Chica de papel


Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvieron los tres juntos, y también muchas cosas, desde la última vez que Konan, la chica de ojos color ámbar y cabellos azulados, se había detenido a pensar en aquel fantasma que la perseguía y se negaba a soltarla, o quizá era al revés y era ella quien se negaba a soltarlo. Como fuera, ahí estaba, sentada sobre las enormes escaleras frente al ventanal con vista al patio.

Observaba el cielo, cubierto en su totalidad por nubes de diferentes tonalidades de gris, sumida en sus más profundos recuerdos. Porque los días de lluvia siempre traían mucha nostalgia consigo.

Konan aparentaba ser una mujer fría, ruda y muy fuerte, pero por dentro, por dentro uno es quien en realidad es y pese a su actitud Konan seguía teniendo sentimientos, incluso más profundos que cuando solo era una chica, esa fragilidad e Inocencia de antes habían quedado rezagadas por la mujer que ahora era.

Su atención se centró en el extenso patio que servía como campo de entrenamiento y luego en la casa, esa que siempre le había parecido demasiado grande y vacía, aún estando repleta todo el tiempo. Y le fue inevitable recordar sus palabras, aquellas que prometían un futuro claro y brillante, como esos que prometen los finales de cuento. Esa casa solo era parte de un frágil mundo construido a base de sueños rotos.

Para cualquiera, Konan no es una chica fácil de leer, pero no para el. Han crecido juntos y solo se tenían el uno al otro. El conoce cada uno de sus gestos, cada uno de sus movimientos y sus significados, además, el cielo estaba gris y para él los días lluviosos nunca son un buen augurio.

Notó su presencia a sus espaldas, sin embargo su vista se mantuvo fija en el frondoso árbol situado en el frente del patio.

-Pasas mucho tiempo aquí últimamente.

-No he tenido misiones.

-Algo sucede- asegura mientras toma asiento en el lugar junto a ella. Konan suspira con cansancio, recargando la cabeza sobre el hombro de Pain.

-Se que te incomoda mi presencia.

-No es eso- respondió la peliazul.

Los fríos y largos dedos del poseedor del rinnegan toman la fina y cálida mano de ella, en un gesto de apoyo, como siempre. Porqué eso es lo que obtienen siempre el uno del otro.

-Háblame Konan- suena cono una súplica. Hace tiempo que no se comunican, Konan no recuerda la última vez que vio a Nagato en su cuerpo original. Ella suspira con pesar evadiendo su escrutinio visual. -Se que tienes muchas cosas que decir, y esta noche somos solo tu y yo.

Esa frase es una invitación que le hace temblar las piernas, aunque no está segura si para bien o para mal.

-Nunca fuimos nada, nada real- Es un argumento estúpido, real, pero muy estúpido, aunque en su defensa por primera vez en demasiados años estaba experimentando unos terribles nervios, y debía admitirlo, estaba asustada, aunque no lo reflejara en su expresión.

-Eso no significa que no te amara o que no te considere mi mujer Konan.

Los recuerdo la conmueven, como siempre. Debería odiarla y no amarla.

El espera por unos minutos una respuesta de parte de ella, pero esta no llega. -Y lo he sentido desde el primer día que te vi, tú me salvaste.

-Lo se- responde simplemente cuando siente que un nudo en su garganta comienza a asfixiarla.

-¿Qué es lo que sucede Konan?- El lo sabe, lo sabe, aunque se niega a aceptarlo y quiere escucharlo de ella.

-No se si estamos en el camino correcto para llegar a la paz- comenzó la chica.

-La paz requiere sacrificios, Yahiko murió por ello.

La sola mención del nombre le hiela el corazón.

-Lo siento- los ojos de Konan se cristalizan.

Final mente la chica de papel comienza a desmoronarse, como no lo había hecho desde hacía ya tanto tiempo. Él sabía de lo que ella hablaba, lo sabía. Esa disculpa no era por comportarse así con él, lo sabía, porque el presentimiento no falla jamás.

-¿Recuerdas nuestro primer beso?- pregunto con la mirada perdida en algún punto de la habitación.

-Lo recuerdo.

-Solo teníamos catorce, éramos unos niños.

-Se que lo sabes- interrumpe ella- ¿porque haces esto?

-Esperaba que tarde o temprano me lo contarás tú. ¿Qué hice mal?- pregunta el.

-Nada.

-Se sincera-es casi una súplica- si esque queda algo de la Konan que solía conocer.

¿Acaso no se daba cuenta que jamás habría podido mantenerse cuerda siendo la Konan que solía ser antes?- Las cosas no son como las imaginas.

-Y como son entonces?

-Fue algo inevitable.

-Y no hiciste nada por contenerte, ni sabiendo que te amo.

-Estabas inmerso en conseguir tus objetivos.

¿porque demonios no iba al punto de una buena vez?

-Esperaba que me esperaras.

-Llevo una vida entera y sabes, esto no progresa, no veo el fin de nada, la guerra continúa la gente muere y nosotros no estamos frenando nada.

-Estamos trabajando por ello, más que nunca. Jamás me pasó por la mente que te meterías con Itachi, con Hidan, y con quien sea que te hayas metido mientras no estaba pendiente de ti. 

Y ahí estaba.

-No somos nada.

-Para mi si.

-¿Que me tengas de vez en cuando debería significar algo importante para mí?

-No lo se Konan- responde el con tono abrumado.

-Eres mi mejor amigo, no mi dueño.

-Ya lo veo.

-Nunca formalizamos nada- argumenta Konan.

-¡POR YAHIKO!- grita alterado. Había perdido la cuenta de cuantas veces Konan le lanzaba indirectas sobre el tema de su relación, pero de algún modo había logrado darle la vuelta todo el tiempo. -El estaba enamorado de ti.

Los ojos de la chica se llenan inmediatamente, pero intenta componerse lo más rápido posible.

-Era mi mejor amigo, no podía robar a su chica, mucho menos así a costa de su muerte.

-Pero si acostarte con ella- dijo la chica odiándose y sintiendo repulsión por sí misma.

-Eso no pude evitarlo, te amaba.

-No fue solo una vez.

-Nunca- dijo mirándola fijamente con los ojos muy abiertos- nunca pude evitarlo.

Créditos por las imágenes a quien corresponda. <3

Gracias por leer :3


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