día 24: primer secreto: tap.
El oficial Minho suspiró. La tensión que siempre hubo entre Felix y Chan desde un principio fue asfixiante, pero ahora, era diez veces más fuerte a eso. Ellos follaban, se besaban, se abrazaban, pero esa tensión seguía haciéndose más y más grande como si todo lo que hicieran no fuera suficiente para ambos. Él sabía que tenían una conexión muy grande como si hubiera sido el destino quien los puso en el camino del otro, ya sea para cambiar sus vidas o arruinarlas.
Estaban en el comedor, el oficial cuidando que los reos no provocaran ninguna pelea. Jisung estaba ahí, sonriendo mientras hablaba de algo con Hyunjin y obviamente, también se encontraba la parejita feliz, ajenos a cualquier cosa de su alrededor, perdiéndose ambos en los ojos del otro como si fueran su propio mundo. Y Minho los envidiaba tanto, ellos se mostraban felices, cómodos el uno con el otro y él simplemente tenía que esperar un horario o asegurarse de que nadie estuviera rondando por el lugar porque, estaba tan mal visto que él saliera con un recluso y no quería perder su trabajo porque aún seguía ahorrando para cuando Jisung tuviera su libertad. Quería por fin terminar con todo y gritarle al mundo que amaba a Han Jisung como nunca había amado a nadie.
Nunca había tenido un gusto específico, él simplemente estaba bien con cualquier persona que fuera capaz de hacerlo feliz y amarlo de la manera en la que él quería hacerlo. Casarse con Youngmi simplemente había sido la única manera que había encontrado para hacerla feliz, su prometido había fallecido sin conocer a sus suegros y ella estaba desesperada por la aceptación, Minho simplemente estaba haciéndole un favor. La riqueza que sus padres cargaban quedaría a la única hija que habían tenido si es que ella conseguía esposo antes de los veinticinco, unas reglas tan estúpidas como antiguas, Minho era su mejor amigo y él iba a darlo todo por verla feliz. Pero estaba aburrido, tanto, de vivir la monotonía que su vida se había convertido a base de mentiras aburridas y molestas. Él simplemente quería soltar todo y ser por fin libre, lejos de la hipocresía y falsedad de Youngmi, lejos de los malos comentarios que sus suegros decían por las creencias que ellos tenían. Quería largar todo y simplemente empezar nuevamente su vida con el pequeño y lindo rubio que daba su mundo vueltas.
—Te veo luego, bebé—Murmuró Jisung cuando pasó a su lado, dedicándole una preciosa sonrisa que parecía desarmarlo por completo. Pero aunque fingiera estar feliz, las ojeras y el brillo apagado de sus ojos le dio a entender a Minho que ambos se debían una explicación.
Él no había hablado muy bien del por qué estaba casado con esa mujer y por qué parecía ser un maldito infeliz, el por qué se sentía tan atrapado en esa estúpida farsa que seguía consumiendo sus ganas de vivir. Pero debía de hablar con Jisung de todo lo que parecía molestarlo porque ya no aguantaba guardarle secretos y sabía que si seguía haciéndolo la relación que tenían se derrumbaría por su culpa. Y él no lo quería, aborrecía la idea de perder a ese precioso ser que lo volvía loco y lo había enamorado desde el primer momento que cruzaron palabras.
Soltando un suspiro y clavando su mirada gatuna en el pequeño rubio platinado, sonrió con apenas la comisura de su labio levantándose, disimulando las miles de sensaciones que Jisung le hacía sentir.
El horario de almuerzo terminó y él volvió a la pequeña oficina que tantos secretos había guardado. Jisung estaba ahí y no se detuvo cuando tomó sus suaves mejillas con su mano para segundos después chocar sus labios con los contrarios, besándolo hasta robarle todo el aliento. Besos mojados fueron repartidos por sus mofletes, bajando estos al cuello blanquecino del rubio, mordiendo y marcando, haciéndolo suyo una vez más.
—Te amo—Le dijo el oficial—. Te amo como nunca amé a nadie. Nunca estuve con Youngmi, no la amo a ella. Es mi mejor amiga y su prometido falleció antes de que se casaran y pudiera conocer a los padres de ella. Es todo una farsa, Jisungie—La información recibida era mucha, pero Jisung lo miró con ojitos grandes y brillosos, con una sonrisa demoledora en sus labios—. Bebé bien sabes que cuando salgas de aquí lo primero que haré, será escapar contigo. No importa adónde. Cualquier lugar será el indicado mientras ambos estemos juntos.
—Honnie—Murmuró con la voz rota y las lágrimas a punto de salir de sus ojos—, quiero que seamos felices y darnos el amor puro que sé que nos tenemos. También te amo y mucho—Besó los labios contrarios mientras la atenta mirada gatuna se llenaba de brillos de felicidad, resplandeciendo tanto que Jisung sintió su corazón latir con fuerza escuchándolo en sus oídos con fuerza.
Ambos, se sentían tan enamorados.
Felix suspiró mientras sentía las manos de Bang acariciar su estómago. Tenía una estúpida adicción a realizar eso, parecía no cansarse de repartir tantas caricias en su algo gordito vientre mientras se distraía con otra cosa. Él estaba viendo algo en su celular mientras empujaba su lengua contra el interior de su mejilla, su mano pegada a la piel de su estómago.
—Hum, Felix—Llamó el mayor, el rubio dándose vuelta para poder observarlo mejor—. Tengo que decirte algo—Murmuró dejando el teléfono a un lado.
Changbin lo estaba torturando con cientos de mensajes, causándole un repentino sentimiento de enojo que conocía con claridad. Cada mensaje que el enfermero enviaba, era un mensaje que ignoraba porque se sentía tan extraño que algo le dijera que le hiciera caso a su mano derecha, que le contara a Felix tantas cosas como su boca podía soltar porque no había momento para sentirse avergonzado o incluso asustado.
—Dime—Soltó el menor mientras sus largos dedos corrían el cabello largo que se interponía en su vista y no le dejaba ver los negros ojos del mayor.
—Bueno, yo...—Quiso empezar a decir, pero puso sus ojos en blanco cuando los gritos vinieron desde afuera de la celda, Felix levantándose cuando reconoció la voz de Jisung.
Al salir de la celda, había una revuelta. Varios reos estaban en un círculo mientras alentaban a una pelea. Pelea en la que Jisung estaba metido y Felix rezaba en su interior que no fuera con alguien más grande que él porque el pequeño rubio era una fiera, pero no tenía la fuerza que los demás ahí adentro.
— ¡No tengo una puta mierda, oficial Kim! ¡La próxima maldita vez que me toque de esa manera, le juro que le cortaré la polla y se la daré de comer! ¡Hijo de puta!—Felix cerró sus ojos y contó en su interior, sus manos temblando en sus costados.
Se dio vuelta y miró a Bang con sus ojitos mieles llenos de miedo que paralizaron al mayor. Y antes de decir algo, colocó sus manos en los brazos contrarios atrayéndolo hacia él.
— ¡¿Quieres que cuente tu secreto?! ¡¿De cómo eres la puta de todos acá?! Zorra que le gusta saltar de polla en polla—Gritó el oficial Kim mientras tomaba la muñeca de Jisung, siendo un imbécil y apretando su agarre.
—Has algo, por favor. Hazlo por mí, Chan. Ayuda a Jisung—Chan apretó la mandíbula, un músculo saltando en su rostro.
—Espera aquí. Por lo que más quieras no te muevas aquí, no me perdonaré si alguien te lastima de nuevo y no estoy para protegerte—Felix asintió rápido con la cabeza mientras comenzaba a morder sus uñas, los nervios yendo por cada parte de su cuerpo. Bang se movió hasta donde los otros dos estaban, empujando con brusquedad a todo aquel que le impedía seguir con su paso.
Al llegar y ver que el oficial Kim estaba marcando sus dedos en los brazos de Jisung, no lo pensó dos veces. Se acercó a ambos y tomando a Kim del cuello hizo que soltara a Hada, quien acarició la zona en donde sabía pronto saldría un estúpido cardenal. Los ojos inyectados en sangre del oficial miraron a Bang quien tenía el rostro serio, no había nada de burla ni maldad, el simplemente parecía tener sus facciones relajadas con su ceño suavemente fruncido.
— ¿Qué mierda te dije sobre molestar a Hada con querer más?—Preguntó bajo. En ese tono que puso los pelos de punta a todo aquel recluso que se encontraba cerca escuchando y teniendo una vista de primera fila. Comenzaron a alejarse porque nadie se quería ver envuelto si es que Bang estaba metido defendiendo a Jisung—. Dime, ¿qué te dije la última vez que hiciste lo mismo? ¿Tengo que golpearte en la cabeza para que recuerdes?
El oficial rió antes de decir—: ¿Qué pasa, Bang? ¿No tienes suficiente con tu puta que quieres también a esta zorra brinca penes? ¿O será que tu puta ya está muy usada por Fabrizio y Salvatore?—La expresión del más alto cambió por completo.
Su gran mano dejó el cuello contrario para estamparse contra el costado de la cabeza del oficial, mandándolo al suelo en donde le dio una patada en la cabeza y otra en la nariz logrando que esta comenzara a sangrar. No se detuvo ahí, las patadas que propinó en cada parte de su cuerpo hacían a Kim soltar alaridos que pusieron los pelos de punta de los pocos reos que estaban presenciando todo.
—Que no vuelva a escuchar que tu boca sigue diciendo mierda porque no me voy a cansar hasta asesinarte, maldito imbécil.
Minho llegó unos minutos después cuando Bang tenía el cabello contrario en un puño y su rostro muy cerca al de Kim. Esa tarde la mayoría de oficiales se encontraban calmando una revuelta que habían formado en el pabellón este y la cual, no estaban pudiendo calmar. El oficial Minho vio todo en el momento que Chan golpeó con fuerza la cabeza del otro contra el suelo, dejándolo en el suelo sin comprender la situación de lo que pasaba.
—Bang, sabes que no te dejaran pasar esto—Aunque sabía que el susodicho estaba molesto, hizo todo lo posible para no hablar de más, para no decir cosas que hicieran molestar más a Chan porque sabía que no podría controlarlo si llegaba a un punto en que su poca cordura se rompiera por completo.
—Entonces que investiguen a qué clase de personas contratan. Soy el malo aquí y por algo estoy acá adentro, pero este imbécil que dice cumplir con la ley, en realidad no lo está haciendo.
Y Minho realmente no tenía nada para decir en ese momento porque la corrupción que se vivía ahí adentro y entre sus compañeros era grande, pero seguía viéndose pequeña al lado de lo que afuera se vivía. Cada quien iba por el camino que le convenía, el cual los dejara bien parados y al final de lo que sea que hicieran no los perjudicara al punto de mandarlos al lugar que de un principio tenían como trabajo. El oficial Minho sabía lo que hacía, sabía incluso el cómo debía manejarse para que nadie sospechara de ninguna de las cosas que hacía, seguir a Bang y estar a su lado, ayudarlo en cada cosa que le pedía era simplemente lo que lo seguía manteniendo en pie. Chan lo había ayudado mucho estando ahí adentro, aun cuando su relación era de lo más tensa. La ayuda que se brindaban mutuamente era eso que ambos sabían, no perderían, incluso cuando Bang se fuera de ese lugar. Minho era fiel y siempre se lo había demostrado al más alto.
Con paso duro y brusco, Bang entró en la celda, Jisung estaba ahí hablando con Felix, tratando de tranquilizarlo y diciéndole que realmente el oficial Hwang no le había hecho absolutamente nada. Hyunjin, Kyle y Beomhwa llegaron detrás de Chan, preguntando qué había sucedido porque los tres se encontraban haciendo algunas cosas en la cocina como castigo que le habían dado los oficiales por hacerles burla. Jisung les explicó la situación muy por encima, no dándole mucha importancia a pesar de que Felix discutía con Kyle porque sí era una situación importante. Se fueron un tiempo después, los tres asegurando que cuidarían a Hada.
— ¿Estás bien?—Preguntó Felix, sabiendo a la perfección que Bang no lo estaba, pero dándole la oportunidad de que comenzara a contarle qué podía estar molestándolo.
—No—Dijo antes de sentarse contra la pared, echando la cabeza y su cabello hacia atrás—, ven, quiero hablar contigo.
Y Felix se acercó a él, besando sus labios suavemente antes de mirarlo fijamente y esperar por lo que él quería decir.
Secando sus manos contra la tela del pantalón del uniforme, Bang miró a Felix, relamiéndose los labios porque de repente estos se habían secado y agrietado. Su corazón latía con fuerza en su pecho y algo burbujeante molestaba en la boca de su estómago.
—No sé bien cómo empezar—Soltó una risa, Felix se dio cuenta que era una nerviosa, no podía evitar leerlo en momentos así—. Tengo diagnosticado el trastorno antisocial de la personalidad por eso me cuesta entender mucho de los sentimientos que tengo cuando estoy contigo—Felix tomó sus manos y las entrelazó con las suyas cuando notó lo nervioso que Chan se encontraba y de lo cual no era consciente.
— ¿Desde qué edad?—Él no lo había dicho, pero luego de pasar tantas semanas con Chan, luego de mirarlo fijamente y sacar conclusiones apresuradas en su cabeza, podía decir que lo sabía. Los comportamientos, la manera de manejarse y la falta de empatía que muchas veces podía llegar a tener, le dijeron a Felix lo que él podía estar sufriendo.
—Desde los ocho. Mi madre... ella me llevó a muchos lugares porque sabía que mi comportamiento no era normal para un niño. Le pegaba a mis compañeros, jugaba con animales muertos y hasta a veces los mataba. Supongo que verme asesinar a una ardilla con una piedra fue lo que hizo que ella realmente se preocupara. Las cosas no se calmaron incluso cuando iba a terapia y me daban medicamentos recetados, todo empeoró cuando ella se fue, dos días después de que cumplí diez—Él odiaba decir que su madre estaba muerta, pero más odiaba pensar y creer que su padre había sido el responsable de la muerte de ella. Aún lo recuerda y lo tiene grabado en la memoria, el día que él llegó con la camisa manchada con sangre diciéndole que GyeonGi no iba a molestarlos más porque había muerto en un accidente. Chan nunca le creyó y hasta el día de hoy sabe que él fue el causante de muchos de sus problemas—. A los trece perdí el total conocimiento de lo que eran los sentimientos y cómo es que podía diferenciarlos o demostrarlos. El amor o la felicidad nunca fue algo que se demostró en mi hogar. Mi padre siempre fue frío y le gustaba llevar su propio orden, nadie podía desobedecerlo porque se volvía un completo demente. Y mi madre... ella supongo que sabía lo que era amar, pero le aterraba demostrarlo frente a mi padre, siempre estaba haciendo lo que ese hijo de puta decía y temblaba cuando sabía que se equivocaba—Encogió los hombros, su tono de voz saliendo tan normal, como si todo lo que estuviera contando fuera algo que había normalizado y lo había implementado en su día a día.
Felix lo miró cuando Chan apretó un poco su agarre para luego desviar su mirada a cualquier otro lugar. El rubio lo entendía, entendía a la perfección que a él no le gustara hablar de su pasado y todo lo que su malvado padre le había hecho pasar. No podía definirlo bien, pero Felix podía decir que él estaba algo asustado de su reacción, de cómo podría verlo después de que terminara de decirle todo.
—Voy a seguir aquí, bebé. No me iré ¿sí? Quiero estar contigo y quiero ayudarte a sanar—Una risa baja y llena de mofa salió de los labios de Bang antes de desviar su mirada a sus manos entrelazadas, comenzando a acariciar con sus pulgares los dorsos de las manos contrarias, no queriendo soltarlo para nada.
—No te quiero obligar a quedarte. No quiero hacer lo mismo que Yeonjun hizo con mi madre, ¿qué te quedes a mi lado por conveniencia y beneficio mío? No quiero eso. Eres una persona libre y quiero que así siga, no quiero que todos tus sueños se vean derrumbados por mi culpa.
—No me estás obligando. Mi decisión es quedarme y amarte. Quiero ayudarte a que aprendas a querer sin ninguna obligación de por medio, quiero que lo nuestro sea puro y que solamente me ames porque te nace. Muchas veces me dará miedo, inseguridad y no confiaré en ti creyendo que es tu trastorno que habla por ti, pero me estás contando parte de tu vida y estoy seguro que no lo has hecho con nadie, eso me demuestra un poco de tu verdadero ser. Simplemente estás aterrado a ser.
Chan lo besó. Suavemente mientras acariciaba sus mejillas, ese sentimiento tan lindo explotando en su pecho mientras parecía flotar en una nube. Quería a este chico y sin saberlo quería lograr que él fuera feliz sin ningún maldito problema de por medio.
— ¿Tienes hermanos, hermanas?—Preguntó Felix, abrazando a Bang luego de haber tenido una intensa sesión de besos. El mayor lo miró e hizo un sonido con su boca antes de mirarlo unos segundos.
—No—Murmuró. Apretó su agarre en la cintura del menor—. Aunque no lo sé muy bien, prometo hacerte muy feliz. Pero luego de decirte todo. Hay alguien importante de quien quiero hablarte y a quien quiero que ambos vayamos a visitar cuando salgamos de aquí.
—Todo lo que te haga sentir cómodo a ti. Quiero que confíes tanto en mí como para que ambos conozcamos a todo aquel que sea importante para ti. Yo también quiero presentarte a personas que quiero mucho.
Las promesas podían llegar a romperse en cualquier momento, podían quedar como simples palabras vacías volando en el aire, pero Bang quería cumplir tanto cada una de ellas porque necesitaba que Felix creyera en él, que era él hablando y no su trastorno, que era él prometiendo y no su trastorno, que era él queriendo y no su estúpido trastorno que le impedía realizar tantas cosas.
Él... él simplemente no quería ser abandonado por esta persona que parecía hacer que muchos fuegos artificiales explotaran en su interior.
¡gracias por leer!
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