O UNA PESADILLA

Anoche me dormí con el ordenador entre mis brazos. Tumbado sobre la cama, leí el libro de Paper Towns hasta acabarlo, y refresqué una y otra vez el chat con Rebeca, esperando, con temor, alguna respuesta. Pero no recibí ningún mensaje y caí rendido alrededor de las tres de la madrugada. Me acabo de despertar enredado entre las sábanas, con la cabeza atrapada entre el teclado del ordenador y su pantalla. Parecía estar preso en una sandwichera.

Son las 7 h de la mañana y, aunque me muero de sueño, lo primero que hago es comprobar el chat de Wattpad. Como si Rebeca me fuese a escribir de madruga... ¡Ay! Pego un súbito sorbo al aire al descubrir que ¡tengo una notificación!

—Andrés, respira —me digo—. Cálmate, ¿vale? Tan solo es un mensaje, un mensaje que mostrará cómo se ha tomado tus palabras Rebeca, y decidirá si debes tirarte por un puente, o no.

La mano me tiembla, pero me las apaño para acercar el cursor al icono del buzón.

Mis sudorosos dedos patinan por el trackpad, pero ya estoy donde quería. Ahora solo me queda hacer... ¡Clic!

—¡Me cago en el spam! No sé quién es esta tal @escritorasincrush pero... —Me acaba de llegar otra notificación—. ¿Y ahora qué quiere? —Compruebo el remitente. Es @abazorebeca—. Oh, ¡joder! ¡Sí! ¡Es ella! —De golpe, entro en la conversación:


Hola, nena. 

Soy Andres, el chico del ascensor. Gracias por el detalle, me ha llenado de amor. 

@andrescupitajo


Hola, chico del ascensor. 

A mí también me llenó de amor la novela, es fantástica. Espero que la disfrutes tanto como he disfrutado yo tu historia de la vecina muerta... Jeje.

@abazorebeca


—¡Ahhhhh!! —Salto sobre la cama.

—¿Qué pasa aquí? —Abre Verony la puerta de mi cuarto con brusquedad. Está vestida con el pijama, completamente despeinada y tiene los ojos a medio abrir.

—Siento despertarte pero es que, Rebeca, no solo ha contestado al mensaje de mierda de ayer, sino que también parece haberse tomado bien lo de la —susurro— vieja fiambre.

—¿En serio? —Se lanza sobre la cama para apoderarse del ordenador—. Esta chica tiene que estar muy desesperada para seguirte así el rollo.

—¡Oye! Nada de eso. Que soy un partidazo.

—¿Alguien ha dicho partidazo? —Se nos une Maria.

—Tú fuera —continúo enfadado—. Esto no va contigo.

—Haberlo pensado antes de gritar a las 7 h de la madrugada, no te jode.

—¡Eso! —nos llega la voz de la señora Rodríguez.

—Quién pudiera tener el oído de la anciana —envidia Verony—. Es como un murciélago.

Maria coge asiento a nuestro lado y se hace con el ordenador.

—Por lo que decís, mi mensaje ha dado sus frutos —alardea.

Le quito el portátil de las manos y ordeno:

—Cuestión de suerte. Mantente alejada. No me puedo arriesgar a contestar con otro mensaje de poeta canalla.

—¿Es que piensas contestar? —se extraña Verony—. Yo la dejaría en visto. Ya hablaréis en el ascensor.

—No puedo esperar.

—Pues va a parecer que estás desesperado —opina Maria.

—Es que lo estoy. Venga, ¿qué le digo?

—No sé. A estas horas no puedo pensar... —se escaquea Verony.

—Deberías mandarle un nude mañanero —sugiere Maria.

—¿Perdón? —No me puedo creer sus palabras.

—Si hablar se te da fatal, mejor comparte tu genital.

—¿Estás borracha? —le pregunta Verony, y me aconseja—: Mira, si no quieres escribir nada, mándale un meme. Yo tengo miles en mi galería.

—Son horribles. —Maria descarta la idea.

—Lo que tú digas —se enfada Vero.

—Tal vez deba hablarle del libro. —Las pongo al día—: Ya lo he acabado, y me ha gustado mucho.

—Es que es muy buena obra, pero mejor coméntala con ella en persona —me recomienda Verony—. Además, la nota estaba entre las últimas páginas, ¿no? Pues al decir que la habías encontrado ya le diste a entender que te lo habías terminado.

—También podría hacerle alguna pregunta con el fin de iniciar una conversación. Algo así cómo... ¿Estudias o trabajas?

—Eso está muy visto —sentencia Maria.

—Mejor pregúntale —propone Verony—... a ver cuál es su animal favorito.

Maria y yo la miramos perplejos, por lo que procede a explicarnos:

—Es una pregunta diferente, que te hará parecer especial, y además, su respuesta te ayudará a saber más de su personalidad.

—Pero cómo voy a saber más de ella con...

—¡Claro! —El rostro de Maria se ilumina—. Si te dice que su animal favorito es el zorro, significa que le gusta la astucia. Si te dice que es el pingüino, la torpeza. El pájaro, la libertad. El elefante —me mira pícara—, la trompa.

—¡Maria! —No tiene remedio—. ¿Pero lo decís en serio?

—¡SÍ! —responden entusiasmadas.

Me lo pienso. Tal vez esté desvariando a causa del sueño pero, la verdad es que a mí tampoco me parece tan mala idea.

—Mmmm... Venga, va —me han convencido—. ¡Hagámoslo!

Acto seguido, redacto el mensaje con la cuestión, cruzo los dedos y se lo mando.

—Ahora, a esperar —me dice Maria—. Y yo, a dormir. Que hoy me han dado la mañana libre.

—Y a mí —se suma Verony. No creo que en su universidad la conozcan. Sería todo un mérito que llegue a sacarse la carrera de periodista.

—Bien. Y yo me voy a clase. ¿Qué hora es? —Busco el reloj por la desordenada mesilla—. Tengo que empezar a prepararme si no quiero... —Encuentro el reloj—. ¡Mierda! ¡Voy tarde! —Vuelvo a mirar la hora—. No, directamente, ya no voy.

—¿Y eso? —me pregunta Vero.

—Es imposible que coja el bus.

—Ah, ¡tranquilo! Yo te llevo en coche —se ofrece Maria.

—¿Qué?

—Lo que oyes. Voy contigo. —Maria es la única que dispone de vehículo propio, pero no me esperaba este gesto de generosidad por su parte—. Vístete que nos vamos a la uni.

—¿Vais los dos? —Verony no tarda en acoplarse—. ¡Voy con vosotros!

—¿Tú?

Eso sí que me sorprende. ¿No va a sus clases, pero quiere venir a las mías?

—Así aprovecho que vais a la facultad para pasarme por una tienda de merchandising que hay en la zona. —Me echa en cara—: Tengo que comprarme un nuevo Dobby...

—Ya te dije que lo pediría yo por internet.

—Sin embargo, aún no lo has hecho, y no te veo con la tarjeta de crédito en la mano —me regaña—. Prefiero encargarme yo.

—Bien. Pues vamos los tres. Preparaos, en quince minutos, ¡salimos! —Maria se va a su habitación.

Verony va tras ella, y yo me tomo unos segundos antes de ponerme en marcha. No me puedo creer que vaya a ir a la facultad con mis dos compañeras. Debo de estar dumiendo todavía. Esto tiene que ser un sueño.

—Andrés —Regresa Maria con dos tops—, ¿cuál les gustará más a tus amiguitos de clase?

O una pesadilla...



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Se avecina una buena excursión a la universidad...

¿Logrará Andrés que Maria y Verony se comporten?


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