la vida imposible desde que nos conocimos. Nunca ha mostrado interés en cambiar las cosas y lo único que han hecho ha sido empeorar. Ahora a saber dónde se ha metido y al final seré yo quien cargue con la responsabilidad.

- ¿Por qué? ¿Crees que te van a echar la culpa a ti si le ha pasado algo? Eso es muy pesimista por tu parte.

- Llámalo como quieras pero es culpa mía.

Era culpa mía que no me hubiera encontrado con Elmer al salir de clase por haber estado con el rencor encima y ahora nadie supiera dónde se encontraba.

- ¿Puedo preguntar por qué...?

- No, no quiero hablar de esto. Solo encontremos a Elmer.

Enseguida Verónica volvió a llamar dando las buenas noticias: el castaño sí que resultó estar en casa de Dani y volvería más tarde.

- ¡Lo odio muchísmo! - saqué la manta de mi cama y agarré a Greg del brazo -. Vamos a ver alguna película.

- ¿De verdad quieres que veamos una? Tengo mi pen-drive aquí con muchas entre las que elegir, aunque personalmente te podría recomendar algunas que me han encantado y he llegado a ver varias veces...

- Ya, ya, lo que sea - agité la mano -. Creo que incluso hay palomitas.

Greg sonrió y asintió con la cabeza.

- ¿Qué género te gusta más? ¿Acción? ¿Terror? ¿Aventura?

- El que sea.

Se había quedado en casa de Dani, dijo...

- ¿Película romántica...?

- Pon alguna de suspense - dije finalmente para limitar sus elecciones.

- ¡Hecho! - exclamó.

¿Y ELMER NO PODÍA HABER LLAMADO AL MENOS?

*****



- ¿De qué año es esto? - pregunté acomodando el bol de palomitas saladas sobre mis piernas cruzadas.

Greg había puesto una película en blanco y negro en pantalla y se había sentado al otro lado del sofá en el que me encontraba.

- Psicosis, un clásico del cine - respondió cogiendo muchas palomitas y engulléndolas todas a la vez -. Mencanfa Afre Hihcuk, er diretoh.

- Psicosis... Me suena.

- Habraz vihto lascena de la dacha.

- ¿No puedes hablar cuando termines de comer? - le tiré una palomita.

Greg ni se había dado cuenta y fijó su mirada en la pantalla.

Tras un rato de película ya comenzaba a acostumbrarme a ese estilo en blanco y negro. Además el desarrollo de la trama iba bien.

- Pero esto es asqueroso - comenté -. Podrían haber puesto una flor ahí.

- Eso no quedaría bien en este escenario.

- ¡Lo sé! - extendí los brazos -. Pero hay que ser perverso para hacer algo así.

- No has visto aun las películas asquerosas de Saw.

- No, gracias, sé por donde vas.

-¿Quieres...?

- No.

- Oh, pero sé de una saga que te va a gustar.

- Sorpréndeme.

Greg pausó la película.

- ¿Has oído hablar de Cube? Es antigua también, de hace unos 20 años.

- Hm...lo dudo.

- La podemos ver después de esta si te interesa. Es muy paranoica y va de supervivencia en un laberinto.

Acabó convirtiéndose esa mañana en un maratón de películas de misterio y terror que enlazamos con una salida después de haber pedido unas pizzas para comer.

Greg me convenció para ir a hacer senderismo al monte y difícilmente acepté pero solo fue porque me estaba cansando de estar sentado tantas horas seguidas.

El aire ahí arriba era muy distinto al que se respiraba a diario; era fresco, limpio, puro.

Inspiré profundamente y dejé salir de forma lenta el aire de mi cuerpo mientras me dejaba apoyar en una valla. Se podía contemplar toda la ciudad desde ahí, iluminada por la plena luz de la tarde. Los días eran cada vez más largos porque se acercaba el verano, por lo tanto el sol no se ponía hasta horas tardías y se agradecía mucho que se pudiese disfrutar de momentos así.

- Me gusta venir aquí desde que perdí a mis padres - murmuró Greg colocándose a mi lado -. Veníamos cada fin de semana y acampábamos no muy lejos del mirador. Tengo buenos recuerdos de este lugar y quería enseñártelos.

- ¿Por qué a mí? - pregunté después de haber escuchado rigurosamente sus palabras.

- Parecías necesitar salir de tu realidad, una breve escapada - sonrió girando la cabeza hacia mí.

- Una escapada, hm...

Continué observando el paisaje urbano y recordé París; nunca había estado ahí pero Brad lo mencionó una vez, aunque no se refiriese a la ciudad en sí sino a Paris como un nombre. Brad quería tener una familia conmigo, una hija con un nombre tan bonito. Yo quería que tuviéramos un futuro juntos.

Pero todo acabó muy temprano y no pude enseñarle todas las cosas que aprendí de él.

- Vamos, volvamos a casa - le dije a Greg tomando ya el rumbo cuesta abajo -. Se nos va a hacer muy tarde y aun hay que caminar un tramo.

A Brad le habría gustado que su hermano estuviera a salvo y quería volver cuanto antes para comprobar que así era.

- Vale - me siguió.

Greg me dio mucha conversación aleatoria durante el camino de vuelta y no sabría decir si se hizo rápido o eterno.

Al llegar a casa y despedirme finalmente de Greg vi que Elmer todavía no había llegado y mi móvil estaba apagado por no tener suficiente batería; no aguantó toda la salida. Lo primero que hice fue ponerlo a cargar y en cuanto se encendió se quedó pillado.

- ¿Qué? - lo miré extrañado.

Entonces comenzaron a registrarse muchas llamadas perdidas y mensajes de Lorenz.

Oh, no. ¡Se me había olvidado por completo!

Corrí a cambiarme rápidamente y me calcé los zapatos otra vez. Cogí la mochila y salí corriendo de casa hacia la parada de autobús más cercana. Estaba llegando muy tarde al trabajo.

Llamé varias veces al timbre del apartamento de Lorenz pero nadie me abría. Tenía que ser ya la hora de abrir el bar si él no estaba en casa. Al local fue a donde me dirigí ágilmente esta vez.

Nada más llegar me encontré con los fumadores que había a la entrada, los dos porteros que me dejaron pasar sin problema y todo el lugar repleto de personas desesperadas o en busca de algo distinto de su día a día. Bajé mi ritmo y caminé entre ellos buscando a Lorenz. Él no siempre estaba en su despacho sino que también disfrutaba sentándose entre el público y obteniendo caricias de jóvenes atractivos.

De repente recibí un cachetazo en el trasero que pasó a un violento agarre de una de mis nalgas.

- Qué buen culo - exclamó un joven hombre que llevaba una gorra y ropa ancha.

Me di la vuelta y le agarré el brazo apartándolo de mí y lo miré de forma demasiado seria para una situación a la que ya estaba acostumbrado.

- No es gratis - dije.

Lo solté y seguí andando unos pasos. Giré mi cabeza de vuelta hacia ese hombre quien aun me estaba mirando y sonreí traviesamente mostrándole una lengua juguetona con aquel nuevo piercing. Justo antes de volver a darme la vuelta para seguir mi camino pude ver lo excitado que puse al sujeto con ese gesto.

Si estaba llegando tarde al menos tenía que venir con nuevos clientes entre las manos.

Iba a entrar en el despacho de Lorenz pero fue en ese momento, previo a abrir la puerta, cuando vi al sudamericano a lo lejos discutiendo con alguien cerca de una salida. Me apresuré a acercarme pero cuando me di cuenta de que parecían estar tratando un asunto serio me paré a unos metros de ellos para no molestar.

- ¡Dije que le hicieras todo el daño necesario con tal de que hable! - exclamó Lorenz.

No sabía de qué estaban hablando pero los de alrededor no parecían interesados en prestarles atención alguna.

- Pero no dice nada en absoluto desde que lo cogimos.

- Haz que hable o todos acabaréis despedidos - amenazó furioso.

Era muy extraño ver a Lorenz enfadado de esa manera. Muy extraño.

- Sabes, incluso me da igual que viva con Jesse - continuó -. De hecho parece que ni se llevan bien así que dos molestias menos de un tiro.

- ¡¿Qué?! - se me escapó al oír aquello.

Antes de que se diera cuenta de que yo estaba oyéndolo todo, me di la vuelta viendo al hombre de antes quien parecía haberme seguido y le quité la gorra poniéndomela de forma que ocultase la mayor parte de mi cabeza. Con eso debía haber bastado para que no me hubieran descubierto.

El joven, de unos 20 años, me miraba confuso pero pronto reaccionó a mi gesto como otro flirteo y sonrió ladeadamente. Yo me acerqué a él pegándome a su cuerpo y le puse un dedo sobre los labios.

- Beso gratis si me ayudas a esconderme de esos dos - susurré rozando su rostro con mi nariz.

Claramente aceptó y me introdujo las manos bajo la camiseta acariciándome la espalda mientras yo lo besaba intensamente como le prometí. A pesar de los ruidos que yo mismo hacía durante el feroz contacto se podía oír cómo ellos continuaron un poco más su conversación.

- Si no habla, haz que explote - le dijo Lorenz a su subordinado -. No necesito a adolescentes entrometidos - le dio una palmada en el pecho -. Cuatro días. No más.

Seguidamente dejé de oírlos y ni siquiera sabía en qué dirección se dirigió Lorenz después de eso pero tenía clara una cosa.

Elmer no estaba en casa de Dani.







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