La mascota

Mis amigos me dicen que el mejor remedio para la soledad, es adoptar una mascota. Aunque no es que importe mucho ya que ese no era mi problema.

Decidí hacerles caso, y para cuando cayó la tarde, traje conmigo un perro del refugio de animales de la ciudad. Lo llamé Samy. Es algo grande, perezoso y no hace mucho ruido.

Ahora estoy más tranquilo, ya que durante la noche cuando escucho trotes en la planta baja y gruñido por los pasillos cerca de mi habitación, pienso que es Samy.



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