Mi perro Samy

Ese perro loco, otra vez se ha salido durante la noche. Solo espero que no haya causado ningún problema esta vez.

— ¡Samy!

Ahí está.

— ¿Qué traes ahí?

Lo ha hecho otra vez.

— Eres un travieso. Te he dicho que no salgas tú solo...

Esto es imposible. No puedo enojarme con él.

Esta vez fue el turno del ayudante del padre Richard. Lo reconocí por las rídiculas pulseras que tenía en la muñeca. Me había estado mirando mucho últimamente , y eso era realmente molesto. Supongo que está bien. 

Ahora que Samy estaba en casa, me siento más tranquila. 

Lo dejé en el jardín, y esperé a que dejara de jugar con el brazo de aquel desagradable sujeto. 

La gente se asusta cuando ven a Samy. Y en realidad no las entiendo. Es grande, con pelo negro brillante y unos hermosos e inusuales ojos rojos. Suele "comerse" a las personas que han hecho cosas malas en su vida; quizás este tipo haya hecho algo muy malo. Pero no le haría daño a los niños ni nada eso. Es especial. Es mi perro. Mi angelito, Samael.


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